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lunes, 28 de diciembre de 2015

EL PODER Y LA CIENCIA EN EL SIGLO XVII .Por: EDUARDO MONTAGUT - MONARQUIAS APOYARON CIENTIFICOS - CUESTIONAMIENTO TRADICIÒN CIENTIFICA Y PRINCIPIOS AUTORIDAD - REY GARANTE ORDEN ESTABLECIDO -

domingo, 27 de diciembre de 2015

El poder y la ciencia en el siglo XVII

Uno de los factores que impulsaron la Revolución Científica en el siglo XVII tiene que ver el interés que el poder desarrolló hacia la ciencia. 
Sin lugar a dudas, las monarquías absolutas apoyaron a los científicos a través de varios medios, especialmente patrocinando instituciones e investigaciones. 
Se trata de un fenómeno histórico un tanto paradójico, ya que los sabios cuestionaron claramente muchas tradiciones científicas y los principios de autoridad y por otro lado, los reyes, garantes del orden establecido, apoyaron su trabajo, pero tenemos que tener en cuenta que esa ciencia no fue empleada por el momento para criticar al poder, algo que sí terminaría ocurriendo posteriormente en la época ilustrada y, además, debemos entender que las monarquías absolutas utilizaron el patronato regio sobre la ciencia como una forma de demostrar su inmenso poder, es decir, con un afán propagandístico, como estaban haciendo con las artes en plena explosión del barroco. 
Algunas de las instituciones científicas que se crearon en este siglo perduran hoy en día y son de las más destacadas.









Por otro lado, el interés de los monarcas coincide con el nacimiento de una evidente pasión por la ciencia entre la nobleza y la alta burguesía. 
Bovier de  Fontenelle consigue que la ciencia se divulgue gracias al éxito de su obra sobre la pluralidad de los mundos (Entretiens sur la pluralité des mondes, 1686), donde hace asequibles el cartesianismo y la astronomía. 
En los salones de París las discusiones sobre la ciencia empiezan a adquirir un evidente protagonismo. Se multiplican los gabinetes de historia natural, de física, etc..
En los estados italianos existía ya una larga tradición de mecenazgo y de academias desde el siglo anterior. El gran duque de Toscana, Fernando II, fundó en 1657 la Academia del Cimento. Duró poco, un decenio, pero dejó una impronta indeleble en la historia de la ciencia. Carlos II en la época de la Restauración firmó en 1662 la carta para la fundación de la Royal Society en Londres. Estamos hablando de una de las instituciones científicas más importantes del mundo. En unos pocos años marcará clara tendencia en la difusión de la ciencia gracias a la publicación del Philosophical Transactions
En 1675 se funda el Observatorio de Greenwich. Por su parte, la Francia de Luis XIV ve como Colbert, tan imbuido de la necesidad de glorificar a su monarca, impulsa en 1665 la aparición del Journal des Savants. Al año siguiente creará la Academia de las Ciencias. Pero no se pararía en estas dos grandes iniciativas, ya que en 1667 ordenaba que se construyese el Observatorio de París.  Por fin, consigue que el rey pensione a los sabios franceses y a los extranjeros que trabajen en Francia. Por eso intenta atraerse a reputados científicos. En este sentido, Christian Huygens residirá unos quince años en París. El italiano Jean-Dominique Cassini se convirtió en el director del Observatorio. 
Otro monarca interesado en la ciencia fue Federico I de Prusia. En 1701 fundará la Academia de Berlín gracias a la iniciativa de Leibniz.

Eduardo Montagut

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