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domingo, 27 de diciembre de 2015

PIERRE ROSANVALLON - NO PODEMOS ENTENDER LA POLITICA ALEJADA DE LA CONDUCTA PERSONAL - ENTREVISTA DE GUSTAVO SIERRA - EL MAL GOBIERNO - REPENSAR RELACIÒN ENTRE GOBERMANTES Y GOBERNADOS - OPCIÒN POPULISTA O DEMOCRÀTICA - TRANSPARENCIA - SISTEMA DE COACCIÒN - EL GOBERNANTE NO DEBE MENTIR - ELIMINACIÒN PARAISOS FISCALES -





Pierre Rosanvallon: "No podemos entender la política alejada de la conducta personal"

Diálogos a fondo.Gustavo Sierra

El problema básico que tenemos hoy los ciudadanos es el “mal gobierno”, dice Pierre Rosanvallon sabiendo que se mete en un terreno subjetivo. 

Este profesor de filosofía política francés, con el que charlamos en un elegante salón del Club Francés de Buenos Aires, cree que ya no se trata de una crisis de representación sino que hay que repensar toda la relación entre gobernantes y gobernados.

¿No es una utopía el “buen gobierno”?

No, de ninguna manera. Debe ser un objetivo. 

En la Edad Media las metas del buen gobernante eran consideradas un asunto de conducta personal. 

Hoy la pregunta es por qué podemos tener un enfoque sobre la política alejado del comportamiento personal. 

Toda la historia de la democracia es expresada, de alguna forma, a través de la cuestión central de organizar elecciones en forma apropiada. Y nos olvidamos por completo del representante directo del pueblo que es el que está -supuestamente- en el parlamento, un ámbito que representa la diversidad de la sociedad. 

Queda todo en manos del Ejecutivo que es el poder de decisión. 
La democracia quedó reducida a una selección de presidentes. Y nos olvidamos de la centralidad de la relación entre gobernantes y gobernados. Y para que ese lazo se produzca no alcanza con tener una elección bien organizada. Debe haber calidad y eficacia en el ejercicio del gobierno. 

¿Qué tienen que hacer los ciudadanos para tener un “buen gobierno”?

En principio tenemos que entender que estamos ante dos opciones, la populista y la democrática, por ponerlo en grandes términos. 

Bajo el populismo es muy difícil que podamos tener un “buen gobierno”. Se necesita, ante todo, una gran transparencia. Y para que la transparencia sea creíble tiene que haber mecanismos de control eficaces. 

El buen gobierno también se trata de buenas personas. Porque la relación entre programas y políticas ya no es evidente. 

Tenías un programa, una visión de la economía, de la sociedad, y esta visión podía definir tus acciones. Pero hoy, tus acciones también se definen mediante los sistemas de coacción. Entonces, hay un elemento de discontinuidad entre los programas y las políticas. Por lo tanto, la calidad de las personas es lo permanente. 

Usted hace énfasis en que los gobernantes no deben mentir.

Cuando hablo de buenas personas, pienso en que deben decir la verdad. Y ese es un problema crítico para la democracia; las campañas deben ser un reflejo de lo que se hace en el gobierno y viceversa. 

No se puede decir una cosa cuando se está fuera del poder y otra cuando se lo alcanza. 

Esto era un problema incluso en la época de los griegos: hablar francamente. Y hay que vigilar permanentemente que sea así. 

¿Es posible llegar al “buen gobierno” en un solo país o esto debe ser aceptado a nivel global?

Tiene que comenzar, inevitablemente, con acciones nacionales. Luego, se puede expandir. 

Por ejemplo, habría que comenzar con la eliminación de los llamados paraísos fiscales. Es un elemento para luchar contra la corrupción, ya que la corrupción es la privatización de los intereses públicos. Y, por lo tanto, es un asunto central. 

Otro fenómeno es que muchas veces no llegan al gobierno los mejores. Prefieren la actividad privada a meterse con “corruptos”.

Es cierto, pero por suerte todavía hay algunas personas que quieren servir a sus compatriotas. 

En la academia, muchos científicos reciben salarios modestos pero tienen pasión por lo que hacen. Y creo que va a haber muchas de estas personas dispuestas a sumarse a un gobierno. 

Y si llega alguien corrupto, bueno, tenemos que tener los mecanismos para apartarlo y sancionarlo. Es una decisión de nosotros, los ciudadanos.

Otra idea recurrente es la de llamar a concurso para ocupar los cargos públicos. Los que mejor superen un examen entran en una terna, por ejemplo, de la que el presidente elige a sus ministros.

Creo que sería muy difícil unificar los criterios para determinar la calidad. Es muy difícil alcanzar un acuerdo respecto de los criterios de selección. 

Hay pensadores socialistas en Europa que sostienen que un gobierno moderno tiene que estar formado por una mezcla de funcionarios elegidos por las urnas y otros por exámenes. 

Pero no sé si esto va a ser entendido y aceptado, en poco tiempo, por la sociedad. Ahora nos basamos en fórmulas muy simples, gobierna el que gana en términos matemáticos. 

Sí, incluso si sometiéramos a los aspirantes a exámenes sicológicos o de confianza, luego, el poder podría cambiarlos.

Sí, sería muy importante hacerlo, pero, otra vez, no creo que los sistemas políticos actuales lo acepten pasivamente. 

Otra vez, aparece acá el tema del criterio. Pero sí, debería haber algunas reglas básicas de “buena salud”. Y como ve, todo se reduce a una cuestión más simple que es que depende de las personas y lo que necesitamos son buenas personas para tener buenos gobiernos.

Copyright Clarín, 2015. 
Gustavo Sierra
gsierra@clarin.com
Pierre Rosanvallon
67 años
Profesor de Historia y Filosofía política
Director de Estudios de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales. Fue Director del Centro de Investigaciones Políticas Raymond Aron. Presidente del Taller Intelectual Internacional La Republique des idées, desde donde produce ideas y proyectos para la renovación del pensamiento político en Francia.

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