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viernes, 4 de abril de 2025

SÓCRATES: EL ARTE DE DESARMAR IRRITANTES - LA PATADA DEL BURRO Y LA ELEGANCIA DEL SILENCIO

 




La patada del burro y la elegancia del silencio: Sócrates y el arte de desarmar irritantes 😠



burro sócrates
Cuando las palabras se convierten en gritos



--- La historia: una bofetada y un burro

--- La lección de Sócrates: la elegancia del silencio

--- Aplicaciones prácticas: cómo desarmar los irritantes hoy


  • No reaccione caliente: 

  • Cuando alguien nos provoca o nos insulta, la primera reacción es responder del mismo modo. Pero Sócrates nos enseña que éste es el camino equivocado. Tomémonos un momento para respirar, para reflexionar, para no dejarnos llevar por las emociones.

  • Evaluar la fuente: 

  • ¿Quién nos ataca? 
  • ¿Es una persona a la que respetamos y cuya opinión nos importa? 
  • ¿O es simplemente un “burro” que intenta hacernos perder el tiempo y la energía? 

  • Si la respuesta es la segunda, el silencio es la mejor opción. 🤫

  • Céntrese en el mensaje, no en el mensajero: 

  • Si la crítica, aunque esté expresada de forma desagradable, contiene una pizca de verdad, la tomamos nota y tratamos de mejorar. 

  • Pero si se trata sólo de insultos gratuitos, ignorémoslos y sigamos adelante.

  • Cultivar la resiliencia emocional: 

  • Aprendamos a no dejarnos tocar por las provocaciones, a no dejarnos desestabilizar por las palabras de los demás. 

  • Construyamos una fortaleza interior que nos permita permanecer firmes ante las tormentas emocionales. 💪

  • Eligiendo nuestras batallas: 

  • No vale la pena luchar contra todos los argumentos. A veces, es más prudente dejarlo pasar, reservar nuestra energía para las causas en las que realmente creemos.
burro sócrates
burro sócrates


Conclusión: el legado de Sócrates

Preguntas frecuentes: cuando las palabras se convierten en gritos


¿Qué representa el episodio de la bofetada a Sócrates?


El episodio ilustra la elegancia del silencio como respuesta a las provocaciones, mostrando que no todas las agresiones merecen una reacción. 

Sócrates permanece impasible, demostrando sabiduría y autocontrol.

¿Cómo se aplica la lección de Sócrates a lo digital hoy?

En la era de las redes sociales, la lección de Sócrates nos invita a evitar reacciones impulsivas ante comentarios negativos, promoviendo la reflexión y el silencio estratégico como herramientas para mantener la serenidad.

¿Cuál es el significado etimológico de “elegancia” según el artículo?

“Elegancia” deriva del latín “eligere”, o “elegir”, indicando la capacidad de elegir cómo comportarse, reaccionar y cuándo es el momento de permanecer en silencio, dando gracia y sabiduría a nuestras acciones.

¿Cuáles son las sugerencias prácticas para desarmar las provocaciones?

Los consejos incluyen no reaccionar rápidamente, evaluar el origen de la provocación, centrarse en el mensaje, cultivar la resiliencia emocional y elegir las batallas adecuadas para luchar.

¿Cómo podemos cultivar la resiliencia emocional?

La resiliencia emocional se cultiva construyendo un fuerte autocontrol que nos permita no dejarnos desestabilizar por las palabras y provocaciones de los demás, manteniendo la calma en situaciones difíciles.

¿Por qué es importante saber elegir tus batallas?

No todas las discusiones merecen nuestro tiempo y energía; Elegir las batallas adecuadas significa centrarse en lo que es importante para nosotros, mantener la serenidad e invertir sabiamente los recursos internos.


¿Alguna vez te has encontrado en una discusión en que tu interlocutor, quedándose sin argumentos válidos, alza la voz hasta hacer temblar las paredes? Es una experiencia frustrante, que muchas veces nos deja con mal sabor de boca y la sensación de haber perdido tiempo y energía. 


Vivimos en una era donde el volumen parece haber reemplazado a la razón, donde quienes gritan más fuerte creen que tienen más razón


Pero ¿y si te dijera que un antiguo filósofo griego, que vivió hace más de dos mil años, ya había encontrado la solución a este problema? Sí, el bueno de Sócrates tenía un método infalible para tratar con personas irritantes. Un método que, sorprendentemente, no implicaba el uso de palabras.

Imagínese la escena: 

Sócrates, el padre de la filosofía occidental, está teniendo una acalorada discusión con un hombre.

Este último, sin embargo, no parece interesado en un diálogo constructivo.

Al contrario, se muestra arrogante, grosero e, incapaz de sostener sus ideas,

recurre a un gesto extremo: una bofetada. Una bofetada a Sócrates. 


Ahora imagina el asombro de los presentes. Esperaban una reacción vehemente, una respuesta del mismo tipo, tal vez una acusación feroz. 


En cambio, Sócrates hace algo inesperado: nada. Absolutamente nada. Él permanece impasible, como si la bofetada ni siquiera lo hubiera tocado. 


Uno de sus discípulos, confundido e indignado, se atreve a pedir explicaciones al maestro. 


Y aquí viene la respuesta que aún hoy nos ilumina: “Si un burro me hubiera coceado, ¿lo habría llevado a los tribunales?”.


¿Qué nos enseña Sócrates con esta frase aparentemente sencilla? 


--- Nos enseña que no todas las provocaciones merecen una respuesta. 

--- Nos enseña que, a veces, el silencio es el arma más poderosa que tenemos a nuestra disposición. 

No un silencio pasivo o de entrega, sino un silencio consciente, un silencio que desarma al agresor, que le priva de la satisfacción de habernos hecho perder los estribos. 

Un silencio, en definitiva, profundamente elegante.


Y aquí, querido amigo humanista digital, entra en juego la etimología. 

La palabra “elegancia” proviene del latín “eligere”, que significa “elegir”


Ser elegante no significa llevar ropa cara ni lucir un lenguaje refinado. 

Ser elegante significa saber elegir cómo comportarse, cómo reaccionar, cuándo hablar y, sobre todo, cuándo guardar silencio. 💡

Significa iluminar a los demás con nuestra conducta, como la luz (y aquí encontramos la asonancia con el "electro") que ilumina las tinieblas de la ignorancia y la ira.


Pero, ¿cómo podemos aplicar la lección de Sócrates en nuestra vida diaria, en nuestro mundo digital de comentarios mordaces, tuits ardientes y discusiones interminables en las redes sociales?

A continuación se ofrecen algunos consejos prácticos:


Sócrates, con su ejemplo y sus palabras, nos dejó un legado precioso: el arte de desarmar los irritantes con la elegancia del silencio.

Un arte que requiere autocontrol, sabiduría y una buena dosis de autoironía.

Pero que, una vez dominado, nos permite navegar por las aguas turbulentas de las relaciones humanas con gracia y serenidad. Y dejar que los burros pataleen en vano. 

jueves, 3 de abril de 2025

PROTESTA SOCIAL - UN DECÁLOGO SOBRE EL DERECHO DE PROTESTA - Por: ROBERTO GARGARELLA

 


UN DECÁLOGO SOBRE EL DERECHO DE PROTESTA

22 mar 2025

 

Un árbol con hojas verdes

El contenido generado por IA puede ser incorrecto.


Hoy en LN, acá: https://www.lanacion.com.ar/opinion/un-decalogo-sobre-el-derecho-a-la-protesta-nid22032025/


En estas últimas semanas, la protesta social ha vuelto a ocupar un lugar protagónico dentro de la vida pública argentina. Las manifestaciones opositoras se reiteran, reavivando con ellas algunas de las múltiples discusiones que razonablemente nos genera el tema: preguntas sobre los límites de la protesta; sobre la legitimidad del uso de la coerción; o sobre las respuestas de los jueces frente al conflicto. En lo que sigue, y con el objeto de ayudar a tales debates, presentaré diez precisiones posibles sobre la cuestión.

 

--- 1.Toda protesta es política. 


El primer punto que mencionaría procura resistir algunas tan comunes como fáciles descalificaciones hacia la protesta social, que vuelven a escucharse en estos días. Me refiero a las críticas que desautorizan a la protesta como “política”, dando a entender que, por ello, la protesta no es genuina, legítima o espontánea. 


Contra dicha visión, debe aclararse que toda protesta pública es, por su propia naturaleza, y en un sentido valioso, “política”.

 

Ello así, porque la protesta social implica poner en disputa el sentido de las políticas públicas implementadas (o no) por el gobierno. 


Al crítico, entonces, habrá que decirle que, mal que le pese, 

la democracia consiste precisamente en eso: en una disputa en torno al valor de las decisiones políticas que toma un gobierno.


--- 2.El garantismo es la ideología de la Constitución. 


Un segundo punto se vincula con otro concepto en conflicto: el del “garantismo” jurídico. 


Curiosamente, en los últimos tiempos, dicho concepto ha sido transformado en un término acusatorio. Así, resulta habitual que, en el fragor de la lucha política, se le endilgue a alguien 

el término “garantista”, como un insulto (como si ser garantista implicara ser un “defensor de los derechos de los delincuentes”). 


Contra dicha postura, cabe decir que, en nuestro derecho, desde la Independencia y la Asamblea del año 1813 y, de manera todavía más contundente, desde 1853, 

el “garantismo” es la ideología (penal) de nuestro derecho. 


Entre otras garantías, nuestra Constitución (art.18) exige, incondicionalmente, 

el respeto de los derechos de cada uno (aún de los presos);la prohibición de las torturas; o la protección irrestricta del debido proceso. Mientras no se la cambie, estamos obligados por esa digna Constitución.


--- 3.El derecho a la protesta como “el primer derecho”


El derecho de protesta puede ser considerado “el derecho de los derechos”


Si la protesta merece la consideración de “primer derecho”, ello se debe al peculiar lugar que ocupa dentro de la lista de los derechos constitucionales. 


Y es que se trata de un derecho que sirve para 

sostener y mantener “con vida”, a todos los demás. Por tanto, si no se protege especialmente el derecho de protesta, toda la estructura de derechos se resiente y queda bajo amenaza.


4. El derecho de expresión es un medio privilegiado para exigir el cumplimiento de los derechos sociales y económicos. 


Es un error superponer al derecho de protesta con el derecho de libertad de expresión (como si “sólo” fuera “expresión”). 

La protesta es, más bien, un medio privilegiado para demandar por los numerosos derechos sociales y económicos incluidos en nuestra Constitución. 

No protestamos, entonces, sólo para “hablar” sino, sobre todo, para exigir el cumplimiento pleno de la Constitución.


5.La crítica política necesita ir más allá de los “especialistas.” 


No puede esperarse que la crítica al poder público quede total o virtualmente monopolizada por la prensa, los legisladores o los expertos. 


Como sostuviera Harry Kalven (tal vez el principal doctrinario en materia de libertad de expresión), la crítica política se extiende siempre al ciudadano común, y a los ámbitos que transita (ie, la calle), y ello, esperablemente, con las desprolijidades y excesos propias de tales circunstancias. 


Y hay un valor importante en todo ello, para toda la comunidad, ya que todos -beneficiados o perjudicados- necesitamos saber cómo impactan las medidas de gobierno en nuestros conciudadanos.


6.Las calles y plazas públicas son lugares privilegiados para la protesta. 


Desde “tiempos inmemoriales”, el derecho distingue a las principales calles y plazas públicas, como espacios especialmente apropiados para la protesta: les denomina “foros públicos”. 


El derecho no repudia ni resiste, sino que “espera”, que la ciudadanía se exprese, privilegiadamente, en tales lugares.


7.El respeto de los derechos de terceros no puede requerir el socavamiento del derecho a la protesta


Desde siempre, el derecho a la protesta “acepta” regulaciones de “tiempo, lugar y modo” destinadas a “acomodar” los derechos de quienes protestan, con los derechos de terceros. 


Sin embargo, él asume también que tales razonables regulaciones no deben servir como excusa para 

socavar, en los hechos, a la protesta -lo que ocurriría si se instaurase un “protestódromo” a kilómetros de la sede de gobierno; o se implementasen “Protocolos” básicamente destinados a dificultar la protesta (i.e. “sólo en la vereda”).


8.Las faltas y violencias que puedan cometerse durante una protesta no “anulan” al derecho de protesta. 


En los cientos de años que llevamos lidiando con el derecho de huelga, hemos aprendido que los eventuales actos de violencia que se comenten durante la misma, no “derriban” el derecho de huelga. 

Podemos, perfectamente, separar o detener al violento, mientras preservamos el legítimo derecho de los trabajadores. 


Exactamente lo mismo con el derecho de protesta: el Estado puede tomar medidas preventivas razonables, frente a una manifestación opositora, y -obviamente- también reaccionar con la ley en la mano, ante quien comete una falta grave (i.e., separar, detener y eventualmente sancionar al ofensor). 


Sin embargo, esa facultad que indudablemente tienen las autoridades, 

no anula su obligación de resguardar la movilización de protesta, lo que implica el respeto del derecho de todos los demás protestantes pacíficos.


9.Cuanto mayor es la crisis de representación política, más importante es la preservación del derecho de protesta. 


Décadas atrás, cuando existían partidos políticos sólidos y sindicatos fuertes, 

el trabajador podía confiar la defensa de sus derechos, a sus representantes políticos y sindicales; como el gobierno podía esperar que el ciudadano canalizara sus quejas a través de aquellos 


En la medida en que más se deterioran las formas tradicionales de representación de intereses colectivos, más importante resulta resguardar un robusto derecho a la protesta, que viene a suplir dicho déficit representativo.


10.El “punto de reposo” debe ser la protección de la protesta, y no su represión. 


Hoy nos enfrentamos a una situación social caracterizada por desigualdades injustificadas e injusticias graves; y a una situación política que muestra que los medios tradicionalmente utilizados para impugnar aquellas inequidades resultan inoperantes. 


En dicho contexto, las autoridades públicas no pueden asumir como “punto de partida” 

la respuesta represiva o punitiva, frente a la protesta. Son ellos, los miembros de la clase dirigente, quienes generan y reproducen esas injusticias, y también los responsables de preservar un sistema de gobierno deteriorado, que torna difícil canalizar las protestas institucionalmente.