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sábado, 18 de febrero de 2023

FRANCOIS DUBET *** RESEÑA DEL LIBRO "LA EPOCA DE LAS PASIONES TRISTES"

 

LA ÉPOCA DE LAS PASIONES TRISTES

De cómo este mundo desigual lleva a la frustración y el resentimiento, y desalienta la lucha por una sociedad mejor

 

RESEÑA DEL LIBRO "LA EPOCA DE LAS PASIONES TRISTES"

 

       Vivimos en un tiempo de pasiones tristes. Emociones como la ira; la indignación y el resentimiento atraviesan las redes sociales y la opinión de los panelistas televisivos.

 

       Ese enojo toma la forma de la denuncia o la catarsis por un orden que se siente injusto; y suele encarnizarse con los que reciben asistencia del Estado (¡todos inútiles!) pero también con los políticos y las élites (¡todos corruptos!).

 

       Acá y allá; un lenguaje paranoico acusa a los pobres; los inmigrantes y los desempleados por no esforzarse lo suficiente; a las finanzas por hacer negocios a costa de las economías nacionales y a estas por no abrirse a la globalización; a los gobiernos por desmantelar las políticas sociales o; al contrario; por abusar de ellas demagógicamente.

 

       Cada uno tiene razones para sentirse abandonado; amenazado; y para sospechar que el otro cualquier otro recibe ventajas indebidas.

 

       Lejos de interpretar esto en clave de patología personal; François Dubet aspira a comprender el papel de las desigualdades sociales en el despliegue de esas pasiones tristes.

 

      Si antes las grandes diferencias de clase nos permitían pensar nuestro lugar en el mundo (patrones y obreros; empresarios y trabajadores) y sostener luchas políticas o sindicales que suponían dirimir conflictos y negociaciones; hoy las desigualdades se diversifican y se individualizan; transformando profundamente la experiencia que tenemos de ellas y desdibujando los adversarios y las verdaderas causas de los problemas.

 

       No duele tanto el 1% de hiper-ricos una minoría de privilegiados con quienes no interactuamos sino las múltiples diferencias cotidianas que se expresan en acceso a consumos culturales y esparcimiento; a determinados colegios; barrios; vivienda; empleo; prestaciones de salud o subsidios.

 

       Sin embargo; no se trata de impugnar la indignación sino de ver cómo puede encauzarse colectivamente para que no termine alimentando salidas autoritarias.

 

       Contra el microclima de linchamiento y violencia; y profundizando una línea sostenida de intervención en la discusión pública; Dubet nos alerta sabiamente sobre la necesidad imperiosa de relanzar la oferta política progresista para transformar la ira en estrategias de cambio social.


 Índice

*Introducción.

*Nuevas desigualdades, nuevas iras 9

*La percepción de las desigualdades 10

*Sufrir “en calidad de” 12

*La experiencia de las desigualdades 14

*1. El fin de la sociedad de clases 17

*De los estamentos a las clases sociales 18

*El régimen de clases 21

*Combates por la igualdad 23

*De los explotados a los inútiles 25

*La salida del régimen de clases 28

*Clases populares, en plural 30

*Trastornos en la representación 32

*2. El régimen de desigualdades múltiples 35

*Heterogeneidad e interseccionalidad 36

*La sumatoria de pequeñas desigualdades 39

*Micro- y macro-movilidad 43

*3. Experiencias y críticas de las desigualdades 49

*La individualización de las experiencias 50

*Desiguales “en calidad de” 54

*Compararse con quienes están más cerca 58

*La extensión del reino de las discriminaciones 60

*El desprecio y el respeto 65

*Los reconocimientos y las justicias 69

*Los criterios de justicia 71

*Ser justo en un mundo injusto 73

*4. Iras e indignaciones 77

*El resentimiento en internet 78

Cuando las emociones se dan a publicidad 79

*El “estilo paranoico” 81

*Los mecanismos del resentimiento 85

*La economía moral del respeto 90

*La nación, un asunto de iguales 91

*Individualismo y deseo de autoridad 93

*La rutinización de la indignación 95

*Los populismos. del pueblo al jefe 98

*Pasiones iliberales 102

*Melancolías de izquierda y de derecha 105 *Conclusión.

*Las izquierdas democráticas contra el populismo 109

*Bibliografía 115



FRANCOIS DUBET *** "LA ÉPOCA DE LAS PASIONES TRISTES" [libro - reseña - indices] *** De cómo este mundo desigual lleva a la frustración y el resentimiento, y desalienta la lucha por una sociedad mejor



LA ÉPOCA DE LAS PASIONES TRISTES

De cómo este mundo desigual lleva a la frustración y el resentimiento, y desalienta la lucha por una sociedad mejor

 

RESEÑA DEL LIBRO "LA EPOCA DE LAS PASIONES TRISTES"

 

       Vivimos en un tiempo de pasiones tristes. Emociones como la ira; la indignación y el resentimiento atraviesan las redes sociales y la opinión de los panelistas televisivos.

 

       Ese enojo toma la forma de la denuncia o la catarsis por un orden que se siente injusto; y suele encarnizarse con los que reciben asistencia del Estado (¡todos inútiles!) pero también con los políticos y las élites (¡todos corruptos!).

 

       Acá y allá; un lenguaje paranoico acusa a los pobres; los inmigrantes y los desempleados por no esforzarse lo suficiente; a las finanzas por hacer negocios a costa de las economías nacionales y a estas por no abrirse a la globalización; a los gobiernos por desmantelar las políticas sociales o; al contrario; por abusar de ellas demagógicamente.

 

       Cada uno tiene razones para sentirse abandonado; amenazado; y para sospechar que el otro cualquier otro recibe ventajas indebidas.

 

       Lejos de interpretar esto en clave de patología personal; François Dubet aspira a comprender el papel de las desigualdades sociales en el despliegue de esas pasiones tristes.

 

      Si antes las grandes diferencias de clase nos permitían pensar nuestro lugar en el mundo (patrones y obreros; empresarios y trabajadores) y sostener luchas políticas o sindicales que suponían dirimir conflictos y negociaciones; hoy las desigualdades se diversifican y se individualizan; transformando profundamente la experiencia que tenemos de ellas y desdibujando los adversarios y las verdaderas causas de los problemas.

 

       No duele tanto el 1% de hiper-ricos una minoría de privilegiados con quienes no interactuamos sino las múltiples diferencias cotidianas que se expresan en acceso a consumos culturales y esparcimiento; a determinados colegios; barrios; vivienda; empleo; prestaciones de salud o subsidios.

 

       Sin embargo; no se trata de impugnar la indignación sino de ver cómo puede encauzarse colectivamente para que no termine alimentando salidas autoritarias.

 

       Contra el microclima de linchamiento y violencia; y profundizando una línea sostenida de intervención en la discusión pública; Dubet nos alerta sabiamente sobre la necesidad imperiosa de relanzar la oferta política progresista para transformar la ira en estrategias de cambio social.

 

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       Dubet en su libro libro  [1] se propone responder un interrogante:

¿Cuáles son las causas del descontento social que llevan a un sector de la población a apoyar los “populismos” de derecha, nacionalistas, racistas y xenófobos, particularmente en Europa?

 

       Su hipótesis es que las “iras” de la población, sus descontentos y sus malestares, no encuentran tanto su explicación en la amplitud de las desigualdades (por más que reconoce su existencia), sino en lo que él llama un nuevo “régimen de desigualdades”.

 

       ¿A qué se refiere? En su visión, por más que los sectores populares sean conscientes de la existencia de un 1% de la población que cada vez acrecienta más sus riquezas, la percepción de las desigualdades en la etapa neoliberal ha cambiado: ya no tienen tanto peso los problemas “estructurales”, vinculados a una sociedad pensada en términos de clases sociales, sino que están planteados de una forma cada vez más fragmentaria.

 

       La estructura de clases sociales como ordenador del imaginario social, daría lugar a un régimen de múltiples desigualdades.

 

       Para Dubet la multiplicación de las desigualdades y más aún el hecho de que cada cual se ve enfrentado a desigualdades múltiples, transforman profundamente la experiencia y la subjetividad de los individuos.

 

       Las desigualdades se viven como experiencias singulares, apoyadas en criterios de justicia subjetivos y por lo tanto múltiples, con una evidente consecuencia política: al diluirse la dominación social en mecanismos impersonales “¿contra qué y contra quien combatir en nombre de la igualdad?”. La multiplicidad de movimientos sociales inconexos entre sí dan cuenta de esta realidad.

 

       De esta manera, se exacerba el desempeño o el mérito como principios ordenadores de “lo justo”: aquel que a igualdad de oportunidades avanza, lo hace por mérito propio, mientras que el que saca “ventaja” (por ejemplo por la ayuda estatal) debe ser juzgado.

 

       Los resentimientos, las iras y la competencia, conllevan por lo tanto un descontento que derivaría en los nacionalismos basados en el odio, en la meritocracia y en la acentuación del “éxito individual”.

 

       Las soluciones propuestas por el autor a esta realidad son menos claras.

 

       Al escribir durante la revuelta de los Chalecos Amarillos, su temor es que el “populismo”, expresado en el partido derechista el Frente Nacional de Marine Le Pen, capitalice aquel movimiento. Para lo cual esgrime la posibilidad de que una “izquierda democrática” tome en sus manos algunas de las reivindicaciones que le dan sustento: “La lucha contra el 1% es la prioridad. (…)

 

       Hay que aprender a luchar contra esas desigualdades incluyéndolas en políticas sociales universales que promuevan lo que tenemos en común.

 

       Las izquierdas democráticas deberían apropiarse de las preguntas planteadas por los populismos y esforzarse por responderlas mediante la propuesta de otro horizonte de justicia social y vida democrática”.

 

ÍNDICE

*Introducción.

*Nuevas desigualdades, nuevas iras 9

*La percepción de las desigualdades 10

*Sufrir “en calidad de” 12

*La experiencia de las desigualdades 14

*1. El fin de la sociedad de clases 17

*De los estamentos a las clases sociales 18

*El régimen de clases 21

*Combates por la igualdad 23

*De los explotados a los inútiles 25

*La salida del régimen de clases 28

*Clases populares, en plural 30

*Trastornos en la representación 32

*2. El régimen de desigualdades múltiples 35

*Heterogeneidad e interseccionalidad 36

*La sumatoria de pequeñas desigualdades 39

*Micro- y macro-movilidad 43

*3. Experiencias y críticas de las desigualdades 49

*La individualización de las experiencias 50

*Desiguales “en calidad de” 54

*Compararse con quienes están más cerca 58

*La extensión del reino de las discriminaciones 60

*El desprecio y el respeto 65

*Los reconocimientos y las justicias 69

*Los criterios de justicia 71

*Ser justo en un mundo injusto 73

*4. Iras e indignaciones 77

*El resentimiento en internet 78

Cuando las emociones se dan a publicidad 79

*El “estilo paranoico” 81

*Los mecanismos del resentimiento 85

*La economía moral del respeto 90

*La nación, un asunto de iguales 91

*Individualismo y deseo de autoridad 93

*La rutinización de la indignación 95

*Los populismos. del pueblo al jefe 98

*Pasiones iliberales 102

*Melancolías de izquierda y de derecha 105 *Conclusión.

*Las izquierdas democráticas contra el populismo 109

*Bibliografía 115

 

  






jueves, 16 de febrero de 2023

BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS - 11 de febrero de 2023 *** ¿ADIÓS A EUROPA? ASOMA EL HOLOCAUSTO NUCLEAR DETRÁS DE LA GUERRA RUSIA – UCRANIA *** MEDIOS Y POLARIZACIÓN *** GUERRA INTERNA Y GUERRA EXTERNA *** VERSALLES O VIENA

 

La guerra Rusia - Ucrania avanza hacia un conflicto mayor en toda Europa.. Imagen: AFP - Traducción de Antoni Aguiló y José Luis Exeni Rodríguez


¿ADIÓS A EUROPA? ASOMA EL HOLOCAUSTO NUCLEAR DETRÁS DE LA GUERRA RUSIA – UCRANIA

 

       El reconocido sociólogo portugués explica cómo el continente con más muertes en conflictos bélicos en los últimos cien años, se encamina hacia uno aún más fatal. Como en la década de 1930, la apología del fascismo se hace en nombre de la democracia y la apología de la guerra se hace en nombre de la paz.

POR BOAVENTURA DE SOUSA SANTOS - 11 de febrero de 2023

 

       Un nuevo-viejo fantasma se cierne sobre Europa: la guerra.  El continente más violento del mundo en términos de muertes en conflictos bélicos en los últimos cien años (para no retroceder en el tiempo e incluir las muertes sufridas en Europa durante las guerras religiosas y las muertes infligidas por europeos a los pueblos sometidos al colonialismo), se encamina hacia un nuevo conflicto bélico que puede ser aún más fatal, ochenta años después del conflicto hasta ahora más violento, con cerca de ochenta millones de muertos: la Segunda Guerra Mundial. 

       Todos los conflictos anteriores comenzaron aparentemente sin una razón fuerte, era opinión común que durarían poco tiempo y, al comienzo, la mayoría de la población acomodada siguió haciendo su vida normal, yendo de compras y al cine, leyendo la prensa, disfrutando de las vacaciones y de amenas conversaciones en terrazas sobre política y cotilleo.

 

       Siempre que surgía un conflicto violento localizado, la convicción dominante era que se resolvería localmente. Por ejemplo, muy poca gente (incluidos los políticos) pensó que la guerra civil española (1936-1939) y quinientos mil muertos serían la antesala de una guerra mayor, la Segunda Guerra Mundial, a pesar de que las condiciones estuviesen presentes.

 

       Aun sabiendo que la historia no se repite, es legítimo preguntarse si la actual guerra entre Rusia y Ucrania no es el preludio de una nueva guerra mucho mayor.

 

MEDIOS Y POLARIZACIÓN

 

       Se acumulan señales de que un peligro mayor puede estar en el horizonte. En el plano de la opinión pública y del discurso político dominante, la presencia de este peligro se presenta mediante dos síntomas opuestos.

 

       Por un lado, las fuerzas políticas conservadoras no solo detentan la iniciativa ideológica, sino también una presencia privilegiada en los medios de comunicación.

 

       Son polarizadoras, enemigas de la complejidad y de la argumentación serena, usan palabras extremadamente agresivas y hacen encendidos llamamientos al odio. 

 

       No les perturba el doble rasero con el que comentan los conflictos y la muerte (por ejemplo, entre muertos en Ucrania y en Palestina), ni la hipocresía de apelar a valores que desmienten con sus prácticas (denuncian la corrupción de los adversarios para esconder la suya).

 

       En esta corriente de opinión conservadora se mezclan cada vez más posiciones de derecha y de extrema derecha, y el mayor dinamismo (agresividad tolerada) proviene de estas últimas.

 

       Este dispositivo pretende inculcar la idea del enemigo a destruir. La destrucción por las palabras predispone a la opinión pública a la destrucción por los actos. A pesar de que en democracia no hay enemigos internos sino solo adversarios, la lógica de la guerra se traslada insidiosamente a supuestos enemigos internos, cuya voz ante todo debe ser silenciada.

 

       En los Parlamentos, las fuerzas conservadoras dominan la iniciativa política, mientras que las fuerzas de izquierda, desorientadas o perdidas en laberintos ideológicos o en cálculos electorales incomprensibles, giran en torno a un defensismo paralizante. 

 

       Como en la década de 1930, la apología del fascismo se hace en nombre de la democracia; la apología de la guerra se hace en nombre de la paz.

 

       Pero este clima político-ideológico está marcado por un síntoma opuesto. Los observadores o comentaristas más atentos se dan cuenta del fantasma que acecha la sociedad y convergen de modo sorprendente en sus preocupaciones.

 

       Recientemente me he sentido identificado con algunos análisis de comentaristas que siempre he reconocido como pertenecientes a una familia política diferente a la mía, es decir, comentaristas de derecha moderada. Lo que tenemos en común entre nosotros es la subordinación de las cuestiones de la guerra y la paz a los asuntos de la democracia.

 

       Podemos diferir en lo primero y coincidir en lo segundo. Por la sencilla razón de que solo el fortalecimiento de la democracia en Europa puede conducir a la contención del conflicto entre Rusia y Ucrania e, idealmente, a su solución pacífica. 

 

       Sin una democracia vigorosa, Europa caminará, sonámbula, hacia su destrucción.

 

GUERRA INTERNA Y GUERRA EXTERNA

 

       ¿Estamos a tiempo de evitar la catástrofe? Me gustaría decir que sí, pero no puedo. Los signos son muy preocupantes.

 

       *** Primero, la extrema derecha crece globalmente impulsada y financiada por los mismos intereses que se reúnen en Davos para salvaguardar sus negocios.

 

       En los años 30 del siglo pasado, tenían mucho más miedo al comunismo que al fascismo; hoy, sin la amenaza comunista, temen la revuelta de las masas empobrecidas y proponen como única respuesta la represión violenta, policial y militar. Su voz parlamentaria es la de la extrema derecha.

 

       La guerra interna y la guerra externa son dos caras de un mismo monstruo y la industria armamentística se beneficia por igual de ambas.

 

       *** En segundo lugar, la guerra de Ucrania parece más confinada de lo que realmente es.

 

   El flagelo actual, que azota las llanuras donde hace ochenta años murieron tantos miles de personas inocentes (principalmente judíos), tiene las dimensiones de un autoflagelo.

 

       Rusia hasta los Urales es tan europea como Ucrania, y con esta guerra ilegal, además de vidas inocentes, muchas de ellas de habla rusa, está destruyendo la infraestructura que ella misma construyó cuando era la Unión Soviética.

 

       La historia y las identidades étnico-culturales entre los dos países están mejor entrelazadas que con otros países que anteriormente ocuparon Ucrania y ahora la apoyan. 

 

       Tanto Ucrania como Rusia necesitan mucha más democracia para poder poner fin a la guerra y construir una paz que no las deshonre.

 

VERSALLES O VIENA

 

       Europa es mucho más vasta de lo que parece desde Bruselas. En la sede de la Comisión Europea (o de la OTAN, que es lo mismo) prevalece la lógica de la paz según el Tratado de Versalles de 1919, y no la del Congreso de Viena de 1815.

 

       La primera humilló a la potencia vencida (Alemania) y la humillación condujo a la guerra veinte años después; la segunda honró a la potencia vencida (la Francia napoleónica) y garantizó un siglo de paz en Europa. 

 

       La paz según Versalles presupone la derrota total de Rusia, tal como la imaginó Hitler cuando invadió la Unión Soviética en 1941  (Operación Barbarroja).

 

       Incluso admitiendo que esto ocurra a nivel de la guerra convencional, es fácil predecir que, si la potencia perdedora tiene armas nucleares, no dejará de usarlas. Será el holocausto nuclear.

 

       Los neoconservadores norteamericanos ya incluyen esta eventualidad en sus cálculos, convencidos en su ceguera de que todo sucederá a miles de kilómetros de sus fronteras. America first... and last.

 

       Es muy posible que ya estén pensando en un nuevo Plan Marshall, esta vez para almacenar los desechos atómicos acumulados en las ruinas de Europa.

 

       Sin Rusia, Europa es la mitad de sí misma, económica y culturalmente.

 

       La mayor ilusión que la guerra de información ha inculcado a los europeos en el último año es que Europa, una vez amputada de Rusia, podrá restaurar su integridad con el trasplante de Estados Unidos.

 

       Justicia sea hecha a los Estados Unidos: cuidan muy bien sus intereses. La historia muestra que un imperio en declive siempre busca arrastrar consigo sus esferas de influencia para retrasar la decadencia. ¿Y si Europa supiese cuidar de sus intereses?

 


sábado, 11 de febrero de 2023

IGNACIO RAMONET *** PENSAMIENTO CRÍTICO VS PENSAMIENTO ÚNICO VARI@S AUTOR@S

 



Este libro recoge una selección de los artículos publicados en la edición española de Le Monde Diplomatique agrupados en torno a diversos ejes temáticos.

 

El concepto y la expresión "Pensamiento Único" fue lanzado por Ignacio Ramonet en 1994. El artículo en el que lo describía como

·       "Una especie de doctrina viscosa que, insensiblemente, envuelve cualquier razonamiento rebelde, lo inhibe, lo perturba, lo paraliza y acaba por ahogarlo", fue publicado en España en 1996.

Desde entonces ha sido utilizado en multitud de artículos, libros y debates como método para analizar los pensamientos hegemónicos en campos como la economía, la historia, la comunicación, etc.

 

No en vano, como señalaba Rafael Sánchez Ferlosio:

·       "La hegemonía de ese pensamiento no puede ser debelada tan solo por el flanco de su falsedad, sino que es preciso considerar también, sin perderlo de vista ni un instante, el flanco de su "verdad", o sea el de saber quién manda; pues su verdad, el sobrehumano poder que lo sustenta, es el auténtico poder de tal hegemonía."

 

Como herramientas críticas para esa tarea, este libro recoge una selección de los artículos publicados en la edición española de Le Monde Diplomatique agrupados en torno a diversos ejes temáticos: globalización, demolición social, planeta y especie humana, cultura y mercado... incluyendo trabajos de Ignacio Ramonet, Armand Mattelart, J.M.Naredo, Samir Amín, Juan Goytisolo, Bernard Cassen, Noam Chomsky, K.S.Karol, Eduardo Galeano, entre otros.


PENSAMIENTO CRÍTICO *** PENSAMIENTO ÚNICO *** NEO-LIBERALISMO *** """PENSAMIENTO ÚNICO Y MODELO DE PAÍS por: EMILIO PAUSELLI [1 , 2008]"""

 



PENSAMIENTO ÚNICO Y MODELO DE PAÍS EMILIO PAUSELLI [1 , 2008]

 

1.  “Más ha hecho la imaginación construyendo sin tregua, que el cálculo destruyendo sin descanso” - José Ingenieros, El hombre mediocre

 

       En la década de los 90 se comenzó a denunciar algo denominado “pensamiento único”.

 

       La denuncia tenía un claro sentido: protestaba contra la falta de alternativas al plan neoliberal. Toda propuesta diferente era descartada por inviable y, de hecho, la sociedad no acompañó proyectos que salieran de ese discurso.

 

       Pero, la pregunta es: ¿los hubo? En un sentido la respuesta es afirmativa.

 

       Muchas expresiones políticas y sociales anticiparon con lucidez el futuro de pobreza y desarticulación social que tal enfoque traería aparejado.

 

       Pero es más problemático afirmar que esas propuestas diferentes estaban construidas sobre una lógica alternativa a la del “pensamiento único”.

 

       Estas reflexiones, entonces, comenzarán por señalar algunos rasgos de ese tipo de pensamiento. Luego intentaremos reflexionar sobre en qué medida los planteos que se oponían al neo liberalismo participaban parcialmente de las características del “pensamiento único” y si de alguna manera eso sigue sucediendo actualmente en los grupos y movimientos que buscan caminos transformadores para la penosa situación que viven nuestros pueblos.

 

       Finalmente, si algo resulta  de todo esto, intentaremos diferenciar proyecto político de proyecto económico, o, mejor dicho, modelo de país de estrategia de desarrollo.

 

       ¿Qué entendemos por “pensamiento único”?

 

       Las palabras adquieren significados en determinados contextos y por ello es tan difícil separarlas de su origen. Claro que luego, en su uso y sometidas a las necesidades del discurso político, van sumando nuevos matices. Es como que muestran potencialidades que dormían en su interior y así se adaptan a la inagotable capacidad creadora de los seres humanos.

 

       Hay coincidencias sobre que es el conocido artículo de Ramonet [2] el que pone en circulación en la época contemporánea esa expresión. Por eso comenzamos por su propia definición: “¿Qué es el pensamiento único?

 

       La traducción en términos ideológicos con pretensión universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas, en particular las del capital internacional” [3] .

 

       Hacemos notar la relación entre pensamiento y economía, ya que será una de las pistas a seguir.

 

       El concepto de “pensamiento único” describía así los mecanismos intelectuales que sostenían la propuesta política neoliberal cuyos componentes señalados en ese artículo eran la primacía de lo económico sobre lo político, el mercado como regulador social, la competencia como factor de crecimiento de las empresas, el libre cambio como base del comercio, la mundialización de la producción y las finanzas, la división internacional del trabajo, la moneda fuerte como base de la estabilidad, la eliminación de todo control social sobre [2] esferas de interés de la economía y desarrollo del mercado de capitales en detrimento de los estados y del trabajo.

 

       Como bien describe Ramonet este “nuevo evangelio” definido en Bretón-Woods y sostenido por las grandes organizaciones económicas –Banco Mundial, Fondo Monetario Internacional, Organización de Cooperación y Desarrollo Económico, otras- se extiende a la producción académica y se refleja en los medios de comunicación de masas “sabiendo con certeza que, en nuestras sociedades mediáticas, repetición equivale a demostración”[4] .

 

       Quizás lo más afligente del pensamiento único, tal como lo plantea Ramonet, es su eficacia para inhibir, perturbar, paralizar y ahogar “cualquier razonamiento rebelde”[5].

 

       De ahí su denominación de único: no parece posible pensar otra cosa. Pero aunque este concepto sea contemporáneo no quiere decir que no tenga profundas raíces en la experiencia humana.

 

       Y esto en dos aspectos: en un sentido histórico general y en el origen del contenido que muestra el pensamiento único como defensa del ideario neoliberal.

 

       En el primero de esos sentidos, parece que muchas épocas del pasado conocido se han organizado sobre la base de alguna serie de ideas que jugaban ese papel.

 

       El pensamiento único como ideología – conjunto de representaciones que organizan una visión del mundo e intentan hacerlo previsible – resultaría así adecuado para generar una disciplina social indispensable que se vería afectada sólo en períodos de transición social profunda.

 

       Hay autores que creen que “prácticamente todas las sociedades humanas tuvieron un conjunto de verdades socialmente sancionadas y de obligada creencia y cumplimiento”[6] . Por ejemplo, los mitos sobre el origen en las sociedades gentilicias o la religión cristiana en la edad media europea parecen haber jugado ese papel.

 

       En el segundo de los sentidos indicados – los antecedentes del contenido del pensamiento único que impone el modelo de socialización neoliberal – diversas corrientes han dado forma a este pensamiento.

 

       La sociología de Compte y el pensamiento económico de Adam Smith están con seguridad entre las fuentes más directas de este pensamiento [7].

 

       Las ideas predominantes en la economía como disciplina en la segunda mitad del siglo XX y cierta desconfianza de época sobre el rol de los Estados son con seguridad parte también del panorama intelectual en que han crecido esas ideas en el último cuarto del siglo XX.

 

       Ahora, si en vez de mirar hacia el pasado rastreamos el uso que la categoría de “pensamiento único” ha sufrido después de acuñada, realmente veremos cómo se han extendido sus aplicaciones iniciales.

 

       Llamativamente ha comenzado a ser usada por representantes de la derecha política para referirse justamente a su oposición [8] . Hay algo en el concepto de pensamiento único, del orden de lo incuestionable, que parece hacerlo posible.

 

       El propio pensamiento conservador comienza a cuestionar la primacía de lo económico sobre lo político. Quizás la declaración más impresionante en este sentido haya sido la de Sarkozy al asumir la primera magistratura de Francia, al indicar que “el pensamiento único es el pensamiento de quienes lo saben todo, de quienes se creen no sólo [7] intelectualmente sino también moralmente por encima de los demás” [9] .

 

       Así, al pensamiento único no se le puede oponer una “voluntad” distinta. Claro que, en este caso, su voluntad es revertir el mensaje libertario del Mayo Francés, restaurar el autoritarismo y la xenofobia.

 

       Pero esas categorías forman parte de un modelo que se intenta asociar a un “mundo mejor” no desde el punto de vista económico sino desde el punto de vista humano.

 

       Es probable que en la “derechización” del pensamiento político de distintos contingentes sociales haya una gran responsabilidad de los medios masivos de comunicación – grandes empresas controladas por los poderosos – y en la dificultad que encuentran grandes grupos humanos hambreados y marginados para transformarse en sujetos políticos, pero no habría que subestimar la iniciativa de la derecha en haber vuelto a plantear el debate de cara a la sociedad en el terreno de la política, o sea, de los valores.

 

       También algunas corrientes marxistas creen que el pensamiento único es el resultado de la o las corrientes filosóficas denominadas postmodernas [10]. Estas habrían antepuesto los “discursos débiles” a un discurso fuerte como el del marxismo que, así debilitado, dio paso al pensamiento único. El postmodernismo habría recluido a la persona en su individualidad y lo habría desanimado de participar en acciones que tiendan a cambiar la sociedad [11].

 

        No escapa a nuestra comprensión las dificultades de fundamentación que esta posición tiene, pero resulta especialmente interesante porque señala otra posibilidad de la categoría “pensamiento [9]

 

       Extraño marxismo, que cree que las ideas desgarran la realidad y no que son el reflejo de una realidad desgarrada.

 

       También puede servir para designar aquello que no nos gusta o que va en contra de nuestras creencias. De este breve recorrido por algunos de los conceptos relacionados al término de pensamiento único nos va a interesar conservar los siguientes predicados.

 

       El pensamiento único sería una ideología, con pretensiones de universalidad, antepone la economía a la política, se impone desde la autoridad incuestionable y es algo no deseable.

 

       Los corolarios de esos predicados serán los siguientes:

*** está constituido por un conjunto de representaciones que interpretan el mundo,

*** expresa una verdad equivalente a una verdad natural,

*** la economía es la ciencia natural de la sociedad,

*** se sostiene por la acción continuada de instancias de poder simbólicas y materiales,

*** lo no valorado del pasado será su antecedente y lo no deseado del futuro su consecuencia.

 

       PAPEL DE LA IMAGINACIÓN EN EL DESARROLLO HUMANO

 

       Uno de los principales logros del “pensamiento único” es haber desplazado la discusión política desde el terreno de lo deseable hacia el terreno de lo posible.

 

       Aparece así como un pensamiento de madurez, como un neo pragmatismo que sin hacer honor a sus ilustres antecedentes filosóficos, considerará que sólo se puede aspirar a lo realizable y que, lo realizable, es aquello que permite la economía ya que el bienestar será equivalente a la capacidad de creación de bienes y servicios.

 

       Como bien dijera Marx “el desarrollo de las fuerzas productivas constituye una premisa práctica absolutamente necesaria, porque sin ella sólo se generalizaría la escasez y, por lo tanto, junto con la pobreza comenzaría de nuevo la lucha por lo indispensable y se recaería necesariamente en toda la miseria anterior” [12] .

 

       El engaño es sutil. Se trata sólo de la modificación del valor semántico de un condicional.

 

       Esta forma gramatical y lógica es permanentemente utilizada por todos nosotros y tiene la inmensa potencia de unir presente con futuro o de expresar las consecuencias de diversos sucesos de la vida.

 

      Se trata de todas las expresiones que indican que si algo sucede entonces ocurrirá tal o cual cosa.

·       “Si llueve entonces mejorarán las cosechas”; “si hay recesión mundial entonces caerán los precios de las producciones primarias”; “si se aprueba la ley de salud reproductiva entonces nos espera un futuro de libertinaje”.

 

       Todas estas expresiones que contienen el “si” y el “entonces” las llamamos condicionales.

 

       En lógica a la primer parte de la expresión – “si ocurre tal cosa”- se la llama antecedente y a la segunda –“entonces sucederá tal otra”- se la llama consecuente.

 

       La visión ‛madura’ de la realidad diría aproximadamente así: si la economía funciona de esta manera entonces la vida humana debe ser organizada de determinada forma. Otra pretensión es ilusoria, son buenos deseos sin fundamento; en el mejor de los casos se trata de populismo cuando no de demagogia.

 

       El ‘estado de bienestar’ no respetaba la evidencia de este razonamiento y por eso no pudo sostenerse en el tiempo. El socialismo tampoco y así le fue.

 

       La manera en que funcionan estas expresiones tiene que ver con el lugar desde donde se dicen, con la situación y con los intereses de cada grupo social.

 

       Bajo la apariencia asertiva que estas frases parecen traer consigo se esconden un sin número de posibilidades alternativas.

 

       Para tomar los ejemplos señalados, también se podría decir que “Si llueve entonces se inundarán los barrios más humildes y las personas deberán ser evacuadas”; “si hay recesión mundial entonces el peso de la [12] crisis caerá sobre los más débiles”; “si se aprueba la ley de salud reproductiva entonces mejorará la planificación familiar”.

 

       La lluvia, la recesión mundial y la ley de salud reproductiva son las mismas, lo que varía son las consecuencias que imaginamos que ellas tendrán.

 

       En este terreno se han movido muchas de las corrientes que se opusieron al avance del neo-liberalismo en estos años. Negaron con valentía –aunque sin creatividad- que las consecuencias esperadas del desarrollo económico fueran inalterables.

 

      La expresión programática de esta impugnación se expresa en las propuestas de redistribución del ingreso. Mientras que el neoliberalismo insistió en “la teoría del derrame” – una vez que el capital vea compensada su inversión comenzaría a derramarse la riqueza al resto de la sociedad – sus oponentes sostienen que la sociedad tiene derecho a decidir cómo se utilizan los excedentes de la riqueza creada.

 

       La discusión se centró en el contenido del consecuente: cuál era la vida posible de acuerdo al desarrollo económico.

 

       Pero el denominado “pensamiento único” no debe su fortaleza al contenido de su antecedente o de su consecuente: la capacidad que tiene de anular toda crítica dentro del paradigma lo obtiene porque ha invertido el antecedente y el consecuente. Y, en términos generales, la crítica al neoliberalismo no ha impugnado esa alteración.

 

       La expresión que indica que de acuerdo al desarrollo económico alcanzado es el tipo de vida que se puede llevar a cabo va a contramano de toda la experiencia humana.

 

       Si aún no estamos en cuclillas a la orilla de un arroyo esperando atrapar un pez con nuestra mano es porque imaginamos [13] que otra cosa era posible.

 

       Y lo que imaginamos puso en  marcha nuestras capacidades para intentar obtenerlo, y las vuelve a poner en marcha cada día una vez que nos despertamos (y probablemente antes también). Así, en complicidad involuntaria con una interpretación del marxismo [14], pasó desapercibida la profunda alteración que hacía parecer natural la expresión antedicha: si la economía funciona de esta manera entonces la vida humana debe ser organizada de determinada forma.

 

       La expresión humana universal es, en realidad, la que sigue:

***Si queremos que la vida humana esté organizada de determinada forma entonces nuestra organización económica deberá ser de tales y cuales características.

 

       Si bien en el artículo de Ramonet está muy bien señalada la preeminencia de lo económico sobre lo político como una clave del pensamiento único, quizás no se han sacado todas las consecuencias posibles de esa afirmación.

 

       De hecho en la crítica al neoliberalismo muchas veces aparece desdibujada la discusión sobre medios y fines. En las versiones más refinadas de pensamiento neoliberal se aceptará sin inconvenientes que la economía es un medio y no un fin, pero se asegurará que “la economía es como es, no se pueden violar sus leyes”.

 

       Sería como que el hombre quisiera volar – como efectivamente lo hace desde el inicio de la aviación – pero quisiera hacerlo sin respetar las leyes de la física.

 

       La economía en tanto opera con recursos es, efectivamente, una actividad sometida a leyes. La disponibilidad de recursos naturales, técnicos y humanos establecerá posibilidades concretas.

 

       Pero la economía en cuanto actividad social humana está sometida a las decisiones humanas y son estas las que determinan en gran parte lo que está disponible y lo que no.   

 

       En el primer sentido no se podrían fabricar armas a base de kryptonita ya que no disponemos de ese material en el planeta tierra y aún no hemos descubierto dónde está Kriptón – probablemente sea cierto que ha estallado –.

 

       En el segundo sentido la desnutrición no se debe a la inexistencia de alimentos sino a la manera en que estos se producen, apropian y utilizan.

 

       El neoliberalismo utiliza el primero de estos aspectos de la economía para equipararla a una verdad sobre la que es inútil discutir.

 

       Cuando el refinamiento del discurso hace foco en el aspecto social de la misma, la discusión se cancela sobre la base de una supuesta antropología “científica” que indica que “el hombre es como es, un ser que compite por la supervivencia” [15], y eso establecería una legalidad complementaria ante la que es necio rebelarse.

 

       Esta “ciencia” que habla de los recursos, del hombre y de cómo se relaciona el hombre con los recursos, deja en la oscuridad cómo se relacionan los hombres con los hombres.

 

       Este es el terreno propiamente de la política y este debería ser el escenario donde se discute de fines. Pero en ese escenario se discute de “economía”: este es el triunfo del “pensamiento único”.

 

       La expresión completa, entonces, del condicional invertido sobre el que opera el pensamiento único diría algo así como que si la economía de acuerdo a sus leyes produce determinados bienes y servicios entonces la vida humana se organizará de determinada manera, a saber, poniendo en competencia a unos hombres con otros para apropiarse de los medios necesarios para su subsistencia.

 

       Para un rescate de la cultura hay que invertir esa expresión y decir que si queremos vivir de determinada manera, a saber, incluyendo a todas las  personas en el disfrute de los bienes creados por la cultura, entonces hay que organizar la economía para que produzca determinados bienes y servicios.

 

PARA UN MODELO DE PAÍS

 

       Existen descripciones muy completas de lo que es hoy la Argentina. La mitad de la población sumida en la pobreza, una gran parte en la indigencia. Millones de personas sin trabajo o con trabajo precario –cuando son millones no importa el índice–. Aparición y desarrollo de enfermedades que se consideraban erradicadas y, lo peor de todo, la desnutrición que mata miles de niños por año y deja secuelas irreparables en los que siguen vivos.

 

       Como contrapartida la sociedad sigue optando por propuestas que en lo esencial dejan intacta la situación calamitosa heredada de la última dictadura militar.

 

       El país abortado en el 55 se resistió hasta donde pudo: el genocidio de finales de los 70 y la transferencia al capital privado de casi todos los activos de la sociedad fue superior a lo que se podía soportar.

 

       Entre el social liberalismo –hoy en el gobierno– que no tiene en su agenda modificar esas situaciones estructurales y una oposición neoliberal que, de volver a ser gobierno, agravaría todos estos males a niveles difíciles de imaginar, la orfandad de alternativas políticas se hace sentir con crudeza.

 

       Estos no son efectos no deseados: es un modelo de país que en la división internacional del trabajo le toca aportar materias primas y mano de obra barata.

 

       ¿POR DONDE EMPIEZA OTRO MODELO DE PAÍS?

 

       En el espíritu de estas líneas, diremos que la diferencia con la situación actual no es un plan económico, este sería sólo el resultado de haber acordado un modelo diferente.

 

       Sólo una definición de un “para qué” puede abrir la puerta a una discusión racional sobre el “cómo”.

 

       Cuando yo intento imaginar otro modelo de país pienso, por ejemplo, en primer lugar en la educación –general, obligatoria, gratuita, igual para todos y de excelente calidad, cogestión educativa con padres y maestros, modificación de los institutos formativos docentes, etc–.

 

       En segundo lugar en la prevención en la salud –los hospitales son campos de exterminio y, crecientemente, las clínicas privadas también–

 

       En tercer lugar en la lucha antimafia –nueva policía no comprometida con el pasado represor, nueva educación para la policía, reforma de todo el sistema penitenciario, disolución de las mafias delictivas comandadas por los comisarios y de la utilización de los menores recluidos en los institutos para delinquir, desmantelamiento de las justicias comprometidas con el poder económico, lucha contra la trata de blancas y el narcotráfico, desplazamiento de la mafia sindical compuesta por personas inmensamente ricas que dicen defender a los trabajadores, etc- ; y así de seguido.

 

       Otras personas pensarán otras cosas, organizarán de otra manera las prioridades. Esa creo que es la discusión que hay que dar sobre el modelo de país.

 

       Y claro, un proyecto económico para ese país de inclusión seguramente hablará de soberanía sobre los recursos naturales, desarrollo de tecnologías propias, redefinición de áreas de inversión, utilización del ahorro interno, etc.

 

       Lo que no se puede es confundir distribución de la riqueza con redistribución del ingreso ya que lo primero se refiere a las posibilidades creativas de los seres humanos mientras que lo segundo sólo a cómo repartir una parte de lo existente sin modificarlo.

 

       Un ejemplo: una educación de calidad es una riqueza, una asignación por escolaridad es un ingreso.

Si la educación presenta el deterioro actual no hay dinero que permita acceder a educación de calidad sencillamente porque no existe. Así se otorgue una generosa asignación por escolaridad a todas las familias del país no se está distribuyendo riqueza, sólo ingreso que no permitirá el acceso a la excelencia educativa ya que esta aún debe ser construida [16] .

 

       Otro ejemplo. Una red ferroviaria que enlace las distintas poblaciones del país es una riqueza y un subsidio por zona desfavorable un ingreso.

       Dicho subsidio podrá permitir la sobre vivencia pero jamás permitirá a las personas el desarrollo de su capacidad creativa y productiva ya que su aislamiento le impide integrar sus valores al mercado [17] .

 

       Otro ejemplo: la salud es una riqueza mientras que la atención gratuita de la enfermedad es un ingreso.

       La primera depende de la educación, la práctica del deporte, la puericultura, la alimentación y la prevención en salud.

       Nadie está más sano por acceder a un hospital cuando se enfermó [18] .

       Dicho de otra manera, lo que incluye no es el dinero, al menos no el dinero obtenido de cualquier forma.

       Por ejemplo, no hay inclusión en un país con programas sociales focalizados que basados en la idea de “discriminación positiva” consideran la pobreza no como un resultado sistémico sino como un defecto de las personas y los grupos sociales.

       Sólo un país rico –en el sentido de riqueza mencionado anteriormente– puede ser un país de inclusión a través del despliegue de políticas universales –o sea, que garanticen el acceso para todos–. [16]

 

       Para los que estén lo suficientemente desinformados para creer que esa excelencia la ofrece la educación privada sólo diremos que aunque así fuera no alcanza para una parte significativa de la población.. [17]

 

       Este ejemplo permite, adicionalmente, comprender lo relativo de los términos “viabilidad” y “sostenibilidad”.

       La sostenibilidad y viabilidad de proyectos está en relación directa a la creación y distribución de riqueza. [18]

       No creemos que la salud hoy sea gratuita, los hospitales carecen de insumos y personal y las personas deben esperar meses para ser atendidas.

       Sólo indicamos la diferencia entre la salud como riqueza a construir y el gasto en atender la enfermedad.

 

       Un modelo de país debería indicar qué tipo de riqueza queremos construir. Así como ahora sabemos que no es lo mismo fabricar “acero que caramelos” [19] deberíamos pensar si es posible una sociedad incluyente a base de celulares y servicios financieros.

 

       Las propuestas para ser alternativas a la lógica del pensamiento único no pueden basarse sólo en lo que sabemos de un pasado mejor cuando el reparto entre el capital y el trabajo era más equitativo y, en mi opinión, deben concentrarse en estimular el debate sobre cómo queremos vivir de cara a un futuro problemático.

 

       De cara a ese futuro deberemos asumir la diversidad de identidades de nuestra sociedad – ¿multiculturalidad? – y, en general, hacernos cargo de la diversidad del deseo humano y repensar las condiciones de satisfacción y limitación de los mismos cuando los conceptos de pueblo y nación se han esfuminado para una parte considerable de dicha sociedad.

 

       Décadas pasadas hizo crisis el tema del ingreso –justicia social–, hoy ha hecho crisis también el tema del consumo –modelo de vida humana sostenible–.

 

       Decíamos que el “pensamiento único” se presentó como un pensamiento de madurez, de sentido común.

 

       Lo que se le puede anteponer no es más sentido común sino un pensamiento de buen sentido, como bella aunque quizás equivocadamente lo explicaba Ingenieros:

***…mientras que el sentido común resulta “eminentemente retrógrado y dogmatista” el buen sentido será “innovador y libertario”[20] .

 

NOTAS:

1] Integrante de Red Poleas. Co Fundador del grupo Más de Siete Locos. Coordinador del ciclo Mates Filosóficos.

2] Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique, enero de 1995, La pensée unique 3] Ignacio Ramonet, en Le Monde Diplomatique en español, 1996,

4] 4 Idem 5 Idem 6 Hernán Elvira, Pensamiento único, neoliberalismo y mundialización, en http://www.argentina,attac.org

7] Carlos Alvarez de Sotomayor Reina, Qué es el pensamiento único, en http://www.uned.es/ntedu/espanol/master/primero/modulos/tecnologia- y sociedad/pensamiento-unico.htm

8] Esperanza Aguirre, emblemática representante del PP en España y presidente de la Comunidad Autónoma de Madrid ha indicado que “el pensamiento único es el de la izquierda”.

9] Discurso de Bercy, 29 de abril de 2007. 10 Ver Javier García, Julio 1997, Globalización, post-modernismo y pensamiento único, en http://www.marxismo.org 11

12] Carlos Marx, La ideología Alemana, Capítulo 1.

13] Recomendamos releer con ojos del siglo XXI nuevamente a Cornelius Castoriadis y su tesis de la “imaginación radical”. En “La institución imaginaria de la sociedad” ya presenta, en una nota al pié, la advertencia de que si alguna vez la humanidad aplicara las elaboraciones teóricas de la nueva escuela económica de Chicago –luego los Chicago´s Boy- se pondría en riesgo el desarrollo de la cultura.

14]        Ya en su artículo Ramonet indicaba que “El primer principio del pensamiento único es tan potente que un marxista distraído no lo cuestionaría: ‘la economía supera a la política’ ”.

15] Ver el artículo ¿Pensamiento único o ausencia de pensamiento? , Máximo Sandín, en ttp://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/msandin/pensamientounico.htm . Analiza cómo las últimas informaciones obtenidas por la biología terminan con toda fantasía de darwinismo social ya que el cambio en la propia naturaleza no respondería a un paradigma de competencia.

19]  Latiguillo utilizado por los economistas de la dictadura militar argentina que usurpó el poder entre 1976 y 1983. Había que fabricar lo que el mundo compraba, daba igual una cosa que otra. Lo que estaba detrás de esto, como la historia demostró, era un modelo de país factoría sin independencia política.

20] José Ingenieros, 1913, El hombre mediocre, Capítulo 1, I. Tercera Edición de 1917