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jueves, 30 de diciembre de 2021

ALAIN SUPIOT *** LIBRO *** «EL TRABAJO NO ES UNA MERCANCÍA: CONTENIDO Y SENTIDO DEL TRABAJO EN EL SIGLO XXI

 





Texto de Alain Supiot

Novedad editorial: El trabajo no es una mercancía

Lunes 14 de diciembre de 2020 / Actualizado el jueves 17 de diciembre de 2020

Ediciones UNL publicó «El trabajo no es una mercancía: contenido y sentido del trabajo en el siglo XXI», de Alain Supiot, con traducción de Gonzalo Sozzo.

4:37    


«EL TRABAJO NO ES UNA MERCANCÍA: CONTENIDO Y SENTIDO DEL TRABAJO EN EL SIGLO XXI», DE ALAIN SUPIOT, es una de las novedades 2020 de la Colección Itinerarios de Ediciones UNL.

 

En el prólogo, el autor señala:

 

“Me limitaré (…) a un análisis jurídico de las transformaciones del trabajo en el siglo XXI.

 

De este análisis se desprenden dos certezas.

 

La primera es que el impacto de la revolución digital en la organización y la división del trabajo es por lo menos tan considerable como el de la precedente revolución industrial, que dio lugar al Estado social.

 

Ahora bien, las mutaciones tecnológicas de esta amplitud son acompañadas necesariamente de lo que André Leroi–Gourhan llamaba una «refundición de las leyes de agrupación de los individuos», es decir, una refundición de las instituciones”.

 

La segunda certeza de Alain Supiot es que “nos enfrentamos a una crisis ecológica sin precedentes, imputable en gran medida a nuestro modelo de desarrollo.

 

Estas dos certezas nos obligan a reconsiderar nuestra concepción del trabajo, tanto desde el punto de vista técnico de nuestra relación con las máquinas, como desde el punto de vista ecológico de la sostenibilidad de nuestros modos de producción”.

 

En tanto, afirma que “este cuestionamiento tiene evidentemente una fuerte dimensión jurídica. Participando de la institución imaginaria de la sociedad, el derecho no puede ser separado de las condiciones materiales de existencia en las que se inscribe, ni ser deducido de esas condiciones.

 

En efecto, el derecho se presenta siempre como una de las posibles respuestas de la especie humana a los desafíos que le plantean sus condiciones de existencia”.

 

Un texto profundo sobre una problemática completa

 

El traductor del libro, Gonzalo Sozzo (abogado, docente e investigador de la Universidad Nacional del Litoral), explicó que “contiene el texto de la lección de clausura dictada en el Collège de France en 2019.

 

Es un texto profundo, sólido y compacto. Logra condensar en pocas páginas una reflexión tan pertinente sobre una problemática compleja, que sólo puede forjarse luego de una reflexión de largo plazo, lenta, de años, en la que las ideas se van sedimentando unas con otras, a través de las lecturas fundamentales, el diálogo y la conversación”.

 

“Hay un primer plano de lectura: el primero en tanto  texto  sobre la cuestión  del trabajo y las tensiones contemporáneas que lo atraviesan.

 

El análisis de la cuestión del trabajo se realiza en un plano que no es solo el del derecho, la filosofía, la historia o la ciencia política, sino en el que todas estas disciplinas aparecen combinadas con una notable erudición.

 

Los grandes debates contemporáneos en torno al mercado, el Estado, lo social, la persona humana y, por supuesto, el trabajo aparecen articulados de manera finamente dosificada a lo largo del texto, que está escrito con enorme elegancia: una muestra es el recurso a imágenes extraídas de las lecturas de literatura del autor, que son también una invitación al lector curioso a acercarse a ellas”, detalló Gonzalo Sozzo.

 

En un segundo plano de lectura, el traductor señaló que “este es un texto sobre la labor  universitaria y el rol de los intelectuales.

 

La última parte, que analiza el trabajo universitario como caso de estudio en el que se verifican las reflexiones más generales sobre el trabajo como mercancía, es también un llamado a la reflexión.

 

Y no solo eso: recuerdo la contundencia con la que Supiot cerró la presentación de este texto en la conferencia que dictó en el Aula Vélez Sarsfield de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la UNL, recurriendo -como en las páginas 53 y 54 del libro- a las metáforas opuestas del jardinero y el pastor, terminaba pregonando por la necesidad de más espacios de producción intelectual que funcionen como un jardín”, remarcó.

 

“Solo en espacios académicos que deciden alejarse de la concepción del trabajo  universitario bajo el canon de los números y fertilizan la labor de los intelectuales, una  reflexión como ésta es posible.

 

“El libro es más que una muy interesante reflexión sobre un tema central como el del trabajo: es un excelente ejemplo de labor intelectual, por ello me pareció pertinente que se publicara como primer libro del Instituto de Estudios Avanzados del Litoral”, señaló Sozzo.

 

SOBRE EL AUTOR

 

Alain Supiot autor de «El trabajo no es una mercancía: contenido y sentido del trabajo en el siglo XXI» (edición original: Le travail n’est pas une marchandise. Contenu et sens du travail au XXIème siècle, Paris, Éditions du Collège de France, 2019, 65 p., coll. Leçons de clôture), es titular de la cátedra Estado social y mundialización: análisis jurídico de las solidaridades, desde 2012 hasta 2019; profesor emérito del Collège de France y miembro fundador del Institut d´études avancées de Nantes.

 

En su lección de cierre pronunciada el 22 de mayo de 2019 invita a repensar la justicia social en el siglo XXI y, más particularmente, el sentido y contenido del trabajo.

 

Esta obra se hace eco de su lección inaugural «Grandeza y miseria del Estado social» (coedición Collège de France / Fayard, 2013).

 

martes, 28 de diciembre de 2021

NOAM CHOMSKI *** EL NEOLIBERALISMO EXISTE, PERO SOLO PARA LOS POBRES *** POPULISMO *** FAKE-NEWS *** DESILUCIÓN CON ESTRUCTURAS INSTITUCIONALES *** MEDIOS DE COMUNICACIÓN *** POLÍTICA DE EXTREMA DERECHA *** RIESGO DEMOCRATICO *** RUPTURA ENTRE EL PUEBLO Y LAS POLÍTICAS PÚBLICAS *** IMPUESTOS *** MERCADO LIBRE PARA RICOS Y PODEROSOS *** LUCHA DE CLASE CON VALORES INVERTIDOS *** EL ESTADO ES EL PROBLEMA ? *** EL MERCADO ES MARAVILLOSO *** RESULTA PELIGROSO QUE LA DEMOCRACIA FUNCIONE *** CONTROL IDEOLÓGICO MEDIANTE UNA HOGUERA PATRIOTICA *** NACIONALISMO







 NOAM CHOMSKY : EL NEOLIBERALISMO EXISTE, PERO SOLO PARA LOS POBRES.

 “La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria. El resultado es una mezcla de enfado y miedo” - Noam Chomsky             ...

 Bloghemia  noviembre 24, 2021

  

 “La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria. El resultado es una mezcla de enfado y miedo” - Noam Chomsky


Entrevista al filósofo, Lingüística y analista político Noam Chomsky, realizada por Jan Martínez Ahrens, y publicada en el diario El País  

Por: Jan Martínez Ahrens


Noam Chomsky (Filadelfia, 1928) hace tiempo que superó las barreras de la vanidad. No habla de su vida privada, no usa móvil y en un tiempo donde abunda lo líquido y hasta lo gaseoso, él representa lo sólido. Fue detenido por oponerse a la guerra de Vietnam, figuró en la lista negra de Richard Nixon, apoyó la publicación de los papeles del Pentágono y denunció la guerra sucia de Ronald Reagan.

 

A lo largo de 60 años no hay lucha que se le haya escapado. Igual defiende la causa kurda que el combate contra el cambio climático. Tan pronto aparece en una manifestación de Occupy Movement como respalda a los inmigrantes sin papeles.

 

Inmerso en la agitación permanente, el joven que en los años cincuenta deslumbró al mundo con la gramática generativa y sus universales, lejos de dormirse en las glorias del filósofo, optó por el movimiento continuo.

 

No importó que le acusasen de antiamericano o extremista. Él siempre ha seguido adelante, con las botas puestas, enfrentándose a los demonios del capitalismo. Ya sean los grandes bancos, los conglomerados militares o Donald Trump.

 

Incombustible, su última obra lo vuelve a confirmar. En Réquiem por el sueño americano (editorial Sexto Piso) vuelca a la letra impresa las tesis expuestas en el documental del mismo título y denuncia la obscena concentración de riqueza y poder que exhiben las democracias occidentales. El resultado son 168 páginas de Chomsky en estado puro. Vibrante y claro. Listo para el ataque.


***---—¿Se considera un radical?


—Todos nos consideramos a nosotros mismos moderados y razonables.


***—Pues defínase ideológicamente.


—Creo que toda autoridad tiene que justificarse. Que toda jerarquía es ilegítima hasta que no demuestre lo contrario.

A veces, puede justificarse, pero la mayoría de las veces no. Y eso…, eso es anarquismo.


Una luz seca envuelve a Chomsky. Después de 60 años dando lecciones en el Massachusetts Institute of Tech¬nology (MIT), el profesor se ha venido a vivir a los confines del desierto de Sonora. En Tucson, a más de 4.200 kilómetros de Boston, ha abierto casa y estrenado despacho en el Departamento de Lingüística de la Universidad de Arizona.

 

El centro es uno de los pocos puntos verdes de la abrasada ciudad. Fresnos, sauces, palmeras y nogales crecen en torno a un edificio de ladrillo rojo de 1904 donde todo queda pequeño, pero todo resulta acogedor. Por las paredes hay fotos de alumnos sonrientes, mapas de las poblaciones indígenas, estudios de fonética, carteles de actos culturales y, al fondo del pasillo, a mano derecha, el despacho del mayor lingüista vivo.


---“La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria. El resultado es una mezcla de enfado y miedo”


El lugar nada tiene que ver con el rompedor espacio de Frank Gehry que le daba cobijo en Boston. Aquí, apenas cabe una mesa de trabajo y otra para sentarse con dos o tres alumnos.

 

Recién estrenada, la oficina de uno de los académicos más citados del siglo XX aún no tiene libros propios, y su principal punto de atención recae en dos ventanas que inundan de ámbar la estancia.

 

A Chomsky, pantalones vaqueros, pelo largo y blanco, le gusta esa atmósfera cálida. La luz del desierto fue uno de los motivos que le hizo mudarse a Tucson.

 

“Es seca y clara”, comenta. Su voz es grave y él deja que se pierda en los meandros de cada respuesta. Le gusta hablar con largueza. La prisa no va con él.


PREGUNTA. ¿Vivimos una época de desencanto? 


RESPUESTA. Hace ya 40 años que el neoliberalismo, de la mano de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, asaltó el mundo.

Y eso ha tenido un efecto. La concentración aguda de riqueza en manos privadas ha venido acompañada de una pérdida del poder de la población general. La gente se percibe menos representada y lleva una vida precaria con trabajos cada vez peores. El resultado es una mezcla de enfado, miedo y escapismo.

Ya no se confía ni en los mismos hechos. Hay quien le llama populismo, pero en realidad es descrédito de las instituciones.


P. ¿Y así surgen las fake news (bulos)?


R. La desilusión con las estructuras institucionales ha conducido a un punto donde la gente ya no cree en los hechos. Si no confías en nadie, por qué tienes que confiar en los hechos. Si nadie hace nada por mí, por qué he de creer en nadie.


P. ¿Ni siquiera en los medios de comunicación?


R. La mayoría está sirviendo a los intereses de Trump.


P. Pero los hay muy críticos, como The New York Times, The Washington Post, CNN… 


R. Mire la televisión y las portadas de los diarios. No hay más que Trump, Trump, Trump. Los medios han caído en la estrategia que ha diseñado Trump. Cada día les da un aliciente o una mentira para situarse él bajo los focos y ocupar el centro de atención.

Entretanto, el flanco salvaje de los republicanos va desarrollando su política de extrema derecha, recortando derechos de los trabajadores y abandonando la lucha contra el cambio climático, que precisamente es aquello que puede terminar con todos nosotros.


P. ¿Ve en Trump un riesgo para la democracia?


R. Representa un peligro grave. Ha liberado consciente y deliberadamente olas de racismo, xenofobia y sexismo que estaban latentes pero que nadie había legitimado.


P. ¿Volverá a ganar?


R. Es posible, si consigue retardar el efecto letal de sus políticas. Es un consumado demagogo y showman que sabe cómo mantener activa su base de adoradores.

A su favor juega también que los demócratas están sumidos en la confusión y puede que no sean capaces de presentar un programa convincente.


P. ¿Sigue apoyando al senador demócrata Bernie Sanders?


R. Es un hombre decente. Usa el término socialista, pero en él significa más bien new deal demócrata. Sus propuestas, de hecho, no le serían extrañas a Eisenhower [presidente por el Partido Republicano de 1953 a 1961]. Su éxito, más que el de Trump, fue la verdadera sorpresa de las elecciones de 2016. Por primera vez en un siglo hubo alguien que estuvo a punto de ser candidato sin apoyo de las corporaciones ni de los medios, solo con el respaldo popular.


P. ¿No advierte un deslizamiento hacia la derecha del espectro político?


R. En la élite del espectro político sí que se ha registrado ese corrimiento; pero no en la población general. Desde los años ochenta se vive una ruptura entre lo que la gente desea y las políticas públicas.

Es fácil verlo en el caso de los impuestos. Las encuestas muestran que la mayoría quiere impuestos más altos para los ricos. Pero esto nunca se lleva a cabo. Frente a esto se ha promovido la idea de que reducir impuestos trae ventajas para todos y que el Estado es el enemigo. ¿Pero quién se beneficia de que recorten en carreteras, hospitales, agua limpia y aire respirable?


P. ¿Ha triunfado entonces el neoliberalismo?


R. El neoliberalismo existe, pero solo para los pobres. El mercado libre es para ellos, no para nosotros.

Esa es la historia del capitalismo. Las grandes corporaciones han emprendido la lucha de clases, son auténticos marxistas, pero con los valores invertidos.

Los principios del libre mercado son estupendos para aplicárselos a los pobres, pero a los muy ricos se los protege.

Las grandes industrias energéticas reciben subvenciones de cientos de millones de dólares, la economía high-tech se beneficia de las investigaciones públicas de décadas anteriores, las entidades financieras logran ayudas masivas tras hundirse

Todos ellos viven con un seguro: se les considera demasiado grandes para caer y se los rescata si tienen problemas.

Al final, los impuestos sirven para subvencionar a estas entidades y con ellas a los ricos y poderosos.

Pero además se le dice a la población que el Estado es el problema y se reduce su campo de acción.

¿Y qué ocurre? Su espacio es ocupado por el poder privado y la tiranía de las grandes entidades resulta cada vez mayor.


P. Suena a Orwell lo que describe.


R. Hasta Orwell estaría asombrado. Vivimos la ficción de que el mercado es maravilloso porque nos dicen que está compuesto por consumidores informados que adoptan decisiones racionales.

Pero basta con poner la televisión y ver los anuncios: ¿buscan informar al consumidor y que tome decisiones racionales? ¿O buscan engañar?

Pensemos, por ejemplo, en los anuncios de coches. ¿Ofrecen datos sobre sus características? ¿Presentan informes realizados por entidades independientes?

Porque eso sí que generaría consumidores informados capaces de tomar decisiones racionales.

En cambio, lo que vemos es un coche volando, pilotado por un actor famoso.

Tratan de socavar al mercado. Los negocios no quieren mercados libres, quieren mercados cautivos. De otro modo, colapsarían.


P. Y ante esta situación, ¿no es demasiado débil la contestación social?


R. Hay muchos movimientos populares muy activos, pero no se les presta atención porque las élites no quieren que se acepte el hecho de que la democracia puede funcionar. Eso les resulta peligroso. Puede amenazar su poder. Lo mejor es imponer una visión que te dice que el Estado es tu enemigo y que tienes que hacer lo que puedas tú solo.


P. Trump emplea a menudo el término antiamericano, ¿cómo lo entiende?


R. Estados Unidos es el único país donde por criticar al Gobierno te llaman antiamericano. Y eso supone un control ideológico, encender hogueras patrióticas por doquier.


P. En algunos sitios de Europa también pasa.


R. Pero nada comparable a lo que ocurre aquí, no hay otro país donde se vean tantas banderas.


P. ¿Teme al nacionalismo?


R. Depende, si significa estar interesado en tu cultura local, es bueno. Pero si es un arma contra otros, sabemos a dónde puede conducir, lo hemos visto y experimentado.


P. ¿Cree posible que se repita lo que ocurrió en los años treinta?


R. La situación se ha deteriorado; tras la elección de Barack Obama se desencadenó una reacción racista de enorme virulencia, con campañas que negaban su ciudadanía e identificaban al presidente negro con el anticristo.

Ha habido muchas manifestaciones de odio. Sin embargo, Estados Unidos no es la República de Weimar. Hay que estar preocupados, pero las probabilidades de que se repita algo así no son altas.


P. Arranca su libro recordando la Gran Depresión, un tiempo en el que “todo estaba peor que ahora, pero había un sentimiento de que todo iría mejor”.


R. Me acuerdo perfectamente. Mi familia era de clase trabajadora, estaba en paro y no tenía educación.

Objetivamente, era un tiempo mucho peor que ahora, pero había un sentimiento de que todos estábamos juntos en ello.

Había un presidente comprensivo con el sufrimiento, los sindicatos estaban organizados, había movimientos populares

Se tenía la idea de que juntos se podía vencer a la crisis. Y eso se ha perdido.

Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no hay nada que hacer, de que el Estado está contra nosotros


P. ¿Tiene aún esperanzas?


R. Claro que hay esperanza. Aún hay movimientos populares, gente dispuesta a luchar…

Las oportunidades están ahí, la cuestión es si somos capaces de tomarlas.

 

Chomsky termina con una sonrisa. Deja vibrando en el aire su voz grave y se despide con extrema cortesía. Luego sale del despacho y baja las escaleras de la facultad. Afuera, le esperan Tucson y la luz seca del desierto de Sonora.

 

 

 

lunes, 27 de diciembre de 2021

EL NOMBRE DE LA ROSA NOVELA HISTORICA





ACERCA DEL LIBRO “EL NOMRE DE LA ROSA” DE UMBERTO ECO [reseña]

 

Atreverse a reseñar esta novela, por su enorme empaque y su gigantesco peso literario (factores que la sitúan entre las más célebres de la literatura de narrativa histórica) le hace sentir a uno en el ojo del huracán y minúsculo ante el genio de este autor.

 

Pero resulta inexplicable, por absurdo y sorprendente, abrir cada mañana hislibris y comprobar que algo falta en sus hilos.

 

Algo que se menciona, se palpa, se alude de continuo, se echa de menos y se percibe como grande pero que ¡oh!, no se sabe por qué, pero no está.

Como ese algo que se respiraba en el ambiente de una hermosa mañana de finales de noviembre de 1327, cuando Adso de Melk y Fray Guillermo de Baskerville, a lomos de sus mulos, subían trabajosamente por los últimos repliegues de la montaña y se disponían a vivir en el interior de aquella abadía –enorme mole de piedra- los hechos más asombrosos y terribles que imaginarse puedan.

 

Y ya es hora de que a la novela acerque mi reseña, y ojalá mi mano no tiemble ahora que me dispongo a señalar, sin perder los nervios ni que me absorba la impaciencia, lo que allí se vivió y sucedió.

 

Espero que se me permita la licencia de haber adaptado para el inicio de esta reseña esa parte tan mágica que supone el comienzo de la novela, en la que el novicio Adso, discípulo del franciscano Fray Guillermo, cuenta en primera persona los hechos que, en su adolescencia, le tocó vivir con su maestro en aquella misteriosa abadía, repleta de secretos.

 

Es ésta una novela difícil de reseñar porque no sólo tiene las características propias de la novela gótica sino que, a su vez, se puede considerar como crónica medieval y novela policíaca.

 

Incluso me atrevo a afirmar que El nombre de la rosa es todavía más. Trataré de allanarme el camino.

 

A finales de la edad media la filosofía escolástica había triunfado sobre aquellas ideologías paganas llegadas principalmente del mundo musulmán.

Santo Tomás de Aquino se había consolidado como una de las grandes mentes y, posteriormente, sería reconocido como doctor de la Iglesia. No obstante, en el ambiente se sentía ese enrarecimiento que sólo vaticina luchas encarnizadas de poder entre las diferentes congregaciones de la Iglesia.

 

Ésta se reservaba para sí misma la capacidad discernidora sobre qué conocimiento prohibir o permitir al vulgo.

 

Es así como los grandes monasterios se convierten en fuertes centros de conocimiento, nuevas bibliotecas de Alejandría, resguardando todo tipo de saber en sus entrañas, a las que sólo Dios y algunos monjes privilegiados podían acceder.

 

Así las cosas, la novela se sitúa en la época en que el papado se establece en Aviñón, lo que aprovecha el emperador Ludovico el Bávaro para extender su poder a una fragmentada Italia.

 

La orden franciscana que se encontraba en conflicto con Juan XXII, a causa de su voto de pobreza, busca asociarse con el emperador para contrarrestar el poder papal.

 

La cabeza visible de los franciscanos, Michele de Cesena, comisiona a Guillermo de Baskerville a recorrer diferentes abadías para sondear la opinión de los clérigos y, finalmente, en una abadía situada en el norte de la península itálica custodiada por los benedictinos, convocar una reunión entre los franciscanos y enviados del papa con el fin de que ambas partes debatan sus diferencias.

 

Desde que ambos llegan a la abadía se encuentran con una muerte sospechosa a la que le seguirán otras, con el paso de los días. Esto, unido a la sagacidad demostrada por Fray Guillermo, empuja al Abad Abbone a confiarle la resolución de los crímenes.

Paralelamente, la abadía es sede del encuentro entre una comitiva papal y un grupo de monjes seguidores de San Francisco de Asís, donde se debatirá la legitimidad de la pobreza de Jesús, inspiradora de la orden mendicante de los Franciscanos. Al final, la hoguera hará su aparición. ¡Penitenciagite!

 

Estos breves párrafos que resumen a las claras por dónde puede ir la novela ocultan, sin embargo, una riqueza en matices que catapulta la obra de Umberto Eco a los altares de la literatura universal, ya que el misterio y la intriga, las corrientes teológicas, la filosofía del amor, las relaciones paterno-filiales, el protagonismo de la Santa Inquisición y el miedo a la pérdida del miedo, están tan magistralmente tratadas que leer El nombre de la rosa es leer por cuatro, por cinco o por seis.

 

Quien quiera leer esta obra pensando que va a disfrutar de una historia intrigante -al modo que presenta la conocida película protagonizada por Sean Connery- que se vaya olvidando.

 

La novela, como ya he comentado, contiene pasajes que recrean la época (siglo XIV) con sus costumbres, creencias y formas de ser, ya que el autor dedica tiempo y capítulos a crear el mundo interior del momento histórico.

 

Eco da forma a su novela alternando diferentes registros. Así, mientras discurre imparable la acción en el interior de la abadía, el autor intercala “descansos” mediante la introducción de enseñanzas sobre la evolución de la Iglesia y su devenir histórico.

 

Son pequeñas “pausas didácticas”, pequeñas lecciones o repasos de historia que enriquecen la cultura y el conocimiento de quien se anima a su lectura.

 

Por el contrario, para quien se conforme con menos, estos “premios” resultan gratuitos y, si se me permite la expresión, hasta farragosos.

 

Sin embargo, en sus conocidas “apostillas”, Umberto Eco escribe que cuando la editorial se dirigió a él sugiriéndole que acortase las primeras 100 páginas porque entendía que exigían demasiado esfuerzo y dificultad, su respuesta fue un rotundo no.

 

Les dijo que si alguien quería entrar en la abadía y vivir en ella siete días, tenía que aceptar ese ritmo, ya que si no lo lograba, nunca conseguiría leer todo el libro. De ahí la función de penitencia, de iniciación, que tienen las primeras 100 páginas. “Y si a alguien no le gusta, peor para él: se queda en la falda de la colina” –dijo.

 

Como penitencia son las innumerables citas que el libro destina al latín. Si se perdona la licencia del autor respecto a lo que entiende como mínimo exigible para iniciarse en la lectura de las andanzas de la abadía, no puede decirse lo mismo del abuso que Umberto Eco hace de la antigua lengua.

 

No es de recibo –al menos para quien reseña- enriquecer el contenido del texto con parrafadas en latín sin molestarse en traducirlas. Máxime cuando la gran mayoría de ellas se intercalan en pasajes de gran emoción y ritmo narrativo. “Atascarse” ante semejantes ladrillos sin saber qué significan desmoralizan al más pintado y penalizan la lectura, pese al argumento de Eco de justificar esta decisión por guardar fidelidad a su fuente en la –entiendo- falsa creencia de conservar el espíritu de la época. Su temor – a mi juicio- está sobradamente fundado: procede así como un mal novelista, tal y como él mismo reconoce.

 

La reseña daría para muchísimo más, pero no está en mi ánimo cansar a quien me lee. Permítaseme, si acaso, que extraiga un breve fragmento de la obra que, particularmente, me gustó:

 

“El día anterior, Bencio había dicho que con tal de conseguir un libro raro estaba dispuesto a cometer actos pecaminosos. No mentía ni bromeaba. Sin duda, un monje debería amar humildemente sus libros, por el bien de estos últimos y no para complacer su curiosidad personal, pero lo que para los legos es la tentación del adulterio, y para el clero secular la avidez de riquezas, es para los monjes la seducción del conocimiento.”

 

No obstante, lo mejor de esta novela está en lo que la reseña no dice. Los que hayan leído el libro ya sabrán a lo que me refiero. Los que aún la tengan pendiente, tienen el órdago a su disposición.

Excelente libro.

Características técnicas: Editorial Lumen, Colección Biblioteca. 3ª edición de esta colección, octubre de 2006. Cartoné. 14×21 cm. 792 pp, 22 €.

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[DESCONOZCO EL NOMBRE DEL AUTOR DE ESTA BUENA RESEÑA]  




POS-VERDAD *** CÓMO LA LITERATURA NOS AYUDA FRENTE A LA POS-VERDAD *** LAS GUERRAS DE PANFLETOS *** APRENDER A LEER CON LA FICCIÓN *** COMPRENSIÓN DISCURSIVA Y CONOCIMIENTO DEL MUNDO *** LAS POSIBILIDADES ÉTICAS DE LA LITERATURA

 


CÓMO LA LITERATURA NOS AYUDA FRENTE A LA POSVERDAD

 

Pese a que no exista una solución mágica que nos haga inmunes a los ataques a la razón y a la ética que se repiten a lo largo de la historia, las herramientas críticas que proporciona la literatura permiten disminuir el peligro de caer en el engaño.

Artículo: Jesús López-Peláez Casellas - Beatriz Valverde Jiménez

 

En 1992, el autor norteamericano de origen serbio Steve Tesich empleó por primera vez el concepto de pos-verdad. Lo hizo en su ensayo «Un gobierno de mentiras» («A Government of Lies»The Nation), con ocasión del escándalo Irán-Contra, que tuvo lugar durante la administración del presidente Ronald Reagan.

 

En este ya histórico texto, y refiriéndose a la elaboración por parte del gobierno Reagan de verdades alternativas, afirmó: «Nos alejamos de la verdad acobardados… Buscamos al gobierno para que nos proteja de la verdad».

 

Desgraciadamente, este fenómeno se ha ido extendiendo por todo el mundo: pos-verdad es un término incorporado al Diccionario de la RAE, y los diccionarios Oxford eligieron post-truth como palabra del año en 2016.

 

Sin embargo, de acuerdo con el Centro para el estudio de los medios, la comunicación y el poder del King’s College Londonla producción de fake news no es un fenómeno reciente; de hecho, se remonta siglos en la historia

 

Mucho antes de que Tesich se refiriera en su ensayo a los bulos, la pos-verdad y la desinformación, en 1588 se produjo en Inglaterra y Gales un intento relativamente exitoso de intoxicación de la opinión pública: la conocida como Controversia Marprelate.





LAS GUERRAS DE PANFLETOS

 

Esta disputa dialéctica a través de panfletos publicados anónimamente y que se inserta en el ambiente de enfrentamientos doctrinales religiosos frecuentes en la Europa de la época (los autores acusaban a la iglesia Anglicana de ser todavía demasiado papista tildándola de diabólica y corrupta) ha pasado a la historia por constituir un ejemplo muy temprano del uso de la producción de fake news como forma de intoxicar con información cuando menos equívoca a la opinión pública.

 

Pocos años después de esta disputa surgió también en Inglaterra la llamada Guerra de los Panfletos, que supuso la consolidación de esta técnica de persuasión basada en textos las más de las veces no contrastados, adictivos y equívocos, cuando no directamente falsos.

 

Como ahora, estos primitivos bulos se basaban en proporcionar al público lo que se sabía que esperaba, aquello que le tranquilizaba y que se acomodaba mejor a su estado de ánimo y de pensamiento.

 

Y curiosamente, durante los años de estas disputas en las que la verdad era sacrificada en aras de la persuasión, el filósofo italiano Giordano Bruno, en sus De gli eroici furori (1585) introdujo la expresión (bien conocida en español) «se non è vero, è molto ben trovato».

 

Dicho de otra forma, si no es verdad, cuéntalo de modo que lo parezca.

 

La pregunta es: dado que somos bombardeados, en el siglo XXI como en el XVI, por múltiples campañas de intoxicación informativa, ¿podemos hacer algo? ¿Hay salvación? ¿Existe antídoto para librarnos de esta lacra?

 

La respuesta, breve y descorazonadora, es que no hay solución mágica, no hay Bálsamo de Fierabrás, que nos permita permanecer inmunes a estos ataques a la razón y a la ética. Esta es la mala noticia. La buena: que sí existen soluciones parciales que, si no eliminan por completo el peligro, sí disminuyen mucho –en algunos casos casi totalmente– el daño. 


APRENDER A LEER CON LA FICCIÓN

 

La comprensión discursiva y conocimiento del mundo que proporciona la literatura constituye un primer antídoto contra totalitarismos

 

El problema no es, como algunos apocalípticos pretenden, internet, lo que nos llega por la red. Hay numerosas fuentes fiables en internet.

 

Es fácil de entender que, si las personas que nos informan tienen nombre y cara, y trabajan o colaboran con alguna institución fiable de educación, investigación y/o cultura, las posibilidades de estar accediendo a información veraz son muy altas.

 

Pero, ¿y si no tenemos esa pista casi definitiva? ¿Cómo aprender a leer de modo que podamos penetrar las auténticas intenciones de la información que nos llega?

 

En este sentido conviene enfatizar que la proliferación de desinformación no es sino una manifestación más, si bien central, de la progresiva destrucción del componente ético de la comunidad.

 

A remediar esto, y a aprender a leer, puede contribuir decisivamente la escritura de ficción.



COMPRENSIÓN DISCURSIVA Y CONOCIMIENTO DEL MUNDO

 

La capacidad de comprensión discursiva y el conocimiento del mundo que nos proporciona la lectura, la de la obra de Graham Greene o Miguel de Cervantes, la de Olga Tokarczuk o Bob Dylan, constituye un primer antídoto contra totalitarismos, discursos mono-lógicos y consensos impuestos por sistemas opresivos e injustos.

 

Sabemos que Horacio en su Ars Poetica definió el propósito de la literatura como el de enseñar y deleitar, y que el poeta inglés Sir Philip Sidney añadió a esta función un componente ético: mover a los lectores hacia la virtud (lo que Sidney consideraba la nobleza de la poesía), algo que es incompatible con el engaño o la información falsa.

 

En la actualidad, el experto en literatura comparada chino Nie Zhenzhao, a través de su crítica literaria ética, afirma en una entrevista que leer literatura «permite a los seres humanos cosechar una forma de ilustración moral, ayudándoles así a realizar mejores elecciones éticas».

 

La literatura, añade Zhenzhao de forma categórica, «es básicamente una guía para la formación moral de la humanidad».




LAS POSIBILIDADES ÉTICAS DE LA LITERATURA

 

En definitiva, estamos enfatizando la capacidad de la literatura para cambiar la sociedad en la que se inserta.

 

Y este cambio se realiza a través del efecto que los textos literarios puedan tener en cada uno de los miembros de estas sociedades y de las estrategias que éstos ayudan a desarrollar, algo que ninguna otra actividad permite.

 

A esta potenciación de las posibilidades éticas del texto literario deben contribuir, de forma inevitable para que resulte efectiva y no se convierta en otra forma de manipulación, el crítico literario y, casi con más relevancia, el profesor de literatura.

 

Su tarea es fundamental: contribuyendo a expandir los horizontes mentales de los lectores/estudiantes, señalando la posibilidad de generar una diversidad de significados en cada mensaje, enseñando a reflexionar sobre la postura del Otro y sobre la nuestra, negándose a considerar las soluciones más sencillas –por cómodas que resulten–, y mostrando cómo se pueden y se deben desmenuzar los mensajes aparentemente más inocentes e inocuos, a pesar de su aparente y engañosa simplicidad. 

 

La lectura literaria nos ayudará a descubrir la mentira, fomentando la crítica, separando el trigo de la paja. En suma, y como ya dejó escrito Antonio Machado, aprendiendo a distinguir «las voces de los ecos».Descripción: The Conversation


Jesús López-Peláez Casellas es Catedrático de Filología Inglesa, Universidad de Jaén y Beatriz Valverde Jiménez es Profesora del departamento de Filología inglesa (Literatura inglesa), Universidad de Jaén. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.