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lunes, 30 de diciembre de 2013

No a una economía de la exclusión - inequidad. - competitividad - ley del más fuerte - Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo - cultura del «descarte» - teorías del derrame - globalización de la indiferencia - nueva idolatría del dinero, - crisis antropológica - la dictadura de la economía - el consumo - PAPA FRANCISCO en EVANGELII GAUDIUM -


 “No a una economía de la exclusión; 


Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la exclusión y la inequidad». 

Esa economía mata. No puede ser que no sea noticia la muere de frío de un anciano en calle, y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa de valores. 

Eso es exclusión. No puede tolerarse más que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. 

Eso es inequidad. Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil. 

Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida. 

Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede usar y luego tirar. 

Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que además, se promueve. Ya no se trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia, o sin poder, sino que se está afuera. Los excluidos no son «explotados» sino desechos, «sobrantes».

En otra parte continúa Francisco: 


“Algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo crecimiento económico, favorecido por la libertad de
mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el mundo. 


Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante. 

Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia. 

No a la nueva idolatría del dinero, sigue señalando el Papa. Una de las causas de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras sociedades. 

La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser humano! 

Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro ha encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. 

La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la
economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus necesidades: el consumo.”

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