2012/07/12
Dormir Bien
Dormir bien produce bienestar general, sin embargo, desde hace unos años, la gente duerme de noche menos horas que antes, pero también tienen más estrés, sobrepeso, presión arterial y están más predispuestos a sufrir accidentes.
El promedio de sueño en Argentina es de seis horas por noche, según afirma Daniel Cardinali, fisiólogo investigador del Conicet y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Católica Argentina.
La mayor cantidad de obligaciones, la vida acelerada, la televisión durante las 24 horas del día y la banda ancha conectada a Internet, extienden el día hasta altas horas de la noche y cuando nos acostamos estamos tan excitados que no podemos conciliar el sueño.
La falta de descanso adecuado produce una mayor proporción de trastornos de ansiedad y depresión, cuadros de diabetes, envejecimiento prematuro; y la falta de sueño al volante puede ser tan letal como el alcohol, porque altera en la misma forma la capacidad de atención y de reacción.
Antiguamente, los sabios creían que el sueño era la oportunidad para conectarse con los dioses y con el más allá; y para Sigmund Freud (1856-1939) ; el sueño es la vía regia para acceder a los contenidos del inconsciente.
Actualmente, soñar está asociado con el sistema inmunológico, con las glándulas y con la memoria. Durante el sueño el cerebro ordena la información, lo que explicaría por qué podemos solucionar problemas mientras dormimos.
El sueño incrementa, consolida e integra el aprendizaje en la memoria.
Cuando dormimos el cerebro continúa procesando los sonidos externos y suele incorporarlos a los sueños.
La neuróloga Marcela Cohen de la Clínica y Maternidad Suizo Argentina explica que un sueño completo dura entre 90 y 110 minutos y se dan distintas etapas: la etapa 1) es de sueño liviano, luego las etapas dos a la cuatro en las que aparecen ondas cerebrales lentas y las etapas tres y cuatro son las de sueño más profundo.
Cuando soñamos, durante el período REM (movimientos oculares rápidos), la respiración se acelera se hace irregular y superficial, los ojos se mueven rápidamente y los músculos se paralizan. Las ondas cerebrales aumentan como en una persona despierta, también el ritmo cardíaco y la presión arterial.
Durante el sueño profundo, en el cual no hay movimientos oculares ni actividad muscular, es difícil despertar.
En esta etapa el cerebro y nuestra conciencia parecen descansar, no estar en ningún lado, derribar las barreras del espacio y del tiempo.
Durante la etapa de sueño en que soñamos, el tiempo y el espacio son diferentes y las leyes físicas no son las mismas que durante la vigilia.
Podemos soñar que volamos o que caminamos sobre el agua, largas historias que en tiempo real sólo duran unos segundos.
Los adolescentes son los que más sufren la falta de sueño, porque su reloj biológico está desfasado y además porque son los que están más expuestos a permanecer levantados hasta la madrugada.
En las últimas décadas también se incrementaron los problemas del sueño.
El trastorno más común es el insomnio, pero también, el apnea obstructiva respiratoria que hace despertar a la persona, la narcolepsia, que hace que una persona se duerma en todos lados, y también hablar y caminar dormido.
No dormir lo suficiente tiene efectos al día siguiente, como somnolencia, cambio de ánimo, escaso desempeño físico y cognitivo, y a largo plazo produce disminución de las defensas del organismo.
En realidad, lo que más cuenta es la calidad del sueño y no la cantidad, porque se pueden dormir ocho horas y levantarse cansado.
Las personas con depresión suelen dormir muchas horas, pero dormir mucho no significa sufrir de depresión.
Lo que hay que tener en cuenta es que dormir no es perder el tiempo, como muchos creen porque no les alcanzan las horas del día, sino que es el descanso reparador que el cuerpo y la mente necesitan para tener una mejor calidad de vida.
Fuente: LNR; ¿Qué nos quita el sueño a los argentinos?; María Gabriela Ensink; 5/2012.
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