Maurizio Viroli rebate en un libro la imagen cruel de Maquiavelo
El historiador desvela la faceta humanista del político florentino
MIGUEL ÁNGEL VILLENA Madrid 14 JUN 2000
Maquiavélico ha sido, desde el siglo XVI, un sinónimo de intrigante y despiadado.
Pero el historiador italiano Maurizio Viroli rebate ahora en la biografía La sonrisa de Maquiavelo (Tusquets) que el político florentino fuera un ideólogo de la crueldad.
Este profesor dibuja el retrato de un Maquiavelo vitalista y divertido, leal con sus amigos, preocupado por las libertades italianas y defensor del sistema republicano.
"Maquiavelo nunca participó en conspiraciones ni cometió crueldades", señala Viroli.
Viroli, que estudia la figura de Nicolás Maquiavelo (Florencia, 1469-1527) desde hace 20 años, habla del intelectual y diplomático como de una mujer a la que se ama con pasión.
"En Maquiavelo", comenta, "siempre hallas algo que te sorprende y yo escribo, sobre todo, para divertirme.
Pero, además, Maquiavelo era un hombre que sabía luchar por los grandes ideales de libertad y de justicia, un pensador capaz de encarar la ligereza de la vida a través de la comedia, al tiempo que analizaba con seriedad los problemas políticos de fondo.
Esa combinación de gravedad y de ligereza es algo que me atrae mucho de Maquiavelo".
A juicio de Viroli, el pensador florentino utiliza la historia para explicarse el mundo y para comprender el presente en tanto que escribe comedias -entre ellas La mandrágora- para reírse y hacer reír.
"La ironía es para Niccolò una defensa frente a la mezquindad y la vulgaridad de mucha gente".
Este historiador italiano, nacido en Forli en 1952 y profesor en la Universidad estadounidense de Princeton, no se sorprende de que la faceta más humana del autor de El príncipe sea poco conocida.
"Los académicos no han estudiado ni valorado ese aspecto y sólo se han ocupado del pensamiento político", comenta este profesor con un aire inequívoco de identificarse con las tesis vitalistas de su personaje favorito.
En un párrafo significativo, Viroli desvela la clave del título de su libro. "Ya sabíamos", escribe, "que su sonrisa era una máscara que nacía de la pena, pero todavía no sabíamos por qué se obstinaba tanto en cubrir la pena con aquella sonrisa suya.
No le gusta mostrar a los hombres y a la fortuna un rostro surcado de lágrimas y marcado por la tristeza, incluso porque sabe que la una y los otros tendrían más gusto todavía haciéndolo sufrir".
Viroli destaca así la vigencia de la obra de Maquiavelo:
"En política la razón sola no basta y por ello resulta necesaria la fuerza militar en la política exterior y la capacidad de persuasión en la política interna".
También matiza el biógrafo la validez de la famosa dicotomía de El príncipe. "Un político ha de ser temido por los arrogantes si ha de elegir entre ser amado o ser temido.
Pero Maquiavelo no planteaba la disyuntiva en perjuicio de los ciudadanos. Maquiavelo pensaba que un político que respeta a la gente honesta debe provocar temor en los poderosos".
Viroli abre y cierra su biografía con un sueño de Maquiavelo que el pensador contó a sus amigos antes de morir.
"Prefiero reunirme en el infierno con sabios como Platón o Tácito antes que aburrirme en el cielo con santos y beatos", afirmó.
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