viernes, 2 de septiembre de 2016
TOLSTOI Y LA LIBERTAD ESCLAVA
Hegel decía que la libertad se nos ofrecía bipolarmente: de manera positiva y negativativamente.
La primera nos permite hacer voluntariamente algo, nada lo constriñe.
La segunda se realiza sólo dentro de los límites del constreñimiento impuesto por nuestras circunstancias y situaciones históricas: políticas y socio-institucionales; religiosas, familiares y escolares principalmente.
La primera nos permite hacer voluntariamente algo, nada lo constriñe.
La segunda se realiza sólo dentro de los límites del constreñimiento impuesto por nuestras circunstancias y situaciones históricas: políticas y socio-institucionales; religiosas, familiares y escolares principalmente.
La primera es libertad de amos reales; la segunda libertad de esclavos igualmente reales, completaría Nietzsche.
El gran dilema de todo anarquista se enquista en el segundo tipo de libertad, la cual impera y reina, paradójicamente, de manera libérrima.
Las cadenas las llevamos (im)puestas desde que nacemos. Los grilletes, los tenemos atados desde que entramos en grupos y sociedades humanas.
“Libertad de”, no “libertad para”, pareciera ser el sino de nuestra vida.
Tolstoi y con él los más grandes humanistas, le dicen no a tal sino.
Eso es real para las mayorías, para las masas embrutecidas, carentes de ideales, de sueños, de valores auténticos. No para el individuo transformado en señor de sí mismo.
Eso es real para las mayorías, para las masas embrutecidas, carentes de ideales, de sueños, de valores auténticos. No para el individuo transformado en señor de sí mismo.
Tolstoi se hermana con Nietzsche. Ambos superan y completan a Hegel sin caer en sus ensoñaciones metafísicas idealistas.
Nos rodean limitaciones; pero la libertad no es únicamente interior como afirmaba Sartre, quien defendiendo soberbiamente tal tesis, se ataba, contradictoriamente, a partidos y líderes autoritarios y manipuladores de la libertad. Véase su amistad y defensa de Fidel Castro y su revolución de pacotilla.
Sartre nunca fue libre realmente; nunca disfrutó de la libertad, como lo hicieron Merleau-Ponty o Raymond Aron, por ejemplo.Jamás llevó a la práctica sus afirmaciones nihilistas existenciales. Fue, quedó siendo, un nihilista pasivo, diría el loco de Turin.
Sartre fue un ser políticamente inauténtico, del tipo que él mismo tanto aborrecía.
Sartre nunca fue libre realmente; nunca disfrutó de la libertad, como lo hicieron Merleau-Ponty o Raymond Aron, por ejemplo.Jamás llevó a la práctica sus afirmaciones nihilistas existenciales. Fue, quedó siendo, un nihilista pasivo, diría el loco de Turin.
Sartre fue un ser políticamente inauténtico, del tipo que él mismo tanto aborrecía.
Quien no asume la postura de Tolstoi está condenado a morir atado de pies y manos a realidades inexistentes; es decir, a pasar por la vida como esclavo y no como señor.
Todos estos pensadores refrendan lo dicho milenios antes por Sócrates y, ¿por qué no?, por el Crucificado, a quien Nietzsche tanto admiró y por ello, tuvo que atacar tan despiadadamente.
Fue por tal ataque un auténtico cristiano.
LMP.01.09.2016.
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