Buscar este blog

domingo, 3 de diciembre de 2023

200 AÑOS DE LA DOCTRINA MONROE

 


PUBLICÓ:

Por. ALBERTO CORTEZ


200 AÑOS DE LA DOCTRINA MONROE


El 2 de Diciembre de 1823, hace precisamente 200 años, el entonces Presidente Estadounidense James Monroe leyó el informe que anualmente hacen al Congreso todos los presidentes de ese país, conocido como “Estado de la Unión”, y en él, formuló lo que pasó a llamarse después “Doctrina Monroe”, sintetizada en la frase: “America for the americans” o sea “América para los americanos”.

 

En realidad, la idea era de su Secretario de Estado, John Quincy Adams, que fue presidente más tarde.

 

La frase es inicialmente ambigua, ya que “América” es utilizado en los EE.UU. para referirse indistintamente a todo el continente o a su país.

 

Y análogamente “Americans” se usa para los habitantes del continente o para los estadounidenses.

 

Más habitualmente para los segundos que para los primeros.

 

Más allá de la semántica de los términos, hay que leer el contexto histórico y la evolución posterior: 

--- Se libraban en Sudamérica las últimas batallas de la Guerra de la Independencia, culminada en la Batalla de Ayacucho, el 9 de diciembre de 1824, por las tropas de Bolívar y Sucre.

--- Y a San Martín – carente del respaldo de un país detrás suyo, por el sabotaje de Rivadavia y los suyos en Buenos Aires -, había resignado en Bolívar el comando general de esta gran empresa en Guayaquil.

--- Los EE.UU. habían sido hasta allí, claramente renuentes a reconocer la independencia de las naciones sudamericanas (a menos que fuera a cambio de grandes ventajas comerciales), e incluso ocasionalmente se habían puesto del lado del colonialismo español, como en un incidente naval en el Río Orinoco, en 1818.

--- Jefferson había escrito incluso, que a los EE.UU. no les convenía la emancipación de las colonias españolas en América, hasta que ellos no estuvieran en capacidad de adueñárselas.

--- México y Centroamérica habían alcanzado sus Independencias en 1821.

 

Los EE.UU. estaban intentando marcar la cancha, estableciendo a todo el continente como su zona de influencia, y advirtiendo a las potencias europeas de su pretensión; reivindicando el republicanismo para la región frente a las monarquías europeas, como forma de colocarse a sí mismos (prácticamente la primera república del mundo, en esa etapa histórica) a la cabeza moral del conjunto.

 

Cabe señalar que eso era más – por el momento – una declaración simbólica que una amenaza concreta y temible del uso de la fuerza contra potencias extranjeras (europeas concretamente); que estuvieran pensando en recuperar sus antiguas colonias o apropiarse de otras nuevas en el continente americano.

 

El País del Norte carecía todavía del poderío militar o económico suficiente para efectivizar una amenaza de ese tenor.

 

Con respecto a Cuba en particular, unos meses antes, Quincy Adams había dicho: “hay leyes de gravitación política como las hay de gravitación física, y así como una fruta separada de su árbol por la fuerza del viento no puede, aunque quiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, es incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión Norteamericana, y hacia ella exclusivamente, mientras que a la Unión misma, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su seno”. 

 

Anticipaba así, con toda claridad, la intención de apoderarse de Cuba; lo que no llegó EE.UU. a hacer como Colonia Formal, pero sí como Protectorado, tras inmiscuirse artificialmente en 1898 en la Guerra de Liberación de Cuba, ya prácticamente ganada por los cubanos.

 

De paso se quedó con varias colonias más, como Filipinas, a cuya población masacró a continuación.

 

La muerte en combate en 1895, primer año de la Guerra Liberadora, de José Martí, Líder indiscutido del Independentismo, que tenía muy clara la necesidad de apartar las Garras Norteamericanas de Cuba, fue decisiva para ello.

 

Los doscientos años transcurridos desde el discurso de Monroe, e incluso el agregado de precisiones posteriores por Theodore Roosevelt; muestran el real contenido de esa Doctrina en los hechos concretos.

 

El país era un pequeño enclave de 13 colonias en la costa atlántica, que logró más que duplicar su superficie a través de una compra muy favorable de la Luisiana a Napoleón.

 

Luego la multiplicó mucho más, usurpando más de la mitad de la superficie de México.

 

Al principio, a través de la independencia y posterior anexión a los EE.UU. de Texas, ya invadida por inmigrantes ilegales desde el país anglosajón, y luego provocando la guerra 1846-48 con México. El luego presidente estadounidense, Ulises Grant, calificó a esa guerra como “infame”.

 

Otro luego presidente se opuso frontalmente a ella pese a que no le convenía políticamente decirlo: Abraham Lincoln.

 

La rapiña de las tierras de los pueblos originarios, comenzada desde la independencia y aún antes, completaron el cuadro de la “Gran Nación”.

 

Por esa época también apareció la idea del “Destino Manifiesto”, producto de la creencia en el “Excepcionalismo” Estadounidense.

 

La versión norteamericana de las ideas hitlerianas de “raza superior” y “espacio vital”, más de un siglo antes del nazismo, y en otra geografía. 

 

Dos años después de la afirmación de Monroe, la monarquía francesa envió una poderosa flota a Haití, que amenazó con invadirla si no les pagaban una cuantiosa indemnización por el “daño” de haber liberado a los esclavos de los amos franceses.

 

Esa “Deuda de la Independencia” es la causa principal de los enormes Problemas Haitianos hasta el presente, como mostró hace poco el New York Times en cuatro excelentes notas.

 

Los EE.UU., Nación esclavista, no movieron un dedo en defensa de los “Americanos” de Haití contra la Monarquía Europea. No tenían ningún interés en proteger a la única rebelión de esclavos triunfante en el mundo.

 

En 1915, en cambio, invadieron el país -saqueando además su banco nacional – y lo ocuparon hasta 1934. Más tarde apoyaron allí la Dictadura vitalicia de los Duvalier.

 

El mensaje anual del Presidente Theodore Roosevelt en 1904 contenía otra perlita:

--- “La injusticia crónica o la importancia que resultan de un relajamiento general de las reglas de una sociedad civilizada pueden …obligar a los Estados Unidos, aunque en contra de sus deseos, en casos flagrantes de injusticia o de impotencia, a ejercer un Poder de Policía Internacional”.

 

Ya Roosevelt había utilizado el poder militar para apoyar la secesión de Panamá de Colombia y así poder construir el Canal, por un siglo en manos estadounidenses.

 

También había actuado en apariencia para acabar contra la agresión militar de potencias europeas contra Venezuela, pero en verdad para consolidar el poder de la diplomacia estadounidense en la región.

 

Este presidente es conocido además por su teoría del “Gran Garrote”.

 

En 1831, con su Ataque Filibustero a Puerto Soledad en las Islas Malvinas y la Destrucción de sus defensas, los EE.UU. prepararon el camino para la Usurpación de las Islas, un año y días después por Gran Bretaña.

 

150 años más tarde, los EE.UU. se pondrían militarmente nuevamente del lado de ese imperio europeo; a pesar de haber firmado y propiciado en el medio, el Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR), que los obligaba a alinearse junto a cualquier país americano frente a ataques extra-continental.

 

En 1912 y luego, en la década de 1920 y hasta 1933, tropas norteamericanas invadieron Nicaragua y sus esbirros locales asesinaron a los héroes nacionales Benjamín Zeledón primero y Augusto César Sandino después.

 

Dejaron además los gérmenes de la larga tiranía de Tacho Somoza y sus parientes, de quien dijo Franklin Roosevelt:

--- “Es un hijo de puta. Pero es NUESTRO hijo de puta”.

 

En 1954 la CIA coordinó el derrocamiento del gobierno popular de Jacobo Arbenz, sucesor de Juan José Arévalo, los únicos presidentes electos democráticamente en Guatemala en décadas.

 

Dentro de un mes, el hijo de Arévalo, Rafael, asume la presidencia del país.

 

Fuerzas norteamericanas ocuparon República Dominicana en 1916-24 y 1965-66.

Durante la primera ocupación, crearon la Guardia Nacional, germen de la dictadura de Rafael Trujillo, que duró décadas y produjo 50.000 asesinatos.

 

Se podrían agregar el golpe de Estado contra el gobierno constitucional, en Chile, en 1973 apoyado por EE.UU.; la invasión de Granada, en 1983; Panamá, en 1989; la formación de dictadores latinoamericanos durante décadas en la Escuela de las Américas, etc.

 

El listado de las violaciones de las soberanías de las naciones latinoamericanas por los EE.UU. es muchísimo más extenso de lo que podríamos desplegar aquí, pero esta sucinta muestra de algunas, deja claro el real contenido que tuvo, en los hechos, la Doctrina Monroe.

 

Barack Obama, al mismo tiempo que emitía un decreto u orden ejecutiva declarando a Venezuela “amenaza inusual y extraordinaria a la seguridad de los EE.UU.” – que fue la pieza seudo-jurídica sobre la que se asentaron todas las Agresiones Norteamericanas posteriores hacia esa Nación-; consideró a la Doctrina Monroe como enterrada. Trump la desenterró explícitamente.

 

El Comando Sur de los EE.UU es la Unidad Militar Estadounidense específicamente afectada a amenazar a los Países Latinoamericanos, mientras otras unidades lo hacen con otras regiones, por ejemplo, el Africom, con Africa.

 

Su actual Jefa, la Grala. Laura Richardson, realizó recientemente declaraciones en las que deja clarísimo que considera que LOS RECURSOS NATURALES DE NUESTROS PAÍSES, COMO LITIO, AGUA DULCE, ETC; NO SON DE NUESTROS PAÍSES, SINO QUE DEBEN ESTAR A DISPOSICIÓN DE LOS EE.UU.

 

Qué es la Doctrina Monroe y quiénes y cómo pretenden mantenerla vigente, ya nos quedó bien claro en doscientos años.

 




No hay comentarios:

Publicar un comentario