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viernes, 26 de diciembre de 2025

GULIANO DA EMPOLI - LA HORA DE LOS DEPREDADORES - libro - EL CAOS YA NO ES EL ARMA DE LOS INSURGENTES, ES EL SELLO DEL PODER.

 



EL CAOS YA NO ES EL ARMA DE LOS INSURGENTES, ES EL SELLO DEL PODER.

 

contratapa

 

La aparente estabilidad política de las últimas décadas - una etapa que no ha dejado de ser una anomalía - ha quedado atrás; en un mundo donde la "IA" ya está fuera de control, el respeto a las instituciones y los derechos se ha convertido en algo irrelevante para los autócratas y los magnates de la tecnología: los nuevos líderes moldean la realidad a su antojo mediante la fuerza bruta, el engaño y la disrupción  caótica. Claramente, ha llegado la hora de los depredadores.

 

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Giuliano da Empoli, escritor y asesor político, lleva años moviéndose en las más altas esferas de la política internacional y ha sido testigo del desarrollo de las fuerzas que están desmantelando el orden mundial.

En este ensayo lleva al lector a un viaje fascinante y aterrador por los nuevos centros geopolíticos, de Nueva York a Buenos Aires o Arabia Saudí, líder las reuniones ultra secretas a violentas luchas por el poder.

 

 

Da Empoli encara a estos depredadores con una lucidez propia de Maquiavelo, en “un relato crepuscular y luminoso sobre el actual giro político y geos estratégico” [Le Fígaro] que se convierte en una guía urgente para entender la crisis global y el mundo que se avecina. Tras el éxito internacional de “El mago del kremlin”, traducida a treinta y cinco idiomas y adaptada al cine por Oliver Assayas, con Jude Law en el papel de Vladimir Putin, Da Empoli firma el ensayo del año en Francia, una obra absolutamente magistral.

 El caos ya no es el arma de los indurgentes, es el sello del poder.


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TOMADO DE LA  PÁGINA DE BYUNG CHUL HAN [pubicación de Gerardo Kyngle]


De: *LA HORA DE LOS DEPREDADORES*Giuliano da Empoli2025

Si, en Occidente, la primera mitad del siglo XX había enseñado a los políticos masculinos las virtudes de la moderación, la desaparición de la última generación salida de la guerra ha permitido el regreso de los demiurgos que reinventan la realidad y pretenden moldearla a su gusto.

Si el antiguo mundo suponía el mantenimiento de unas salvaguardias - el respeto por la independencia de ciertas instituciones, los derechos humanos y las minorías, la atención prestada a las repercusiones internacionales -, nada de esto tiene el menor valor en la hora de los depredadores.

En este nuevo mundo, todos los procesos en curso se desarrollarán hasta sus consecuencias más extremas, ninguno se podrá detener o gobernar de alguna manera. 

Pedal to the metal, pisar a fondo el acelerador, se ha convertido en la única opción posible.

La ventana de oportunidad que existía hasta ayer para que un sistema de reglas se pusiera en marcha se ha cerrado.

La idea misma de un límite a la lógica de la fuerza, de las finanzas y de las criptomonedas, al desbocamiento de la IA y las tecnologías vinculadas a ella, o al vuelco del orden internacional hacia la jungla, ha salido del ámbito de lo concebible.

En este mundo nuevo, los borgianos tienen una nueva ventaja decisiva, porque están acostumbrados a moverse en un mundo sin limitaciones. No les basta con resistir a la adversidad, sacan fuerza de los inesperado, lo inestable y lo agresivo.

Donald Trump, pues de él estamos hablando, es una forma de vida extraordinariamente adaptada a los tiempos actuales. Uno de sus rasgos, del que sus consejeros, en homenaje a épocas pasadas, se quejan constantemente en voz baja, cuando deberían regocijarse de ello con toda claridad, es que él no lee nunca.

Ni libros, buenos para los museos, ni periódicos, que deben seguir el mismo destino; al internauta más ingenuo jamás se le ocurriría imaginar a un Trump sentado en un asiento de su jet o en un sillón de Mar-a-Lago con un libro en la mano, en vez de con una pantalla o con una hamburguesa, entre las deep fakes más descabelladas que se puedan concebir.

Lo que realmente preocupa a sus consejeros, cuando debería regocijarlos, es que Trump ni siquiera lee las notas de una página, o de media página, que le pasan para preparar con antelación una entrevista, en donde resumen los puntos esenciales del asunto que se debe tratar.

Trump ni mira esas notas. Ya sea una página o media, o apenas una línea. Él solo funciona verbalmente. Lo cual representa un considerable desafío para cualquiera que desee transmitirle el más mínimo conocimiento estructurado.

Pero qué más da. Lo que cuenta es sobre todo la acción, de la cual, el conocimiento, como bien sabemos, es uno de sus peores enemigos.

Un contexto caótico exige decisiones audaces que capten la atención del publico, dejando estupefactos a sus adversarios.

Trump, en el fondo, no es más que la enésima encarnación de uno de los principios inmutables de la política, da igual quien lo constate: no existe prácticamente ninguna relación entre el poder intelectual y la inteligencia política.

El mundo está lleno de personas muy inteligentes, incluso entre los especialistas, los politólogos y los expertos, que no entienden absolutamente nada de política, mientras un analfabeto funcional como Trump puede alcanzar una forma de genio por su capacidad de ir al unísono con el espíritu de los tiempos.

 



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