“EN 4 DÉCADAS
HEMOS VIVIDO EN UNA CUARENTENA CULTURAL E IDEOLÓGICA DE UN CAPITALISMO
ENCERRADO EN SÍ MISMO”: BOAVENTURA DE SOUSA EN SU NUEVO LIBRO
2 mayo, 2020 Cronicon Coyuntura, En contexto 0
Boaventura de
Sousa Santos
CLACSO / TNI /
En un texto
provocador editado por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) y Transnational Institute (TNI), dentro de su
nueva colección Biblioteca Masa Crítica, el destacado sociólogo
portugués Boaventura de Sousa Santos hace una serie
de reflexiones en torno de las lecciones que va a dejar a la humanidad la
pandemia del coronavirus (Covid-19).
De entrada señala
que tal emergencia sanitaria a nivel planetario evidencia que “el
capitalismo neoliberal ha incapacitado al Estado para responder a emergencias”.
En el ensayo que
lleva por título La cruel pedagogía del virus, el investigador
social y catedrático emérito de la Universidad de Coímbra termina el libro con
un mensaje de esperanza, afirmando que “es posible superar la cuarentena
impuesta por el capitalismo-colonial y patriarcal cuando seamos capaces de
imaginar el planeta como nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra madre
original, a quien le debemos amor y respeto”.
A CONTINUACIÓN UN
APARTE DEL TEXTO DE SOUSA SANTOS:
EL FUTURO PUEDE
COMENZAR HOY
La pandemia y la
cuarentena revelan que hay alternativas posibles, que las sociedades se adaptan
a nuevas formas de vida cuando es necesario y se trata del bien común.
Esta situación es
propicia para pensar en alternativas a las formas de vivir, producir, consumir
y convivir en los primeros años del siglo XXI.
En ausencia de
tales alternativas, no será posible prevenir la irrupción de nuevas pandemias
que, por cierto, como todo sugiere, pueden ser aún más letales que la actual.
Seguramente no
falten ideas sobre posibles alternativas, pero ¿pueden conducir a una acción
política para lograrlas?
A corto plazo, lo
más probable es que, después de que termine la cuarentena, las personas se
quieran asegurar de que el mundo que conocieron no haya desaparecido.
Volverán a las
calles impacientes, ansiosos por circular libremente otra vez. Irán a jardines,
restaurantes, centros comerciales, visitarán a familiares y amigos, regresarán
a rutinas que, por más que hayan sido tediosas y monótonas, ahora parecerán
tranquilas y seductoras.
Sin embargo,
volver a la «normalidad» no será igual de fácil para todos.
---¿Cuándo se
reconstituirán las ganancias anteriores?
---¿Estarán los
empleos y salarios esperándolos y disponibles?
---¿Cuándo se
recuperarán los retrasos educativos y profesionales?
---Desaparecerá
el estado de excepción creado para responder a la pandemia tan rápido como la
pandemia?
En los casos en
que se hayan adoptado medidas de protección para defender la vida por encima de
los intereses económicos,
---¿el retorno a
la normalidad implicará dejar de priorizar la defensa de la vida?
---¿Habrá un
deseo de pensar en alternativas cuando la alternativa que se busca es la
normalidad que existía antes de la cuarentena?
---¿Se pensará
que esta normalidad fue la que condujo a la pandemia y conducirá a otras en el
futuro?
Al contrario de
lo que uno podría pensar, el período inmediato posterior a la cuarentena no
será favorable para discutir alternativas, a menos que la normalidad a la que
las personas quieran regresar no sea posible.
Tengamos en
cuenta que, en el período inmediatamente anterior a la pandemia, hubo protestas
masivas en muchos países contra las desigualdades sociales, la corrupción y la
falta de protección social.
Lo más probable
es que cuando finalice la cuarentena, regresen las protestas y los saqueos,
sobre todo porque la pobreza y la pobreza extrema aumentarán.
Al igual que
antes, los gobiernos recurrirán a la represión en la medida de lo posible y, en
cualquier caso, intentarán que los ciudadanos reduzcan aún más sus expectativas
y se acostumbren a la nueva normalidad.
Ante la ausencia
de alternativas, ocurrirán otras pandemias, pero esa probabilidad ya no es un
problema político. Los políticos que enfrentaron esta crisis ya no serán los
que tendrán que enfrentar la próxima.
En mi opinión,
este no será el caso si la ciudadanía organizada (partidos políticos, movimientos
y organizaciones sociales, movilizaciones espontáneas de ciudadanos y
ciudadanas) resuelve poner fin a la separación entre los procesos políticos y
civilizadores que tuvo lugar simbólicamente con la caída del Muro de Berlín.
A partir del norte
global, este evento político consolidó la idea de que no había alternativa al
capitalismo y a todo lo que él conlleva.
Hasta entonces,
al menos desde principios del siglo XX, el debate sobre las alternativas al
capitalismo tuvo lugar en el seno del proceso político y este, a medida que las
discutía, asumía una dimensión civilizadora.
Se colocó en la
agenda del debate a aquellas alternativas económicas, sociales, políticas y
culturales que apuntaban a horizontes poscapitalistas, modelos de desarrollo, vida
y sociedad que mitigarían la agresión cada vez más intensa contra la naturaleza
inducida por el capitalismo y todo lo que él implica.
La gran mayoría
de tales alternativas no tuvo nada que ver con las soluciones que prevalecieron
del otro lado del Muro de Berlín (el socialismo soviético), pero su mera
existencia legitimaba que se discutiesen otras alternativas.
La articulación
entre los procesos políticos y procesos civilizadores consistía en ello. Con la
caída del Muro de Berlín, esta articulación se deshizo.
Los debates
políticos comenzaron a limitarse a la gestión de las soluciones propuestas o
impuestas por el (des)orden capitalista vigente, y los debates civilizadores, a
medida que continuaban, comenzaron a suceder fuera de los procesos políticos.
Esta separación
fue fatal porque, con ella, las sociedades dejaron de pensar en alternativas de
vida que redujesen fenómenos como el calentamiento global, los llamados
desastres naturales, la pérdida de biodiversidad, la ocurrencia cada vez más
frecuente de eventos climáticos extremos (tsunamis, ciclones, inundaciones,
sequías, aumento del nivel del mar debido al deshielo de los glaciares) y, como
resultado, el brote más frecuente de epidemias y pandemias que son cada vez más
globales y letales.
Solo mediante una
nueva articulación entre los procesos políticos y civilizadores será posible
comenzar a pensar en una sociedad en la que la humanidad asuma una posición más
humilde en el planeta en el que habita.
Una humanidad que
se acostumbre a dos ideas básicas: hay mucha más vida en el planeta que la vida
humana, ya que representa solo el 0,01 % de la vida en el planeta; la
defensa de la vida del planeta en su conjunto es la condición para la
continuidad de la vida humana.
De lo contrario,
si la vida humana continúa cuestionando y destruyendo todas las demás vidas que
conforman el planeta Tierra, es de esperar que estas otras vidas se defiendan
de la agresión causada por la vida humana y lo hagan de maneras cada vez más
letales. En ese caso, el futuro de esta cuarentena será un breve intervalo
previo a las cuarentenas futuras.
La nueva
articulación presupone un giro epistemológico, cultural e ideológico que
respalde las soluciones políticas, económicas y sociales que garanticen la
continuidad de una vida humana digna en el planeta.
Este cambio tiene
múltiples implicaciones. La primera es crear un nuevo sentido común, la idea
simple y evidente de que, especialmente en los últimos cuarenta años, hemos
vivido en cuarentena, en la cuarentena política, cultural e ideológica de un
capitalismo encerrado en sí mismo, así como en la cuarentena de la
discriminación racial y sexual sin las que el capitalismo no puede sobrevivir.
La cuarentena
causada por la pandemia es, después de todo, una cuarentena dentro de otra.
Superaremos la
cuarentena del capitalismo cuando seamos capaces de imaginar el planeta como
nuestro hogar común y a la naturaleza como nuestra madre original a quien le
debemos amor y respeto. No nos pertenece. Le pertenecemos a ella.
Cuando superemos
esa cuarentena, seremos más libres ante las cuarentenas provocadas por las
pandemias.
Para acceder al
libro en archivo PDF ingrese al siguiente enlace:
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