METAVERSO
Y DERECHO DEL TRABAJO
POR
WALTER NEIL BÜHLER
Cuando Mark
Zuckerberg anunció que cambiaría el nombre de Facebook a Meta, el concepto del
metaverso, hasta entonces cuestión de una elite, despertó el interés de la
población acicateada por los medios de comunicación.
Pero la cuestión no
es novedosa, parecería que se está echando vino nuevo en odres viejos (Lucas
5:33-39).
La idea y el vocablo
ya habían sido acuñados por el escritor Neal Stephenson en su novela de ciencia
ficción “Snow Crash” publicada en 1992.
Pero antes de
adentrarnos en los profundos laberintos del mundo virtual del metaverso,
trataremos de hacer entendible su concepto.
Así podríamos
considerar que el metaverso será (o es) un espacio muy parecido a Internet,
pero en el que podremos disfrutar de una mayor capacidad de interacción y una
sensación de presencia más real de la que nos ofrece en la actualidad la Red.
Tendremos la
sensación, tanto física como psicológica, de estar interactuando en un mundo
paralelo, virtual (pero no menos real).
Tendremos una
especie de gemelo digital inmerso en una simulación de lo que ocurre en el
mundo verdadero.
Podría pensarse que
esto ya ocurre en los videojuegos donde se crea un personaje o avatar y uno se
incorpora a un mundo de aventuras a través de la computadora.
Pero la principal
diferencia radica –precisamente- en que no se trata de un juego. O en todo caso
se tratará de un juego peligroso porque está claro que las grandes
corporaciones digitales como Facebook, Nvidia o Microsoft intentarán dominar
ese mundo en gestación.
Aunque pasa
desapercibido, sería algo similar a Google que silenciosamente pasea su cuasi
monopólico reinado por Internet.
METAVERSO
¿PURO VERSO?
Ya hace más de 20
años que existen en Internet espacios metavérsicos (permítase el neologismo)
como el de Second Life (abreviado SL, en español Segunda vida) donde los
“residentes” interactúan, participan en eventos culturales, compran, venden,
ofrecen servicios, etc.
Otra experiencia
paralela fue “There.com”, que cerró en el 2010 de la noche a la mañana dejando
a los cibernautas desamparados porque habían tejido fuertes lazos de amistad
hasta entonces.
Hoy existen muchos
metaversos siendo los más importantes Decentraland (creada por argentinos), The
Sandbox, Somnium Space VR, Town Star, y CryptoVoxels; todos dedicados
principalmente a la venta inmobiliaria.
En este momento,
estimado lector, su casa puede estar siendo subastada en alguno (o varios) de
esos metaversos. Y se están pagando sumas importantes. Y Ud. se preguntará ¿qué
imbécil compra un inmueble virtual? Fíjese que no es tan irracional. Acompáñeme
con la imaginación.
Suponga que en el
metaverso que está construyendo Zuckerberg hay una calle virtual, de tipo
comercial.
Ud., como muchos
otros avatares, pasean viendo vidrieras, y –de pronto- ve la campera que estaba
buscando; entra al negocio y una señorita (¿avatara?) muy simpática, llamada
Avy, lo atiende, le exhibe la campera en cuestión y le muestra otras. Ud. elige
una, la compra, la paga con tarjeta y luego le llegará el envío por correo.
Puede además comprar
ropa para su avatar en una tienda especializada (esta no tiene gastos de
envío). También podría adquirir zapatos,
heladeras o un auto; de hecho, automotrices como Nissam, han comprado locales
en ciudades virtuales.
El que compra un
inmueble (local comercial, vivienda u oficina) simplemente está haciendo un
negocio.
Estas interacciones
pueden darse en el ámbito de la educación, de la recreación, de las empresas;
todo lo que ocurre en la vida real puede ser replicado en la Red.
Y aquí entra a jugar
el derecho, que por definición es un regulador de las conductas humanas.
En lo que nos
interesa veremos sus posibles consecuencias en el ámbito laboral.
METAVERSO
EN EL TRABAJO
Hace dos meses, Nina
Jane Patel, una psicoterapeuta de 43 años, denunció que fue acosada en la
aplicación Horizon Venues de Meta (la que está impulsando Zuckerberg), a los 60
segundos de unirse a la plataforma.
Allí, avatares
masculinos comenzaron a sobrepasarse con ella, violaron a su avatar en grupo y
tomaron fotos mientras ella trataba de escapar.
La información no
detalla en qué contexto se produjo el acoso, pero podría producirse en el
ámbito laboral.
La problemática que
se plantea tiene puntos en común con las cuestiones del trabajo en plataformas
digitales, el teletrabajo y la robotización.
Sobre estos temas
hay mucho escrito, pero hasta ahora nadie se planteó las particularidades de
las relaciones laborales en los metaversos; lo que está claro es que al ser
modelos disruptivos no se pueden tratar con los elementos tradicionales de la
legislación laboral actual
Por ello en esta
etapa no solo faltan respuestas, sino que ni siquiera sabemos cuáles son las
preguntas que provocará la concreta implementación de estos mundos
virtuales.
Me parece que aun
las corporaciones que los impulsan desconocen el resultado de la combinación de
los ingredientes que han volcado en este caldero virtual.
Experimentan como
demiurgos desorientados o aprendices de brujo al ritmo de la frenética música
de Paul Dukas.
Una primera cuestión
es la que se planteará con relación a los avatares.
Actualmente se
discute si en el futuro los robots serán sujetos no humanos con derechos, como
ahora existe para los animales.
La misma cuestión se
podría llegar a plantear con los avatares. Recordemos que etimológicamente
avatar es una de las pocas palabras que nos llega desde el sánscrito y quiere
decir “reencarnación”, por lo que estaríamos hablando de un segundo “yo”
virtual.
Como sostiene el
abogado Juan Corvalán, director del Laboratorio de Innovación e Inteligencia
Artificial de la Universidad de Buenos Aires, las leyes deben proteger y
defender a una persona cuando asume el rol de avatar ya que detrás de ese
avatar hay una persona humana.
Atrás de Avy, la
simpática avatara que nos vendió la campera hay una persona real, que debe
recibir órdenes de una empresa y correlativamente percibirá una retribución por
la tarea realizada.
Claramente
estaríamos ante una relación subordinada de carácter laboral.
Pero ¿qué tal si un
mismo avatar puede ser utilizado por distintas personas?
Aquí se diluiría un
elemento primordial de la relación laboral subordinada que es la prestación
personal de la tarea.
Podemos imaginar
múltiples situaciones en la vida laboral de Avy: desde su contratación a través
de una entrevista virtual, trabajo en extensas jornadas, soportar el acoso de
sus compañeros, sufrir problemas de estrés, ser suspendida y hasta despedida de
su trabajo.
También podría
realizar retención de tareas ante un incumplimiento patronal.
¿Podrá también armar
un sindicato con sus compañeros y recurrir a la huelga virtual?
Decíamos que fue
Neal Stephenson quien inventó el concepto de metaverso, pero también ideó la
acepción informática para la palabra avatar.
Su novela es
protagonizada por un repartidor de pizza (Cossa Nostra) y una mensajera.
Recordamos que fue publicada en 1992 y casualmente esos personajes encaran hoy
uno de los grandes debates laborales a raíz de la feroz irrupción de las
plataformas digitales.
Como otros grandes
éxitos de la ciencia ficción (1984, Rebelión en la granja, Un mundo feliz) Snow
Crash nos presenta un escenario distópico o cacotópico (del griego kakos, que
significa malo y topía, lugar), por eso es importante que, desde ya, comencemos
a indagar sobre las normas que protegerán a los nuevos ciudadanos virtuales
No hay comentarios:
Publicar un comentario