ROBERTO SAVIO- DECLIVE DRAMÁTICO DE LA INFORMACIÓN – ANÁLISIS DE
LOS HECHOS – CRISIS DEL PERIODISMO – CIUDADANO DESINFORMADO – LA GLOBALIZACIÓN
ES UNA IDEOLOGÍA - GOBERNANZA
ENTREVISTA CON EL ECONOMISTA, PERIODISTA Y ANALISTA POLÍTICO
ROBERTO SAVIO. [“EN PERSPECTIVA” -Lunes
21.11.2016, hora 8.23]
EMILIANO COTELO (EC) —Cambio
climático, gobernanza mundial, desarrollo, globalización…
Los grandes medios de comunicación, que fijan la agenda
informativa en el mundo, ¿dejan a un lado asuntos importantes sobre los cuales
el público debería estar al tanto?
Roberto Savio, economista, periodista y analista político, ha
dedicado buena parte de su vida a promover este debate y también a fundar y
dirigir agencias alternativas, como Inter Press Service (IPS) o el portal Other
News.
La discusión tiene un interés renovado en este año 2016, cuando
nos hemos visto sorprendidos por varios hechos muy impactantes en el ámbito
internacional.
Por eso, aprovechando que Roberto Savio está en estos días en
Montevideo, lo hemos invitado para que visitara el estudio de En
Perspectiva.
Como comentaba recién, usted impulsó en los años 60 la fundación
de IPS y, más cerca en
el tiempo, de Other News (Otras
noticias). ¿Qué tienen en común esas dos iniciativas?
ROBERTO SAVIO (RS) —Tienen
en común el hecho de que la gente sepa lo que pasa en el mundo. Aquí hay un
declive de la información dramático. Por ejemplo, yo venía a Uruguay en los
años 60 y hoy encuentro en los diarios un declive muy muy sustantivo. Que no es
de Uruguay, es de todo el mundo, porque hay tres fenómenos simultáneos.
Uno, el mundo es cada vez más complejo. Cubrirlo tiene costos,
entonces lo más fácil es no cubrirlo y tomar los acontecimientos del mundo,
dejando de lado los análisis, que cuestan más porque implican a un periodista
muy capaz.
De hecho, los diarios hoy tienen una cobertura internacional
mínima que permite a un ciudadano saber lo que pasa en el mundo. Y tener
información de que pasa esto por aquí y esto por allá, pero sin conectarlo en
una lectura orgánica hace que el lector no pueda procesar y por tanto entender
lo que pasa en el mundo.
Y un lector que es poco consciente no puede mirar el mundo en el
que vive, no es un ciudadano capaz de ejercer la democracia, de desarrollarse
en su personalidad. Primer fenómeno: hay un declive de la información y una
reducción de la capacidad del ciudadano de participar en una democracia en el
sentido real.
Segundo, los diarios están cada vez más en crisis, porque no son
más instrumentos económicos en el sentido de empresa.
EC —De todos modos, existe la
alternativa internet, los portales de internet. El diario en papel que pueda
tener problemas con su distribución clásica utiliza el otro canal.
R.SAVIO —Sí, pero cuando
utiliza el otro canal tiene necesariamente que hacerlo con un espacio y tiempo
diferentes.
En la versión digital de los diarios las noticias son siempre
más cortas y hay menos análisis, porque no es el formato de internet. El
formato de internet es un espacio diferente, un tiempo diferente.
Segundo fenómeno: por la crisis económica de los diarios hay una reducción de
la capacidad de los periodistas. Hoy para tener un diario que tenga análisis
hay que tener periodistas de un cierto nivel, en cambio para tener cobertura
basta con gente más sencilla. Lo veo desde el punto de vista profesional, cuando
empecé a ser periodista mis artículos eran pagados por lo menos 10 veces más de
lo que son pagados hoy. Y hay una crisis de la profesión como tal. Hoy ser
periodista no significa tener un nivel de remuneración económica como el que se
tenía.
EC —Falta un tercer factor.
R.SAVIO —El tercer factor,
que es muy importante, es el hecho de que los diarios se van homogeneizando, se
van perdiendo las diferencias entre ellos. No tanto en lo nacional, pero en lo
internacional es dramático, porque no hay capacidad de lectura diferente del
mundo.
Eso está creando un ciudadano siempre menos informado, y por lo
tanto siempre menos activo, y en el campo internacional esto es mucho más
exagerado que en el campo nacional.
Resultado: hoy llega Trump y la gente dice “¡Uh, qué cosa
extraordinaria!”. Pero Trump no nace como un fenómeno abrupto, Trump es el
resultado de un largo proceso que lleva al Brexit, lleva a Trump y a toda la
ola de partidos populistas y nacionalistas que hay ahora, que lleva el fin del
multilateralismo, o sea, de la relación internacional entendida como un
conjunto orgánico que permite trabajar en base a valores comunes. Hay una
crisis que no es que nazca de hecho, empezó hace mucho tiempo.
EC —Es un buen ejemplo para
aterrizar las inquietudes suyas a propósito de cómo funciona la información
internacional o, mejor dicho, el análisis de los sucesos internacionales hoy en
los medios de comunicación. Tomemos como base el triunfo de Trump en Estados
Unidos. ¿En qué proceso se inscribe? Usted venía aportando algunos apuntes.
¿Qué hay detrás de Trump?
R.SAVIO —Muy sencillamente:
desde la caída del Muro de Berlín –para poner una fecha cualquiera–, en 1989,
ha habido un proceso de globalización tan fuerte y tan indiscutido que de hecho
se han cambiado las reglas de la economía, de la relación internacional y de
todo.
Nadie se ha dado cuenta de que mirar la economía en términos
macroeconómicos, mirar el crecimiento del producto bruto nacional y no ver cómo
este crecimiento se distribuye significa que todo el mundo está contento con el
crecimiento mundial, sin darse cuenta de que en esta realidad desplazada del
mercado de trabajo y de la realidad de la vida muchísima gente está resentida,
tiene una frustración muy seria y se refugia en fenómenos como Trump porque
espera que vuelva el mundo de ayer en el que ellos estaban, quieren salirse del
mundo de hoy en el cual no están.
EC —Usted se está deteniendo
en consecuencias que ese proceso de globalización ha tenido dentro de Estados
Unidos mismo, país que fue uno de los impulsores de esa globalización.
R.SAVIO —Si usted hace una
investigación antes de 1989, el término globalización no
aparece en ningún lugar. Es un nombre inexistente en la prensa, por ejemplo.
Aparece en Estados Unidos porque era el país fuerte en ese momento. Caída del
Muro de Berlín, desaparición del socialismo, [Francis] Fukuyama escribe El fin
de la historia, porque ya no había debate político, el mundo iba a ser uno
solo. Recuerdo que en una conferencia de Milán [Renato] Ruggero, que era el
director de la Organización Mundial del Comercio, dijo: “El mundo está hoy
dividido todavía en grupos, por ejemplo, la Unión Europea, que es una
fortaleza. En un tiempo muy breve todos los muros van a caer, no va a haber más
fronteras, va a haber una sola moneda mundial, vamos a tener el fin de las
guerras y la riqueza que produce la globalización llegará a todos los
ciudadanos del mundo”.
Ha pasado exactamente al revés.
La globalización es una ideología basada en el mercado, en la
que la única cosa que va a contar es el mercado. Todos los gastos que no eran
productivos –como educación, salud, los gastos sociales– debían ser cortados
dramáticamente para que el presupuesto del Estado fuera destinado solo al
crecimiento económico.
Y crecimiento económico ha habido, crecimos una media de 3 %
mundial entre 1989 y 2004, después empezó a estancarse. Y ahora tenemos una
reducción del comercio mundial y una situación muy seria en el campo del
crecimiento económico.
En esa época todos miraban las estadísticas globales, pero nadie
miraba cómo se distribuía este crecimiento. Hoy tenemos todos los datos. Le doy
un dato “divertido”:
en 2004, 388 personas tenían la misma riqueza que 2.100 millones
de personas, y hoy esas personas son 88. La riqueza se va concentrando de
manera siempre más dramática, y no es que para esos ricos que concentran la
riqueza se imprima moneda especialmente, la moneda con que ellos se hacen ricos
viene del circulante del mercado. Lo cual significa que baja la clase media, y
la Organización Internacional del Trabajo dice que todavía hoy el trabajador
medio está ganando 16 % menos que antes de la crisis del 2009.
En Europa se han perdido 14 millones de puestos de trabajo de
clase media, en Estados Unidos 24 millones.
Esta concentración de riqueza, que hace que haya gente cada vez
más rica y gente cada vez más pobre, está reduciendo la clase media. Y esa
clase media cuando llega el momento de votar no se siente representada por el
sistema, al igual que la gente joven, que no encuentra lugar en el mundo del
trabajo. Toda esa gente vuelve a entrar en política, de la cual se siente
excluida, cuando aparece un personaje extraordinario, capaz de organizarla, que
dice: “yo cambiaré, yo volveré a hacer América grande”, “volveremos a hacer de
Inglaterra la potencia internacional que fue una vez y que ha sido anulada por
la participación en la Unión Europea”.
EC —Usted emparenta
directamente el triunfo de Trump en Estados Unidos con el triunfo del Brexit en
el Reino Unido.
R.SAVIO —Es exactamente el
mismo fenómeno. Y es exactamente el mismo fenómeno que lleva en Francia a
[Marine] Le Pen, en Holanda a Geert Wilders, y a [Nigel] Farange en Inglaterra.
Ahora hay una ola de elecciones que van a premiar
a los partidos con los cuales se siente representada la gente
que ha sido excluida del sistema. Esta gente que ha sido excluida es mucha más
de la que se cree y está muy enojada, siente que ha trabajado toda la vida y de
repente ha perdido el puesto porque la fábrica ha sido desplazada,
deslocalizada.
EC —Es muy curioso el
fenómeno, porque se produce una resistencia antiglobalización encabezada por
movimientos políticos o líderes ubicados del centro a la derecha en los
espectros ideológicos de cada uno de esos partidos del hemisferio norte que
manejan argumentos similares a los que, durante muchos años en esta otra parte
del mundo, en el sur, habían esgrimido sectores de izquierda.
R.SAVIO —Claro, porque los
dos hemisferios partieron de realidades diferentes. Aquí el mundo, en términos
generales África, Asia y América Latina, ha usado la globalización para crecer,
y los que inventaron la globalización durante la primera parte la dominaban.
Pero en el momento en que uno entra en un juego parecido, China inexorablemente
pasa a crecer mucho más que Holanda o que España. Entonces en este proceso de
crecimiento hoy tenemos que los países industrializados de rebote, por efecto
búmeran, están en crisis, y los países del Tercer Mundo están más en
crecimiento.
Pero nuevamente tenemos el mismo fenómeno, cómo se distribuye
este crecimiento.
Hoy tenemos todos los datos, en África, Asia y América Latina
también se ha distribuido con una concentración de riqueza que ha hecho que, en
China, por ejemplo, hoy haya 1.958 multimillonarios en un país que se supone
que hace del socialismo la base ideológica o estratégica de su economía
nacional esa situación está creando problemas sociales.
En China hay 3.000 huelgas al año de gente que quiere más
dignidad y mayor participación.
EC —Usted ha escrito en un
artículo a propósito del fenómeno Trump, luego del triunfo de ese candidato en
Estados Unidos, que Trump es “un político impredecible”, pero su elección como
presidente puede significar una “oportunidad”. ¿A qué alude? Profundicemos en
esa idea.
R.SAVIO —Es muy sencillo.
Estamos acostumbrados en grado diferente a tener a Estados Unidos como líder
del mundo. Europa ha vivido tranquilamente todo este tiempo gastando poco en
presupuesto de defensa porque da por descontado que Estados Unidos es el
responsable de la defensa.
EC —Ahora Trump dice “no sé,
me parece que no vamos a seguir siendo los que nos hagamos cargo de la defensa
de Europa”.
R.SAVIO —Eso crea en Europa
dos problemas.
--- Primero, que Europa tiene que decidir si tiene política
exterior propia o no, porque hasta ahora no la ha tenido. No solo porque son 28
países, sino porque el ciudadano europeo tiene dos sombreros, el de ciudadano
europeo, de un proyecto político de integración, de cooperación, un proyecto
político positivo; y el de ciudadano de la OTAN [Organización del Tratado del
Atlántico Norte] que es lo opuesto, un sistema defensivo-ofensivo de tipo
militar.
Esta esquizofrenia europea es importante, hace que Europa no
logre tener una política propia porque se siente psicológicamente parte de un
sistema en el que Estados Unidos le da seguridad.
Ahora Trump dice “esto se terminó, o pagan o yo no sigo pagando
para su defensa” y pone a Europa frente a una disyuntiva que puede ser
positiva, que Trump no se ocupe más de un Estados Unidos garante de la
seguridad mundial, como ellos dicen, significa que Trump se va a meter menos en
los asuntos internacionales y va a dejar más espacio para una mayor cooperación
internacional. Para decirlo en pocas palabras, un Trump de cuatro años no me
preocupa, me aterroriza un Trump de ocho.
EC —¿Por qué? ¿Cuál es la
diferencia?
R.SAVIO —Porque en cuatro
años Trump no va a poder hacer muchas de las cosas que quiere hacer. Por
ejemplo, él entra en Washington, que es una ciudad que no tiene nada que ver
con él, con una burocracia que no tiene nada que ver con él, porque los
burócratas tienen un sueldo seguro, no tienen ninguno de los dramas que tiene
la gente que ha sido desplazada y postergada en el interior del país. No va a
ser fácil.
Cuando Lenin entró en Rusia y la transformó en la Unión
Soviética –y queda claro que no hay punto de comparación entre Lenin y Trump–
tuvo que organizar un sistema y la primera cosa que hizo fue pedirle a Trotsky
que se ocupase del Ejército, no porque Trotsky fuera un militar sino porque era
una persona segura. Y Trotsky creó la Checa, que era un instrumento de
información para ver quién de la burocracia estaba en una línea correcta y
quién no. Trump no puede hacer la Checa, Trump va a tener un tiempo muy largo
para que las ideas que tiene se conviertan en performance, en
actuación.
EC —Pero usted tiene la
expectativa, supongo, de que con Trump y con otros fenómenos similares en
Europa la globalización entre en crisis.
R.SAVIO —La globalización hoy
está en crisis, está en crisis desde hace mucho tiempo, por una sencilla razón:
no dio lo que prometía.
EC —Pero ahora cabe la
posibilidad de que gobiernos de países del hemisferio norte tomen medidas de
reforma, de modificación de esa globalización.
R.SAVIO —Sí, y ahí está el
problema, porque corremos el riesgo de tirar el niño con el agua sucia. Una
cosa es la globalización, que era un diseño de contenido muy preciso:
vamos a hacer del mercado y del capitalismo sin controles el
modelo de crecimiento y de homogenización del mundo. Esa era la globalización.
Otra cosa es la internacionalización, en la que trabajamos en un
mundo interdependiente y por lo tanto tenemos reglas comunes.
Por eso digo que la última vez que hubo un intento de
gobernabilidad de la globalización fue en 1973, cuando la Organización de las
Naciones Unidas aprobó por unanimidad la idea de un mundo que cooperaba con
reglas de desarrollo que se llamaba nuevo orden económico internacional.
En 1981 la llegada de [Ronald] Reagan y [Margaret] Thatcher a la
reunión de Cancún, donde se encontraron los jefes de Estado para poner en
marcha este plan de acción significó el fin del multilateralismo. O sea, el fin
de la idea de la cooperación internacional.
EC —Aquí entramos en otra de
sus inquietudes: la gobernanza.
R.SAVIO —La gobernanza estaba
hecha en este diseño que funcionó para muchas cosas.
Estuvo el Consenso de Washington, donde el Tesoro americano, el
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial decidieron que
había que hacer ajustes estructurales en América Latina, África
y Asia para eliminar el Estado interventor y regulador para dejar que el
mercado fuera el único motor del crecimiento sin ningún control y con la menor
regulación posible.
La caída del Muro de Berlín en el mismo período en que la idea
de que haya un debate político desaparece, porque hay un solo modelo de
crecimiento, que es el capitalismo sin control.
Y la eliminación de la separación entre finanzas y economía, de
lo cual nunca se habla, pero que para mí es el fenómeno económico más
significativo. Porque hoy si usted tiene US$ 968.000 billones puede comprar los
productos de bienes y servicios de todo el mundo. Esos US$ 968.000 billones es
lo que produce el hombre. El mismo día las transacciones financieras son US$ 40
trillones de dólares. O sea, US$ 40 dólares de operación financiera por cada
dólar de producción humana.
Las finanzas no tienen ningún organismo que pueda regularlas o
coordinarlas. El resultado es que en cuanto se ha hecho esta eliminación de la
separación entre banco de depósito y banco de inversión que hizo [Bill]
Clinton, después de un largo proceso empezado por Reagan, hemos tenido que
pagar US$ 4 trillones de dólares en el mundo para salvar los bancos, porque se
han puesto a especular de manera dramática.
Todavía quedan US$ 800.000 millones de títulos tóxicos y desde
la última crisis económica, la del 2009, los bancos han pagado US$ 280.000
millones de penalidades por actividades ilegales o criminales. Estamos frente a
un mundo tan gigantesco que ha salido de la economía real y tiene vida propia
por primera vez en la historia. Es el factor de mayor poder en la relación
entre economía y política hoy.
Todas estas cosas juntas han creado un mecanismo en el que la
política ha sido marginalizada.
EC —Entonces, ¿puede pensarse
que incluso alguien como Donald Trump tiene escaso margen para actuar en esa
materia?
R.SAVIO —Donald Trump en este
momento tiene una idea muy sencilla, que es que la economía siga el camino de
la especulación.
EC —¿Cómo lo definimos, como
italiano o como argentino? ¿Dónde tiene su base?
R.SAVIO —Desde el punto de
vista de la visión de la cultura, del espacio del arte, me siento italiano;
desde el punto de vista de la vivencia humana, de la visión del mundo, del
sentir, del gozar de la vida, me siento más argentino. Lo que pasa es que los
argentinos son normalmente identificados con los porteños, y los porteños
estaban entre los arrogantes más grandes del mundo. La crisis argentina ha
reducido este tipo de arrogancia, pero ser porteño no es exactamente un título
que haga simpática a una persona cuando viaja.
EC —Sigamos hablando de los temas que usted advierte que se
abordan poco y mal en la cobertura de los asuntos internacionales. Por ejemplo,
el cambio climático, las migraciones, los refugiados. En una columna que
escribió en agosto decía: “todo el mundo cautivado por la ola de refugiados y
por cómo cambia el panorama político en Europa, donde retornan los
nacionalismos, los populismos y la xenofobia, como en la fatal década de los
años treinta. Pero Wajer Kamal, director del servicio en árabe de IPS, nos
recuerda, según datos del Consejo Noruego para Refugiados, que solo en 2015 más
de 19 millones de personas huyeron de desastres ambientales en 113 países.
Estos desastres desplazan a entre tres y diez veces más personas que los
conflictos o las guerras en todo el mundo”. ¿Por qué le pareció tan importante
detenerse en ese dato, en esa comparación?
—Porque
estamos frente a otro problema. Lo que me parece curioso es que
estamos teniendo una conversación sobre temas fundamentales de
los cuales en la prensa no se encuentra traza y en el debate político menos.
Un ciudadano uruguayo que vive en este país mirando la
televisión, leyendo los diarios y escuchando el debate político tiene una
visión sumamente fragmentaria de lo que estamos hablando. Con lo cual es
preocupante que el Uruguay, que es un país de gran tradición democrática,
cívica, está hecho hoy por ciudadanos que ignoran lo que pasa en el mundo. Eso
es lo que me preocupa y la razón por la cual yo viajo, hablo, escribo, porque
creo que hay un déficit de la democracia.
Por ejemplo, el problema del cambio climático.
Hace 25 años que estamos luchando para que el tema del cambio
climático produzca un efecto concreto en el mundo. Planeta hay uno, no hay más.
Hemos hecho de todo para crear problemas en este planeta. El uso de fósiles en
lugar de energía alternativa se ha seguido durante 25 años porque es más barato
utilizar el carbón y el petróleo que desarrollar alternativas. Todos sabemos
desde hace 25 años que se supera 1,5 grados de calentamiento de la Tierra
respecto a comienzos de 1800, cuando empieza la revolución industrial, y cuando
por lo tanto empieza la relación del hombre con el clima en términos
importantes. Sabemos que si pasamos de 1,5 grados de calentamiento vamos a
tener consecuencias muy serias para el tipo de vida al cual estamos
acostumbrados.
Hace poco se hizo la conferencia de París, la cumbre de jefes de
Estado.
EC —La COP 21, que en estos
días dio lugar a la COP 22.
—Mientras que en París hubo un esfuerzo para
aprobar un plan de gobernabilidad mundial, en la COP 22 en Marruecos todo el
mundo quedó paralizado diciendo “¿y ahora?, ¿si llega Trump, que dice que el
cambio climático lo inventó China para conspirar contra el crecimiento de
Estados Unidos?”. Hemos parado todo.
Pero hay que señalar un pequeño detalle: ¿cómo se ha hecho el
acuerdo mundial sobre el clima? Se ha hecho con la siguiente fórmula:
cada país decide qué va a hacer para reducir el cambio climático
y cada país es responsable de controlar que se haga. Y si pedimos a los
ciudadanos, cada uno decide cuánto impuesto pagar y cada uno de ustedes es
responsable de averiguar que se pague, ¿qué pasaría en la economía de este
país?
EC —Usted dice que no es muy
razonable el sistema que se eligió en la COP 21.
—Es un sistema de nobles intenciones, en la
medida en que se piense que los países actúan en base a nobles intenciones
seguramente funcionaría, pero no hay mucha evidencia de que los países actúen
en base a nobles intenciones. El resultado ahora es que tenemos un acuerdo
climático que no es suficiente para lo que se necesita. La llegada de Trump
paraliza todo el debate y estamos de nuevo frente a una situación en la cual el
tiempo pasa y no se hace nada. Mientras tanto, los países siguen invirtiendo en
gastos de tipo fósil, los subsidios que este año se dan para la industria fósil
son dos veces superiores a lo que hay en el presupuesto para el desarrollo de
la industria climática limpia. Seguimos estando en una situación en la que no
se toman decisiones.
EC —Es curioso ese dato de
que hay más refugiados debido a catástrofes ambientales que debido a crisis o
guerras de tipo político.
—Es inexorable, porque las guerras de tipo político
son resultado de la idea que tiene Occidente, sobre todo Estados
Unidos y parte Europa, de que tienen derecho a intervenir en los países para
rectificar el camino nacional.
Ha sido una decisión estadounidense la de entrar en Irak y una
decisión europea con participación estadounidense la de entrar en Libia y en
Siria.
Todos los desplazados que creamos son una pequeña fracción de lo
que estamos creando con el cambio climático.
Según Naciones Unidas, al final de este año vamos a tener 40
millones de refugiados climáticos, cifra indicada por la COP 21.
¿Cómo se acomoda a esta gente? Si nosotros hemos demorado 25
años para hacer un acuerdo climático incompleto y que no se está implementando,
¿vamos a tener 25 años para implementar un acuerdo sobre migraciones? 25 años
en esta situación en la cual estamos, con la migración que se está dando y que
pesa sobre estados en Europa y condiciona la política de aquellos países es una
eternidad.
La política no está al paso con lo que está aconteciendo en el
mundo.
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