Javier Milei todavía no cae en la
cuenta de que es presidente de la Argentina y volvió a dar rienda suelta a su
incontinencia verbal para insultar una vez más al presidente de Colombia, Gustavo
Petro, y a su par mexicano, Andrés Manuel López Obrador.
El primero volvió a ser acusado de “asesino terrorista”,
atributo que en la campaña presidencial Milei le endilgó a su actual ministra
de Seguridad, Patricia Bullrich. A AMLO, en cambio, lo trató de
"ignorante".
Hace pocos días, en Uspallata, su actual embajador en
Chile, Jorge Faurie, incurrió en una grosería semejante en una
reunión bilateral con sus colegas trasandinos. Después tuvo que pedir perdón.
Mucho más grave empero es el caso del Presidente, por las
gravísimas consecuencias que acarrean sus palabras y sus gestos para la
Argentina y las relaciones de hermandad con los países de la región.
Por empezar con una casi ruptura de relaciones diplomáticas con
Colombia y una situación de extrema tensión con la República Bolivariana de
Venezuela y con México.
Confirmando por enésima vez que la diplomacia no es lo suyo, la
canciller Diana Mondino procuró “bajar los decibeles” del
entredicho con el presidente colombiano diciendo que “tendríamos que ver por
qué habría que pedir disculpas. Petro efectivamente fue terrorista.”
*** Encerrado en su tóxica nube de esoterismos y delirios, Milei
parece no ser consciente de que las palabras y los gestos pesan y tienen
efectos duraderos; que ofensas y agravios como los que ha dispensado a propios
y ajenos gravitan negativamente sobre el presente y el futuro de este país.
*** A primera vista, Milei parecería ser víctima de una
enfermedad incurable que lo lleva compulsivamente a comportarse como un “””barrabrava
de opereta”””.
Pero como bien ha señalado Carlos Raimundi en
la red social X, más allá de idiosincrasias personales
***los desplantes de Milei mal pueden comprenderse sin su
evidente vinculación con una "estrategia minuciosamente planificada por
los grandes monopolios y fondos de inversión que sostienen el sistema
capitalista financiero globalizado en su disputa con China".
Aquellos, junto a los funcionarios del gobierno de Estados
Unidos, cosecharon un logro inusual en las relaciones internacionales:
“””… en menos de cien días han convertido al titular de la Casa
Rosada en su lacayo favorito, por lo obediente y por su disposición a hacer
todo lo que pidan sus mandantes”””.
El resultado:
*** “””la Argentina
convertida en un nuevo y enorme enclave neocolonial.
*** El director de la CIA y la jefa del Comando Sur son hoy por
hoy las autoridades máximas de nuestra languideciente “democracia”,
cogobernando junto al FMI y el gran capital financiero.
*** El profeta del anarcocapitalismo es tan sólo el sádico brazo
ejecutor del asesinato en masa que provocan sus políticas de ajuste.***
¿Cuántos han muerto ya a causa de los remedios oncológicos que
ahora el Estado, a través del PAMI y otras agencias, no entrega a pacientes en
riesgo de vida?
¿Cuántos jubilados y pensionados están ya condenados a una
muerte lenta, sin esperanza alguna, por la brutal reducción de sus ingresos que
no les permite adquirir no sólo su comida sino los medicamentos más
imprescindibles para luchar contra sus enfermedades?
La gélida crueldad de la “troglocracia” gobernante -recordemos:
el gobierno de los feroces y primitivos trogloditas- recuerda la imperturbabilidad
del dictador Jorge R. Videla ante la angustiosa pregunta de
los familiares por la suerte de sus seres queridos.
Ni Milei ni Victoria Villarruel ni Diana
Mondino demuestran poseer el menor sentimiento de solidaridad humanitaria ante
el holocausto social que están deliberadamente provocando en la Argentina.
Es más, se advierte en ellos, especialmente en el Presidente, un
gesto de sádica satisfacción cuando anuncia que dejará en la calle a 70 mil
empleados públicos; o cuando arremete contra todo lo que huela a cultura o que
favorezca la información pública.
De ahí su ataque a Télam, la TV pública, Radio Nacional, el
Incaa, el Conicet, las universidades públicas y todo lo que en su paranoia
política huela a “marxismo cultural” o delate la amenazante presencia de
Antonio Gramsci oculto tras los discursos que promueven la ampliación de los
derechos y la democratización de la sociedad.
Embotadas sus luces con las visiones salvíficas de los libres
mercados urdidas por los estériles profetas de la Escuela Austríaca e incitado por los factores reales de poder, Milei sobreactúa
sus arrebatos y, como un cruzado medieval henchido de fanatismo religioso, se
lanza al ruedo.
Pero no nos confundamos, no contra cualquiera. Lo hace contra
quienes el imperio considera un incordio para sus planes porque no se doblegan
ante sus mandatos.
Fiel a los deseos de Washington, sabotea los proyectos de integración latinoamericana,
rompe la alianza con Brasil, insulta a los gobernantes de México y Colombia,
fustiga a los gobiernos de China y Rusia y en una decisión
antipatriótica e imperdonable rehúsa concretar el ingreso de la
Argentina a los BRICS mientras se arrastra por el lodo para gozar de
los placeres y las recompensas que prometen las relaciones carnales con los
añosos mandamases de Washington.
En México, AMLO está a punto de culminar un sexenio de gobierno
con notables avances para su país y su pueblo, logrados en medio de grandes
obstáculos, todo lo cual ha lo hace entrar por la puerta grande de la Historia,
al igual que a Petro por su infatigable empeño por lograr la paz en Colombia.
Distinta será la trayectoria de Milei, sin duda. Saldrá, en el
mejor de los casos, por la puerta de servicio de la Historia; en el peor, lo
hará a través de sus pestilentes cloacas.
En cien días se reveló como un pésimo gobernante; como un hombre
que confunde sus alucinaciones pseudo-teóricas con la realidad; fabulador
incansable, que desconoce la historia de su país y del mundo que pretende dotar
de seriedad a sus extravagantes ocurrencias con números y estadísticas que
arroja sin ton ni son y siempre huérfanas de fundamento empírico.
Un gobernante mentiroso que prometió cortarse un brazo antes de
aumentar un impuesto y ya aumentó varios, y el verdugo sigue esperándolo en
vano con el hacha en ristre.
Petulante y brutal en sus gestos y palabras, encerrado en el
sombrío mundo de sus arcanos esoterismos, Milei es el grotesco mascarón de
proa de una banda de delincuentes de cuello blanco cuyo único objetivo es saquear
los bolsillos y la riqueza de las y los argentinos (“licuar sus
salarios, jubilaciones y prensiones”, tal como con singular desparpajo lo
expresara el Presidente) y apoderarse de todas las riquezas del país: sus
empresas públicas, sus tierras, sus recursos naturales, sus ríos y mares y con
ello, destruir a la Nación y a su Estado, molestas realidades que Milei
detesta profundamente porque la una y el otro son incompatibles con la tiranía
de los mercados.
En resumen, el grosero peón de Washington y orgulloso apologista
del mayor asesino serial de nuestro tiempo, el genocida Benjamín
Netanyahu, actúa en coherencia con sus principios.
No sólo es cómplice del exterminio en curso en Gaza, sino que
también muestra su indiferencia ante el sufrimiento y el lento genocidio que
está perpetrando en contra de su propio pueblo.
Ahora acaba de anunciar que irá a España seguramente a buscar
renovadas fuentes de inspiración en un cónclave de los nostálgicos del medioevo
español.
En poco más de tres meses de mal gobierno, Milei ha sembrado
numerosos vientos. Dicen los meteorólogos que éstos inevitablemente provocan
violentas tempestades. La historia ha demostrado que este nexo causal es
también válido para la vida política de las naciones. En los próximos meses lo
sabremos.
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