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jueves, 2 de marzo de 2017

BEATRIZ SARLO - ***"Me disgusta muchísimo el abuso de la idea de felicidad como propaganda política"*** - Entrevista de ALEJANDRO CZERWAKI [diario Clarin] - POST-VERDAD - NEOLENGUA - LÉXICO POLITICO POBRE - NEO-POPULISMO DE LA FELICIDAD - HABLARÁS TIRANDO BUENAS ONDAS - REDES SOCIALES - CONSUMO CULTURAL DE LOS JÓVENES - CRISIS DE LA ESCUELA SECUNDARIA -

Diálogos a fondo. Beatríz Sarlo

"Me disgusta muchísimo el abuso 

de la idea de felicidad como 

propaganda política"

Alejandro Czerwacki 
"Me disgusta muchísimo el abuso de la idea de felicidad como propaganda política"

Beatriz Sarlo. Foto: Diego Díaz

Su libro “Escenas de la vida posmoderna”, ensayo de los años ‘90, que describía los grandes cambios culturales y urbanos del país, tuvo su reedición casi 20 años después, con temáticas que siguen vigentes. Beatriz Sarlo observa con detenimiento los fenómenos literarios, incluso novelas, que pueden confundir realidad y ficción y hasta ser curiosas lecturas en estos tiempos. 
Que la clásica novela “1984”, de George Orwell, se haya disparado en ventas en los EE.UU. no parece un hecho fortuito. 
“No es sorprendente que se haga una analogía de la dictadura simbólica de la novela al temor de un gobierno autoritario y en términos simbólicos, acerca del autoritarismo discursivo en boga –explica Sarlo-. Aunque, por ahora, lo de Trump está lejos de constituir un régimen, como en la novela”.
¿La comparación del inicio de la presidencia de Trump con el 1984 de Orwell puede estar preanunciando un cambio de régimen político?
Hablar de “1984” y la relación con Trump, nos lleva al concepto de la post-verdad; la idea de que no hace falta someterse al chequeo de las afirmaciones y hechos que pretenden presentarse como verdaderos. 
Funciona en las redes sociales de manera extravagante. En el caso de Trump tiene que ver con la antipatía hacia el periodismo serio, que contrasta la veracidad de sus noticias y por eso molesta al poder. 
La post-verdad es el desvanecimiento del contrato por el cual se establece que una noticia o acontecimiento efectivamente, ha sucedido.
La “neolengua” como la idea de supresión de palabras que no sean acordes a un régimen o acomodadas a lo que “se debe” decir...
Conocemos de eso en Argentina Bueno, cada etapa política trae su léxico. El peronismo de 1945 trajo la palabra “descamisado” y se implantó el “ grasita” con éxito. Alfonsín reinstala el preámbulo de la Constitución en el eje de su discurso. El kirchnerismo trajo el léxico de los ideales que había sido barrido durante el menemismo. Y después, lo que se llamó el “relato”, en los períodos de Cristina, se encontraban fragmentos de la historia argentina que no habían estado presentes en el primer peronismo pero sí en el de los años ‘70. 
Hoy, tenemos un léxico político pobre basado en el concepto de la felicidad, con escasa sustancia filosófico-política.
¿La escasez o riqueza del lenguaje actual estáría relacionada con lo que usted define como “neopopulismo de la felicidad”?
No necesariamente pero en nuestro país hay una pobreza discursiva muy fuerte y en ese ambiente de medianía se presenta la felicidad como concepto político. 
Se nos dice que los asesores de Macri tienen la idea de que no hay que decirle cosas complejas a la gente. 
También puede estar en los límites del presidente Macri, que no es un gran orador y cuyo primer mandamiento parece ser: “Hablarás tirando buena onda”.
¿Cuál es el problema, o debilidad, de ese mensaje?
Me disgusta profundamente el abuso de la idea de felicidad como herramienta propagandística. Es un manejo desagradable aunque tenga un impacto eficaz que acerque a la familia presidencial a la gente con una imagen de vida cotidiana que refuerza esa idea algo frívola de la felicidad. 
No creo en esa imagen de la familia feliz utilizada para transmitir preocupación social, mientras uno sabe el porcentaje altísimo de familias y chicos pobres que existen en nuestro país.
¿Las redes sociales son funcionales a esta manera de comunicar?
O no…porque las críticas en las redes son despiadadas, un espacio de opinión libre en las condiciones que vivimos. En las redes, hay una rebelión contra los políticos y de manera muy libre, se caracterizan por la posición que tienen frente a un gobierno existente. 
Las redes necesitan ese acompañamiento discursivo de los intelectuales que están ahí participando. Aunque creo que son importantes sólo para los millones que participan de ellas.
¿Ve un cambio en el consumo cultural de los jóvenes en el país?
Están, por suerte, los “booktubers”, que se esfuerzan en mantener la cultura del libro en las redes sociales. 
También están los jóvenes con un hambre ideológico de absorción de aquello que desconocen, pero son de capas medias y medias altas. Ni Facebook ni Twitter van a ser competencia con el periodismo, nunca. Son sólo entretenimiento o vehículos. ¿Encontraste en las redes sociales alguna vez una noticia? Todo lo que necesito saber de Trump, por ejemplo, lo encuentro en las páginas web de los diarios u otras, pero no en las redes sociales.
3 3 3¿Qué pasa con los jóvenes que no acceden a estas tendencias?
El acceso te lo da una base de formación cultural para leer cierto tipo de textos, que lo brinda la escuela secundaria. Pero la catástrofe de la educación media hace que sólo tengamos colegios públicos y privados de elite y el resto queda muy atrás. Hoy el colegio secundario marca de una manera indeleble. Te da cierta destreza de lectura y es imposible leer un texto periodístico simple sin esa base. Hay ciertas formas de populismo pedagógico como creer que la gente lee todo el día por el hecho de tener un teléfono móvil. Esa idea arrasó en las escuelas. El populismo pedagógico tiene una responsabilidad en la forma en que encaramos la enseñanza de los jóvenes que no tienen acceso a la cultura.
Señas Particulares
Beatriz Sarlo es escritora y ensayista en el ámbito de la crítica literaria y cultural así como de vanguardias y cultura urbana, fue ganadora del Premio Konex de Platino, en la categoría ensayo literario, y del premio Pluma de Honor de la Academia Nacional de Periodismo de Argentina. Durante treinta años (1978-2008) dirigió la revista Punto de vista, publicación de divulgación de nuevos enfoques teóricos en el campo de las ciencias sociales y los estudios sobre cultura y literatura. Fue profesora de Literatura Argentina en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, además de haber dictado cursos en diferentes países del mundo y autora de numerosos libros.

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