Neoliberalismo: la raíz ideológica de todos nuestros problemas
Desde el colapso económico hasta el desastre
ambiental, pasando por el ascenso de Donald
Trump: el neoliberalismo ha desempeñado un papel
en todos ellos. ¿Cómo es posible que la izquierda
no haya planteado una alternativa?
ambiental, pasando por el ascenso de Donald
Trump: el neoliberalismo ha desempeñado un papel
en todos ellos. ¿Cómo es posible que la izquierda
no haya planteado una alternativa?
Imaginen que los ciudadanos de la Unión Soviética no
hubieran oído hablar del comunismo. Pues bien, la
mayoría de la población desconoce el nombre de la ideología
que domina nuestras vidas. Si la mencionan en una
conversación, se ganarán un encogimiento de hombros; y,
aunque su interlocutor haya oído el término con
anterioridad, tendrá problemas para definirlo.
¿Saben qué es el neoliberalismo?
hubieran oído hablar del comunismo. Pues bien, la
mayoría de la población desconoce el nombre de la ideología
que domina nuestras vidas. Si la mencionan en una
conversación, se ganarán un encogimiento de hombros; y,
aunque su interlocutor haya oído el término con
anterioridad, tendrá problemas para definirlo.
¿Saben qué es el neoliberalismo?
Su anonimato es causa y efecto de su poder. Ha sido
protagonista en crisis de lo más variadas: el colapso
financiero de los años 2007 y 2008, la externalización
de dinero y poder a los paraísos fiscales (los “papeles de
Panamá” son solo la punta del iceberg), la lenta destrucción
de la educación y la sanidad públicas, el resurgimiento de la
pobreza infantil, la epidemia de soledad, el colapso de los
ecosistemas y hasta el ascenso de Donald Trump. Sin
embargo, esas crisis nos parecen elementos aislados, que no
guardan relación. No somos conscientes de que todas ellas son
producto directo o indirecto del mismo factor: una filosofía
que tiene un nombre; o, más bien, que lo tenía. ¿Y qué da
más poder que actuar de incógnito?
protagonista en crisis de lo más variadas: el colapso
financiero de los años 2007 y 2008, la externalización
de dinero y poder a los paraísos fiscales (los “papeles de
Panamá” son solo la punta del iceberg), la lenta destrucción
de la educación y la sanidad públicas, el resurgimiento de la
pobreza infantil, la epidemia de soledad, el colapso de los
ecosistemas y hasta el ascenso de Donald Trump. Sin
embargo, esas crisis nos parecen elementos aislados, que no
guardan relación. No somos conscientes de que todas ellas son
producto directo o indirecto del mismo factor: una filosofía
que tiene un nombre; o, más bien, que lo tenía. ¿Y qué da
más poder que actuar de incógnito?
El neoliberalismo es tan ubicuo que ni siquiera lo
reconocemos como ideología. Aparentemente, hemos
asumido el ideal de su fe milenaria como si fuera una fuerza
natural; una especie de ley biológica, como la teoría de la
evolución de Darwin. Pero nació con la intención deliberada
de remodelar la vida humana y cambiar el centro del poder.
reconocemos como ideología. Aparentemente, hemos
asumido el ideal de su fe milenaria como si fuera una fuerza
natural; una especie de ley biológica, como la teoría de la
evolución de Darwin. Pero nació con la intención deliberada
de remodelar la vida humana y cambiar el centro del poder.
Para el neoliberalismo, la competencia es la característica
fundamental de las relaciones sociales.
Afirma que “el mercado” produce beneficios que no
se podrían conseguir mediante la planificación, y convierte
a los ciudadanos en consumidores cuyas opciones
democráticas se reducen como mucho a comprar y
vender, proceso que supuestamente premia el mérito y
castiga la ineficacia.
Todo lo que limite la competencia es, desde su punto de
vista, contrario a la libertad.
Hay que bajar los impuestos, reducir los controles y
privatizar los servicios públicos.
Las organizaciones obreras y la negociación colectiva no son
más que distorsiones del mercado que dificultan la
creación de una jerarquía natural de triunfadores y
perdedores. La desigualdad es una virtud: una
recompensa al esfuerzo y un generador de riqueza que
beneficia a todos. La pretensión de crear una sociedad
más equitativa es contraproducente y moralmente
corrosiva. El mercado se asegura de que todos reciban lo que
merecen.
El neoliberalismo afirma que “el mercado” produce
beneficios que no se podrían conseguir mediante la
planificación, y convierte a los ciudadanos en
consumidores cuyas opciones democráticas se reducen como
mucho a comprar y vender. El mercado se asegura de que
todos reciban lo que merecen.
fundamental de las relaciones sociales.
Afirma que “el mercado” produce beneficios que no
se podrían conseguir mediante la planificación, y convierte
a los ciudadanos en consumidores cuyas opciones
democráticas se reducen como mucho a comprar y
vender, proceso que supuestamente premia el mérito y
castiga la ineficacia.
Todo lo que limite la competencia es, desde su punto de
vista, contrario a la libertad.
Hay que bajar los impuestos, reducir los controles y
privatizar los servicios públicos.
Las organizaciones obreras y la negociación colectiva no son
más que distorsiones del mercado que dificultan la
creación de una jerarquía natural de triunfadores y
perdedores. La desigualdad es una virtud: una
recompensa al esfuerzo y un generador de riqueza que
beneficia a todos. La pretensión de crear una sociedad
más equitativa es contraproducente y moralmente
corrosiva. El mercado se asegura de que todos reciban lo que
merecen.
El neoliberalismo afirma que “el mercado” produce
beneficios que no se podrían conseguir mediante la
planificación, y convierte a los ciudadanos en
consumidores cuyas opciones democráticas se reducen como
mucho a comprar y vender. El mercado se asegura de que
todos reciban lo que merecen.
Asumimos y reproducimos su credo. Los ricos se convencen
de que son ricos por méritos propios, sin que sus
privilegios (educativos, patrimoniales, de clase) hayan
tenido nada que ver.
Los pobres se culpan de su fracaso, aunque no puedan
hacer gran cosa por cambiar las circunstancias
que determinan su existencia.
¿Desempleo estructural? Si usted no tiene empleo, es
porque carece de iniciativa.
¿Viviendas de precios desorbitados? Si su cuenta está
en números rojos, es por su incompetencia y falta de
previsión.
¿Qué es eso de que el colegio de sus hijos ya no tiene
instalaciones de educación física? Si engordan, es culpa
suya. En un mundo gobernado por la competencia,
los que caen pasan a ser perdedores ante la sociedad y
ante sí mismos.
de que son ricos por méritos propios, sin que sus
privilegios (educativos, patrimoniales, de clase) hayan
tenido nada que ver.
Los pobres se culpan de su fracaso, aunque no puedan
hacer gran cosa por cambiar las circunstancias
que determinan su existencia.
¿Desempleo estructural? Si usted no tiene empleo, es
porque carece de iniciativa.
¿Viviendas de precios desorbitados? Si su cuenta está
en números rojos, es por su incompetencia y falta de
previsión.
¿Qué es eso de que el colegio de sus hijos ya no tiene
instalaciones de educación física? Si engordan, es culpa
suya. En un mundo gobernado por la competencia,
los que caen pasan a ser perdedores ante la sociedad y
ante sí mismos.
La epidemia de autolesiones, desórdenes alimentarios,
depresión, incomunicación, ansiedad y fobia social es
una de las consecuencias de ese proceso, que Paul
Verhaeghe documenta en su libro What About Me?.
No es sorprendente que Gran Bretaña, el país donde la
ideología neoliberal se ha aplicado con más rigor,
sea la capital europea de la soledad. Ahora, todos somos
neoliberales.
El término neoliberalismo se acuñó en París, en una
reunión celebrada en 1938. Su definición ideológica es
hija de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, dos
exiliados austríacos que rechazaban la democracia
social (representada por el New Deal de Franklin
Roosevelt y el desarrollo gradual del Estado del
bienestar británico) porque la consideraban una
expresión colectivista a la altura del comunismo y del
movimiento nazi.
depresión, incomunicación, ansiedad y fobia social es
una de las consecuencias de ese proceso, que Paul
Verhaeghe documenta en su libro What About Me?.
No es sorprendente que Gran Bretaña, el país donde la
ideología neoliberal se ha aplicado con más rigor,
sea la capital europea de la soledad. Ahora, todos somos
neoliberales.
El término neoliberalismo se acuñó en París, en una
reunión celebrada en 1938. Su definición ideológica es
hija de Ludwig von Mises y Friedrich Hayek, dos
exiliados austríacos que rechazaban la democracia
social (representada por el New Deal de Franklin
Roosevelt y el desarrollo gradual del Estado del
bienestar británico) porque la consideraban una
expresión colectivista a la altura del comunismo y del
movimiento nazi.
En Camino de servidumbre (1944), Hayek afirma
que la planificación estatal aplasta el individualismo y
conduce inevitablemente al totalitarismo. Su libro, que
tuvo tanto éxito como La burocracia de Mises, llegó a
ojos de determinados ricos que vieron en su
ideología una oportunidad de librarse de los
impuestos y las regulaciones. En 1947, cuando
Hayek fundó la primera organización encargada de
extender su doctrina (la Mont Perelin Society),
obtuvo apoyo económico de muchos millonarios y de
sus fundaciones.
que la planificación estatal aplasta el individualismo y
conduce inevitablemente al totalitarismo. Su libro, que
tuvo tanto éxito como La burocracia de Mises, llegó a
ojos de determinados ricos que vieron en su
ideología una oportunidad de librarse de los
impuestos y las regulaciones. En 1947, cuando
Hayek fundó la primera organización encargada de
extender su doctrina (la Mont Perelin Society),
obtuvo apoyo económico de muchos millonarios y de
sus fundaciones.
Gracias a ellos, Hayek empezó a crear lo que Daniel
Stedman Jones describe en Amos del universo como “una
especie de Internacional Neoliberal”, una red
inter-atlántica de académicos, empresarios, periodistas
y activistas. Además, sus ricos promotores financiaron
una serie de comités de expertos cuya labor consistía en
perfeccionar y promover el credo; entre ellas, el American
Enterprise Institute, la Heritage Foundation, el Cato
Institute, el Institute of
Economic Affairs, el Centre for Policy Studies y
el Adam Smith Institute. También financiaron
departamentos y puestos académicos en muchas
universidades, sobre todo de Chicago y Virginia.
Stedman Jones describe en Amos del universo como “una
especie de Internacional Neoliberal”, una red
inter-atlántica de académicos, empresarios, periodistas
y activistas. Además, sus ricos promotores financiaron
una serie de comités de expertos cuya labor consistía en
perfeccionar y promover el credo; entre ellas, el American
Enterprise Institute, la Heritage Foundation, el Cato
Institute, el Institute of
Economic Affairs, el Centre for Policy Studies y
el Adam Smith Institute. También financiaron
departamentos y puestos académicos en muchas
universidades, sobre todo de Chicago y Virginia.
Cuanto más crecía el neoliberalismo, más estridente era.
La idea de Hayek de que los Gobiernos debían
regular la competencia para impedir monopolios dio
paso entre sus apóstoles estadounidenses −como Milton
Friedman− a la idea de que los monopolios venían a ser
un premio a la eficacia. Pero aquella evolución tuvo
otra consecuencia: que el movimiento perdió el nombre.
En 1951, Friedman se definía neoliberal sin tapujo
alguno. Poco después, el término empezó a desaparecer.
Y por si eso no fuera suficientemente extraño en una
ideología cada vez más tajante y en un movimiento cada
vez más coherente, no buscaron sustituto para el nombre
perdido.
La idea de Hayek de que los Gobiernos debían
regular la competencia para impedir monopolios dio
paso entre sus apóstoles estadounidenses −como Milton
Friedman− a la idea de que los monopolios venían a ser
un premio a la eficacia. Pero aquella evolución tuvo
otra consecuencia: que el movimiento perdió el nombre.
En 1951, Friedman se definía neoliberal sin tapujo
alguno. Poco después, el término empezó a desaparecer.
Y por si eso no fuera suficientemente extraño en una
ideología cada vez más tajante y en un movimiento cada
vez más coherente, no buscaron sustituto para el nombre
perdido.
Ideología en la sombra
A pesar de su dadivosa financiación, el neoliberalismo
permaneció al principio en la sombra. El
consenso de posguerra era prácticamente universal: las
recetas económicas de John Maynard Keynes se aplicaban
en muchos lugares del planeta; el pleno empleo y la
reducción de la pobreza eran objetivos comunes de los
Estados Unidos y de casi toda Europa occidental; los
impuestos al capital eran altos y los Gobiernos no se
avergonzaban de buscar objetivos sociales mediante
servicios públicos nuevos y nuevas redes de apoyo.
permaneció al principio en la sombra. El
consenso de posguerra era prácticamente universal: las
recetas económicas de John Maynard Keynes se aplicaban
en muchos lugares del planeta; el pleno empleo y la
reducción de la pobreza eran objetivos comunes de los
Estados Unidos y de casi toda Europa occidental; los
impuestos al capital eran altos y los Gobiernos no se
avergonzaban de buscar objetivos sociales mediante
servicios públicos nuevos y nuevas redes de apoyo.
Pero, en la década de 1970, cuando la crisis económica
sacudió las dos orillas del Atlántico y el keynesianismo
se empezó a derrumbar, los principios neoliberales se
empezaron a abrir paso en la cultura dominante.
En palabras de Friedman, “se necesitaba un cambio
(…) y ya había una alternativa preparada”. Con
ayuda de periodistas y consejeros políticos adeptos a la
causa, consiguieron que los Gobiernos de Jimmy
Carter y Jim Callaghan aplicaran elementos del
neoliberalismo (sobre todo en materia de política
monetaria) en los Estados Unidos y Gran Bretaña,
respectivamente.
sacudió las dos orillas del Atlántico y el keynesianismo
se empezó a derrumbar, los principios neoliberales se
empezaron a abrir paso en la cultura dominante.
En palabras de Friedman, “se necesitaba un cambio
(…) y ya había una alternativa preparada”. Con
ayuda de periodistas y consejeros políticos adeptos a la
causa, consiguieron que los Gobiernos de Jimmy
Carter y Jim Callaghan aplicaran elementos del
neoliberalismo (sobre todo en materia de política
monetaria) en los Estados Unidos y Gran Bretaña,
respectivamente.
El resto del paquete llegó enseguida, tras los triunfos
electorales de Margaret Thatcher y Ronald Reagan:
reducciones masivas de los impuestos de los ricos,
destrucción del sindicalismo, desregulación,
privatización y tercerización y subcontratación de los
servicios públicos. La doctrina neoliberal se impuso en
casi todo el mundo −y, frecuentemente, sin consenso
democrático de ninguna clase− a través del FMI, el Banco
Mundial, el Tratado de Maastricht y la
Organización Mundial del Comercio. Hasta partidos que
habían pertenecido a la izquierda adoptaron sus
principios; por ejemplo, el Laborista y el Demócrata.
Como afirma Stedman Jones, “cuesta encontrar otra
utopía que se haya hecho realidad de un modo tan absoluto”.
Puede parecer extraño que un credo que prometía libertad y
capacidad de decisión se promoviera con este lema:
electorales de Margaret Thatcher y Ronald Reagan:
reducciones masivas de los impuestos de los ricos,
destrucción del sindicalismo, desregulación,
privatización y tercerización y subcontratación de los
servicios públicos. La doctrina neoliberal se impuso en
casi todo el mundo −y, frecuentemente, sin consenso
democrático de ninguna clase− a través del FMI, el Banco
Mundial, el Tratado de Maastricht y la
Organización Mundial del Comercio. Hasta partidos que
habían pertenecido a la izquierda adoptaron sus
principios; por ejemplo, el Laborista y el Demócrata.
Como afirma Stedman Jones, “cuesta encontrar otra
utopía que se haya hecho realidad de un modo tan absoluto”.
Puede parecer extraño que un credo que prometía libertad y
capacidad de decisión se promoviera con este lema:
“No hay alternativa”. Pero, como dijo Hayek
durante una visita al Chile de Pinochet (uno de los
primeros países que aplicaron el programa de forma
exhaustiva), “me siento más cerca de una dictadura
neoliberal que de un gobierno democrático sin
liberalismo”.
durante una visita al Chile de Pinochet (uno de los
primeros países que aplicaron el programa de forma
exhaustiva), “me siento más cerca de una dictadura
neoliberal que de un gobierno democrático sin
liberalismo”.
La libertad de los neoliberales, que suena tan bien
cuando se expresa en términos generales, es libertad
para el pez grande, no para el pequeño.
Liberarse de los sindicatos y la negociación
colectiva significa libertad para reducir los salarios.
Liberarse de las regulaciones estatales significa
libertad para contaminar los ríos, poner en peligro
a los trabajadores, imponer tipos de interés
inicuos y diseñar exóticos instrumentos financieros.
Liberarse de los impuestos significa liberarse de las
políticas redistributivas que sacan a la gente de la
pobreza.
cuando se expresa en términos generales, es libertad
para el pez grande, no para el pequeño.
Liberarse de los sindicatos y la negociación
colectiva significa libertad para reducir los salarios.
Liberarse de las regulaciones estatales significa
libertad para contaminar los ríos, poner en peligro
a los trabajadores, imponer tipos de interés
inicuos y diseñar exóticos instrumentos financieros.
Liberarse de los impuestos significa liberarse de las
políticas redistributivas que sacan a la gente de la
pobreza.
En La doctrina del shock, Naomi Klein demuestra
que los teóricos neoliberales propugnan el uso de las
crisis para imponer políticas impopulares,
aprovechando el desconcierto de la gente; por ejemplo,
tras el golpe de Pinochet, la guerra de Irak y el huracán
Katrina, que Friedman describió como “una oportunidad
para reformar radicalmente el sistema educativo” de
Nueva Orleans. Cuando no pueden imponer sus
principios en un país, los imponen a través de
tratados de carácter internacional que incluyen
“instrumentos de arbitraje entre inversores y
Estados”, es decir, tribunales externos donde las
corporaciones pueden presionar para que se eliminen
las protecciones sociales y medioambientales. Cada vez
que un Parlamento vota a favor de congelar el precio
de la luz, de impedir que las farmacéuticas
estafen al Estado, de proteger acuíferos en peligro
por culpa de explotaciones mineras o de restringir
la venta de tabaco, las corporaciones lo denuncian y,
con frecuencia, ganan. Así, la democracia queda
reducida a teatro.
La afirmación de que la competencia universal
depende de un proceso de cuantificación y
comparación universales es otra de las paradojas del
neoliberalismo. Provoca que los trabajadores, las
personas que buscan empleo y los propios servicios
públicos se vean sometidos a un régimen opresivo de
evaluación y seguimiento, pensado para identificar a
los triunfadores y castigar a los perdedores. Según Von
Mises, su doctrina nos iba a liberar de la pesadilla
burocrática de la planificación central; y, en lugar de
liberarnos de una pesadilla, creó otra.
depende de un proceso de cuantificación y
comparación universales es otra de las paradojas del
neoliberalismo. Provoca que los trabajadores, las
personas que buscan empleo y los propios servicios
públicos se vean sometidos a un régimen opresivo de
evaluación y seguimiento, pensado para identificar a
los triunfadores y castigar a los perdedores. Según Von
Mises, su doctrina nos iba a liberar de la pesadilla
burocrática de la planificación central; y, en lugar de
liberarnos de una pesadilla, creó otra.
Menos sindicalismo y más privatizaciones
Los padres del neoliberalismo no lo concibieron como
chanchullo de unos pocos, pero se convirtió rápidamente
en eso. El crecimiento económico de la era neoliberal
(desde 1980 en GB y EEUU) es notablemente más bajo
que el de las décadas anteriores; salvo en lo tocante
a los más ricos. Las desigualdades de riqueza e ingresos,
que se habían reducido a lo largo de 60 años, se
dispararon gracias a la demolición del sindicalismo, las
reducciones de impuestos, el aumento de los precios de
vivienda y alquiler, las privatizaciones y las
desregularizaciones.
chanchullo de unos pocos, pero se convirtió rápidamente
en eso. El crecimiento económico de la era neoliberal
(desde 1980 en GB y EEUU) es notablemente más bajo
que el de las décadas anteriores; salvo en lo tocante
a los más ricos. Las desigualdades de riqueza e ingresos,
que se habían reducido a lo largo de 60 años, se
dispararon gracias a la demolición del sindicalismo, las
reducciones de impuestos, el aumento de los precios de
vivienda y alquiler, las privatizaciones y las
desregularizaciones.
La privatización total o parcial de los servicios públicos
de energía, agua, trenes, salud, educación, carreteras y
prisiones permitió que las grandes empresas
establecieran peajes en recursos básicos y cobraran
rentas por su uso a los ciudadanos o a los Gobiernos. El
término renta también se refiere a los ingresos
que no son fruto del trabajo. Cuando alguien paga un
precio exagerado por un billete de tren, sólo una parte
de dicho precio se destina a compensar a los operadores
por el dinero gastado en combustible, salarios y
materiales, entre otras partidas; el resto es la
constatación de que las corporaciones tienen a los
ciudadanos contra la pared.
de energía, agua, trenes, salud, educación, carreteras y
prisiones permitió que las grandes empresas
establecieran peajes en recursos básicos y cobraran
rentas por su uso a los ciudadanos o a los Gobiernos. El
término renta también se refiere a los ingresos
que no son fruto del trabajo. Cuando alguien paga un
precio exagerado por un billete de tren, sólo una parte
de dicho precio se destina a compensar a los operadores
por el dinero gastado en combustible, salarios y
materiales, entre otras partidas; el resto es la
constatación de que las corporaciones tienen a los
ciudadanos contra la pared.
Los dueños y directivos de los servicios públicos privatizados o
semi-privatizados de Gran Bretaña ganan fortunas
gigantescas mediante el procedimiento de invertir poco y
cobrar mucho. En Rusia y la India, los oligarcas adquieren
bienes estatales en liquidaciones por incendios. En México,
Carlos Slim obtuvo el control de casi toda la red de telefonía
fija y móvil y se convirtió en el hombre más rico del mundo.
semi-privatizados de Gran Bretaña ganan fortunas
gigantescas mediante el procedimiento de invertir poco y
cobrar mucho. En Rusia y la India, los oligarcas adquieren
bienes estatales en liquidaciones por incendios. En México,
Carlos Slim obtuvo el control de casi toda la red de telefonía
fija y móvil y se convirtió en el hombre más rico del mundo.
Andrew Sayer afirma en Why We Can’t Afford the Rich que la
financiarización ha tenido consecuencias parecidas: “Como
sucede con la renta, los intereses son (…) un ingreso
acumulativo que no exige de esfuerzo alguno”. Cuanto más
se empobrecen los pobres y más se enriquecen los ricos, más
control tienen los segundos sobre otro bien crucial: el dinero.
Los intereses son, sobre todo, una transferencia de dinero de
los pobres a los ricos
Los precios de las propiedades y la negativa de los Estados a
ofrecer financiación condenan a la gente a cargarse de deudas
(piensen en lo que pasó en Gran Bretaña cuando se cambiaron
las becas escolares por créditos escolares), y los bancos y sus
ejecutivos hacen el agosto.
financiarización ha tenido consecuencias parecidas: “Como
sucede con la renta, los intereses son (…) un ingreso
acumulativo que no exige de esfuerzo alguno”. Cuanto más
se empobrecen los pobres y más se enriquecen los ricos, más
control tienen los segundos sobre otro bien crucial: el dinero.
Los intereses son, sobre todo, una transferencia de dinero de
los pobres a los ricos
Los precios de las propiedades y la negativa de los Estados a
ofrecer financiación condenan a la gente a cargarse de deudas
(piensen en lo que pasó en Gran Bretaña cuando se cambiaron
las becas escolares por créditos escolares), y los bancos y sus
ejecutivos hacen el agosto.
Sayer sostiene que las cuatro últimas décadas se han
caracterizado por una transferencia de riqueza que no es sólo
de pobres a ricos, sino también de unos ricos a otros: de los
que ganan dinero produciendo bienes o servicios a los
que ganan dinero controlando los activos existentes y
recogiendo beneficios de renta, intereses o capital.
Los ingresos fruto del trabajo se han visto sustituidos por
ingresos que no dependen de este.
caracterizado por una transferencia de riqueza que no es sólo
de pobres a ricos, sino también de unos ricos a otros: de los
que ganan dinero produciendo bienes o servicios a los
que ganan dinero controlando los activos existentes y
recogiendo beneficios de renta, intereses o capital.
Los ingresos fruto del trabajo se han visto sustituidos por
ingresos que no dependen de este.
El hundimiento de los mercados ha puesto al neoliberalismo
en una situación difícil. Por si no fuera suficiente con los
bancos demasiado grandes para dejarlos caer, las
corporaciones se ven ahora en la tesitura de ofrecer
servicios públicos. Como observó Tony Judt en Ill
Fares the Land, Hayek olvidó que no se puede
permitir que los servicios nacionales de carácter
esencial se hundan, lo cual implica que la
competencia queda anulada. Las empresas se llevan
los beneficios y el Estado corre con los gastos.
en una situación difícil. Por si no fuera suficiente con los
bancos demasiado grandes para dejarlos caer, las
corporaciones se ven ahora en la tesitura de ofrecer
servicios públicos. Como observó Tony Judt en Ill
Fares the Land, Hayek olvidó que no se puede
permitir que los servicios nacionales de carácter
esencial se hundan, lo cual implica que la
competencia queda anulada. Las empresas se llevan
los beneficios y el Estado corre con los gastos.
A mayor fracaso de una ideología, mayor
extremismo en su aplicación. Los Gobiernos utilizan
las crisis neoliberales como excusa y oportunidad
para reducir impuestos, privatizar los servicios
públicos que aún no se habían privatizado, abrir
agujeros en la red de protección social,
desregularizar a las corporaciones y volver a regular
a los ciudadanos. El Estado que se odia a sí mismo
se dedica a hundir sus dientes en todos los órganos
del sector público.
extremismo en su aplicación. Los Gobiernos utilizan
las crisis neoliberales como excusa y oportunidad
para reducir impuestos, privatizar los servicios
públicos que aún no se habían privatizado, abrir
agujeros en la red de protección social,
desregularizar a las corporaciones y volver a regular
a los ciudadanos. El Estado que se odia a sí mismo
se dedica a hundir sus dientes en todos los órganos
del sector público.
De la crisis económica a la crisis política
Es posible que la consecuencia más peligrosa del
neoliberalismo no sea la crisis económica que ha
causado, sino la crisis política. A medida que se
reduce el poder del Estado, también se reduce
nuestra capacidad para cambiar las cosas
mediante el voto. Según la teoría neoliberal, la
gente ejerce su libertad a través del gasto; pero
algunos pueden gastar más que otros y, en la gran
democracia de consumidores o accionistas, los votos
no se distribuyen de forma equitativa. El resultado es
una pérdida de poder de las clases baja y media.
Y, como los partidos de la derecha y de la antigua
izquierda adoptan políticas neoliberales parecidas,
la pérdida de poder se transforma en pérdida de
derechos. Cada vez hay más gente que se ve
expulsada de la política.
neoliberalismo no sea la crisis económica que ha
causado, sino la crisis política. A medida que se
reduce el poder del Estado, también se reduce
nuestra capacidad para cambiar las cosas
mediante el voto. Según la teoría neoliberal, la
gente ejerce su libertad a través del gasto; pero
algunos pueden gastar más que otros y, en la gran
democracia de consumidores o accionistas, los votos
no se distribuyen de forma equitativa. El resultado es
una pérdida de poder de las clases baja y media.
Y, como los partidos de la derecha y de la antigua
izquierda adoptan políticas neoliberales parecidas,
la pérdida de poder se transforma en pérdida de
derechos. Cada vez hay más gente que se ve
expulsada de la política.
Chris Hedges puntualiza que “los movimientos
fascistas no encontraron su base en las personas
políticamente activas, sino en las inactivas; en los
‘perdedores’ que tenían la sensación, frecuentemente
correcta, de que carecían de voz y espacio en el
sistema político”. Cuando la política deja de dirigirse
a los ciudadanos, hay gente que la cambia por
consignas, símbolos y sentimientos. Por poner un
ejemplo, los admiradores de Trump parecen
creer que los hechos y los argumentos son irrelevantes.
fascistas no encontraron su base en las personas
políticamente activas, sino en las inactivas; en los
‘perdedores’ que tenían la sensación, frecuentemente
correcta, de que carecían de voz y espacio en el
sistema político”. Cuando la política deja de dirigirse
a los ciudadanos, hay gente que la cambia por
consignas, símbolos y sentimientos. Por poner un
ejemplo, los admiradores de Trump parecen
creer que los hechos y los argumentos son irrelevantes.
Judt explicó que, si la tupida malla de
interacciones entre el Estado y los ciudadanos queda
reducida a poco más que autoridad y obediencia, sólo
quedará una fuerza que nos una: el poder del
propio Estado. Normalmente, el totalitarismo que
temía Hayek surge cuando los gobiernos pierden la
autoridad ética derivada de la prestación de
servicios públicos y se limitan a “engatusar, amenazar
y, finalmente, a coaccionar a la gente para que obedezca”.
interacciones entre el Estado y los ciudadanos queda
reducida a poco más que autoridad y obediencia, sólo
quedará una fuerza que nos una: el poder del
propio Estado. Normalmente, el totalitarismo que
temía Hayek surge cuando los gobiernos pierden la
autoridad ética derivada de la prestación de
servicios públicos y se limitan a “engatusar, amenazar
y, finalmente, a coaccionar a la gente para que obedezca”.
El neoliberalismo es un dios que fracasó, como
el socialismo real; pero, a diferencia de este, su
doctrina se ha convertido en un zombie que sigue
adelante, tambaleándose. Y uno de los motivos
es su anonimato. O, más exactamente, un racimo
de anonimatos.
el socialismo real; pero, a diferencia de este, su
doctrina se ha convertido en un zombie que sigue
adelante, tambaleándose. Y uno de los motivos
es su anonimato. O, más exactamente, un racimo
de anonimatos.
La doctrina invisible de la mano invisible tiene
promotores invisibles. Poco a poco, lentamente,
hemos empezado a descubrir los nombres de algunos.
Supimos que el Institute of Economic Affairs, que se
manifestó rotundamente en los medios contra el
aumento de las regulaciones de la industria del tabaco,
recibía fondos de British American Tobacco
desde 1963. Supimos que Charles y David Koch, dos
de los hombres más ricos del mundo, fundaron el
instituto del que surgió el Tea Party. Supimos lo que
dijo Charles Kock al crear uno de sus laboratorios
de ideas: “para evitar críticas indeseables,
debemos abstenernos de hacer demasiada
publicidad del funcionamiento y sistema directivo
de nuestra organización”.
promotores invisibles. Poco a poco, lentamente,
hemos empezado a descubrir los nombres de algunos.
Supimos que el Institute of Economic Affairs, que se
manifestó rotundamente en los medios contra el
aumento de las regulaciones de la industria del tabaco,
recibía fondos de British American Tobacco
desde 1963. Supimos que Charles y David Koch, dos
de los hombres más ricos del mundo, fundaron el
instituto del que surgió el Tea Party. Supimos lo que
dijo Charles Kock al crear uno de sus laboratorios
de ideas: “para evitar críticas indeseables,
debemos abstenernos de hacer demasiada
publicidad del funcionamiento y sistema directivo
de nuestra organización”.
Las palabras que usa el neoliberalismo tienden más
a ocultar que a esclarecer. “El mercado” suena a
sistema natural que se nos impone de forma
igualitaria, como la gravedad o la presión
atmosférica, pero está cargado de relaciones
de poder. “Lo que el mercado quiere” suele ser
lo que las corporaciones y sus dueños quieren.
La palabra inversión significa dos cosas muy
diferentes, como observa Sayer: una es la financiación
de actividades productivas y socialmente útiles;
otra, la compra de servicios existentes para
exprimirlos y obtener rentas, intereses, dividendos y
plusvalías. Usar la misma palabra para dos
actividades tan distintas sirve para “camuflar
las fuentes de riqueza” y empujarnos a confundir
su extracción con su creación.
a ocultar que a esclarecer. “El mercado” suena a
sistema natural que se nos impone de forma
igualitaria, como la gravedad o la presión
atmosférica, pero está cargado de relaciones
de poder. “Lo que el mercado quiere” suele ser
lo que las corporaciones y sus dueños quieren.
La palabra inversión significa dos cosas muy
diferentes, como observa Sayer: una es la financiación
de actividades productivas y socialmente útiles;
otra, la compra de servicios existentes para
exprimirlos y obtener rentas, intereses, dividendos y
plusvalías. Usar la misma palabra para dos
actividades tan distintas sirve para “camuflar
las fuentes de riqueza” y empujarnos a confundir
su extracción con su creación.
Franquicias, paraísos fiscales y desgravaciones
Hace un siglo, los ricos que habían heredado sus
fortunas despreciaban a los nouveau riche; hasta
el punto de que los empresarios buscaban
aceptación social mediante el procedimiento de hacerse
pasar por rentistas. En la actualidad, la relación se
ha invertido: los rentistas y herederos se hacen
pasar por emprendedores y afirman que sus riquezas
son fruto del trabajo.
fortunas despreciaban a los nouveau riche; hasta
el punto de que los empresarios buscaban
aceptación social mediante el procedimiento de hacerse
pasar por rentistas. En la actualidad, la relación se
ha invertido: los rentistas y herederos se hacen
pasar por emprendedores y afirman que sus riquezas
son fruto del trabajo.
El anonimato y las confusiones del neoliberalismo se
mezclan con la ausencia de nombre y la deslocalización
del capitalismo moderno: Modelos de franquicias
que aseguran que los trabajadores no sepan para
quién trabajan; empresas registradas en redes de paraísos
fiscales tan complejas y secretas que ni la policía
puede encontrar a sus propietarios; sistemas de
desgravación fiscal que confunden a los propios
Gobiernos y productos financieros que no entiende nadie.
mezclan con la ausencia de nombre y la deslocalización
del capitalismo moderno: Modelos de franquicias
que aseguran que los trabajadores no sepan para
quién trabajan; empresas registradas en redes de paraísos
fiscales tan complejas y secretas que ni la policía
puede encontrar a sus propietarios; sistemas de
desgravación fiscal que confunden a los propios
Gobiernos y productos financieros que no entiende nadie.
El neoliberalismo guarda celosamente su anonimato. Los
seguidores de Hayek, Mises y Friedman tienden a rechazar
el término con el argumento, no exento de razón, de que
en la actualidad sólo se usa de forma peyorativa. Algunos
se describen como liberales clásicos o incluso libertarios,
pero son descripciones tan engañosas como curiosamente
modestas, porque implican que no hay nada
innovador en Camino de servidumbre, La burocracia o
Capitalismo y libertad, el clásico de Friedman.
Cuando las políticas económicas de laissez-faire llevaron a la
catástrofe de 1929, Keynes desarrolló una teoría
económica completa para sustituirlas. En el año 2008,
cuando el neoliberalismo fracasó, no había nada.
seguidores de Hayek, Mises y Friedman tienden a rechazar
el término con el argumento, no exento de razón, de que
en la actualidad sólo se usa de forma peyorativa. Algunos
se describen como liberales clásicos o incluso libertarios,
pero son descripciones tan engañosas como curiosamente
modestas, porque implican que no hay nada
innovador en Camino de servidumbre, La burocracia o
Capitalismo y libertad, el clásico de Friedman.
Cuando las políticas económicas de laissez-faire llevaron a la
catástrofe de 1929, Keynes desarrolló una teoría
económica completa para sustituirlas. En el año 2008,
cuando el neoliberalismo fracasó, no había nada.
A pesar de todo, el proyecto neoliberal tuvo algo
admirable; al menos, en su primera época: fue un conjunto
de ideas novedosas promovido por una red coherente de
pensadores y activistas con una estrategia clara.
Fue paciente y persistente. El Camino de servidumbre se
convirtió en camino al poder.
admirable; al menos, en su primera época: fue un conjunto
de ideas novedosas promovido por una red coherente de
pensadores y activistas con una estrategia clara.
Fue paciente y persistente. El Camino de servidumbre se
convirtió en camino al poder.
El triunfo del neoliberalismo también es un reflejo del
fracaso de la izquierda. Cuando las políticas económicas de
laissez-faire llevaron a la catástrofe de 1929, Keynes
desarrolló una teoría económica completa para
sustituirlas. Cuando el keynesianismo encalló en la década de
1970, ya había una alternativa preparada. Pero, en el
año 2008, cuando el neoliberalismo fracasó, no había nada.
Ese es el motivo de que el zombie siga adelante. La
izquierda no ha producido ningún marco económico nuevo
de carácter general desde hace ochenta años.
fracaso de la izquierda. Cuando las políticas económicas de
laissez-faire llevaron a la catástrofe de 1929, Keynes
desarrolló una teoría económica completa para
sustituirlas. Cuando el keynesianismo encalló en la década de
1970, ya había una alternativa preparada. Pero, en el
año 2008, cuando el neoliberalismo fracasó, no había nada.
Ese es el motivo de que el zombie siga adelante. La
izquierda no ha producido ningún marco económico nuevo
de carácter general desde hace ochenta años.
Toda apelación a lord Keynes es un reconocimiento
implícito de fracaso. Proponer soluciones keynesianas para
crisis del siglo XXI es hacer caso omiso de tres problemas obvios:
que movilizar a la gente con ideas viejas es muy difícil; que
los defectos que salieron a la luz en la década de 1970 no han
desaparecido y, sobre todo, que no tienen nada que decir sobre
el peor de nuestros aprietos, la crisis ecológica. El
keynesianismo funciona estimulando el consumo y
promoviendo el crecimiento económico, pero el consumo
y el crecimiento económico son los motores de la destrucción
ambiental.
implícito de fracaso. Proponer soluciones keynesianas para
crisis del siglo XXI es hacer caso omiso de tres problemas obvios:
que movilizar a la gente con ideas viejas es muy difícil; que
los defectos que salieron a la luz en la década de 1970 no han
desaparecido y, sobre todo, que no tienen nada que decir sobre
el peor de nuestros aprietos, la crisis ecológica. El
keynesianismo funciona estimulando el consumo y
promoviendo el crecimiento económico, pero el consumo
y el crecimiento económico son los motores de la destrucción
ambiental.
La historia del keynesianismo y el neoliberalismo demuestra
que no basta con oponerse a un sistema roto. Hay que proponer
una alternativa congruente. Los laboristas, los demócratas y
el conjunto de la izquierda se deberían concentrar en el
desarrollo de un programa económico Apollo; un intento
consciente de diseñar un sistema nuevo, a medida de las
exigencias del siglo XXI.
que no basta con oponerse a un sistema roto. Hay que proponer
una alternativa congruente. Los laboristas, los demócratas y
el conjunto de la izquierda se deberían concentrar en el
desarrollo de un programa económico Apollo; un intento
consciente de diseñar un sistema nuevo, a medida de las
exigencias del siglo XXI.
Artículo publicado orginalmente en The Guardian. Traducción
de Jesús Gómez.
de Jesús Gómez.
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