NOAM CHOMSKY: EL PAPEL DE ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA RUSIA - UCRANIA Y EL FANTASMA DEL HOLOCAUSTO NUCLEAR
El lingüista, filósofo, escritor y analista político,
considerado un referente intelectual en todo el mundo, analiza la crisis
desatada en el este europeo y, sobre todo, se pregunta, y responde, qué se
puede y debe hacer para detenerla.
Por NOAM CHOMSKY - 8 de abril de 2022 -
NOAM CHOMSKY: EL PAPEL DE ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA RUSIA -
UCRANIA Y EL FANTASMA DEL HOLOCAUSTO NUCLEAR.
Noam Chomsky es profesor emérito del Instituto Tecnológico de
Massachusetts (MIT), el lingüista vivo más importante del mundo y el
intelectual comprometido con su tiempo más reconocido a nivel internacional.
Hace muchos años el centro de sus preocupaciones sociales está
concentrado en el papel que juega su país, Estados Unidos, en el tablero
político internacional. Por eso era tan esperada su voz alrededor del conflicto
entre Rusia y Ucrania.
Chomsky fue invitado a participar en el "Seminario
Internacional sobre Resolución de Conflictos en el marco del Derecho
Internacional ante la invasión de Ucrania", organizado por la Universidad
Carlos III de Madrid.
En su conferencia, realizada el 30 de marzo pasado, Chomsky
explica los limitados alcances que tienen la condena a "la violencia
criminal, la miseria y la catástrofe en potencia" o las sanciones
internacionales y se concentra en dos preguntas fundamentales:
"¿qué se puede hacer para acabar o al menos mitigar esos
horrores? y ¿cómo surgió la situación, qué podemos aprender de ello?
Con ese punto de partida, analiza las "reglas" que
caracterizan el derecho internacional, los antecedentes de Estados Unidos en el
mundo en general y en Ucrania en particular y la necesidad de movilizarse para
conseguir una salida diplomática al conflicto, la única posible si se tienen en
cuenta los sufrimientos de los ucranianos y la posible escalada hacia un
holocausto nuclear.
Sus posiciones se reproducen completas a continuación:
NOAM CHOMSKY SOBRE EL PAPEL DE ESTADOS UNIDOS EN LA GUERRA RUSIA
- UCRANIA
La cuestión más importante a la que nos enfrentamos es, por
mucho, qué deberíamos estar haciendo para aliviar la violencia criminal, la
miseria y una catástrofe en potencia.
Lo detallaré más adelante, pero antes pueden venir bien unas
aclaraciones.
Un comentario que debería ser superfluo, pero que
desafortunadamente no lo es, afecta a uno de los principios morales más
elementales: habría que centrar la energía y la atención en lo que más sirve
para el hacer bien.
Con respecto a los asuntos internacionales, significaría fijarse
en lo que hace tu propio Estado, sobre todo en sociedades más o menos
democráticas en las que los ciudadanos tienen alguna posibilidad de influir en
los resultados finales.
Decir que lo que ocurre no responde a ese principio elemental
sería quedarse muy corto.
Hay un comentario que se le atribuye a Gandhi cuando le
preguntaron lo que pensaba sobre la civilización occidental. Su respuesta fue
que creía que estaría bien. Lamentablemente, esa respuesta también vale para el
derecho internacional. Estaría bien si le interesara a los estados.
El estado más importante es, irrefutablemente, Estados Unidos,
que lleva dominando la sociedad mundial desde la Segunda guerra mundial,
reemplazando al Reino Unido y Francia.
Como cabe esperar, ha adoptado las políticas de sus antecesores:
desdén absoluto por el derecho internacional, tanto de palabra como de hecho,
combinado con alabanzas a su propia nobleza.
Estados Unidos tiene una Constitución que se supone que
deberíamos venerar todos. El Artículo VI declara que todos los tratados válidos
son la "ley suprema del país". Aquí se incluye la Carta de Naciones
Unidas, pilar del derecho internacional moderno.
La Carta prohíbe la "amenaza o el uso de la fuerza",
excepto en condiciones que casi nunca se dan. Cada presidente de los EE.UU.
vulnera alegremente la Constitución. Lo he mencionado alguna vez en facultades
de derecho. A nadie le importa.
MORAL, DERECHO Y POLÍTICA INTERNACIONAL
A menudo escuchamos proclamas sobre la santidad del derecho
internacional. Sin embargo, los que hacen las proclamas adoptan el principio
creado por Atenas al enfrentarse a Melos, mucho más débil: ríndete o serás
destruido.
La moralidad y el derecho son irrelevantes: "El fuerte hace
lo que puede y el débil sufre lo que debe", como resumió Tucídides en el
principio imperante. En la práctica, eso es el derecho internacional.
Eso no quiere decir que debamos ignorar la moralidad y el
derecho como Atenas y sus imitadores contemporáneos.
La moralidad y el derecho pueden ser útiles con fines educativos
y como directrices para contribuir a un mundo mejor, un mundo bastante distinto
de este mundo.
Fijémonos en este mundo. Lamentablemente es demasiado fácil
hacer un inventario de historias horribles.
En cada caso, la pregunta crucial es
--- ¿qué se puede hacer para acabar o al menos mitigar esos
horrores?
Otra pregunta sería
--- ¿cómo surgió la situación, qué podemos aprender de ello?
LOS CASOS DE AFGANISTÁN, YEMEN Y GAZA
Un ejemplo verdaderamente aterrador es Afganistán. Millones de
personas literalmente se enfrentan a la inanición, una tragedia colosal.
Hay comida en los mercados, pero con todos sus fondos bloqueados
en los bancos internacionales, la gente con poco dinero tiene que ver cómo sus
hijos mueren de hambre.
¿Qué podemos hacer? No es ningún secreto: Presionar al gobierno
de los EE.UU. para que libere los fondos de Afganistán, custodiados en bancos
de Nueva York para castigar a los pobres afganos por osar resistirse a los 20
años de guerra de Washington.
La excusa oficial es aún más vergonzosa: los EE.UU. deben
retener los fondos de los afganos hambrientos por si los estadounidenses
quieren resarcirse por los crímenes del 11-S de los que los afganos no son
responsables.
Recuerdo aquí que los talibanes ofrecieron su total rendición,
lo que habría implicado entregar a los sospechosos de al-Qaeda, pero los EE.UU.
respondieron rotundamente que "no negociamos rendiciones". Fue el
secretario de defensa, Donald Rumsfeld, principal artífice de la guerra,
secundado por George W. Bush.
Podemos hacer muchas cosas y aprender muchas lecciones si
logramos despojarnos de los poderosos sistemas de propaganda occidentales y
mirar a los hechos como son.
Pasemos a otro caso. Lo que la ONU describe como la peor crisis
humanitaria del mundo: Yemen.
El número oficial de víctimas alcanzó el año pasado las 370.000
personas. El número real no se conoce. El país, destrozado, se enfrenta a la
hambruna generalizada.
Arabia Saudita, la principal culpable, ha ido intensificando el
bloqueo al único puerto que se usa para la importación de alimentos y
combustible.
La ONU está emitiendo advertencias extremas de que cientos de
miles de niños se enfrentan a una inanición inminente. Esto viene secundado por
especialistas estadounidenses, entre los que destacan Bruce Riedel de la
Brooklings Institution, antiguo analista principal de la CIA para Oriente Medio
durante cuatro presidencias, quien sostiene que las ofensivas saudíes se
deberían investigar como crímenes de guerra.
--- ¿podemos hacer algo? sí. todo.
Las fuerzas aéreas saudíes y emiratíes no pueden funcionar sin
aviones, formación, inteligencia o repuestos estadounidenses.
Eso se puede acabar. Una orden de los EE.UU., salvaría cientos
de miles de niños de una muerte de hambre inminente.
El Reino Unido y otras potencias occidentales también participan
del crimen, pero los EE.UU. están muy adelante.
Por tanto, podemos salvar a la población de un sufrimiento
indescriptible y podemos aprender algo, sí así lo queremos.
Pero en lugar de ello, preferimos declaraciones grandilocuentes
sobre crímenes y enemigos, lo que resulta mucho más fácil y práctico.
Nada nuevo. No lo ha inventado los EE.UU., pero como poder
hegemónico mundial, EE.UU. está al frente de la desgracia.
No es difícil encontrar más ejemplos.
Veamos la mayor prisión a cielo abierto del mundo, Gaza, donde
dos millones de personas, la mitad de ellos niños, viven "a dieta",
como lo llaman sus carceleros: suficiente para sobrevivir, porque un genocidio
en masa no quedaría bonito, pero poco más.
Tienen poca agua potable. Se han destrozado el alcantarillado y
las centrales eléctricas con repetidos ataques de los que no se libran
hospitales, residencias, población civil en general y todo sin un pretexto creíble.
El despliegue cotidiano de violencia sirve para advertir a los
súbditos para que no se rebelen.
Las autoridades internacionales predicen que pronto la prisión
será literalmente inhabitable.
Las cosas no van mejor en la otra parte de los territorios ocupados,
donde colonos y ejército no solo someten a los palestinos a un terror diario,
sino que también les expulsan de sus aldeas destrozadas para hacer sitio a más
asentamientos ilegales.
Ya ni se habla de la anexión de los Altos del Golán o la gran
ampliación de Jerusalén, que vulneran las estrictas órdenes del Consejo de
Seguridad, pero fueron reconocidos oficialmente por la administración Trump,
que también autorizó la ocupación del Sahara Occidental por Marruecos,
quebrantando órdenes del Consejo de Seguridad y la Corte Internacional de
Justicia.
Así que es totalmente normal que, al día de hoy se festeje una
reunión entre Israel, Marruecos y las dictaduras asesinas árabes como un
maravilloso paso hacia la paz y la justicia gracias a la benevolencia estadounidense.
--- ¿Podemos hacer algo? No hay más que decir.
--- ¿Podemos aprender algo? No es difícil.
LA INVASIÓN DE UCRANIA
Podríamos seguir tranquilamente, pero vamos a dejar la lista de
historias de terror para concentrarnos en el tema actualmente candente, y con
razón: la invasión rusa de Ucrania que, por su carácter, aunque no por su
escala, se sitúa junto a otros grandes crímenes de guerra como la invasión de
Irak por parte de EEUU y Reino Unido, la invasión de Polonia por Hitler y
Stalin y otros sombríos episodios de la historia moderna.
La tarea inmediata es acabar con los crímenes que están
devastando Ucrania.
Si le preocupase en lo más mínimo el destino de las víctimas
ucranianas, lo que EE.UU. debería hacer es acceder a participar en los
esfuerzos diplomáticos para poner fin al ataque y plantear un programa
constructivo para facilitar este resultado. Y se le debe presionar para que lo
haga.
Es bien sabido cómo sería un programa constructivo. Su elemento
principal es la neutralidad de Ucrania: sin adhesión a alianzas militares
hostiles, ni albergar armas que apunten a Rusia, ni ejecutar maniobras con
fuerzas militares hostiles.
Un estatus bastante parecido al de México y, de hecho, de todo
el hemisferio occidental que no puede entrar en una alianza militar dirigida
por China, instalar armamento chino apuntado a los EE.UU. en la frontera ni
ejecutar maniobras con el Ejército de Liberación Popular chino.
En resumen, un programa constructivo sería lo contrario
a la política oficial actual de EE.UU. formalizada en una declaración
conjunta sobre la alianza estratégica EE.UU.-Ucrania firmada en la Casa Blanca
el 1 de septiembre de 2021. Este documento, críticamente importante, suprimido
en EE.UU. y supongo que en todos lados, declaraba que Ucrania debía ser libre
de adherirse a la OTAN.
Para justificarlo, Washington utilizaba la teoría sobre la
santidad de la soberanía que ruboriza a los círculos civilizados,
particularmente del Sur Global, que saben bien por amarga experiencia que
EE.UU. es el abanderado del desprecio a la soberanía.
Sigamos con la Declaración conjunta. La cito:
--- "se ha construido un marco estratégico de defensa que
sienta los cimientos para intensificar la cooperación estratégica de defensa y
seguridad entre EE.UU. y Ucrania", ofreciendo a Ucrania armas avanzadas
antitanques, entre otras, junto con un "sólido programa de formación y
entrenamiento para mantener el estatus de Ucrania como socio de la OTAN".
Esto es de septiembre pasado.
Este sorprendente documento, que no es público (sí es público,
pero no está registrado), incrementa el desdeñoso desprecio de Washington por
las preocupaciones rusas desde que Clinton quebrantara en 1998 la firme promesa
de George H. W. Bush de no ampliar la OTAN hacia el Este, una decisión que
desató las advertencias de diplomáticos de alto nivel como George Kennan, Henry
Kissinger, el embajador Jack Matlock, el director de la CIA William Burns y
muchos otros; e hizo que el secretario de defensa William Perry casi dimitiera
como protesta.
Esto se suma por supuesto a las medidas agresivas de Clinton y
sus sucesores que afectaron directamente a intereses rusos (Serbia, Irak, Libia
y otros crímenes menores), realizadas para que se maximizara la humillación.
Ya que ha habido mucho encubrimiento y disimulo sobre las
promesas de Bush y Baker a Gorbachov, tal vez convenga citar literalmente al
Archivo de Seguridad Nacional:
«El secretario de estado, James Baker, concuerda con la
declaración de Gorbachov en respuesta a la declaración de que "la
expansión de la OTAN es inaceptable".
Barker aseguró a Gorbachov que "ni el Presidente ni yo
tenemos la intención de sacar rédito unilateral de los acontecimientos" y
que los estadounidenses han comprendido que "no solo es importante para la
Unión Soviética, sino también para otros países europeos, que se garantice que
si los EE.UU. mantienen su presencia en Alemania en el marco de la OTAN, la
jurisdicción militar actual de la OTAN no se extenderá al este ni una pulgada
más".
Sin reservas, sin ambigüedades, directo y claro.
Volviendo a la Declaración conjunta de Septiembre de 2021 fue,
por supuesto, muy incendiaria. Es muy posible que haya influido en la decisión
de Putin de intensificar la movilización anual de fuerzas en la frontera
ucraniana para atraer la atención sobre los intereses de seguridad rusos,
llegando en este caso a una agresión criminal directa.
POR QUÉ ESTADOS UNIDOS NO APOYA LA SALIDA DIPLOMÁTICA
Un elemento central en un programa constructivo es la
neutralidad, que de hecho ya ofreció Zelensky y no respaldó EE.UU.
Es sabido que no se puede saber si funcionará la diplomacia si
no se la intenta.
Por ahora los EE.UU., con el apoyo de sus aliados, se niegan a
hacerlo condenando a los ucranianos a un destino sombrío.
Solo se puede especular sobre los motivos para ello, pero es
importante reconocer que Putin le ha dado a Washington un regalo maravilloso.
Metió a Europa hasta el fondo del bolsillo de Washington. Y este
ha sido un tema de primer orden en los asuntos globales desde la Segunda Guerra
mundial.
A lo largo de la Guerra Fría, Europa tuvo una opción.
--- ¿Debería estar subordinada a los EE.UU. en el marco
OTAN-Atlantista?
--- ¿O debería perseguir la visión de un "hogar común
europeo" del Atlántico a los Urales o incluso de Lisboa a Vladivostok, sin
alianzas militares, que se convertiría en una "tercera potencia", un
actor independiente en asuntos mundiales?
Esta es la propuesta que hizo Charles de Gaulle, estaba
implícita en la Ostpolitik de Willy Brandt y Gorbachov la dejó muy clara cuando
se derrumbó la Unión Soviética.
Por supuesto, EE.UU. se opuso frontalmente, a menudo de forma
muy esclarecedora.
Se dio un caso hace 50 años cuando los EE.UU. preparaban el
golpe militar que derrocaría la democracia parlamentaria en Chile e instauró el
despiadado régimen de Pinochet.
El artífice del crimen, Henry Kissinger, lo explicó así:
--- el "virus" de la reforma social democrática de
Allende podría "contagiarse" a otros sitios y llegar a España o
Italia amenazadas por iniciativas reformistas de izquierdas.
Dichas consideraciones han sido un principio rector para la
política exterior estadounidense, igual que para la de sus predecesores
imperialistas.
De hecho, volviendo a Atenas, su ultimatum a Melos tenía
motivaciones similares: que su "neutralidad" no se extendiera a otras
islas griegas. Este es un principio fundamental en asuntos mundiales
Por ahora, las iniciativas de Putin sirvieron para descartar la
perspectiva de una Europa independiente. Eso es un regalo inconmensurable para
la política imperial de EE.UU. Puede que Washington esté muy satisfecho con
cómo se están desarrollando los crímenes en Ucrania.
Tal vez, como ha sugerido recientemente Hillary Clinton, se dé
la posibilidad de apoyar una insurgencia como la de Afganistán, que devastó el
país mientras bloqueaba los intentos rusos de retirarse (como intentaban hacer
desde un principio según queda claro en los archivos rusos liberados), y que
también contribuyó al hundimiento de la Unión Soviética.
Nunca se atribuyó el mérito por haber instigado a Rusia a
invadir Afganistán, pero el asesor de Seguridad Nacional de Carter, Zbigniew
Brzezinski, un célebre analista estratégico, explicó que el destino de millones
de afganos apenas se puede comparar con la caída de la economía mundial o con
el destino de millones de ucranianos.
QUÉ SE PUEDE HACER
Volviendo a las preguntas principales
--- ¿Podemos hacer algo para evitar la masacre?
--- ¿Podemos aprender algo?
Parece obvio que la respuesta a ambas preguntas es un
"sí" rotundo.
Aparte de los horrores que se muestran cada día en las portadas
y que se visibilizan bien cuando el enemigo es el responsable, hay sucesos en
camino mucho más macabros.
Algunos ya están ocurriendo, otros están demasiado cerca para
que estemos tranquilos.
Ya se siente el agudo retroceso en los intentos de reducir el
uso de combustibles fósiles, lo que constituye prácticamente una sentencia de
muerte.
La euforia en las sedes de las petroleras es incluso mayor que
la alegría desatada en las oficinas de los fabricantes de armas.
Las petroleras exigen que se les reconozca como salvadores de la
civilización mientras se los autoriza a dedicar cada vez más esfuerzos en
destruir el futuro de la vida humana en la Tierra. Por no hablar de la ingente
cantidad de especies que estamos destrozando desenfrenadamente.
Esto está ocurriendo mientras nos llega el análisis más
acuciante hasta ahora del IPCC, la agencia internacional que vigila la
evolución del clima.
En su presentación de agosto, advierte que tenemos que reducir
de inmediato el uso de combustible fósil, y luego avanzar sustancialmente cada
año, si queremos evitar puntos de no retorno que ya no quedan muy lejos.
Ni un demonio perverso habría elucubrado una situación como la
actual: por un lado, intentos enormes de aumentar el uso de combustibles
fósiles "para salvar la civilización" y por el otro el reconocimiento
de que hay que reducirlo sin demora para evitar una catástrofe inimaginable.
EL FANTASMA DE LA GUERRA NUCLEAR
Esa es la situación actual. Y eso no es todo. La crisis
de Ucrania amenaza con una guerra nuclear; lo que significa una guerra terminal.
No se escapa nada. El país que lance el primer ataque quedará destrozado hasta
tal punto que los afortunados serán los que mueran rápido. Y eso no es una
perspectiva remota.
Putin ya emitió una alerta nuclear, probablemente simbólica,
pero no sabemos dónde podría acabar.
Rusia tiene un sistema de alerta muy débil. Depende del radar,
que solo llega al horizonte, a diferencia de EE.UU. que usa detección por
satélite y advierte a la primera señal de ataque inminente.
Rusia apenas tiene alertas de ataque y, por lo tanto, podría
hacer un ataque devastador incluso en caso de accidente, como los que han
ocurrido muchas veces y en los que la intervención humana ha evitado la
destrucción total.
La amenaza empeoró mucho cuando Trump desmanteló el Tratado INF
entre Reagan y Gorbachov, dejando a Moscú a pocos minutos de misiles nucleares
colocados cerca de sus fronteras.
Tras la expansión de la OTAN realizada por Clinton y sus
sucesores, el desmantelamiento del tratado ABM que hizo George W. Bush tuvo
consecuencias similares.
Según las encuestas, más de un tercio de los
estadounidenses están a favor de "tomar medidas militares (en Ucrania)
aunque esté en juego la guerra nuclear con Rusia".
Eso significa que más de un tercio de los estadounidenses
obviamente no tienen la menor idea de lo que significa un conflicto nuclear y
escuchan proclamas heroicas en el Congreso y los medios sobre crear una zona de
exclusión aérea, algo que hasta ahora está evitando el Pentágono porque
entiende que eso requeriría destruir instalaciones antiaéreas en Rusia y,
probablemente, pasar a una guerra nuclear.
Dejando de lado esta locura, resulta obvio para cualquiera que
tenga un cerebro funcionando que, nos guste o no, habrá que ofrecer a Putin
algún tipo de salida, al menos si nos preocupa algo el destino de los
ucranianos y del mundo.
Desafortunadamente, parece que los atrevidos y descerebrados
imitadores de Winston Churchill son más atractivos que preocuparse por las
víctimas de Ucrania y más allá.
--- ¿Qué podemos hacer?
La única opción es trabajar con fuerza educando, organizando y
realizando acciones que consigan comunicar las amenazas que enfrentamos y
movilizar al conjunto. No es una tarea sencilla. Pero es necesaria para
sobrevivir.
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