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jueves, 2 de abril de 2015

JORGE LUIS BORGES Y LA GUERRA DE MALVINAS - LA DE MALVINAS FUE UNA GUERRA DE DOS CALVOS POR UN PEINE - GUERRA PARA INMORTALIZARSE EN EL PODER - PERON, GALTIERI - MILITARES - DEMAGOGOS Y SÍMBOLOS -

Jorge Luis BorgesJorge Luis Borges

Cuando terminó la guerra de Malvinas, Jorge Luis Borges hacía ya tiempo que había descubierto un nuevo pasatiempo para divertirse a través de las entrevistas periodísticas, un oficio considerado menor por el notable escritor argentino, y en la que a menudo contaba con la complicidad y la benevolencia del escriba de turno.

Entre 1982 y 1985, en los interludios de sus conferencias consagradas aun en plena decadencia física, Borges entregó en varios reportajes jugosas y cínicas frases sobre el conflicto bélico que enfrentó a la Argentina con Gran Bretaña, país por el cual sentía especial devoción (su abuela paterna era inglesa), plasmada en su vasta obra literaria y en el universalismo que escudriñó desde niño en la Enciclopedia Británica.

"Las Malvinas fue una guerra de dos calvos por un peine", es tal vez la frase más conocida, actualizada recientemente por el músico Roger Waters, quien erróneamente le otorgó su autoría a un "comentarista chileno". En rigor, esa sentencia se ubica en el final de la contestación a una pregunta en un reportaje al diario Clarín, publicado el 2 de febrero de 1983, en pleno desbande de los militares.

Ante la consulta puntual sobre la guerra, Borges contesta: "En otros tiempos yo estaba muy inquieto por mi país, pero ahora estoy desesperado. Los militares que nos gobiernan son tan incompetentes, tan ignorantes... Nadie conocía esas islas. Hizo falta que nuestros militares la desenterraran para hacer la guerra; los militares nuestros son mucho más peligrosos para nuestros compatriotas que para el enemigo. Las Malvinas fue una guerra de dos calvos por un peine".

Dos meses antes, el 30 de diciembre de 1982, ya con la censura caída, Borges da su primera impresión sobre la guerra en otra entrevista de Clarín. "En nuestro país un demagogo convocó a la gente a la Plaza de Mayo y declaró la guerra sin medir las consecuencias", inicia su reflexión el escritor, y seguidamente refiere, sin nombrarlos, a la conversación alcoholizada entre el dictador Leopoldo Galtieri y el periodista José Gómez Fuentes: "Aunque a mí me dijeron que el culpable había sido un periodista. Parece que el presidente salió de la Casa de Gobierno y un periodista que lo fue a entrevistar le dijo: «Se dice que los ingleses enviarán la flota; en tal caso, ¿qué actitud se asumirá, señor presidente». El presidente a su vez interrogó al periodista: «Usted, ¿qué haría?» Y el periodista respondió: «Presentarle batalla, señor presidente». «Eso es lo que haremos nosotros», contestó el presidente. Al otro día se empezó la guerra con Inglaterra".

Demagogos y símbolos. 

A casi un año de iniciada la guerra, el 3 de abril de 1983, Borges es entrevistado por el diario La Nación, en la que hace gala de su antiperonismo visceral al establecer una comparación "estética" entre Galtieri y Perón. "Galtieri quiso parecerse a Perón y salió al balcón de la Casa Rosada... Faltaba que cantaran «Galtieri, Galtieri, qué grande sos»". Un año más tarde, en un reportaje del diario La Razón, en mayo de 1984, vuelve sobre este asunto: "La ambición mayor del general Galtieri era parecerse a Perón. Es imposible imaginar una ambición mayor más modesta".

En la misma nota, que lleva el título "Diálogos con Borges", el escritor aborda en forma simultánea el tema de los desaparecidos y los soldados muertos en el crucero General Belgrano: "Estoy triste... Mandaron a esos pobres muchachos de veinte años a morir al sur. Tener veinte años y pelear contra soldados veteranos es algo atroz, inconcebible. Solamente en el Belgrano murieron cientos. Claro que los militares dirán que al lado de los desaparecidos esa cifra no es nada, pero no creo que les convenga ese argumento".

Fuera de la glosa periodística, Borges hizo referencia a la guerra en un breve poema con el título de "Juan López y John Ward" (ver aparte), que lo contiene en el libro "Los conjurados", de 1985. Ese mismo año, en una entrevista al diario La Razón, sostuvo: "La decisión de invadir Malvinas fue una estupidez que debió ser tomada por media docena de militares borrachos".

La curtida a los militares y a su improvisación para armar una guerra con el solo fin de una perpetuidad política lo esgrimió en una nota publicada en la revista La Semana el 10 de febrero de 1983: "Me dijeron que los militares vacilaron entre varias posibilidades. Una era por el Beagle, contra Chile. Y también deben de haber planificado otras operaciones, contra Brasil, Uruguay, Bolivia... Y consideraron que la menos peligrosa era la operación Malvinas. Fue, claro, un error de perspectiva. Pensaron que Inglaterra estaba muy lejos. De hecho está al norte, en otro hemisferio. Lejísimo. Es raro dejarse engañar así por la perspectiva".

La misma idea, con dos o tres variaciones de concepto, la expuso en una entrevista con María Esther Vázquez en el diario La Nación, en agosto de 1984: "Si se hubieran reconquistado las Malvinas posiblemente los militares se hubieran perpetuado en el poder y tendríamos un régimen de aniversarios, de estatuas ecuestres, de falta de libertad total. Además, creo que la guerra se hizo para eso. Y hasta me inclino a creer que vacilaron entre una guerra con Chile o con Inglaterra. Claro que como Inglaterra queda lejos, pensaron que no iba a darse cuenta".

En otra entrevista concedida al mismo medio, pero en enero de 1983, Borges tilda de ignorantes a los militares y esgrime el mismo argumento por el que Argentina fue condenada en las Naciones Unidas: "Los militares debieron consultar un abogado antes de iniciar la guerra de Malvinas... Confundieron el derecho que asiste a la Argentina respecto de estas islas con el derecho de invadirlas, y son dos cosas distintas".

Walter Palena | La Capital, abril 1 de 2012.

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