PAPA FRANCISCO en EVANGELII GAUDIUM -
“No a una economía de la exclusión;
Así como el mandamiento de «no matar» pone un límite claro para asegurar el
valor de la vida humana, hoy tenemos que decir «no a una economía de la
exclusión y la inequidad».
Esa economía mata.
No puede ser que no sea noticia la muerte de frío de un
anciano en calle, y que sí lo sea una caída de dos puntos en la bolsa de
valores.
Eso es exclusión.
No puede tolerarse más que se tire comida cuando hay gente
que pasa hambre.
Eso es inequidad.
Hoy todo entra dentro del juego de la competitividad y de la
ley del más fuerte, donde el poderoso se come al más débil.
Como consecuencia de esta situación, grandes masas de la población se ven
excluidas y marginadas: sin trabajo, sin horizontes, sin salida.
Se considera al ser humano en sí mismo como un bien de consumo, que se puede
usar y luego tirar.
Hemos dado inicio a la cultura del «descarte» que además, se promueve. Ya no se
trata simplemente del fenómeno de la explotación y de la opresión, sino de algo
nuevo: con la exclusión queda afectada en su misma raíz la pertenencia a la
sociedad en la que se vive, pues ya no se está en ella abajo, en la periferia,
o sin poder, sino que se está afuera.
Los excluidos no son «explotados» sino
desechos, «sobrantes».
En otra parte continúa Francisco:
“Algunos todavía defienden las teorías del «derrame», que suponen que todo
crecimiento económico, favorecido por la libertad de mercado, logra provocar por sí mismo mayor equidad e inclusión social en el
mundo.
Esta opinión, que jamás ha sido confirmada por los hechos, expresa una
confianza burda e ingenua en la bondad de quienes detentan el poder económico y
en los mecanismos sacralizados del sistema económico imperante.
Mientras tanto, los excluidos siguen esperando. Para poder sostener un estilo
de vida que excluye a otros, o para poder entusiasmarse con ese ideal
egoísta, se ha desarrollado una globalización de la indiferencia.
No a la nueva idolatría del dinero, sigue señalando el Papa. Una de las causas
de esta situación se encuentra en la relación que hemos establecido con el
dinero, ya que aceptamos pacíficamente su predominio sobre nosotros y nuestras
sociedades.
La crisis financiera que atravesamos nos hace olvidar que en su origen hay una
profunda crisis antropológica: ¡la negación de la primacía del ser
humano!
Hemos creado nuevos ídolos.
La adoración del antiguo becerro de oro ha
encontrado una versión nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la
dictadura de la economía sin un rostro y sin un objetivo verdaderamente
humano.
La crisis mundial que afecta a las finanzas y a la economía pone de manifiesto sus desequilibrios y, sobre todo, la grave carencia
de su orientación antropológica que reduce al ser humano a una sola de sus
necesidades: el consumo.”
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