YUVAL NOAH
HARARI. "LA REVOLUCIÓN COGNITIVA FUE LA CAPACIDAD HUMANA DE INVENTAR FICCIONES"
Publicó: “
La Nación” [domingo 17 de enero de 2016]
El
historiador israelí, autor del best seller De animales a dioses,
sostiene que el poder de los humanos en la Tierra responde a nuestra habilidad
de crear historias y convencer a otros de que las crean
De simios
sin importancia a amos del mundo. De animales insignificantes, una especie más
entre todas las especies que habitaban la Tierra, a la fuerza más poderosa del
planeta. Esta es la historia de la humanidad que relata Yuval Noah Harari a
puro vértigo en las 500 páginas de un libro que recorre, de modo didáctico y
atrapante, 13.500 millones de años.
De
animales a dioses. Breve historia de la humanidad (Debate) fue
escrito, cuenta Harari, mientras dictaba un curso de introducción a la historia
en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
"Eso
me permitió testearlo con los estudiantes y esmerarme para ser claro, accesible
y entretenido", dice.
El
resultado de ese esfuerzo rindió sus frutos: el libro se tradujo a veinte
lenguas y se convirtió en un fenómeno editorial con más de un millón de
ejemplares vendidos en todo el mundo. Y cuando el libro ya era un éxito
planetario de ventas, Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, lo recomendó
entre sus millones de seguidores y potenció de esa manera un fenómeno que ya se
había puesto en marcha.
El
investigador israelí, que en la actualidad viaja por el mundo dictando
conferencias, vive y enseña en Jerusalén.
La
pregunta sobre cómo es ser ateo -como alguna vez declaró ser- y vivir en un
lugar donde se muere y se mata por la religión se impone naturalmente.
Harari lo explica de este modo: "Cuando vives en un lugar como Jerusalén, no puedes ser neutral. O crees fuertemente en esas historias o las rechazas, porque ves a tu alrededor gente que se vuelve completamente loca, y se atreve a matar o causar destrucción y sufrimiento porque cree en esa historia sobre Dios y el Cielo y el Infierno. Entonces, uno no puede permanecer neutral. Aunque yo obviamente elegí ser más crítico de estas ficciones, al mismo tiempo esto me permitió darme cuenta de cuán poderosa es la religión para los seres humanos y para su historia. Estas ficciones son las que unen a millones de personas".
Según
Harari, son las historias y las "ficciones" creadas por el hombre (la
religión, la nación, el dinero) las que dieron origen al descomunal poder de
los humanos en la Tierra.
Hace 100.000 años la Tierra estaba habitada por varias especies
de humanos. Sin embargo, es el Homo sapiens el que sobrevive y
desarrolla una "revolución cognitiva".
¿Qué es lo que impulsa esta revolución?
Los
humanos aparecieron en la tierra hace 200.000 años, pero durante buena parte de
ese período eran animales insignificantes. No tenían realmente un impacto
importante en el mundo ni en el sistema ecológico.
Si algunos
extraterrestres hubieran venido del espacio exterior hace 200.000 años, no
habrían tenido motivos para focalizarse en los humanos.
La
revolución cognitiva que comenzó hace 70.000 años transformó al Homo
sapiens de un simio insignificante de África del Este al animal más
importante y poderoso de la Tierra, pero por qué sucedió esta revolución en
el Homo sapiens y no en los neandertales, eso realmente no lo
sabemos.
Una
mutación en el ADN del Homo sapiens cambió la estructura
interna del cerebro y le dio nuevas habilidades cognitivas para imaginar,
hablar, comunicar. Esto le permitió conquistar el mundo, pero hoy realmente no
sabemos por qué esas mutaciones genéticas se dieron en el Homo sapiens y
no en otras especies.
¿Qué es lo que sí se sabe del Homo sapiens?
Sabemos
que tenían mejores habilidades sociales y una mayor disposición para cooperar
en grandes escalas, en comparación con otras especies humanas como los
neandertales, que sólo podían cooperar en pequeños grupos de 30 o 50 de ellos.
Ésta fue
una de las claves de la conquista del mundo por parte del Homo sapiens.
--- Usted marca algo interesante en su libro, que es el
desarrollo del lenguaje y la función de la conversación: la conversación como
una de las formas del chisme y el cotilleo. Es decir, la conversación como una
necesidad para hablar con los otros acerca de los otros.
-- Solemos
pensar que el chisme es algo malo y poco importante, pero actualmente muchos
científicos creen que el lenguaje humano evolucionó sobre todo para chusmear y
cotillear, que la función central del lenguaje humano era hablar de las otras
personas.
Esto tiene
sentido si uno piensa en la supervivencia y en que no basta con saber sobre el
tiempo, sobre los leones o los peligros del entorno. Como los humanos son seres
sociales, su supervivencia depende de la cooperación con otras personas de su
tribu. Salen a cazar con los otros, pelean juntos contra otra tribu, compiten
por los recursos. Conocer a los demás miembros de tu grupo es una información
importante para no estar en verdadero peligro.
--- Un uso de la conversación que se mantiene hasta nuestros
días.
-- Así es,
los antropólogos y sociólogos realizaron estudios y confirmaron que la inmensa
mayoría de los mensajes de la comunicación humana son los chismes, no sólo en
la comunicación interpersonal, sino también en Internet, radio, televisión.
Entonces,
desde esta perspectiva, el chisme no es algo marginal y poco importante, sino
la actividad más relevante de los humanos y una de las razones que nos permiten
construir redes sociales.
Lo que
pasó con la revolución cognitiva y el desarrollo de la conversación es que el
hombre obtuvo la habilidad de crear ficciones.
--- ¿A qué se refiere específicamente?
-- A la
capacidad de crear y contar historias y comunicarse de una forma determinada
que permita construir largas redes de cooperación.
Las
ficciones son muy importantes para esto, porque todas las formas de cooperación
humanas en gran escala están basadas en contar ficciones, sea en la religión,
en la economía, en la política.
Todas las
corporaciones humanas están basadas en historias ficticias: mientras todos
crean en la misma ficción -sobre Dios, sobre la nación, sobre el dinero-, todos
pueden cooperar.
Esto es
algo que sólo los humanos pueden hacer. Los humanos son los únicos que tienen
religiones, que se reúnen y construyen catedrales y mezquitas. Y lo hacen
porque creen en una historia.
--- ¿Es el dinero la más poderosa y universal de las ficciones?
-- Absolutamente,
porque es la historia en la que todos creen.
Es más
grande que la religión: no todos creen en Dios, incluso si creen en Dios, no
todos creen en el mismo dios. Algunos creen en Jesús, otros creen en Alá. Pero
el dinero hoy es la única historia en la que todo el mundo cree. Todos creen en
el dólar. Osama bin Laden no creía en la política norteamericana, pero sí creía
en el dólar norteamericano.
Entonces,
cuando capturaron las ciudades de Siria e Irak, destruyeron todos los símbolos
de los gobiernos previos, destruyeron el arte, los tesoros arqueológicos, pero
no destruyeron los dólares. Por el contrario, cuando fueron a los bancos y
encontraron esos dólares, los tomaron.
Aun el Estado
Islámico cree en el dólar. El dólar no tiene un valor objetivo. No puedes
comerlo, por ejemplo. Pero todos creen que ese pedazo de papel tiene valor.
El dinero
es sólo una historia, pero mientras grandes cantidades de personas crean en la
misma historia, los humanos pueden cooperar y crear redes. Por eso creo que la
revolución cognitiva es el surgimiento de la capacidad de inventar ficciones y
convencer a todos para que crean en ellas.
--- ¿Adónde cree que nos lleva la revolución científica que
comenzó hace 500 años?
-- La
revolución científica, que todavía continúa, fue otro gran salto en el poder
humano.
La
innovación básica, la esencia de esa revolución, fue el descubrimiento de la
ignorancia ante los ojos de la ciencia. Todas las culturas humanas estaban
convencidas de que tenían las respuestas a las más importantes preguntas de la
humanidad y que esas respuestas estaban en la Biblia, en las Sagradas
Escrituras, en el Corán.
No había
grandes incentivos para buscar nuevos conocimientos. En la revolución
científica, la gente se dio cuenta de su ignorancia y de que había muchas
preguntas para las que no encontraban respuestas. Pero si uno estudia e
investiga, si invierte tiempo, dinero y esfuerzo, es posible acceder al
conocimiento y por lo tanto, adquirir más poder. Por ejemplo, mediante el
estudio del ADN y del genoma humano y la posibilidad de la ingeniería genética
y la manipulación genética.
Pero hay miedos e interrogantes que permanecen inalterables, sin
respuesta, aun con el paso del tiempo y la revolución científica.
Por ejemplo, la angustia y la certeza de la finitud del ser
humano.
Sin
embargo, ahora los científicos y los empresarios están comenzando a pensar en
el envejecimiento y la muerte como un problema técnico que puede ser
solucionado como cualquier otro problema técnico. Durante buena parte de la
historia, para los cristianos y musulmanes la muerte era un tema metafísico,
era algo importante e incluso positivo: desde la perspectiva religiosa, la vida
estaba atada a la muerte, y después de la muerte, serías juzgado por tus buenas
o malas acciones y en función de eso ibas al cielo o al infierno.
La muerte era algo
importante e inevitable.
Ahora la ciencia dice
no, "la gente no muere porque Dios lo desea o lo quiere, la gente muere
por un problema técnico. Un paro cardiaco, un cáncer son un problema
técnico".
Y la ciencia dice que
para cada problema técnico hay potencialmente una solución técnica.
Si el corazón deja de
bombear sangre, le daremos electro shocks, le daremos el corazón de otro o
crearemos un corazón nuevo.
--- ¿Usted quiere decir que dentro 50 o 100 años será posible
superar el problema técnico de la edad o de la muerte?
-- Así lo
sostienen los investigadores y los científicos. Creen que es posible dar a los
humanos -por lo menos a los ricos que puedan pagarlo- la vida eterna. Esto
puede sonar a ciencia ficción, pero científicos y empresarios muy serios están
trabajando en eso con inversiones de billones de dólares.
Los
científicos creen que en 100 o 200 años, los humanos podrán superar el problema
de la muerte con soluciones técnicas.
Hasta el
día de hoy no teníamos la tecnología para revolucionar el mundo de la manera en
la que se nos ofrece ahora.
Durante
toda la historia las personas manipularon y cambiaron la economía, la
geografía, la cultura, pero no tenían la capacidad de transformarse a ellos
mismos. Todavía tenemos los mismos cuerpos, los mismos cerebros, las mismas
mentes que teníamos 20.000 años atrás. Ahora estamos adquiriendo la habilidad,
la capacidad de comenzar a cambiar no sólo la realidad exterior, sino también
nuestros cuerpos y mentes. Ésa sería la más importante revolución de la
historia.
Desde esta
perspectiva, los cuerpos, los cerebros, las mentes serán el principal producto
del siglo XXI. Y eso abre nuevas preguntas.
Como
historiador creo que, si no entendemos lo que se viene y cuál es nuestro lugar
en el mundo, no seremos capaces de tomar decisiones sabias sobre qué es lo que
debemos hacer con estas habilidades asombrosas.
Ésta es la
agenda del siglo XXI: la manipulación genética, la bioingeniería, el diseño
inteligente, la biotecnología.
--- Usted considera que los humanos se han convertido de
animales en "dioses insatisfechos e irresponsables". ¿Por qué los
caracteriza de esta forma?
-- Los
humanos somos muy buenos para adquirir poder, pero realmente no sabemos qué
hacer con todo ese poder y en particular no sabemos cómo traducir ese poder en
felicidad. Entonces es obvio que somos mucho más poderosos que lo que éramos
hace mil años, pero no parece que la gente estuviera hoy más satisfecha que
hace mil años, ni con sus vidas ni con sus condiciones de vida. Los humanos
siguen estando insatisfechos y por eso pusieron en marcha una revolución. Pero
sucede que ahora también están insatisfechos con sus resultados.
Biografía
Yuval Noah
Harari nació en 1976 en Haifa, Israel. Doctorado en Oxford, se especializó
primero en historia militar y medieval. Hoy es profesor en la Universidad
Hebrea de Jerusalén y se dedica a los procesos macro-históricos. Se hizo
conocido mundialmente con su libro De animales a dioses, traducido a veinte
idiomas.
Puesto a
elegir un objeto o espacio significativo para su trabajo, Harari opta por un
bosque, un lugar en el que, según cuenta, busca y encuentra inspiración. Vive
en Mezilat Zion, cerca de Jerusalén.
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