jueves, 29 de diciembre de 2011
DESOCUPACIÓN - JUVENTUD -
OSVALDO BAYER - Cambalache
Cambalache. Osvaldo Bayer
Cambalache. Osvaldo Bayer.
Desde Bonn, Alemania
Página 12, 14.08.2010
Siglo veinte, cambalache
Problemático y febril...
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Vivimos revolcaos en un merengue
Y en un mismo lodo,
Todos manoseaos.
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Vuelvo al diario. Leo su titular: “Joven, sin posibilidades y amargado”.
Y el subtítulo: “Alarma, hoy, en el Día de la Juventud, en todo el mundo la
crisis financiera empuja a los menores de 25 años a la marginación”.
El artículo se basa en un estudio de la ILO, la Organización Internacional del
Trabajo con sede en Suiza.
Señala que en Europa, el número de jóvenes desocupados aumenta mes a mes.
España, por ejemplo, anuncia una desocupación del 40,3 por ciento de jóvenes
menores de 25 años. Y eso que, en el 2007, esa cifra llegaba apenas al 17,5 por
ciento.
Dice la crónica: “La cifra avanza en forma dramática” y cita al diario español
El País, que habla de “una generación cero con muy pocas perspectivas y sin
ninguna chance de empleo”.
Y no sólo ocurre esto a los que han abandonado sus estudios y tienen poca
preparación en oficios sino también a los jóvenes académicos a quienes “les
esperan múltiples problemas para encontrar un empleo después de finalizar sus
estudios”.
Además, explica la ILO, “mismo los que obtienen un empleo, en el 2010, no
tienen seguridad para planificar su futuro ya que el noventa por ciento de los
trabajadores españoles menores de 25 años sólo reciben contratos con plazo
limitado que pueden ser fácilmente rescindidos”.
A esa generación de jóvenes, en círculos especializados, la denominan “Ni, ni”,
es decir, “ni estudian ni trabajan”.
Acerca de esto, el sociólogo Philipp Woldin escribe: “Se trata de una
generación sin estímulo, que ya no tiene sueños de futuro y que se ven ellos
obligados a vivir con sus padres.
España teme que debido a la crisis económica crezca una ‘generación perdida’ de
jóvenes”. Las consecuencias, según los expertos, “para esa generación serán
miedo al futuro y falta de motivación y, por supuesto, una larga dependencia
del hogar paterno”.
La ILO advierte que en el 2008, en el mundo entero, 152 millones de jóvenes
debieron conformarse con una entrada de apenas 1,25 dólar por día, lo que
corresponde a un 28 por ciento de la cuota mundial de desocupados.
Pero, y aquí viene lo notable, “el mayor aumento de esa desocupación como
consecuencia de la crisis financiera ocurre en los países desarrollados y de
ellos, más en los europeos, donde la cuota de jóvenes desocupados aumentó del
13,1 por ciento, en 2008, a 17,7, en 2009.
La que mejor se mantiene en los países desarrollados es Alemania, donde esa
cuota alcanza al 11 por ciento.
Las consecuencias son, y lo dice el informe de la ILO: aumento de la
criminalidad, problemas psíquicos y aumento del consumo de drogas.
Levanto la vista y me digo: “¿y eso hacemos con nuestros jóvenes? Ni siquiera
ya reina aquella obligación moral y racional de asegurarles un camino sin
violencias en la vida.
La actual sociedad mundial con su sistema les abre la puerta para lanzarlos no
a la paz sino a la contienda del egoísmo y la disputa diaria.
El mismo diario trae las declaraciones de Tim Noonan, portavoz de la
Confederación Internacional Sindical, con asiento en Bruselas, quien señaló que
“los gobiernos de la mayoría de los países se han preocupado muy poco durante
muchos años en crear fuentes de trabajo y por eso los jóvenes, después de
terminados sus estudios, no tienen posibilidades de encontrar una ocupación. Y
los que la consiguen están limitados por contratos a término o reciben un
sueldo muy bajo. Deben modificarse ya los fundamentos macroeconómicos. Tiene
que acabar esa limitación y originar lugares de trabajo, crear empleos verdes,
de defensa del medio ambiente. Si no se hace eso vendrá una segunda
recesión. Es una bomba de tiempo que ha empezado a hacer tic-tac”.
“En los llamados países en desarrollo el problema es mucho más grave. En Africa
y en el Medio Oriente la mayoría de la juventud no tiene trabajo. En
Africa del Sur –donde se acaba de jugar el Mundial de Fútbol– el 45 por ciento
de la juventud no tiene trabajo. En Namibia, el 75 por ciento. Naciones
Unidas ha advertido que cada vez más hay jóvenes que caen en la
criminalidad. El peligro es muy grande. Porque junto a la desocupación
aumenta la inflación y estamos frente a una crisis de alimentos.
Han comenzado las protestas, también en Europa; el caso de Grecia es patético.
Trabajo debe ser el problema fundamental.”
Tiene razón Tim Noonan. Ni con medidas financieras ni con ahorros ni con
acortar la ayuda a los países en desarrollo se soluciona el problema.
Crear trabajo, ésa es la clave, repartir a cada cual lo suyo, ésa es la única
solución contra toda violencia.
Doy vuelta la página del diario. Y no puedo creerlo: el Instituto de la
Economía Alemana, institución matriz de los empresarios de este país, propone
que se eleve la edad para jubilarse, de 65 años a 70; y para ello señalan que
la gente cada vez vive más y es imposible solventar las jubilaciones, y que,
por otra parte, ha disminuido el número de nacimientos. Es decir que las
nuevas generaciones no podrán sostener al cada vez mayor número de ancianos.
Y aquí cabe la pregunta: ¿pero cómo, si hay cada vez menos trabajo y ahora
quieren aumentar la edad para jubilados para que los viejos sigan trabajando
cinco años más? Y entonces, ¿qué se hace con los jóvenes?
Esto demuestra la irracionalidad del sistema capitalista que siempre busca
cortar el hilo por lo más delgado.
Si los viejos trabajan más años, los jóvenes tienen menos probabilidad de
encontrar empleo, dadas las circunstancias del sistema económico actual.
Mientras unos discuten cómo crear más trabajo los otros proponen que los que
están por jubilarse ya sigan trabajando cinco años más. El sistema. La
irracionalidad.
Porque la realidad es otra. Las empresas despiden a gran parte de su personal
una vez cumplidos los 55 años, principalmente a los ejecutivos.
Está en la mente empresaria que ya a esa edad hay conformismo y no la palabra
“búsqueda”, el superarse siempre hasta el último día. Si bien pagan
indemnización para librarse de los viejos, éstos, al quedarse sin empleo, pasan
a cobrar el seguro de desempleo, una suma en sí irrisoria que les alcanza sólo
para no morirse de hambre.
Vamos a la parte psicológica: todo empleado, a partir de los 55 años, comienza
a tener temor de un pronto despido. Y eso obra sobre su salud mental y física.
Y se va formando así una sociedad de histerias, codazos y neurastenias. Cuando
la vida tendría que tener un final de tranquilidad y premio para todos aquellos
que cumplieron con la sociedad.
Este es el panorama. Pero doy vuelta a la página del mismo diario y me
encuentro con otra información. Todo en idioma perfectamente empresarial. Se
explica el radical programa de ahorro que llevan a cabo casi todos los estados
federales de Estados Unidos.
Se ahorra cerrando escuelas, rebajando las ayudas sociales y dejando cesantes a
empleados.
Hasta ahora, desde comienzos del 2010 se ha dejado cesantes a 169.000
empleados.
La nota periodística la firma el economista Dietmar Ostermann.
Se calcula que en el 2011 se van a ahorrar 120 mil millones de dólares para
terminar con el déficit nacional.
Obama ha enviado 10.000 millones de dólares a esos Estados para parar un poco
el cierre de escuelas y el despido de maestros.
Los republicanos han calificado a la ayuda de Obama como apenas una gota de
agua sobre una piedra caliente.
La financiación de esa ayuda se lleva a cabo a costa de los más pobres ya que
se han eliminado las subvenciones para alimentos vitales.
Sigo leyendo el mismo diario. En el próximo título de página se denuncia el
gran negociado que se llevó a cabo con la alarma sobre la gripe porcina y la
dramática obligación de vacunarse a todo el mundo.
Pero ya no quiero seguir leyendo, me digo, basta. Cierro el diario. Sí, es un
diario de tendencia liberal, nada contestatario. Pero informa de la actualidad,
es su obligación, la de informar. Es el Frankfurter Rundschau.
Tomo la revista Stern, para descansar un poco. Pero justo su nota principal
habla de los empresarios más ricos de Alemania y su predisposición a hacer
donativos.
Por lo menos hay 75 de ellos que poseen fortunas de más de mil millones de
euros (que es de más valor que el dólar).
Ejemplo, Karl Albrecht posee declarados 17.000 millones de euros; Theodor
Albrecht, más de 16.000 millones; Dieter Schwarz, más de 10.000 millones, y
sigue la lista.
Como decimos, hay por lo menos 75 multimillonarios. Y eso que lo que poseen,
comparado con lo de los multimillonarios norteamericanos, parecen
propinas.
Bastaría comparar esas cifras con las estadísticas del hambre en el mundo, o de
la gente sin techo, o de las villas miseria.
.......
“Que el mundo fue y será una porquería ya lo sé
En el quinientos seis
Y en el dos mil también.
Que siempre ha habido chorros
Maquiavelos y estafaos,
Contentos y amargaos,
Barones y dublés.
Pero que el siglo veinte
Es un despliegue de maldá insolente
Ya no hay quien lo niegue.”
.......
Cambalache. Me digo: Alemania tuvo pensadores como Kant y Marx; Francia lo tuvo
a Descartes, el mundo todo a un Einstein. Pero los argentinos lo tuvimos a
Discepolín, que en un tango lo definió todo, en el idioma del pueblo.
Voy a la ventana. Veo el verde de este verano, el cielo bien azul, el dorado
tan puro de los rayos del sol. Y se me presentan las figuras humildes de
Agustín Tosco, aquel del Cordobazo que encabezaba las protestas obreras vestido
con su humilde “overol”, y en Facón Grande, el gaucho que fue fusilado por
acompañar a los pobres peones rurales patagónicos.
Sí, a pesar del cambalache, hay gente que no se rinde
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