"Para Borges no hay una cortina de hierro entre la teología y la literatura fantástica"
En el marco de una iniciativa ecuménica iniciada por Benedicto XVI y continuada por el papa Francisco, el académico Pedro Barcia, el cardenal Gianfranco Ravasi, la periodista María Eugenia Estenssoro debatieron sobre la dimensión espiritual del escritor argentino
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Eduardo D'Argenio
VIERNES 06 DE NOVIEMBRE DE 2015 • 17:46
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LA PLATA.- Más allá de su agnosticismo y su falta de fe, Jorge Luis Borges evidentemente mantenía una conexión muy profunda con los Evangelios y con el mensaje de Cristo. Esa fue una de las imágenes más fuertes que se transmitió anoche durante un debate que, bajo el nombre de "Borges, trascendencia y agnosticismo", se llevó a cabo en la sala Astor Piazzolla, en el Teatro Argentino de esta capital.
La mesa redonda formó parte de "El atrio de los gentiles", una iniciativa nacida en el Vaticano, que comenzó con el papa emérito Benedicto XVI, que es continuada por el papa Francisco, y que ya se realizó en diversas ciudades de Europa y América.
María Kodama, secretaria y compañera del escritor desde mediados de los años 70, se hizo presente en el simposio a través de un video, en el que, entre otros conceptos sostuvo que "el misticismo y el misterio están presentes en la obra de Borges, que reflejó que un estado místico inefable, no puede explicarse ni definirse a alguien que no haya vivido esa experiencia", ya que "interesa especialmente al intelecto, porque aquel que atravesó una experiencia así no puede expresarlo en palabras, pero está convencido de que ha accedido a un universo totalmente distinto". Y agregó: "Creo que se podría hablar, respecto a su obra, sobre una mística de la creación. Si el camino de la mística implica el rigor del ascetismo para llegar a la iluminación, que culminará en la fusión con Dios, podríamos decir que en esa experiencia Borges queda detenido en la iluminación".
Acerca de la inmortalidad
Por su parte, el lingüista Pedro Barcia, presidente de la Academia Argentina de Educación, señaló que "en lo personal, no pareciera que la cuestión de la trascendencia del espíritu humano hubiera generado en él algún tipo de angustia. Pero lo que sí atraviesa toda su obra, es el tema de la inmortalidad, sobre todo en lo que se refiere al espíritu humano individual".
En tanto, enfatizó que "para él, la teología era una rama de la literatura fantástica. Y aunque parezca una broma, en realidad no lo era. En alguna entrevista se encargó de aclarar que cuando afirmó que la religión y la metafísica son temas de la literatura fantástica no lo dijo hostilmente, sino que al contrario -aseguró-. Qué más quisiera Santo Tomás, por ejemplo, ser el mayor poeta del mundo".
Por su parte, el cardenal Gianfranco Ravasi, representante del Pontificio Consejo para la Cultura, expresó que siempre le atrajeron "esas preguntas que formulaba Borges, acerca de por qué el universo es fluido y cambiante", por lo que "uno se siente capturado por esa telaraña de su suave escepticismo, de su farragoso enciclopedismo y de su ecumenismo ecléctico".
Agregó que "para Borges, las fronteras siempre son móviles y sutiles. No hay nunca una cortina de hierro entre verdad y ficción, entre vigilia y sueño, entre realidad e imaginación, entre racionalidad y sentimiento, entre concreto y abstracto. O entre teología y literatura fantástica".
Finalmente, la periodista y ex senadora María Eugenia Estenssoro, no dudó en afirmar que el poema "Cristo en la cruz" "Es uno de los más conmovedores, en relación a la trascendencia y a la figura de Jesús", y que "aunque Borges lo negara, está demostrado que él sabía mucho sobre cristianismo, tal vez más que tantos fieles formales".
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