Carta de Louis Althusser a Franca Madonia 16-II-1971
Trad. Marcelo Rodríguez Arriagada
martes noche
vedi come sono
ho da scrivere [tengo que escribir] dos o tres páginas para la reedición de un pequeño
manual de Marta [Harnecker] (la chilena de la que te hablé un día, que tenía una
especie de aire campesino, una muchacha alta de cabellos muy hermosos, y tú me
habías dicho algunas palabras que significaban ¿pero por qué no te interesas en ella?
Y
de hecho, esas palabras tuvieron por efecto que sin interesarme en ella, fui muy gentil
y la ayudé mucho: ella tenía – y tiene – una especie de genio pedagógico, y de regreso a
su país escribió un pequeño Manual de materialismo histórico que dio vueltas por
América Latina con un pequeño prefacio mío; ella reedita entonces (es la 6ª reedición)
su pequeño Manual con importantes modificaciones, y me pide un nuevo prefacio que
tenga en cuenta esas transformaciones.
Te das cuenta: tres pequeñas páginas para un
libro que es muy claro y muy simple, esto no es nada de otro mundo!
Y bien, después
de horas no lo consigo: escribo diez líneas con gran esfuerzo, luego me detengo y
rompo el papel, y recomienzo indefinidamente.
Entonces, me he dicho: ¡mierda!
escribir por escribir, tanto escribir de veras, tanto “tomar la pluma” para ti, veré si
llego a alinear algunas palabras (y quizás en un instante seré incapaz y no recibirás
nada de mí porque no habré podido escribir nada, pero al menos voy a tratar).
Hay
que decir que el escribir me confronta también (aparte de mis fantasmas que me
bloquean) a mi pasado teórico si me atrevo a decirlo así, y que me siento muy mal
respecto de ese puto pasado teórico (este malestar naturalmente debe también pasar
por algunas configuraciones fantasmales): eso significa que hoy no sé qué decirle a las
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personas, eso significa muy evidentemente que tengo el sentimiento de no tener nada
que decir (lo que después de todo es el estado normal de la inmensa mayoría de las
personas normales que no sienten el deber de escribir), mientras que las personas (a
causa de ese puto pasado teórico) esperan algo de mí (en tanto que “personaje
conocido”…).
¡Tú hablas de una situación! Y efectivamente tendría algunas cosas que
decir, pero entonces ¿cómo decirlas ligándolas a lo que he dicho antes?
Tengo la
impresión de que todo se me escapa, que no puedo hacer la ligazón, ni asegurar las
explicaciones necesarias para la ligazón. Resultado: permanezco seco y mudo.
Sí,
Marta: ella partió hace dos años o un poco más, no sé ya; y de cierta manera ella me
hace falta, como me hacen falta todo el grupo de mis “jóvenes” con los que sostenía
relaciones demasiado estrechas para no ser equívocas.
Ellos eran (después, un
número de ellos se ha alejado, algunos me han cubierto de injurias, han “renegado” de
mí como “revisionista”…) como mi fuerza. Marta también, pero de otro modo: ella
escuchaba, yo tenía cosas que enseñarle, comprendía todo bien, tenía un sentido
asombroso de organización, vivía siempre en departamentos arrendados
colectivamente por grupos de latinoamericanos perseguidos en sus países, y en
situación semi-irregular aquí, ella venía a verme a menudo, sabía quedarse un tiempo
corto, era bastante bella, yo debía estar halagado de que ella lo fuera y viniera a
verme, pero tenía su corazón en otra parte, con inverosímiles historias de amor que
siempre marchaban mal y que, a falta de vivirlas bien, me las contaba bastante bien;
ahora se ha convertido en un personaje bastante importante (no oficial) en los
comités de acción popular que sostienen la acción de Allende en Chile, y hace siempre
pedagogía política con el mismo genio (limitado, pero genio sin embargo).
¿Por qué te
hablo de ella? Sí, a causa de estas tres páginas que no puedo escribir, luego a causa de
tus palabras (que sin duda has olvidado) pero que han sido completamente
determinantes para la acogida que yo le había dado y lo que de ello se ha seguido (y lo
que no se ha seguido de ello).
Sin embargo, yo podría hacer algunos cortos desarrollos
sobre la teoría marxista, su unión con el movimiento obrero, el punto de vista de clase,
etc., pero las palabras no están aquí, y el corazón no está en su lugar.
Verdaderamente
en esas historias de inconsciente (de las cuales los malestares vividos no son sino los
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efectos) las historias de lugares son determinantes: el corazón no en su lugar, manera
de decir (el corazón eso no quiere decir nada: pero no en su lugar, eso quiere decir
algo).
Tú sabes, un día (un día…) yo hablaré de la tópica, del hecho de que Marx (como
Freud) presenta la realidad de la que habla disponiéndola en lugares (topoi), en
lugares inconfundibles: aquí no es lo mismo que allá.
Manera de marcar la diferencia
(como lo hace nuestro amigo Derrida bautizándola differance) como dispersión, como
“diseminación” (noción que D. tomó de Mallarmé) pero como distinción de las
instancias, es decir, los lugares ocupados por poderes, poderes en el sentido fuerte de
la palabra, es decir, de las “realidades” que ejercen una influencia, una eficacia, un
poder (diferencias nodales activas, eficientes).
Lenin leyendo a Hegel se detiene (como
un verdadero perro de caza olfateando a la presa) ante una expresión de Hegel: la red
y el núcleo.
Allí está todo: en el tejido universal (que Derrida y sus amigos pasan la
vida en des-tejer y re-tejer, a de- y a re-componer la textura), lo que interesa a Lenin
(después de Marx) igual como a Freud, son los núcleos, los puntos cruciales en que los
hilos, en lugar de contentarse con jugar el juego de la trama y de la cadena (=tela o =
texto, puesto que nuestros amigos amorosos de la diferencia escriben: texto = tela),
los puntos cruciales en que los hilos se anudan en nudos, en ciertos lugares
inconfundibles que están constituidos por esos nudos ( no hay al comienzo la tela
indiferenciada en su eterna diferencia, luego, en tal lugar de la tela, un nudo como un
accidente, un subproducto de la tejido, un nudo que se encuentra en tal lugar de la tela,
el nudo no es un efecto del lugar, un accidente del lugar, un azar del lugar: al contrario,
es el nudo el que hace del lugar que él ocupa un lugar, su lugar, a partir del cual él
actúa sobre los otros lugares)1.
No sé si me doy a comprender: primero, lo que te
confío ahí es “top secret”, no lo digo a nadie, son mis armas de reserva para un día… te
pido que lo guardes para ti – pero quizás la lectura de nuestro buen Genette (que
entrega también a su manera en esta literatura que critico) puede sin duda darte por
contraste de lo que tengo detrás de mi cabeza.
Y si lo que te digo resulta bien (lo que
está por verificarse y verse), eso tendría consecuencias medianamente importantes en
no pocas cuestiones y permitiría comprender la insistencia increíble de Freud en
1 Nota marginal: “El nudo estructura el espacio”.
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hablar en términos de tópica, igual como Marx y sus discípulos, eso permitiría también
comprender el tipo muy especial de la teoría de Marx y de Freud, quiero decir su
relación (muy diferente de la relación que se constata en las otras ciencias) entre su
teoría y su práctica (la práctica está como de antemano delineada en la tópica).
Eso
permitiría comprender también por qué toda filosofía se inscribe también en una
tópica (lo que arroja luces sobre la modalidad de las tesis filosóficas: profundamente
prácticas, aun cuando sean conservadoras o reaccionarias).
Eso permitiría quizás (¿?)
poner un poco de orden en las pretensiones actuales de la lingüística, en su desorden
y en el abuso que se ha hecho de ella, etc.
Pero, ¿por qué te he contado todo esto, este
“top secret”? Sí: a propósito de estas tres páginas para Marta que no puedo escribir.
Pues no quiero escribir públicamente todo lo que acabo de contarte, ni siquiera
adaptándolo y limitándolo al objeto de tres paginitas para un prefacio de un pequeño
manual.
La dificultad de mi relación con mi pasado “teórico” pasa también (¡ay no
solamente!) por ahí: tengo la sospecha de un presente-porvenir teórico, pero es
todavía demasiado débil para que lo exponga a la luz del día (y aun para verlo frente a
mí mismo). Para verlo frente a mí mismo: al escribir eso me imagino que es la primera
vez que escribo esto (toda esa página sobre la tópica, las instancias, los lugares, los
nudos y el tejido).
Constato también que la primera vez que lo escribo es para ti. Estoy
como sorprendido de haberlo hecho, y de haberlo hecho por ti. Decididamente entre la
sorpresa y tú, debe haber cierta relación.
(Asocio y pienso de repente en los collares: en sus hilos, las perlas son nudos).
(No sorprende – esta sorpresa – que te gusten los collares).
Bendita seas.
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