¿ESTÁ LISTO PARA LA REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA?
Es hora de dejar de mirar hacia atrás. Durante los años posteriores
a la crisis económica de 2008, pasamos mucho tiempo tratando de encontrar
maneras de recuperar los días de la rápida expansión económica.
Estábamos viviendo en lo que yo llamo un “mundo post-crisis”,
seguros de que los desafíos que enfrentábamos eran accidentes temporales en el
sistema, esperanzados de que las cosas pronto regresarían a la misma manera que
anteriormente habían sido.
Pero ahora ha quedado claro que hemos entrado a una nueva era:
estamos viviendo en el mundo “post-post crisis”. ¿Qué significa eso?
Significa que casi todo lo que solíamos conocer está cambiando.
Durante el futuro previsible, tendremos que acostumbrarnos a tasas de
crecimiento más lentas. En el nuevo mundo, ya no es el pez más grande el que se
come al más chico: es el pez rápido el que se come al lento.
Una de las características que definen esta nueva era es el rápido
ritmo del cambio tecnológico. Es tan rápido que la gente alude a él como a una
revolución tecnológica. Esta revolución no es como ninguna otra que se haya
visto en la historia, y nos afectará a todos de maneas que no podemos siquiera
comenzar a imaginar.
UN DIFERENTE TIPO DE REVOLUCIÓN
Lo primero que diferencia a esta revolución de otras es cuán
disruptiva es. En el pasado hubo revoluciones –quizá se les podría describir
mejor como evoluciones– que llegaron a un ritmo relativamente lento, como
largas olas en el océano.
El impacto de la primera Revolución Industrial, que comenzó en
Inglaterra en la década de 1780, no comenzó a sentirse completamente sino hasta
las décadas de 1830 y 1840. En la actualidad, el cambio tecnológico ocurre como
un tsunami. Observamos pequeñas señales en la costa, y súbitamente la ola nos
anega.
El segundo factor que explica la diferente naturaleza de esta
revolución es cuán interconectado todo está. La tecnología, la seguridad, el
crecimiento económico, la sustentabilidad. El cambio tecnológico nunca es un
fenómeno aislado. Esta revolución ocurre al interior de un complejo ecosistema
que abarca dimensiones empresariales, gubernamentales y sociales. A fin de que
un país sea apto para el nuevo tipo de innovación impulsada por la competencia,
debe considerarse todo el sistema.
Así que si una cosa cambia –o si está cambiando constantemente,
como es el caso de la tecnología– todo el sistema debe cambiar para mantenerse
al día.
La tercera gran diferencia es el hecho de que la revolución
tecnológica no sólo está cambiando lo que hacemos y cómo lo hacemos: está
cambiándonos a nosotros; está cambiando nuestras vidas y está cambiando la
manera en la que vemos el mundo. Baste tan sólo observar la manera en la que
Internet ha alterado nuestra noción de la privacidad. Comparados con
generaciones mayores, los jóvenes tienen una idea completamente diferente
acerca de la privacidad.
TODOS SENTIREMOS LOS EFECTOS
Con frecuencia escuchamos a las personas hablar sobre el concepto
de ‘uberización’, por medio del cual una nueva tecnología pone a cierta
industria de cabeza y nos obliga a replantearnos la manera en la que las cosas
siempre se han hecho. No habrá industria que no se vea afectada por estas
fuerzas.
Hablando recientemente con un jefe ejecutivo de una de las empresas
fabricantes de aluminio más grandes del mundo, le comentaba qué afortunada era
su compañía por no verse afectada por esta revolución. No obstante, él
rápidamente me indicó que las tecnologías de impresión 3D transformarán por
completo la cadena de suministro de su industria, con efectos en cadena que
todavía ni siquiera hemos considerado.
Y la revolución no sólo afectará a las industrias: también afectará
a las personas. Muchas de las consecuencias serán positivas. Por ejemplo, los
avances en la investigación médica y la innovación tecnológica harán posible
que en lugares como Suiza uno de cada dos bebés nacidos hoy vivan más de 100
años.
Pero, independientemente de los cambios, casi todos presentarán un
reto. Conforme nuevas tecnologías hacen de los antiguos trabajos algo obsoleto,
por ejemplo, todas las personas tendrán que asegurarse de estar preparadas con
las destrezas necesarias para esta nueva era de ‘talentismo’, donde la
imaginación humana y la innovación son las fuerzas que impulsan las economías,
al contrario de lo que ocurre con el capital o los recursos naturales.
Los gobiernos también sentirán el impacto de estos cambios. En el
futuro, las personas ya no estarán satisfechas con poder simplemente ordenar un
taxi por medio de una aplicación de fácil uso. También querrán acceder los
servicios públicos de manera similar. Más que ningún otro sector, los gobiernos
también pueden modelar las consecuencias de la revolución tecnológica,
garantizando que los desafíos se atiendan y que las oportunidades se aprovechen.
Por ejemplo, a pesar de que la innovación y la creatividad tienden
a ser impulsadas por el sector privado, los gobiernos crean el medio para que
prosperen. También tienen un gran papel que desempeñar al garantizar que los
ciudadanos estén preparados para aprovechar estas transformaciones de la mejor
manera posible.
El cambio puede generar temor y con frecuencia la tentación es
resistirlo. Pero el cambio casi siempre proporciona oportunidades: para
aprender cosas nuevas, para replantear procesos cansados y para mejorar la
manera en la que trabajamos.
La revolución tecnológica apenas ha comenzado, y las
transformaciones que traerá con ella son causa no sólo de entusiasmo sino
también de esperanza.
Autor: el profesor Klaus Schwab es el fundador y presidente
ejecutivo del Foro Económico Mundial.
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