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lunes, 26 de octubre de 2020

FRANCO BERARDI --- MANIFIESTO DE POST FUTURISMO --- MANIFIESTO FUTURISTA --- VIOLENCIA --- MACHISMO --- VELOCIDAD --- CRECIMIENTO INDEFINIDO --- LA MUJER Y EL FUTURISMO --- PRIORIZACIÓN DEL INDICADOR ECONÓMICO --- FUTURISMO COMO VANGUARDIA --- PROPUESTA POST-FUTURISTA

 







MANIFIESTO DE POST FUTURISMO (es un gusto, señor Berardi)

 FERNANDO GONZALEZ OLAECHEA

 

He tardado 10 años en llegar a este texto y a su autor, Franco Berardi, llamado Bifo. Es el manifiesto post futurista. Me parece un texto absolutamente vigente.

 

El futurismo exaltó la velocidad, el puñetazo, la audacia sobre todo. Es un discurso del macho que aún vive y reina. La pasión por la velocidad, por el crecimiento como fin en sí mismo, la exaltación de fuerza y la violencia, son palpables: en todo momento parecemos escuchar un susurro que nos dice como descripción o amenaza que “nada será más lento que ahora”.

 

Persigue, compite, corre, gana. Todo o nada. Esto quiere decir: todo para mí y nada para ti. El póker es un signo inequívoco de este tiempo. Los apologetas del futurismo son legión aunque no (todos) lo saben.

 

Es muy difícil no recordar el filoso poema de Blanca Varela, Curriculum Vitae:

digamos que ganaste la carrera
y que el premio era otra carrera
que no bebiste el vino de la victoria
sino tu propia sal
que jamás escuchaste vítores
sino ladridos de perros
y que tu sombra tu propia sombra
fue tu única
y desleal competidora.

 

El manifiesto futurista apareció en 1909. Es curioso que a un mismo tiempo se insista en Lima y en Austin, en El Comercio y en HBR, que el mundo es otro, pero los comportamientos sigan a este manifiesto como si ese mundo — este — fuera el mismo.

 

La respuesta de Bifo Berardi llegó 100 años después: hace una década y yo llegué a él anoche.

 

Este fin de semana he leído sobre Bifo. Matheus Calderón tuvo una excelente conversación con a Mario Montalbetti publicada por IDL y en un momento mencionó el semiocapitalismo. Me intrigó el concepto y llegué a Berardi. Ya había leído su nombre en algún lugar antes y me interesé por él. Su tono no me parece ni apocalíptico ni integrado, aunque a veces se inclina por lo primero. Su lucidez es manifiesta. Espero poner mis manos sobre alguno de sus libros pronto.

 

Una pausa italiana: descubrí a Umberto Eco hace dos años gracias a la aproximación semiótica de Eduardo Zapata y Juan Biondi, alumnos suyos y maestros exigentes y bondadosos. A ellos dos les debo el despertar de una curiosidad intelectual que me mueve hasta ahora.

 

Pienso que hay en Italia una producción reflexiva sobre el lenguaje y lo que implica —pienso en Eco, Paolo Fabbri o Berardi — muy viva que quisiera explorar con más calma y profundidad.

 

En el Perú, territorio habitado donde es el siglo XXI, XIX y XVI al mismo tiempo, el futurismo suena a vanguardia: ¿no alabamos el automóvil sobre todo hasta diseñar ciudades para ellos y no para las personas?

 

¿No hay un desprecio fatal hacia las mujeres y se tiene que insistir en que no, no está bien callarlas, pegarles, cortarlas, quemarlas, matarlas?

 

¿No hay un empujón para crecer y crecer y luego ya vemos?

 

En este último caso se trata de un desplazamiento permanente: luego es luego, nunca ahora. En el futuro.

El peruanismo ahorita revela esa tensión: se dice que es ahora, pero sabemos que no es en este instante.

 

Este último punto, que puede ser visto como uno de los detonantes en Chile, ha sido lúcidamente ilustrado por Alberto Vergara: la priorización del indicador económico y el desplazamiento del civismo.

 

El futurismo sirvió como base, entre otras cosas, para el fascismo y una forma nueva — ¿nueva? — emerge hoy ante nosotros, gracias a nosotros, a pesar de nosotros.

 

Este manifiesto post futurista (lo saqué de aquí), además, aparece ante mí tan relevante porque dialoga con cosas que he visto, pero también leído u oído este año en libros, conversaciones, conferencias y el trabajo: una columna que leí ayer de Claude Levi Strauss, una conferencia que oí hace mes y medio de Beth Comstock, un libro que leí hace meses de Yuval Noah Harari, o el último libro de Jorge Yamamoto sobre la felicidad que leo estos días.

 

El manifiesto me hizo recordar también una charla que escuché en SXSW el año pasado.

 

Por eso, antes que acabe el penúltimo día del año, lo comparto, para usar la efeméride e ir más allá, porque la obviedad es indispensable: para que cambien las cosas no debe cambiar el año, debemos cambiar nosotros individual y colectivamente. El flaco Spinetta se equivocó en un detalle: mañana no es mejor. Pero puede serlo.

 

MANIFIESTO DE POST-FUTURISMO

 

---1. Queremos cantar sobre el peligro del amor, sobre la creación diaria de una energía dulce que nunca se dispersa.

 

---2. Los elementos esenciales de nuestra poesía serán la ironía, la ternura y la rebelión.

 

--- 3. La ideología y la publicidad han exaltado la movilización permanente de las energías productivas y nerviosas de la humanidad hacia el lucro y la guerra. Queremos exaltar la ternura, el sueño y el éxtasis, la frugalidad de las necesidades y el placer de los sentidos.

 

--- 4. Declaramos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una nueva belleza: la belleza de la autonomía. Cada uno a su propio ritmo; nadie debe ser obligado a marchar a un ritmo uniforme. Los coches han perdido su encanto de rareza, sobre todo porque ya no pueden realizar la tarea para la que fueron concebidos: la velocidad se ha ralentizado. Los coches son inmóviles como estúpidas tortugas adormecidas en el tráfico de la ciudad. Sólo lentitud es rápido.

 

--- 5. Queremos cantar de los hombres y las mujeres que se acarician mutuamente para conocerse unos a otros y mejorar al mundo.

 

--- 6. El poeta debe gastarse a sí mismo con la calidez y la prodigalidad para aumentar el poder de la inteligencia colectiva y reducir el tiempo de trabajo asalariado.

 

--- 7. Ya no hay belleza más que en la autonomía. Ninguna obra que no logra expresar la inteligencia de lo posible puede ser una obra maestra. La poesía debe ser un puente tendido sobre el abismo de la nada para permitir el intercambio entre imaginaciones distintas y liberar singularidades.

 

--- 8. Estamos en el extremo promontorio de los siglos… Debemos mirar atrás para recordar el abismo de la violencia y el horror que la agresividad militar y la ignorancia nacionalista son capaces de evocar en cualquier momento en el tiempo. Hemos vivido en la época de la religión estancada por mucho tiempo. Omnipresente y la velocidad eterna están tras nosotros, en el Internet; así que podemos olvidar sus rimas sincopadas y encontrar nuestro singular ritmo.

 

--- 9. Queremos ridiculizar a los idiotas que difunden el discurso de la guerra: los fanáticos de la competencia, los fanáticos de los dioses barbudos que incitan masacres, los fanáticos aterrorizados por la feminidad floreciente en todos nosotros.

 

--- 10. Exigimos que el arte se convierta en una fuerza que cambie la vida. Buscamos abolir la división entre la poesía y la comunicación masiva, para reclamar el poder de los medios a los mercaderes y devolverlo a los poetas y los sabios.

 

 

 

 

--- 11. Cantaremos sobre las grandes multitudes que finalmente pueden liberarse de la esclavitud del trabajo asalariado y que con solidaridad se rebelan contra la explotación. Vamos a cantar sobre la red infinita del conocimiento y de la invención, la tecnología inmaterial que nos libera del sufrimiento físico. Cantaremos del cognitariado rebelde que está en contacto con su propio cuerpo. Vamos a cantar a la infinitud del presente y abandonar la ilusión de un futuro.

 

Nota final:

  • Gracias por llegar hasta acá. Si te gustó lo que leíste, aplaude las veces que quieras (pueden ser varias y ayuda a que el texto llegue a otras personas).

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