Publicado el 04 de marzo del 2013
Un día como hoy, pero de
1932, nació en Pinsk, Bielorrusia, entonces parte
de Polonia, el escritor y periodista Ryszard
Kapuscinski, maestro de este oficio, el mismo que nos dejó muy claro
una verdad indiscutible:
· “Las malas personas no pueden ser buenos periodistas”.
Es considerado uno de los
mejores reporteros internacionales. Debutó con 17 años en la revista polaca “Hoy
y mañana“. Kapuscinski sobrevivió a 27 revoluciones,
informó 12 veces desde el frente y fue condenado a muerte en cuatro
ocasiones.
Fue maestro de
la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI), creada y presidida
por Gabriel García Márquez. Colaboró en medios
como Time, The New York Times, El País, La
Jornada y Frankfurter Allgemeine Zeitung.
En 2003 recibió
el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y
Humanidades por
· «su preocupación
por los sectores más desfavorecidos y por su independencia frente a presiones
de todo signo, que han tratado de tergiversar su mensaje».
Falleció el 23 de enero de
2007.
Con estas reflexiones sobre
el oficio celebramos su cumpleaños.
1. “Heródoto era un
hombre curioso que se hacía muchas preguntas, y por eso viajó por el mundo de
su época en busca de respuestas. Siempre creí que los reporteros éramos los
buscadores de contextos, de las causas que explican lo que sucede. Quizá por
eso los periódicos son ahora
mundo. Ninguno de los 20
finalistas de la última edición del Lettre-Ulysses del arte del reportaje
[premio que se otorga en Berlín], y del que soy miembro del jurado, trabaja en
medios de comunicación. Todos tuvieron que dejar sus empleos para dedicarse al
gran reportaje. Este género se está trasladando a los libros porque ya no cabe
en los periódicos, tan interesados en las pequeñas noticias sin contexto”.
Lo dijo para El País de España:
· ¿Cómo debe ser el periodista
del siglo XXI?.
El maestro respondió: “Se diferencia del siglo XX en
el sentido técnico. Antes el periodista cuando se iba a una guerra tenía
libertad para moverse. Dependía mucho de su talento, de su validez.
Ahora, como tenemos teléfonos
móviles o Internet el jefe de redacción sabe mucho más lo que está pasando. El
periodista destacado en un lugar sabe lo que ve, mientras que el jefe, que está
en Madrid o Roma, tiene la información de varias fuentes.
Al final, el periodista, en
vez de llevar a cabo sus investigaciones, se dedica a confirmar lo que el jefe
le pide desde la redacción. El sentido del trabajo ha cambiado mucho.
3. “Me gustaría que mis
libros sirvieran para que los lectores del siglo XXI comprendieran lo que ha
sido el nacimiento del Tercer Mundo, la llegada al poder y la, soberanía de
sociedades míseras, rurales e iletradas, un fenómeno sin precedentes que va a
cambiar la mentalidad y el modo de vivir en todos los países”. (En El País)
4. “Antes, los
periodistas eran un grupo muy reducido, se les valoraba. Ahora el mundo de los
medios de comunicación ha cambiado radicalmente.
La revolución tecnológica ha
creado una nueva clase de periodista. En Estados Unidos les llaman media
worker. Los periodistas al estilo clásico son ahora una minoría.
La mayoría no sabe ni
escribir, en sentido profesional, claro. Este tipo de periodistas no tiene
problemas éticos ni profesionales, ya no se hace preguntas.
Antes, ser periodista era una
manera de vivir, una profesión para toda la vida, una razón para vivir, una
identidad. Ahora la mayoría de estos media workers cambian
constantemente de trabajo; durante un tiempo hacen de periodistas, luego
trabajan en otro oficio, luego en una emisora de radio… No se identifican con
su profesión”. (El País)
5. “El verdadero
periodismo es intencional… Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de
cambio.
El deber de un periodista es
informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o
la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro,
el respeto del otro.
Las guerras siempre empiezan
mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del
vocabulario en los medios. En los Balcanes se pudo ver claramente cómo se
estaba cocinando el conflicto”. (El País).
6. “Esta una profesión
muy exigente. Todas lo son, pero la nuestra de manera particular.
El motivo es que nosotros
convivimos con ella veinticuatro horas al día. No podemos cerrar nuestra
oficina a las cuatro de la tarde y ocuparnos de otras actividades. Éste es un
trabajo que ocupa toda nuestra vida, no hay otro modo de ejercitarlo.
O, al menos, de hacerlo de un modo perfecto”. (En “Los cínicos no
sirven para este oficio”)
7. “Hay profesiones para las
que, normalmente, se va a la universidad, se obtiene un diploma y ahí se acaba
el estudio. Durante el resto de la vida se debe, simplemente, administrar lo
que se ha aprendido.
En el periodismo, en cambio,
la actualización y el estudio constantes son la conditio sine qua non.
Nuestro trabajo consiste en investigar y
describir el mundo contemporáneo, que está en un cambio continuo, profundo,
dinámico y revolucionario.
Día tras día, tenemos que
estar pendientes de todo esto y en condiciones de prever el futuro. Por eso es
necesario estudiar y aprender constantemente”. (En “Los cínicos no
sirven para este oficio”).
8. “Podemos encontrar muchos
periodistas jóvenes llenos de frustraciones, porque trabajan mucho por un
salario muy bajo, luego pierden su empleo y a lo mejor no consiguen encontrar
otro.
Todo esto forma parte de
nuestra profesión. Por tanto, tened paciencia y trabajad. Nuestros lectores, oyentes,
telespectadores son personas muy justas, que reconocen enseguida la calidad de
nuestro trabajo y, con la misma rapidez, empiezan a asociarla con nuestro
nombre; saben que de ese nombre van a recibir un buen producto. Ése es el
momento en que se convierte uno en un periodista estable. No será nuestro
director quien lo decida, sino nuestros lectores”. (En “Los
cínicos no sirven para este oficio”).
9. “Creo que para ejercer el
periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer: buenos
seres humanos.
Las malas personas no pueden
ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender
a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus
tragedias.
Y convertirse, inmediatamente,
desde el primer momento, en parte de su destino. Es una cualidad que
en psicología se denomina «empatía».
Mediante la empatía, se puede
comprender el carácter del propio interlocutor y compartir de forma natural y
sincera el destino y los problemas de los demás”. (En “Los cínicos
no sirven para este oficio”).
10. “Una de las cosas que
resulta fundamental entender es que, en la mayor parte de los casos, la gente
sobre la que vamos a escribir la conocemos durante un brevísimo periodo de
su vida y de la nuestra. A veces vemos a alguien durante cinco o diez minutos,
estamos viajando a otra parte y a esa persona no volveremos a verla nunca más.
Por tanto, el secreto de la cuestión está en la cantidad de cosas que estas
personas son capaces de decirnos en un tiempo tan breve. El problema
es que las personas, en un primer contacto, son generalmente muy calladas, no
tienen ganas de hablar.
Es una experiencia que todos
compartimos: es necesario cierto tiempo para adaptarse al otro. ¡Pero esos escasos
minutos a veces son los únicos que tenemos para hablar con una persona! Para un
periodista, si esos minutos transcurren en silencio o generan una comunicación
insatisfactoria, el encuentro es un fracaso. El éxito depende entonces de
situaciones que están fuera de nuestro control, casi casi de
“accidentes””. (En “Los cínicos no sirven para este oficio”).
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