EL AÑO
2024 PONE A PRUEBA LAS DEMOCRACIAS
Por Andrea Rizzi* – El País - 2 ENERO 2024
El
apretado calendario electoral, con comicios en 70 países, las mayores tensiones
geopolíticas en décadas y la irrupción de la inteligencia artificial
representan un test extraordinario para el modelo democrático
El año que empieza se
configura como un extraordinario desafío para la democracia en el mundo. Varios
factores convergen en construir la excepcionalidad de 2024.
De entrada, la mera
naturaleza del calendario electoral, que es majestuoso, con casi la mitad de la humanidad
convocada a las urnas, e incluye a países importantes con
situaciones internas turbulentas.
Después, el contexto
en el que este calendario se desarrolla, con un panorama geopolítico marcado por
una tensión desconocida en décadas entre democracias y
regímenes autoritarios, con la irrupción de la inteligencia artificial
generativa, con nuevas sombras sobre la libertad de expresión, con una economía
en fase de desaceleración y mucha deuda acumulada.
La democracia llega
a esta prueba trascendental debilitada por años de erosión a escala global.
“La democracia está
amenazada. El autoritarismo avanza. Las desigualdades aumentan. Y aumenta la
incitación al odio.
Frente a estos
desafíos, pactar se ha tornado un verbo sucio”, alertó el secretario general de
la ONU, António Guterres, en su discurso ante la Asamblea
General en el pasado mes de septiembre.
Los principales
estudios internacionales coinciden en detectar una senda de deterioro desde
hace tiempo, por la que cada año son más los países en los que se registra más una
involución que una mejora.
El Instituto V-dem, por
ejemplo, pondera que en 2022 el balance de la democracia en el mundo había
retrocedido a niveles de 1986, antes de la caída del telón de acero.
Freedom House también
registra una racha de declive democrático mundial que dura desde hace 17 años
―aunque el último, 2022, fue el menos negativo de la serie―.
En algunos países ha
habido golpes de Estado y retrocesos a situaciones de autocracia pura ―varios
casos en África en los últimos años, con Níger y Gabón entre los últimos―.
En muchos otros, la
naturaleza democrática persiste, pero debilitada en sus rasgos definitorios,
desde el Estado de derecho y la separación de poderes hasta la libertad de
expresión y la igualdad; así ocurre, con distintas intensidades y
características, en la India, EE UU, Israel o Hungría, según Freedom House.
“2024 estará marcado
por una explosión de actividad electoral en todo el mundo”, considera Kevin
Casas-Zamora, secretario general del Instituto Internacional para la Democracia
y la Asistencia Electoral, con sede en Suecia.
“El problema es que la integridad electoral está
bajo asedio en el mundo.
Muchas de esas
elecciones serán celebradas en condiciones en las que la competencia no será
equitativa, la desinformación campeará o la autoridad electoral estará
cooptada, entre otros fenómenos.
En otros casos, las
elecciones, lejos de constituir una reafirmación de la democracia, pueden
arrojar resultados que aceleren tendencias muy adversas a ella”.
“Es muy probable que
esta ola electoral hará aún más visible la tendencia al deterioro en la calidad
de la democracia, aún en democracias muy consolidadas”, prosigue Casas-Zamora.
“Lo que estamos
viendo en todo el mundo es una proliferación de lo que Guillermo O’Donnell, el
gran politólogo argentino, llamaba ‘democracias de baja intensidad’, con
desigualdades crecientes, ostensibles debilidades en el Estado de derecho y
graves problemas en el acceso a derechos básicos”.
A continuación, una
mirada sobre algunos de los aspectos más relevantes de este año clave para la
democracia.
EL CALENDARIO
La alineación de
estrellas electorales compone un ciclo de relevancia política inusitada.
Tienen previsto
celebrar elecciones presidenciales o legislativas alrededor de 70 países. Entre
ellos, varios que son fundamentales para el presente y el futuro global del
modelo democrático, como Estados Unidos ―principal potencia mundial―, la India
―país más poblado y más diverso―, la UE ―un bloque de referencia en derechos― o
Indonesia ―mayor democracia musulmana―.
La competición por
el poder será sin duda descarnada, probablemente turbia en varios casos.
Las campañas
electorales son momentos críticos para las democracias.
EE UU acude a las
urnas desgarrado por un nivel de polarización que los expertos coinciden en
considerar elevadísimo.
Una victoria de Trump, el político
que alentó el asalto al Capitolio, es plausible. Como lo es un
resultado ajustado que inflame la tensión.
“Cualquiera que sea
el resultado, pero en especial si Trump es electo, la profunda disfuncionalidad
de la democracia en EE UU es una de las amenazas más grandes para la salud de
la democracia a escala global”, comenta Casas-Zamora.
“De la misma manera
que EE UU fue clave en el proceso de expansión global de la democracia en la
segunda mitad del siglo pasado, los cada vez más evidentes signos de deterioro
de la democracia norteamericana hacen más difícil el trabajo de promover el
modelo democrático liberal como una opción política atractiva”.
India votará bajo la
espesa sombra de un deterioro democrático denunciado por institutos
internacionales y opositores.
Modi y su proyecto nacionalista
hindú —ante el que la minoría musulmana, de unos 200 millones
de personas, se siente marginada— tienen amplios visos de lograr un tercer
mandato consecutivo
Al margen de sus
sostenedores, es amplia la inquietud por lo que ello podría significar en
términos de alejamiento de la India de su consenso constitucional secular e
inclusivo y, en definitiva, en términos de calidad democrática.
Aunque de naturaleza
diferente, también las elecciones europeas serán una prueba importante para la
democracia, por supuesto para los alrededor de 450 millones de ciudadanos de la
UE, pero también para el resto del mundo, a la vista de la fuerza comercial y
normativa del bloque.
El alto
representante de Política Exterior de la UE, Josep Borrell, dijo lo siguiente
en el Grand Continent Summit, una conferencia anual organizada hace unos días
en el Valle de Aosta (Italia) por la revista homónima:
“Las elecciones
europeas estarán marcadas por esas dos guerras (Ucrania y Gaza) y sus
consecuencias. Serán una respuesta a todo eso.
“Yo tengo miedo de
una cosa. Tengo miedo del miedo.
“Que los europeos
voten siguiendo sus miedos. Los partidos que usan el miedo como argumento, y
que ofrecen malas respuestas a buenas preguntas, pueden atraer el apoyo de la
población.
“Podemos ver un
aumento de las fuerzas de extrema derecha.
“Si las fuerzas
políticas no presentan un análisis lúcido de lo que son los peligros, si no somos
capaces de hacerlo, pienso que las elecciones europeas serán tan peligrosas
como las estadounidenses”.
EL ENTORNO GEOPOLÍTICO
Las fuertes
tensiones en el ámbito de las relaciones internacionales pesarán sobre el
extraordinario ciclo electoral de 2024.
Desde hace años han
aflorado múltiples intentos, especialmente de Rusia, de condicionar la opinión
pública en otros países, bien sea fomentando la discordia y la polarización en
el seno de sociedades occidentales o alentando el rechazo a los países occidentales
en sociedades del llamado sur global.
Un contexto de
confrontación y competición entre potencias sin precedentes como el actual hace
pensar que son posibles, hoy más que nunca, esfuerzos alborotadores de procesos
electorales.
Rusia ha lanzado una
guerra total contra Ucrania, que tiene el respaldo de Occidente.
China se ve envuelta
en un crudo pulso con EE UU, lleno de recriminaciones e incomprensiones, que
implica también tratar de afianzar a su favor las relaciones con países
terceros.
Moscú y Pekín, además,
han dejado negro sobre blanco su intención de modificar el orden internacional
y su convicción de que democracia y derechos humanos no son valores absolutos,
sino conceptos relativos, susceptibles de distintas interpretaciones.
No parece irracional
pensar que tratarán de influenciar contiendas electorales. Por ejemplo, hay ya
evidentes síntomas de intentos de Pekín de influir en las elecciones en Taiwán.
LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
Cualquiera que desee
interferir en procesos electorales dispone hoy de una poderosa herramienta que
en el pasado no existía, la inteligencia artificial generativa.
Los expertos asocian
las plataformas digitales, y especialmente las redes sociales, con el aumento
de la polarización.
En parte por sus
propias lógicas de funcionamiento, con algoritmos que premian la polémica y la
exposición a mensajes que refuerzan convencimientos, y en parte por la acción
de actores interesados.
Hay quienes creen
que son causa, otros que son más bien un reflejo propagador. En cualquier caso,
es difícil negar que tengan un papel relevante en la polarización.
Ahora, los nuevos
avances tecnológicos multiplican las posibilidades de difusión de mensajes que
buscan desinformar, confundir, polarizar o incluso alentar al odio.
La UE acaba de dar luz verde
a un innovador proyecto de regulación de los usos de la inteligencia artificial,
para limitar los riesgos asociados a la tecnología.
Pero el bloque
europeo es pionero en esto. El resto del mundo no ha regulado todavía, y la
mayoría de los países tendrá dificultades en hacerlo porque sus mercados son
pequeños y el pulso con los gigantes tecnológicos es complejo.
LA LIBERTAD DE EXPRESIÓN
Las contiendas
electorales se desarrollarán en un ambiente marcado por nuevos desafíos a la
libertad de expresión.
Las prohibiciones o
limitaciones de protestas en favor de la población palestina en países como
Francia, el Reino Unido, Alemania o Estados Unidos constituyen
un episodio extremadamente polémico.
LA ECONOMÍA EN DESACELERACIÓN
Todo ello se
producirá en un contexto económico global que, aunque no es tan grave como
muchos temieron tras la llamarada inflacionista vinculada con la guerra de
Ucrania, tampoco tiene una perspectiva idílica.
La deuda está al
alza desde la pandemia, el alza de tipos la ha hecho menos sostenible, la
inflación ha corroído un poder adquisitivo que en gran parte de los casos no se
ha recuperado ni se recuperará.
Esto produce a la
vez malestar social y limitados márgenes de maniobra gubernamentales en muchos
países.
De fondo, quedan los
desequilibrios estructurales que amenazan con alimentar sacudidas
desestabilizadoras.
La politóloga Lea
Ypi recordó en la conferencia de El Grand Continent la lección de
Maquiavelo, aquella según la cual
“”” la
estabilidad de los sistemas depende de un buen equilibrio entre ‘i grandi’ (las
elites) e ‘il popolo’ (el pueblo).”””
Ypi consideró, en un
debate sobre Europa, que ese equilibrio no está conseguido.
La gran temporada
electoral en Europa y el resto del mundo puede abrir la espita a manifestaciones
de descontento desestabilizadoras.
“No hay soluciones
fáciles para nada de esto, apunta Casas-Zamora.
“La movilización
cívica para defender derechos, que continúa siendo vigorosa en todo el mundo,
es hoy la única fuente de esperanza de renovación del proyecto democrático. Hay
que proteger ese espacio de acción cívica.
“Pero eso no será
suficiente si no reformamos los sistemas democráticos para que sean más capaces
de procesar demandas sociales con efectividad.
“Si la democracia no
ofrece soluciones tangibles a las demandas sociales, la gente buscará esas
soluciones en otros modelos políticos”.
En años recientes,
pese a una dinámica negativa, la democracia ha dado importantes muestras de
resiliencia.
Brasil y Polonia,
por ejemplo, lograron pasar página de liderazgos de derecha ultranacionalista
con instintos y praxis democráticas dudosas. No es imposible superar los retos.
Pero conviene no minusvalorar los riesgos.
…………………
*Corresponsal de asuntos globales de EL PAÍS y autor de una
columna dedicada a cuestiones europeas que se publica los sábados.
Anteriormente fue redactor jefe de Internacional y subdirector de Opinión del
diario. Es licenciado en Derecho (La Sapienza, Roma) máster en Periodismo
(UAM/EL PAÍS, Madrid) y en Derecho de la UE (IEE/ULB, Bruselas).
No hay comentarios:
Publicar un comentario