LIBERTARIOS - ARGENTINA: LA TRAMA OCULTA DE DOS JUGADAS CON EL
SELLO DE ESTADOS UNIDOS
LA COMPRA DE AVIONES Y EL AVAL PARA QUE LOS MILITARES ACTÚEN EN
SEGURIDAD INTERIOR
El presidente Javier Milei prepara un decreto para
autorizar a las Fuerzas Armadas a intervenir en cuestiones de seguridad
interior definidas como «amenazas extranjeras», lo que incluiría al
narcotráfico y organizaciones de pueblos originarios. La firma del decreto
podría concretarse en las próximas horas.
En simultáneo, el Gobierno avanza en la compra de 24 aviones
dinamarqueses F-16, de origen estadounidense.
EE.UU. venía haciendo lobby para que Argentina descarte la
compra de los aviones chinos J-17, mucho más modernos y con armamento incluido.
El presidente prepara dos gestos de fuerte
alineamiento con Estados Unidos.
-
Por un lado, el
mandatario firmaría un decreto habilitando a las Fuerzas Armadas a
intervenir en determinadas cuestiones de seguridad interior.
-
La firma podría
concretarse antes del viaje a Israel, el lunes 5 de febrero.
-
Se considerará que los
militares pueden actuar ante «amenazas extranjeras», sin mayores precisiones.
-
Se tomará como amenaza
extranjera casi cualquier cosa, empezando por el narcotráfico o los pueblos
originarios.
-
El segundo gesto con
Washington es la compra de 24 aviones dinamarqueses F-16, de origen
estadounidense, por un valor que se acerca a los 600 millones dólares, aunque
los aviones en sí mismos valen 300 millones y el armamento, que vende Estados
Unidos, otros 300 millones.
El punto que le importa a Washington es que la Argentina
descarte la compra de los aviones chinos J-17, mucho más modernos y con
armamento, que eran objetados por Gran Bretaña.
Los F-16 son viejos, renovados, pero todo el control del
mantenimiento y los repuestos pasa por el visto bueno de Londres.
EL DECRETO POR SALIR
Como señaló Página/12 el 14 de enero, desde el
Ministerio de Defensa señalaron que “la decisión política está tomada.
Será antes de marzo”.
La afirmación se refería a la firma del decreto para que las
Fuerzas Armadas incursionen en seguridad interior.
Se revocaría una norma anterior de la época en que Nilda Garré
ocupaba la cartera de Defensa (2006) y que establecía que los militares podían
intervenir únicamente ante la amenaza de “un Estado” extranjero.
De esa formulación, Milei y su ministro de Defensa, Luis
Petri, sacarán la palabra «Estado», por lo tanto, quedará un vasto abanico bajo
la fórmula “amenaza extranjera”: grupos narcos, guerrillas, organizaciones
indígenas, formaciones terroristas, bandas que lucran con movimientos
migratorios.
El modelo es impulsado desde hace años por Washington.
Una versión indicaba que el decreto se firmaría antes del viaje
a Israel, previsto para el próximo lunes. La fecha fue confirmada a este diario
por el vocero presidencial, Manuel Adorni, y también por fuentes israelíes. O
sea, si se confirma la versión, habría decreto esta misma semana.
En Defensa afirman que el proceso no será tan rápido. Desde la
cartera a cargo de Petri sostienen que el texto de base está, pero se necesitan
entre uno y dos meses para redondear las consultas técnicas.
Un punto todavía confuso está en lo que se llama acción
directa: o sea, si los militares, por ejemplo, van a actuar directamente en
situaciones de conflicto caliente, como en Rosario.
Por ahora la respuesta que dan los voceros del ministerio es que
eso está descartado. En realidad, los propios militares están en contra de
esa alternativa: no quieren jugar casi el papel de policías. Es más, es
legendario su reclamo: «Un comisario no puede tener el mismo sueldo que un
general. Nosotros tenemos otra jerarquía».
Lo más probable es que, tras el decreto, haya miembros de la
Fuerzas Armadas custodiando centrales nucleares y dando apoyo logístico, por
ejemplo con transporte en helicópteros y aviones a los gendarmes que están en
las fronteras.
También está la posibilidad de que a esos gendarmes les den
respaldos cibernéticos o de inteligencia artificial.
Hay quienes insisten en la idea de que los militares releven a
gendarmes para que estos sí actúen en el conflicto social, como se vio en la
marcha del 24 de enero.
Tal vez la semana pasada se vio una pequeña muestra de las
ambigüedades: en la conferencia de prensa para anunciar la expulsión de la
familia del narco ecuatoriano Fito Macías estuvo presente el ministro
Petri.
Se trataba de un caso interno, no de la amenaza de un
Estado extranjero. La Fuerza Aérea participó proveyendo innecesariamente un
avión para deportar a la familia hacia Guayaquil.
La Argentina afrontó un costo económico disparatado: la esposa,
los hijos y tres colaboradores viajaron sin estar detenidos ni esposados y lo
pudieron haber hecho en un vuelo comercial, pagándose ellos mismos el pasaje.
En cualquier caso, el decreto estará sujeto a distintas
interpretaciones y podría argumentarse que una movilización es impulsada por
fantasmagóricas fuerzas extranjeras, lo que dejaría las puertas abiertas a que
intervengan militares.
No debe olvidarse que, en repetidas oportunidades, Milei habló
de la lucha contra el comunismo, reeditando un conflicto de hace más
de 30 años y causando más risa que alarma.
AVIONES CON RESPALDO BRITÁNICO
El gobierno de Alberto Fernández dejó sin definir la compra de
aviones para la Fuerza Aérea.
Siempre estuvieron a la vista dos opciones: los cazas de origen
norteamericano o los cazas chinos.
El designado jefe del Estado Mayor Conjunto, Xavier Isaac,
después de haberse inclinado por comprar los J-17, terminó definiéndose por la
variante norteamericana con el argumento de que el mantenimiento y los
repuestos de esos aparatos son más fáciles de conseguir.
Sucede que la Fuerza Aérea ya tiene aviones Hércules y
helicópteros, todos provistos desde el país del Norte.
Los F-16 dinamarqueses fueron producidos por la
norteamericana Lockheed Martin, aunque los países escandinavos exigieron
que el 56 por ciento de las partes se fabricaran en plantas ubicadas en Suecia,
Noruega y Dinamarca.
Hoy en día, esos aviones están camino al desuso, al punto de que
Bélgica se negó a venderle los F-16 a su aliado, Ucrania, porque no los
consideró aptos.
El argumento ahora es que los aviones daneses están mejor,
tienen mejor mantenimiento.
Una cuestión curiosa es que Dinamarca vende los F-16
«desnatizados», en referencia a la NATO (OTAN). Eso significa que venden los
aviones pero sin la avanzada parte electrónica que tiene la alianza militar
europea y sin el armamento. Eso lo vende Estados Unidos.
Los aviones valen 300 millones y el armamento y la parte
electrónica otros 300 millones, aunque Estados Unidos regala más o menos un 15
por ciento.
El gesto no es gracioso: es que a Washington no le importa si la
Argentina compra o no los aviones, lo único que le importa es que no
compre los aviones chinos.
Hay un antecedente asombroso. En los 90, Estados Unidos le
vendió casi 36 aviones A-4 Skyhawk a la Argentina.
El sistema era el mismo. Se entregaban por separado aviones y
armamento. En total, para los 36 A-4, Washington terminó entregando apenas 7
misiles. O sea, la provisión del armamento queda sujeto a que Estados Unidos
cumpla el compromiso.
En verdad, la compra de los Thunder chinos y
paquistaníes era objetada por Londres y claramente rompía el alineamiento con
Washington.
Es que son aviones más modernos que los daneses y menos
controlables por el Reino Unido.
Valían unos 600 millones de dólares, con la parte electrónica y
el armamento incluidos.
Además, China financiaba el 85 por ciento de la compra. Como es
obvio, también Pekin jugaba su partido geopolítico.
Hay versiones que indican que la decisión de Milei produjo
enorme enojo en el gobierno de Xi Jinping al punto de que reclamaría
que se le paguen los 5 mil millones de dólares del swap (préstamo)
que China otorgó el año pasado.
Sin embargo, la versión más fidedigna es que Pekin ve el
panorama de conjunto: el rechazo a los Brics, el acercamiento a Taiwan y las
declaraciones de Milei pesan tanto o más que la compra de aviones.
En su momento, el Ministerio de Defensa, bajo el gobierno
anterior, dictaminó que a la Argentina le convenían los aviones chinos porque
tenían un valor disuasivo frente a Gran Bretaña.
O sea, Londres tendría en cuenta que la Argentina contaba con un
elemento de defensa importante, no controlado por ellos.
En la Fuerza Aérea no ven todo color de rosa con los F-16. “El
mantenimiento es caro y, con un gobierno que nos dice que no hay
plata, esperemos que estos aparatos no terminen siendo maceteros llenos de
plantitas.
Volarlos una hora cuesta entre 10 mil y 15 mil dólares.
¿Habrá fondos para entrenar a los pilotos? O peor aún: en el
alineamiento que está teniendo el presidente, no vaya a ser que se terminen
triangulando hacia conflictos en los que no tenemos nada que ver”.
*** Por Raúl
Kollmann - 30 ENERO 2024
No hay comentarios:
Publicar un comentario