MITOLOGÍAS CONTEMPORÁNEAS SOBRE LA IDEOLOGÍA
Por: FRANCOIS BRUNE
--- Un discurso recorre occidente: ya no hay ideologías. Profundos pensadores lo reclaman: en nuestras democracias avanzadas, el ciudadano se ha impermeabilizado frente a los retos teóricos.
--- Ya no hay nada que discutir, si el capitalismo triunfa en todas partes, ¿no es porque responde a la” naturaleza profunda” del hombre?
--- Más que nunca la ideología adquiere la apariencia de un simple reflejo, único e irrecusable, del orden de las cosas. No es el pensamiento, es la realidad la que es única. No Hay, pues que ´pensar más: basta lo real. El hecho y el valor son lo mismo.
--- La globalización es un hecho y también una ideología: el término disimula más que revela la complejidad del nuevo orden.
Nadie puede discutir que la globalización sea un hecho; pronto va a bastar con nombrarla para preconizarla como algo positivo, sin mencionar lo que implica [estrategias dominadoras, uniformización de los modos de consumo, destrucción masiva de empleos…]
--- El simple uso de la palabra mundialización, contiene la misma ambigüedad. Hay un continuo desplazamiento de la constatación al imperativo: la economía mundializa; pues bien, ¡mundializa vuestra economía! Y e aquí que en la estela de esta evidencia se inscriben las sospechosas legitimaciones del rigor.
--- En el discurso dominante cabe distinguir, al menos cuatro grandes complejos ideológicos: 1] El mito del Progreso; 2] La primacía técnica; 3] El dogma de la comunicación y 4] La religión de la época
EL MITO DEL PROGRESO
--- El progreso es ciertamente, una realidad; y también es una ideología.
El conocido proverbio “el progreso no se detiene” es un principio de sumisión repetido mil veces; asimismo, es una prescripción cotidiana: cada uno debe progresar, cambiar, evolucionar.
--- La mayor angustia es quedarse atrás; quedarse atrás en un avance técnico, quedarse atrás en los porcentajes, quedarse atrás en el consumo.
--- Los medios de comunicación adoran cultivar el chantaje del retraso forma invertida de la ideología del progreso.
--- Cercanas a progreso, las palabras evolución o cambio se benefician de un a priori positivo. El cambio es una realidad y también una ideología.
LA PRIMACIA DE LA TÉCNICA
--- La técnica es una realidad y también es una ideología. Todo lo que se presenta como técnica, como funcional, aparece como positivo. La tecnología tiene siempre fuerza de ley.
Con frecuencia se invocan razones técnicas para enmascarar problemas sociales u opciones políticas discutibles.
--- La lógica de los sistemas, entre ellos el sistema económico prohíbe cuestionar sus desviaciones.
Cuando se denuncian disfunciones espera reclamar una mayor inversión en técnicas, que permitirá controlarlas.
La tecnología de la técnica abstrae el espíritu de las gentes en el “cómo” para ocular la temibles cuestión del “porqué”.
--- El discurso tecnocrático tiene siempre como efecto hacer callar a los no especialistas, es decir, a la mayoría de los ciudadanos.
--- La velocidad es una realidad; es también una ideología inseparable del mito del progreso. Todo lo que hierve en el mundo, todo lo que va rápido, progresa. Toda movilidad es positiva, el mayor mal es estar superado.
El vértigo de la velocidad conduce a aceptar en bloque todas las evoluciones modernas y genera permanentemente la impaciencia de no quedarse atrás.
LA PRIMACIA DE LA TÉCNICA
--- La comunicación es tanto la falsedad publicitaria [que asimila indebidamente publicidad y comunicación] como la llave del éxito profesional.
--- El mito de la comunicación arrastra en su estela mil una palabras claves que son otros tantos vectores ideológicos. La conexión, por ejemplo, versión técnica del culto del contracto; hay que conectarse; estar conectado a todo lo accesible a todos.
Se cree que basta estar potencialmente en contacto [a través del sistema multimedias] para encontrarse realmente en relación [en situación de intercambio auténtico.
--- La interactividad, otro señuelo de la ideología mediática, se deriva naturalmente de la conexión.
--- También la T.V. se ha preparado ampliamente para esa ilusión consensual de la comunicación, al ser ella misma visión a distancia. Selectiva, parcial. Dramatizada, y tanto más engañosa al no serlo siempre.
--- Hace mucho tiempo que el tópico de la ventana abierta al mundo da crédito a la posibilidad de asomarse a la realidad tal como es. Vana ilusión. Porque la T.V. jamás comunica lo real del mundo ni reúne realmente a los pueblos; saciarse de imágenes no es participar en las cosas, y la emoción del acontecimiento no da en absoluto un conocimiento de los problemas.
--- El sistema televisual, tomado en su conjunto no hace más que someter a su visión del mundo al ciudadano, que imagina ingenuamente que domina ese mundo por la visión.
El verdadero efecto ideológico de la T.V. es convertirnos a la religión de la época, de la que quiere se el templo.
LA RELIGIÓN DE LA ÉPOCA
--- La época, es una realidad, es también un mito cómodo, una divinidad cotidiana que se invoca para someter al individuo a los imperativos de la modernidad.
Los cantores del conformismo recitan la misma letanía: hay que adaptarse a la evolución, seguir su tiempo, ser de tu época.
Pero ¿quién decide lo que es la época?
--- La escenográfica. Lo que llamamos un acontecimiento es el fruto de una selección y una dramatización arbitrarias, operada por los informadores, en función de la idea a priori que ellos se hacen de la época.
Aquellos a los que se llama los protagonistas del mundo contemporáneo son ellos mismos en gran medida inventados por los que les designan.
--- En cuanto al público, sólo desempeña un papel de coro trágico al que los sondeos hacen opinar, está, pues, manipulado.
--- Los medios de comunicación seleccionan los hechos que definen la época en función de un encasillamiento ideológico preestablecido, para inmediatamente pedir a los ciudadanos que se adhieran a ella y se sientan partícipes.
--- La publicidad es plenamente una realidad contemporánea. Se la declara fenómeno social y, bajo pretexto de que se trata de un hecho establecido, no cesa de justificarla como valor.
--- El consumo que es una realidad de cada día. Pero preocuparse seriamente por la situación económica y la solución del problema del empleo, sin replantearse la noción misma de sociedad del consumo, es dar vueltas en el seno de una ideología.
--- Cada día, miles de frases sospechosas en los medios de comunicación o en cualquier otra parte, legitiman realidades sociales o económicas consideradas indiscutibles porque pertenecen a la época.
--- Se necesitan conmociones sociales para que, de repente, el seudo realismo del discurso dominante se rompa y deje entrever la formidable ideología que lo sustenta.
Pero tales aclaraciones, demasiado breves, no impiden que el condicionamiento político-mediático reconquiste el campo de la conciencia de los ciudadanos.
La fuerza de este sistema está en los diversos sistemas ideológicos que lo construyen y no dejan interferir y de apuntalarse mutuamente.
--- La multiplicidad de los mitos cotidianos que se burlan de nuestra objetividad recomponiéndose sin cesar produce un efecto de interferencia que desalienta el análisis crítico.
--- La interferencia ideológica se agrava con las notorias incoherencias que se producen entre el orden del discurso se nos impone y la experiencia de las cosas, que con frecuencia, lo contradicen.
--- Se obliga al buen ciudadano a practicar el doble pensamiento esforzándose por creer todo y lo contrario de todo. Se opera una escisión entre los datos de la experiencia cotidiana y la impregnación de la ideología dominante.
--- La ideología hoy, que parte de lo real para negar lo real, conduce así a una forma de esquizofrenia colectiva.
TOMADO DEL CAPÍTULO "I" - PENSAMIENTO ÚNICO - PENSAMIENTO CRÍTICO
MITOLOGÍAS CONTEMPORÁNEAS: SOBRE LA IDEOLOGÍA HOY
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