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domingo, 21 de febrero de 2016

EN PRIMERA PLANA - FILM - DOS CRITICAS - CUESTIÒN DE PERIODISTA - DENUNCIA PEDERASTAS DE UNA DE LAS INSTITUCIONES MAS PODEROSAS DEL MUNDO LA IGLESIA - CRITICA DIFERENTES DE JULIANA RODRIGUEZ Y DANIEL SANTOS

El camino largo

Juliana Rodríguez
Para los cinéfilos maratonistas que quieran llegar al 28 de febrero con todas las películas nominadas a los Oscar ya vistas, una cosita: pueden ahorrar tiempo, verEn primera plana y darse por satisfechos. La película es la mejor de la lista de candidatas, por lo cual es probable que no se lleve ningún premio. 
En primera plana tiene un mérito que en épocas de cine de estruendos y fuegos artificiales cale el doble: un compromiso y coherencia con el tono narrativo que no cede a la tentación de “hollywoodizarse”. No hay subrayados musicales ni planos en falso. El ritmo de la película es austero y no se deja llevar por la ansiedad. Esa cadencia para contar la historia evoca los procedimientos que los periodistas del caso aplicaron: paciencia, método, perseverancia. 
La película logra, además, actualizar el legado del clásico Todos los hombres del presidente. Que el gran relato cinematográfico sobre el periodismo sea del año 1976 y que los héroes de aquella historia hayan usado máquinas de escribir nos está diciendo mucho, en realidad, del cine y del periodismo actuales. En primera plana se anima a ingresar a ese terreno y renueva la imagen de las redacciones. En esta ya hay teléfonos celulares, computadoras y, lo más importante, existe Internet. Pero la tecnología no altera la pericia del oficio.   
El elenco se luce y a la vez está contenido por el guion (que quizás peca de tener una mirada muy romántica sobre el periodismo). Pero en ese guion está lo mejor del filme: las preguntas, dudas, reflexiones, intuiciones, avances y retrocesos de los personajes. Porque En primera plana es una película sobre periodistas, pero también es un ensayo sobre por qué a veces hay que tomar el camino más largo.


En contra: Échale la culpa a Ruffalo

Daniel Santos
dsantos@lavozdelinterior.com.ar
Si En primera plana es una muy buena película, sin dudas no lo es por el trabajo de Mark Ruffalo en uno de los papeles protagónicos, por más nominación al Oscar que haya recibido. En el grupo de periodistas de la sección Spotlight como Mike Rezendes, del Boston Globe, él no da nunca con el rol. Ruffalo no encuentra nunca el tono, ni ofrece las sorpresas, ni demuestra la intensidad para un tipo al que se le presentan frente a sus ojos las pruebas de numerosos abusos a menores dentro de la iglesia católica. 
Las intervenciones de Ruffalo en la película son casi grotescas: el argumento atrapa desde el principio, y la historia (increíble, pero es real y amarga) crece entre Michael Keaton, Stanley Tucci, Liev Schreiber y John Slattery... pero cuando llega Mark, se desploma.
Está en un equipo de investigación de elite periodística, pero actúa como un amateur: no se planta frente a los poderosos, no sostiene buenos diálogos con ninguno de los actores del caso, no se muestra convincente en los modos para obtener los datos, que parecen producto de la buena fortuna más que de una habilidad especial.
Ese lugar sí se lo gana Liev Schreiber, como el nuevo responsable editorial del periódico, Marty Baron. Cuando el cardenal Bernard Law de Boston le dice que todas las instituciones deben trabajar juntas para que la ciudad funcione, él le responde: “Gracias. Pero personalmente creo que para que un periódico haga bien su labor en realidad debe trabajar sólo”. 
Rezendes, el verdadero, no quedó muy bien parado, parte por culpa de Ruffalo y parte por un guion que no le dejó casi ni una sola intervención interesante en los diálogos. 
Mark Ruffalo es un gran actor, En primera plana es una gran película... pero no van juntos.  

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