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lunes, 27 de diciembre de 2021

EL NOMBRE DE LA ROSA NOVELA HISTORICA





ACERCA DEL LIBRO “EL NOMRE DE LA ROSA” DE UMBERTO ECO [reseña]

 

Atreverse a reseñar esta novela, por su enorme empaque y su gigantesco peso literario (factores que la sitúan entre las más célebres de la literatura de narrativa histórica) le hace sentir a uno en el ojo del huracán y minúsculo ante el genio de este autor.

 

Pero resulta inexplicable, por absurdo y sorprendente, abrir cada mañana hislibris y comprobar que algo falta en sus hilos.

 

Algo que se menciona, se palpa, se alude de continuo, se echa de menos y se percibe como grande pero que ¡oh!, no se sabe por qué, pero no está.

Como ese algo que se respiraba en el ambiente de una hermosa mañana de finales de noviembre de 1327, cuando Adso de Melk y Fray Guillermo de Baskerville, a lomos de sus mulos, subían trabajosamente por los últimos repliegues de la montaña y se disponían a vivir en el interior de aquella abadía –enorme mole de piedra- los hechos más asombrosos y terribles que imaginarse puedan.

 

Y ya es hora de que a la novela acerque mi reseña, y ojalá mi mano no tiemble ahora que me dispongo a señalar, sin perder los nervios ni que me absorba la impaciencia, lo que allí se vivió y sucedió.

 

Espero que se me permita la licencia de haber adaptado para el inicio de esta reseña esa parte tan mágica que supone el comienzo de la novela, en la que el novicio Adso, discípulo del franciscano Fray Guillermo, cuenta en primera persona los hechos que, en su adolescencia, le tocó vivir con su maestro en aquella misteriosa abadía, repleta de secretos.

 

Es ésta una novela difícil de reseñar porque no sólo tiene las características propias de la novela gótica sino que, a su vez, se puede considerar como crónica medieval y novela policíaca.

 

Incluso me atrevo a afirmar que El nombre de la rosa es todavía más. Trataré de allanarme el camino.

 

A finales de la edad media la filosofía escolástica había triunfado sobre aquellas ideologías paganas llegadas principalmente del mundo musulmán.

Santo Tomás de Aquino se había consolidado como una de las grandes mentes y, posteriormente, sería reconocido como doctor de la Iglesia. No obstante, en el ambiente se sentía ese enrarecimiento que sólo vaticina luchas encarnizadas de poder entre las diferentes congregaciones de la Iglesia.

 

Ésta se reservaba para sí misma la capacidad discernidora sobre qué conocimiento prohibir o permitir al vulgo.

 

Es así como los grandes monasterios se convierten en fuertes centros de conocimiento, nuevas bibliotecas de Alejandría, resguardando todo tipo de saber en sus entrañas, a las que sólo Dios y algunos monjes privilegiados podían acceder.

 

Así las cosas, la novela se sitúa en la época en que el papado se establece en Aviñón, lo que aprovecha el emperador Ludovico el Bávaro para extender su poder a una fragmentada Italia.

 

La orden franciscana que se encontraba en conflicto con Juan XXII, a causa de su voto de pobreza, busca asociarse con el emperador para contrarrestar el poder papal.

 

La cabeza visible de los franciscanos, Michele de Cesena, comisiona a Guillermo de Baskerville a recorrer diferentes abadías para sondear la opinión de los clérigos y, finalmente, en una abadía situada en el norte de la península itálica custodiada por los benedictinos, convocar una reunión entre los franciscanos y enviados del papa con el fin de que ambas partes debatan sus diferencias.

 

Desde que ambos llegan a la abadía se encuentran con una muerte sospechosa a la que le seguirán otras, con el paso de los días. Esto, unido a la sagacidad demostrada por Fray Guillermo, empuja al Abad Abbone a confiarle la resolución de los crímenes.

Paralelamente, la abadía es sede del encuentro entre una comitiva papal y un grupo de monjes seguidores de San Francisco de Asís, donde se debatirá la legitimidad de la pobreza de Jesús, inspiradora de la orden mendicante de los Franciscanos. Al final, la hoguera hará su aparición. ¡Penitenciagite!

 

Estos breves párrafos que resumen a las claras por dónde puede ir la novela ocultan, sin embargo, una riqueza en matices que catapulta la obra de Umberto Eco a los altares de la literatura universal, ya que el misterio y la intriga, las corrientes teológicas, la filosofía del amor, las relaciones paterno-filiales, el protagonismo de la Santa Inquisición y el miedo a la pérdida del miedo, están tan magistralmente tratadas que leer El nombre de la rosa es leer por cuatro, por cinco o por seis.

 

Quien quiera leer esta obra pensando que va a disfrutar de una historia intrigante -al modo que presenta la conocida película protagonizada por Sean Connery- que se vaya olvidando.

 

La novela, como ya he comentado, contiene pasajes que recrean la época (siglo XIV) con sus costumbres, creencias y formas de ser, ya que el autor dedica tiempo y capítulos a crear el mundo interior del momento histórico.

 

Eco da forma a su novela alternando diferentes registros. Así, mientras discurre imparable la acción en el interior de la abadía, el autor intercala “descansos” mediante la introducción de enseñanzas sobre la evolución de la Iglesia y su devenir histórico.

 

Son pequeñas “pausas didácticas”, pequeñas lecciones o repasos de historia que enriquecen la cultura y el conocimiento de quien se anima a su lectura.

 

Por el contrario, para quien se conforme con menos, estos “premios” resultan gratuitos y, si se me permite la expresión, hasta farragosos.

 

Sin embargo, en sus conocidas “apostillas”, Umberto Eco escribe que cuando la editorial se dirigió a él sugiriéndole que acortase las primeras 100 páginas porque entendía que exigían demasiado esfuerzo y dificultad, su respuesta fue un rotundo no.

 

Les dijo que si alguien quería entrar en la abadía y vivir en ella siete días, tenía que aceptar ese ritmo, ya que si no lo lograba, nunca conseguiría leer todo el libro. De ahí la función de penitencia, de iniciación, que tienen las primeras 100 páginas. “Y si a alguien no le gusta, peor para él: se queda en la falda de la colina” –dijo.

 

Como penitencia son las innumerables citas que el libro destina al latín. Si se perdona la licencia del autor respecto a lo que entiende como mínimo exigible para iniciarse en la lectura de las andanzas de la abadía, no puede decirse lo mismo del abuso que Umberto Eco hace de la antigua lengua.

 

No es de recibo –al menos para quien reseña- enriquecer el contenido del texto con parrafadas en latín sin molestarse en traducirlas. Máxime cuando la gran mayoría de ellas se intercalan en pasajes de gran emoción y ritmo narrativo. “Atascarse” ante semejantes ladrillos sin saber qué significan desmoralizan al más pintado y penalizan la lectura, pese al argumento de Eco de justificar esta decisión por guardar fidelidad a su fuente en la –entiendo- falsa creencia de conservar el espíritu de la época. Su temor – a mi juicio- está sobradamente fundado: procede así como un mal novelista, tal y como él mismo reconoce.

 

La reseña daría para muchísimo más, pero no está en mi ánimo cansar a quien me lee. Permítaseme, si acaso, que extraiga un breve fragmento de la obra que, particularmente, me gustó:

 

“El día anterior, Bencio había dicho que con tal de conseguir un libro raro estaba dispuesto a cometer actos pecaminosos. No mentía ni bromeaba. Sin duda, un monje debería amar humildemente sus libros, por el bien de estos últimos y no para complacer su curiosidad personal, pero lo que para los legos es la tentación del adulterio, y para el clero secular la avidez de riquezas, es para los monjes la seducción del conocimiento.”

 

No obstante, lo mejor de esta novela está en lo que la reseña no dice. Los que hayan leído el libro ya sabrán a lo que me refiero. Los que aún la tengan pendiente, tienen el órdago a su disposición.

Excelente libro.

Características técnicas: Editorial Lumen, Colección Biblioteca. 3ª edición de esta colección, octubre de 2006. Cartoné. 14×21 cm. 792 pp, 22 €.

Technorati Tags: Nombre RosaUmberto Eco

[DESCONOZCO EL NOMBRE DEL AUTOR DE ESTA BUENA RESEÑA]  




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