LIBROS LIBERTAD DE EXPRESIÓN
El Roto: “No creo que la ciudadanía esté siendo amordazada”
El dibujante satírico explica que aunque haya casos puntuales, "como la persecución de un rapero", esto no nos debe cegar: "En España hay libertad de expresión".
29 mayo, 2018 16:38El Premio Nacional de Ilustración 2012 edita otro “librito modesto” capaces de reventar el conformismo. Contra muros y banderas (Reservoir Books) retrata una España “confusa, débil y empobrecida” con una defensa cerrada sobre la sátira.
El Roto, Andrés Rábago, dibujante satírico conoce el precio de trabajar sin poner condiciones a la libertad de expresión. No sale gratis.
“Con la sátira pones de manifiesto lo que consideras falsificaciones o mentiras. Arrancar esa careta es justamente lo que hace la sátira”, cuenta el autor.
Pero al poder y sus cómplices les cuesta y les duele y harán lo posible para censurar lo que moleste a sus intereses.
Rábago lleva haciéndolo, pegándose contra muros y banderas, más de cuatro décadas. Hay esperanza.
“Ser honesto en esta profesión es complicado”, explica Rábago para referirse a los peligros que amenazan la libertad de expresión en medios de comunicación.
“La censura más peligrosa es la autocensura, porque esa es la que te coarta por miedo al despido.
Pero toda expresión libre debe aceptar los riesgos y debe saber que eso puede ocurrir. La libertad de expresión conlleva estos peligros”.
Pero hay censura en tribunales, fíjese en la sátira de la Revista Mongolia contra Ortega Cano.
“No conozco el caso. Pero en un medio de comunicación no puedes utilizar el mismo lenguaje que usas en un bar, con unos amigos, que conocen tu personalidad, tus manías, cómo eres. Cuando trabajas en un medio público usas un lenguaje más cuidadoso, no por autocensura, sino porque te obliga a ser más cuidadoso que cuando estás en la barra de un bar”.
Aunque haya casos puntuales, como la persecución de un rapero, esto no nos debe cegar: en España hay libertad de expresión
El dibujante que siempre ha mantenido su atención contra los desmanes de la sociedad española y del hambre capitalista, dice que “no debemos tener miedo a las consecuencias de decir lo que queramos”.
Porque el poder siempre tiene la voluntad de recortar todo aquello que le pueda afectar, pero eso es consustancial al poder.
Así que hay que aceptarlo. ¿Habla de someterse? “No, otra cosa es que nosotros aceptemos que eso deba darse.
Los jueces no están al servicio del poder. La judicatura es libre de actuar y de activar los mecanismos para mantener esa libertar. No estamos en una situación de peligro democrático, pero estamos en una situación peligrosa. Es la decadencia”.
Un presidente sin ideas
La decadencia es considerar inútiles a las instituciones públicas. Porque han sido debilitadas. Se presentan frágiles “porque no están dirigidas por la gente más solvente, porque no tienen una visión coherente de su misión”.
Según cuenta Rábago, las instituciones públicas no están cumpliendo con su papel y eso las debilita ante los ciudadanos.
“No hay una idea clara de cuál es su función. Esto se debe a que no tenemos Gobierno, a que tenemos un presidente que no gobierna, simplemente hace dejación de sus funciones… y quizá sea mejor así”.
No podemos tener esa postura en positivo, sino una mirada muy crítica y severa ante las instituciones y poderes políticos. No conviene que utilicen nuestra indignación con fines ajenos. Que no nos manipulen la indignación
Entonces, ¿hay motivos para seguir aguando la fiesta o es mejor pasarse al buen rollo?
“El análisis de los hechos inevitablemente nos lleva a una conclusión poco positiva: la situación es grave y peligrosa y debemos tener una posición crítica frente a unos hechos y una política insolvente, peligrosa, que nos ha llevado a una situación en la que no es fácil encontrar salida.
No podemos tener esa postura en positivo, sino una mirada muy crítica y severa ante las instituciones y poderes políticos.
No conviene que utilicen nuestra indignación con fines ajenos. Nuestra indignación también puede ser manipulada. Que no nos manipulen la indignación”.
Un aguafiestas
Prefiere no utilizar el término “aguafiestas” frente a la corriente que trata de imponer que vivimos en el mejor de los tiempos, en la democracia más demócrata de la historia de España.
Rábago ríe: “Podríamos estar todavía en una dictadura, claro”.
Su trabajo, su sátira, neutraliza el conformismo, para corregir las deficiencias de esta democracia.
“Las cosas están francamente mal y eso lo sabe todo aquel que no viaje en coche oficial”.
Así que nada de olvidarnos protestar, ni de indignarse.
Esa es la función de la sátira, cuenta. Fijarse en las cosas que están mal. Sin pesimismo, porque Rábago cree en la regeneración social. Tarde lo que tarde.
“La sátira no es un canto a la bondad ni a la belleza, sino señalar lo que está mal porque lo que está bien ya tiene sus propios rapsodas”.
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