Una visión irónica sobre la monarquía y su confinamiento
Carta de Julian Assange al Rey de Inglaterra, Carlos III
Desde 2019,
el fundador de Wikileaks está detenido en una cárcel de máxima seguridad, la
prisión de Belmarsh, cerca de Londres, en condiciones de aislamiento que fueron
asimiladas a la tortura. En esta carta abierta, denuncia su situación ante el
nuevo monarca británico.
Por Julian Assange
7 de mayo de 2023 - 00:01
- Julian Assange está preso en una cárcel de alta seguridad cerca de Londres.
A
Su Majestad el Rey Carlos III,
En la
coronación de mi señor, pensé que sería oportuno extenderle una sincera
invitación para conmemorar esta trascendental ocasión visitando un reino dentro
de su reino: la Prisión de Su Majestad en Belmarsh.
Sin duda,
recordará usted las sabias palabras de un renombrado dramaturgo: “La gracia de
la misericordia no se fuerza; cae como la suave lluvia sobre el bajo”.
Ah, pero
¿qué sabrá ese bardo de la piedad ante el ajuste de cuentas en los albores de
vuestro histórico reinado?
Después de
todo, uno puede realmente conocer la medida de una sociedad por la forma en que
trata a sus prisioneros, y su reino seguramente se ha destacado en ese sentido.
La prisión
de Su Majestad en Belmarsh está ubicada en la prestigiosa dirección de One
Western Way de Londres, a poca distancia del Old Royal Naval College en
Greenwich. Qué delicia debe ser que una institución tan estimada lleve su
nombre.
Es aquí
donde se encuentran recluidos 687 de sus súbditos leales, lo que respalda un
récord del Reino Unido como la nación con la población carcelaria más grande de
Europa Occidental.
Como su
noble gobierno ha declarado recientemente, su reino está experimentando
actualmente “la mayor expansión carcelaria en más de un siglo”, con sus
ambiciosas proyecciones que muestran un aumento de presos de 82.000 a 106.000
en los próximos cuatro años. Sin duda, todo un legado.
Como preso
político, retenido por placer de Su Majestad en nombre de un soberano
extranjero avergonzado, me siento honrado de residir dentro de los muros de
esta institución de clase mundial. De verdad que su reino no tiene límites.
Durante su
visita, tendrá la oportunidad de disfrutar las delicias culinarias preparadas
para sus fieles súbditos con un generoso presupuesto de dos libras al día.
Podrá saborear las pócimas hechas con cabezas de atún y los omnipresentes
pollos procesados. Eso en caso de que sean pollos. Pero no se preocupe, porque
a diferencia de instituciones menores como Alcatraz o San Quentin, no hay cenas
comunitarias en un comedor. En Belmarsh, los presos cenan solos en sus celdas,
asegurando la máxima intimidad con su comida.
Más allá de
los placeres gastronómicos, le puedo asegurar que Belmarsh brinda amplias
oportunidades educativas para sus sujetos. Como dice Proverbios 22:6: “Instruye
al niño en su camino, que cuando se haga viejo no se apartará de él”.
Observará
también las colas para recibir medicamentos, donde los reclusos se alinean para
recoger sus medicamentos, no para el uso diario, sino para poder tener la
experiencia de una expansión de sus horizontes durante ese “gran día”.
También
tendrá la oportunidad de presentar sus respetos a mi difunto amigo Manoel
Santos, un hombre gay que se enfrentaba a la deportación al Brasil de
Bolsonaro, y quien se quitó la vida a solo ocho metros de mi celda con una
cuerda tosca hecha con sus sábanas. Su exquisita voz de tenor ahora ha sido
silenciada para siempre.
Luego podrá
visitar las regiones más profundas de Belmarsh para encontrar el lugar más
aislado dentro de sus muros: el lugar donde se cuida la salud o, dicho de otra
forma, el infierno (healthcare o "Hellcare"), como lo llaman
cariñosamente sus habitantes. Aquí, se maravillará con las reglas sensatas
reglas de la seguridad para bien de todos, como la prohibición de jugar al
ajedrez y el permiso de un juego mucho menos peligroso como las damas.
A su vez,
en lo más profundo de Hellcare (“centro de cuidados del infierno”) se encuentra
el lugar más gloriosamente edificante de todo Belmarsh. ¿Pero qué digo? De todo
el Reino Unido: el sublimemente llamado “la suite para el final de la vida en
Belmarsh”.
Si presta
atención, es posible que escuche los gritos de los prisioneros. “Hermano, voy a
morir aquí” como un testimonio de la calidad de la vida y de la muerte dentro
de su prisión.
Pero no se
preocupe, porque no todo es malo. También se puede encontrar con la belleza
dentro de estas paredes. Se podrá entretener mirando los pintorescos cuervos
que anidan en el alambre de púas y los cientos de ratas hambrientas que también
consideran a Belmarsh su hogar.
Si usted
decide venir en primavera, es posible que pueda ver a los patitos descarriados
dentro de los terrenos de la prisión.
No se
demore, porque las ratas hambrientas se aseguran de que sus vidas sean fugaces.
Le imploro,
rey Carlos, que visite la prisión de Su Majestad en Belmarsh, porque sería un
honor digno de un rey. Al embarcarse a su reinado, recuerde siempre las
palabras de la Biblia King James: “Bienaventurados los misericordiosos, porque
ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). Y que la misericordia sea la luz
que guíe su reino, tanto dentro como fuera de los muros de Belmarsh.
Lo saluda
atentamente, su vasallo,
Julian
Assange
(Traducción
Jorge Majfud)
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