MERCANTILIZACIÓN
A ESCALA GLOBAL
DECLARACIÓN UNIVERSAL DE LOS DERECHOS DEL PODER CORPORATIVO
JUAN HERNÁNDEZ ZUBIZARRETA | PEDRO RAMIRO
26/MAY/2022| SOCIEDAD, CAPITALISMO, ECONOMÍA, PODER
(Imagen de
http://www.nationofchange.org/news/2016/06/13/must-understand-corporate-power-fight/) [publicado por revista "VIENTO SUR"]
Muchas normas que hasta
anteayer aparecían como inmutables, cuando las necesidades del capital así lo
han demandado, se han modificado. No hay más que ver lo que ha pasado con la
suspensión del techo de gasto y de la limitación del déficit público
No se pueden establecer
límites a la propiedad privada y a la acumulación de riqueza porque hay que
garantizar la seguridad jurídica de los contratos, pero el Gobierno español ha
anunciado la incautación de un yate a un oligarca ruso y el alemán la
expropiación de la filial de Gazprom.
Los grandes propietarios
obtienen Golden Visas sin ningún control y a buen precio en el mercado oficial,
a la vez que millones de personas se someten a las burocracias migratorias y
quedan atrapadas en limbos jurídicos infernales.
La asimetría normativa ha
sido la base de la globalización neoliberal: frente a la fortaleza de la
armadura jurídica construida para blindar los “derechos” de las grandes
corporaciones, la extrema fragilidad de los mecanismos para el control de sus
obligaciones.
De ahí que las grandes
corporaciones y fondos de inversión transnacionales se hayan lanzado a la
destrucción de cualquier barrera que impida la mercantilización a escala
global.
En este contexto, el poder
corporativo se articula en torno a una serie de principios que desplazan y
fulminan los fundamentos que sustentan el derecho internacional de los derechos
humanos. Son principios formalmente ocultos, no regulados, pero que gozan de la
máxima imperatividad y transversalidad.
Vienen a constituirse, en la
práctica, como una declaración paralela a la Declaración Universal de los
Derechos Humanos.
Parafraseando a la
declaración proclamada por Naciones Unidas en 1948, la “Declaración Universal
de los Derechos del Poder Corporativo” bien podría concretarse en los
principios que siguen.
Principios generales
1.
La vida ha de ser mercantilizada.
Todo puede
comprarse y venderse. Los derechos humanos y los derechos colectivos,
incluyendo al medio natural en su conjunto, se someten a la regla de la oferta
y la demanda.
2.
La propiedad privada y la especulación carecen de límite alguno.
Y ambas se sitúan
en el vértice de la jerarquía normativa.
3.
Lo privado prevalece frente a lo público-comunitario.
Frente a los
bienes comunes, privatización; frente a lo colectivo, lógica de mercado.
4.-La
desigualdad se consolida como elemento central de la arquitectura
corporativa de dominación.
5. La violencia estructural, la pedagogía de la sumisión y la lógica de
la guerra apuntalan la estructura del poder corporativo.
6.La naturaleza
se concibe como un instrumento al servicio del capitalismo, sin derecho
alguno.
7. El trabajo comunitario no valorado, el implementado en el interior de
los hogares y los cuidados de las personas dependientes, aunque resultan
imprescindibles para el mantenimiento de la vida cotidiana, se sitúan fuera de
la pirámide normativa.
8.-El racismo
y el neocolonialismo se incorporan al ordenamiento jurídico-económico
global.
Desechos humanos
9.- Se produce
una descomposición radical y progresiva de los núcleos centrales de los
derechos.
La paz, la
democracia, la alimentación, la vivienda, la educación, la cultura, el trabajo,
la migración, los cuidados y la salud transitan hacia la retórica jurídica.
10. La desregulación en masa de derechos, la expropiación por parte de
las élites de los bienes colectivos y la destrucción global de derechos
reconfiguran sustancialmente los derechos humanos.
Re-regulación corporativa
11.- El poder
corporativo se construye sobre la re-regulación de derechos, lo que significa
más poder, más protección, más reglas e instituciones jugando a su favor, con
más derechos y más riqueza cada vez en menos manos.
12.- Se impone
una constitución económica no formalizada en ningún texto jurídico.
Es una suma de
reglas, normas, disposiciones, decisiones, pactos, tratados, resoluciones
judiciales, planes, recomendaciones, rescates, deudas soberanas, indicadores
riesgo-país y laudos arbitrales.
Todos ellos
entrelazados, “amontonados” y superpuestos, de tal forma que se desacoplan las
reglas de la jerarquía normativa, la separación de poderes y el Estado de
derecho
Uso alternativo del derecho
El debate sobre
la legislación pro-derechos se viene circunscribiendo, de un tiempo a esta
parte, únicamente al marco estatal.
Y mientras tanto,
en el plano internacional, avanza con fuerza esa constitución económica global
que no está formalizada en ningún sitio pero es ley.
Aunque la
sucesión de disputas declarativas en la política institucional parezca
delimitar el Estado como el único terreno de juego posible, la “Declaración
Universal de los Derechos del Poder Corporativo” impregna todos los textos legislativos
nacionales y baja línea al conjunto de las políticas públicas.
Sin embargo,
muchas normas que hasta anteayer aparecían como inmutables, cuando las
necesidades del capital así lo han demandado, se han modificado.
No hay más que
ver lo que ha pasado con la suspensión del techo de gasto y de la limitación
del déficit público (para subvencionar a las grandes corporaciones, no para
invertir en servicios públicos) o con la regularización exprés de personas
refugiadas (provenientes de Ucrania, no de Siria o Afganistán).
Con la pandemia y
la guerra, la acción del Estado se ha vuelto imprescindible para que no se
produzcan quiebras en cascada y se venga abajo el sistema económico-financiero.
Pero el relato de
las “propuestas de futuro para la recuperación”, pese a toda la retórica
gubernamental fundamentada en los valores europeos y concretada en los fondos Next
Generation, pasa por reforzar la arquitectura jurídica de la impunidad y
continuar con su lógica de expulsión y desregulación.
Por eso, hablar
en serio de derechos humanos implica radicalizar la democracia, construir
proyectos socio-económicos en colectivo, fortalecer los procesos de auto-organización
social desde la base sin renunciar a la disputa de ciertos espacios
institucionales y reconfigurar nuevas dimensiones de contra-poder a nivel local
y global.
Juan Hernández
Zubizarreta, Pedro Ramiro Investigadores del Observatorio de Multinacionales en
América Latina (OMAL) – Paz con Dignidad
26/05/2022
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