La periodista
María Ressa fue galardonada en 2021 con el Premio Nobel de la Paz. Lo hizo por
su trabajo a favor de la libertad de expresión. Su trabajo empezó en
Filipinas, donde su medio ‘Rappler’ se posicionó contra el Gobierno de Duterte,
algo que le supuso numerosas amenazas de arresto.
Pero Ressa alerta
de que los dictadores como Duterte no son el único problema: en el mundo de
internet y las redes sociales, las dictaduras tienen muchas más caras. Y los
problemas de la desinformación, muchos matices.
En tu último libro hablas de como luchar contra un dictador. Hay muchas
clases de dictadores, pero has mencionado a personas como Mark Zuckerberg.
¿Cómo identificar a un dictador?
¿Qué es un dictador? Es
alguien que domina y que te quita las libertades. Un dictador es un matón que
impone su voluntad.
Piensa en algo: ¿tenemos
mujeres dictadoras? ¿Se le ocurre alguna? No se me ocurre ninguna. Podría
equivocarme.
Pero estos dictadores
absorben el aire. Los autoritarios modernos lo que hacen es hacerte creer que
las mentiras son hechos. Cambian tu forma de pensar.
Esto se parece mucho más a
Aldous Huxley y Un mundo feliz. Y así nos convertimos en
ovejas llevadas al matadero, porque toman nuestro libre albedrío. Esto es lo
que pasa con las redes sociales.
Esencialmente, eres insidiosamente
manipulado hasta el de punto de que pierdes el libre albedrío sin siquiera
reconocer que lo has perdido. ¿No es
así? Eso es lo que la guerra de la información en las redes sociales puede
lograr.
Cuando escribí el libro
pensé que el título era una exageración, una hipérbole, porque Duterte no
se quedó en el poder tanto tiempo.
«Un dictador es alguien que domina y que te quita las
libertades, un matón que impone su voluntad»
Pero ese es el punto. ¿Necesita un dictador permanecer por mucho
tiempo para impactar por generaciones a una sociedad?
El punto para mí era que
sentía que estábamos luchando contra la impunidad. La impunidad es la clave.
Conduce a una reorganización.
Rusia sigue escapando y cada
vez es peor. En nuestro caso, comencé con esta lucha en 2016. Obtuve datos de
los medios sociales porque Rappler era esencialmente un socio
alfa de Facebook. Conocíamos Filipinas mejor que ellos y les decíamos lo que
estaba pasando. No creo que lo entendieran, ni creyeran necesario hacerlo.
Para entonces yo no entendía
cómo funcionaban las campañas de desinformación. No entendía la guerra de
la información y lo que le hace a tu mente y a tus emociones; lo que hace a
gran escala, porque el golpe real lo recibe el destinatario de esas acciones.
Solo ese blanco, el agredido,
ve todos los ataques. Y entonces lo que todos los demás ven es algo llamado el
efecto bandwagon, o efecto carruaje. Ven trozos y empiezan a
creerlo a través de la repetición. Es entonces cuando una mentira se
convierte en un hecho.
Las dos cosas que exigí para
el fin de la impunidad fueron: la guerra contra las drogas de Rodrigo Duterte,
es decir, los asesinatos extrajudiciales. Y lo segundo fue Facebook, de Mark
Zuckerberg.
Si lo piensas, ¿quién es
más poderoso?
Sin duda, Zuckerberg.
Lo que mi nación está
viviendo, lo que cada nación está viviendo, está completamente en el poder
de Mark Zuckerberg.
Él es un dictador y ha
elegido repetidamente el beneficio sobre la seguridad. Ha elegido el beneficio
sobre la esfera pública.
Este hombre no fue elegido.
Él determina lo que es nuestra realidad compartida. Eso es increíble. Y eso
es parte de la razón por la que también siento que los gobiernos
democráticos han abdicado de su responsabilidad. Porque no es solo la
tecnología la que renunció a la responsabilidad de protegernos.
Están recibiendo mucho
dinero por ello. Este es el modelo de negocio llamado capitalismo de
vigilancia. Ni siquiera había un nombre para él hasta 2019, cuando Shoshana
Zuboff escribió Capitalismo de vigilancia.
¿En qué momento pasaste de ser una periodista dedicada a
escarbar en las actuaciones de los políticos o a cubrir conflictos en Asia a
convertirte en una experta en desinformación y cómo las plataformas manipulan
nuestras vidas?
Lo fascinante es que nuestro
mundo está segmentado en verticales. Eres un experto en medios de
comunicación, en tecnología, en negocios. Y rara vez se encuentra todo esto,
excepto cuando empecé con Rappler. Desde entonces entiendo el
impacto de esto.
Yo construí la tecnología
de Rappler… Soy una periodista que fue atacada. Solo los
periodistas atacados pueden verlo y sentirlo todo. Así que en realidad fue una
tormenta perfecta de estas tres cosas donde pude ver que el modelo de negocio del
periodismo está muerto, porque la publicidad en el viejo mundo no puede
igualar este microtargeting, esta manipulación insidiosa que está
a la venta al mejor postor.
Y cuando ves lo que han
creado para los anunciantes y lo pones junto con la guerra de información
rusa, es horrible.
Irán está haciendo esto
también, así como Rusia y China. Hay un grupo llamado la Organización de
Cooperación de Shanghái.
«Lo que mi nación está viviendo, lo que cada nación está
viviendo, está completamente en el poder de Mark Zuckerberg»
Sí. La representación del nuevo orden mundial. Un club de
dictadores mucho más poderosos que el mismo Duterte.
Sí. Rusia y China la
crearon. Acaban de unirse Turquía, Irán, Myanmar y la India.
¿Y eso qué significa? Que es
mejor que muevas el culo porque hay alianzas globales. Lo que está sucediendo
a nivel individual se está replicando a escala macro. Veo los datos minuto a
minuto en Rappler.
Entiendo el papel de la tecnología
en la publicación en línea: un medio como Rappler nació en
las redes sociales, nació en Facebook.
Creí en las redes sociales
para el bien social, para impulsar el desarrollo de un país como el mío.
Estas fueron algunas de las cosas que ayudaron a la expansión de Facebook en
Filipinas.
Organizamos esto porque el
discurso de Rappler es que construimos comunidades de acción.
El alimento que damos a
nuestras comunidades es el periodismo. Queríamos ayudar al desarrollo. Es una
forma más proactiva de hacer nuestro trabajo como periodistas.
No se trata solo de contar
historias. Así que tenía un equipo de periodistas, pero también creé un
brazo de compromiso cívico llamado Move Page, y mi equipo de compromiso
cívico colaboró con el Gobierno. Esto es parte de lo que expongo en el libro.
Sé que se puede usar para
hacer el bien, pero lo que las plataformas hicieron es que lo aumentaron tanto
para hacer más dinero, para mantenernos scrolleando o
deslizando la pantalla. Ellos destruyeron el libre albedrío. Déjeme decirlo
de otra manera. Están a punto de destruir el libre albedrío.
Has liderado la creación de un marco legal para las grandes
plataformas de internet. ¿En qué consiste?
Cuando el Gobierno [filipino]
comenzó a atacarnos con la ley, cuando la armaron contra nosotros, me di
cuenta del hecho de que luchando a nivel de las redes sociales no iba a ningún
lado; nunca se puede luchar contra la máquina, la máquina está programada.
Tienes que ir hacia arriba.
Tenemos que dejar de fijarnos en los síntomas. Es como diagnosticar la
democracia.
Ese es el diseño de las
propias plataformas, su modelo de negocio, que está matando el modelo de
negocio de las noticias del periodismo.
Así que cuando vas hasta
arriba, te das cuenta de que se trata de la falta de legislación en dos
frentes sobre el ecosistema de la información, cómo pueden manipularnos y
quizá ponernos a prueba para perjudicarnos.
A pesar de los daños, harán
dinero con ello cuando se utiliza la desinformación rusa. Cuando lo hace
Irán, ganan dinero. Las plataformas ganan dinero. Así que en cierto modo son
cómplices.
La otra cosa que olvidamos es
que cuando una organización de noticias equilibra el bien público con un
beneficio, las noticias ganan, el periodismo gana; cuando es negocio a toda
costa, entonces comprometes tu periodismo.
Las plataformas nunca
tuvieron ese cimiento. Nunca esperaron –ni quisieron– ocuparse de la esfera
pública. Para ellos, todo se trataba de ganancias. Todo se trataba de dinero.
Pero la otra parte es que los gobiernos están utilizando la vigilancia.
Pero volvamos a la legislación. Has dicho que tiene que
aprobarse rápidamente antes de que sea demasiado tarde. Ojalá antes de las
elecciones estadounidenses en 2024. ¿Por qué?
No, no tenemos tiempo. Pero
ahora está llegando la primavera y la Unión Europea va por delante. Los llamo
«el ganador en la carrera de las tortugas».
Es sabido que la Unión
Europea no se mueve a un ritmo rápido, pero es más rápida que Esta- dos
Unidos y que otras democracias porque tienen la Ley de Servicios Digitales y la
Ley de Mercados Digitales. Ya se han aprobado. Este es el primer paso que
cambiará todo, creo, porque las plataformas, las empresas de tecnología se
verán obligadas a ser más transparentes con sus algoritmos y habrá alguna
manera de que podamos acceder a los datos para que podamos pedir cuentas a
estas empresas; eso es de im- portancia crítica.
El GDPR no ha funcionado
porque se centraba demasiado en el contenido. Ese es nuestro problema. Creemos
que el contenido es lo que es. Y las empresas tecnológicas tienen un grupo de
presión de 70 millones de dólares para hacerte sentir que es un problema de
libertad de expresión, pero no es un problema de libertad de expresión, es
uno de libertad de riqueza. Y esa es una cita de un comediante, Sacha Baron
Cohen.
Quiero decir, si él sabe
esto, todo el mundo sabe que tenemos que detener esta manipulación
algorítmica.
En tu último libro hablas de cómo luchar contra un dictador.
Hay muchas clases de dictadores, pero has mencionado a personas como Mark
Zuckerberg. ¿Cómo identificar a un dictador?
¿Qué es un dictador? Es
alguien que domina y que te quita las libertades. Un dictador es un matón que
impone su voluntad. Piensa en algo: ¿tenemos mujeres dictadoras? ¿Se le ocurre
alguna? No se me ocurre ninguna. Podría equivocarme. Pero estos dictadores
absorben el aire. Los autoritarios modernos lo que hacen es hacerte creer que
las mentiras son hechos. Cambian tu forma de pensar. Esto se parece mucho más
a Aldous Huxley y Un
mundo feliz. Y así nos convertimos en ovejas llevadas al matadero,
porque toman nuestro libre albedrío. Esto es lo que pasa con las redes
sociales. Esencialmente, eres insidiosamente manipulado hasta el de punto de
que pierdes el libre albedrío sin siquiera reconocer que lo has perdido. ¿No
es así? Eso es lo que la guerra de la información en las redes sociales puede
lograr. Cuando escribí el libro pensé que el título era una exageración,
una hipérbole, porque Duterte no se quedó en el poder tanto tiempo.
«Un dictador es alguien que domina y que te quita las
libertades, un matón que impone su voluntad»
Pero ese es el punto. ¿Necesita un dictador permanecer por mucho
tiempo para impactar por generaciones a una sociedad?
El punto para mí era que
sentía que estábamos luchando contra la impunidad. La impunidad es la clave.
Conduce a una reorganización. Rusia sigue escapando y cada vez es peor. En
nuestro caso, comencé con esta lucha en 2016. Obtuve datos de los medios sociales
porque Rappler era esencialmente un socio alfa de Facebook.
Conocíamos Filipinas mejor que ellos y les decíamos lo que estaba pasando. No
creo que lo entendieran, ni creyeran necesario hacerlo. Para entonces yo no
entendía cómo funcionaban las campañas de desinformación. No entendía la
guerra de la información y lo que le hace a tu mente y a tus emociones; lo que
hace a gran escala, porque el golpe real lo recibe el destinatario de esas
acciones. Solo ese blanco, el agredido, ve todos los ataques. Y entonces lo que
todos los demás ven es algo llamado el efecto bandwagon, o efecto
carruaje. Ven trozos y empiezan a creerlo a través de la repetición. Es
entonces cuando una mentira se convierte en un hecho. Las dos cosas que exigí
para el fin de la impunidad fueron: la guerra contra las drogas de Rodrigo
Duterte, es decir, los asesinatos extrajudiciales. Y lo segundo fue Facebook,
de Mark Zuckerberg. Si lo piensas, ¿quién es más poderoso?
Sin duda, Zuckerberg.
Lo que mi nación está
viviendo, lo que cada nación está viviendo, está completamente en el poder
de Mark Zuckerberg. Él es un dictador y ha elegido repetidamente el beneficio
sobre la seguridad. Ha elegido el beneficio sobre la esfera pública. Este
hombre no fue elegido. Él determina lo que es nuestra realidad compartida. Eso
es increíble. Y eso es parte de la razón por la que también siento que los
gobiernos democráticos han abdicado de su responsabilidad. Porque no es solo
la tecnología la que renunció a la responsabilidad de protegernos. Están
recibiendo mucho dinero por ello. Este es el modelo de negocio llamado
capitalismo de vigilancia. Ni siquiera había un nombre para él hasta 2019,
cuando Shoshana Zuboff escribió Capitalismo de vigilancia.
¿En qué momento pasaste de ser una periodista dedicada a
escarbar en las actuaciones de los políticos o a cubrir conflictos en Asia a
convertirte en una experta en desinformación y cómo las plataformas manipulan
nuestras vidas?
Lo fascinante es que nuestro
mundo está segmentado en verticales. Eres un experto en medios de
comunicación, en tecnología, en negocios. Y rara vez se encuentra todo esto,
excepto cuando empecé con Rappler. Desde entonces entiendo el
impacto de esto. Yo construí la tecnología de Rappler… Soy una periodista
que fue atacada. Solo los periodistas atacados pueden verlo y sentirlo todo.
Así que en realidad fue una tormenta perfecta de estas tres cosas donde pude
ver que el modelo de negocio del periodismo está muerto, porque la publicidad
en el viejo mundo no puede igualar este microtargeting, esta
manipulación insidiosa que está a la venta al mejor postor. Y cuando ves lo
que han creado para los anunciantes y lo pones junto con la guerra de
información rusa, es horrible. Irán está haciendo esto también, así como
Rusia y China. Hay un grupo llamado la Organización de Cooperación de
Shanghái.
«Lo que mi nación está viviendo, lo que cada nación está
viviendo, está completamente en el poder de Mark Zuckerberg»
Sí. La representación del nuevo orden mundial. Un club de
dictadores mucho más poderosos que el mismo Duterte.
Sí. Rusia y China la
crearon. Acaban de unirse Turquía, Irán, Myanmar y la India. ¿Y eso qué
significa? Que es mejor que muevas el culo porque hay alianzas globales. Lo que
está sucediendo a nivel individual se está replicando a escala macro. Veo los
datos minuto a minuto en Rappler. Entiendo el papel de la
tecnología en la publicación en línea: un medio como Rappler nació
en las redes sociales, nació en Facebook. Creí en las redes sociales para el
bien social, para impulsar el desarrollo de un país como el mío. Estas fueron
algunas de las cosas que ayudaron a la expansión de Facebook en Filipinas.
Organizamos esto porque el discurso de Rappler es que
construimos comunidades de acción. El alimento que damos a nuestras
comunidades es el periodismo. Queríamos ayudar al desarrollo. Es una forma
más proactiva de hacer nuestro trabajo como periodistas. No se trata solo de
contar historias. Así que tenía un equipo de periodistas, pero también creé
un brazo de compromiso cívico llamado Move Page, y mi equipo de compromiso
cívico colaboró con el Gobierno. Esto es parte de lo que expongo en el libro.
Sé que se puede usar para hacer el bien, pero lo que las plataformas hicieron
es que lo aumentaron tanto para hacer más dinero, para mantenernos scrolleando o
deslizando la pantalla. Ellos destruyeron el libre albedrío. Déjeme decirlo
de otra manera. Están a punto de destruir el libre albedrío.
Has liderado la creación de un marco legal para las grandes
plataformas de internet. ¿En qué consiste?
Cuando el Gobierno [filipino]
comenzó a atacarnos con la ley, cuando la armaron contra nosotros, me di
cuenta del hecho de que luchando a nivel de las redes sociales no iba a ningún
lado; nunca se puede luchar contra la máquina, la máquina está programada.
Tienes que ir hacia arriba. Tenemos que dejar de fijarnos en los síntomas. Es
como diagnosticar la democracia. Ese es el diseño de las propias plataformas,
su modelo de negocio, que está matando el modelo de negocio de las noticias
del periodismo. Así que cuando vas hasta arriba, te das cuenta de que se trata
de la falta de legislación en dos frentes sobre el ecosistema de la
información, cómo pueden manipularnos y quizá ponernos a prueba para
perjudicarnos. A pesar de los daños, harán dinero con ello cuando se utiliza
la desinformación rusa. Cuando lo hace Irán, ganan dinero. Las plataformas
ganan dinero. Así que en cierto modo son cómplices. La otra cosa que
olvidamos es que cuando una organización de noticias equilibra el bien
público con un beneficio, las noticias ganan, el periodismo gana; cuando es
negocio a toda costa, entonces comprometes tu periodismo. Las plataformas nunca
tuvieron ese cimiento. Nunca esperaron –ni quisieron– ocuparse de la esfera
pública. Para ellos, todo se trataba de ganancias. Todo se trataba de dinero.
Pero la otra parte es que los gobiernos están utilizando la vigilancia.
Pero volvamos a la legislación. Has dicho que tiene que
aprobarse rápida- mente antes de que sea demasiado tarde. Ojalá antes de las
elecciones esta- dounidenses en 2024. ¿Por qué?
No, no tenemos tiempo. Pero
ahora está llegando la primavera y la Unión Euro- pea va por delante. Los
llamo «el ganador en la carrera de las tortugas». Es sabido que la Unión
Europea no se mueve a un ritmo rápido, pero es más rápida que Esta- dos
Unidos y que otras democracias porque tienen la Ley de Servicios Digitales y la
Ley de Mercados Digitales. Ya se han aprobado. Este es el primer paso que
cambiará todo, creo, porque las plataformas, las empresas de tecnología se
verán obligadas a ser más transparentes con sus algoritmos y habrá alguna
manera de que podamos acceder a los datos para que podamos pedir cuentas a
estas empresas; eso es de im- portancia crítica. El GDPR no ha funcionado
porque se centraba demasiado en el contenido. Ese es nuestro problema. Creemos
que el contenido es lo que es. Y las empresas tecnológicas tienen un grupo de
presión de 70 millones de dólares para hacerte sentir que es un problema de
libertad de expresión, pero no es un problema de libertad de expresión, es
uno de libertad de riqueza. Y esa es una cita de un co- mediante, Sacha Baron
Cohen. Quiero decir, si él sabe esto, todo el mundo sabe que tenemos que
detener esta manipulación algorítmica.
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