¿POR QUÉ SUDAMÉRICA SE DESDOLARIZA?
Análisis
de Juan Agulló–El Salto*29 AGOSTO 2023
Entre Bolivia e
India hay unos 16.000 kilómetros, una distancia parecida a la que separa a
España de Australia, nuestras antípodas.
La de esos dos
países es una relación improbable que, sin embargo, existe, funciona y crece,
amparada por un modesto acuerdo bilateral: desde la crisis de 2008, las
exportaciones del país sudamericano hacia su socio sud-asiático han pasado de
ser insignificantes, a significativas.
Las economías india
y boliviana son, de hecho, complementarias. Bolivia importa desde India
productos farmacéuticos, maquinaria y paneles solares mientras que, a India, le
interesan de Bolivia el gas natural, la soja y, sobre todo, el oro.
Últimamente los
negocios funcionan tan bien entre ambos países que, al parecer, la probabilidad
de firmar un acuerdo para comerciar en sus propias monedas, sin pasar por el
dólar, estaría encima de la mesa.
Brasil y su
principal socio comercial, China, firmaron un acuerdo parecido durante la
visita del Presidente Lula da Silva a Pekín
Si se concretara, no
sería un caso aislado en Sudamérica: Brasil y su principal socio comercial,
China, firmaron un acuerdo parecido durante la visita del Presidente Lula da
Silva a Pekín.
Tampoco hubo nada
raro en eso: la Guerra de Ucrania también impacta en el Hemisferio Sur. De
hecho Brasil, a pesar de haber logrado cosechas récord en 2021 y 2022, no
obtuvo ingresos análogos: el combustible, los fertilizantes y el transporte se
pusieron por las nubes.
Había que abaratar
costes así que, comerciar con China sin tener que comprar dólares, se convirtió
en una opción razonable e incluso demandada por los grandes propietarios
agrícolas.
Por situaciones así,
Sudamérica se aleja del billete verde. Desde comienzos de siglo y muy
especialmente, desde la crisis de 2008, las relaciones comerciales entre Asia y
América Latina han crecido un 200%.
Durante ese mismo
periodo, las relaciones comerciales entre América Latina, por una parte y
Estados Unidos y muy especialmente la Unión Europea, por la otra, han
disminuido, sobre todo en términos relativos.
No existen, por
tanto, selecciones arbitrarias de socios poco recomendables por parte de los
países latinoamericanos. La mayor parte de los mismos, de hecho, no ha decidido
gran cosa al respecto. Simplemente, sus commodities son atractivas y
en Asia, que hay base industrial y proyectos de largo plazo, no se improvisa.
Ahora además, con el
BRICS potenciado, es posible que comiencen a vislumbrarse posibilidades
sugerentes para los países sudamericanos.
Por ejemplo,
financiar el desarrollo en mejores condiciones de las que han ofrecido, hasta
ahora, los mercados internacionales a países con estructuras fiscales débiles,
monedas volátiles y materias primas con precios muy fluctuantes…
Argentina encaja en
ese perfil. Uno de sus dramas es que, a pesar de ser un exportador neto de
capitales, tiene mucha dificultad para captar dólares. Quizás por eso Buenos
Aires solicitó (y ha obtenido) formar parte de los BRICS.
La clave de su
interés se llama Nuevo Banco de Desarrollo (NDB): su sede está en Shangai; su
actual Presidenta es la ex mandataria brasileña Dilma Rousseff y su intención
es competir con el Banco Mundial.
Otra institución de
los BRICS que atrae a países sudamericanos altamente endeudados es el Acuerdo
de Reserva Contingente (CRA) pensado como alternativa al FMI.
Otra institución de
los BRICS que atrae a países sudamericanos altamente endeudados (como
Argentina, Venezuela o incluso, Brasil) es el Acuerdo de Reserva Contingente
(CRA) pensado como alternativa al Fondo Monetario Internacional: liquidez con
intereses, pero sin planes de ajuste.
Frente a esa
institucionalidad financiera emergente, después de la pandemia, han aparecido
en la región iniciativas como el Plan para el Progreso de las Américas,
promovido por Estados Unidos o el Global Gateway, de la Unión Europea.
Ursula Von der
Leyen, Presidenta de la Comisión, estuvo incluso promoviendo ese proyecto in
situ, antes de la cumbre UE-CELAC que se celebró, en julio, en Bruselas.
No concitó grandes
adhesiones: Lula da Silva llegó incluso a recordarle en público que el
principio que debe regir las relaciones entre socios es la confianza y no la
desconfianza.
Chascarrillos al
margen, en la América Latina contemporánea, no solo hay preferencia por
proyectos productivos que a la larga contribuyan a incrementar los ingresos
fiscales y la estabilidad macroeconómica y monetaria, sino por transferencias
de conocimiento.
Algunos, además,
también contemplan con resquemor e inquietud unas sanciones que la UE asume,
con naturalidad, como una “herramienta” de su política exterior.
El del hidrógeno
verde es un buen ejemplo de los sutiles desajustes que complican algunas
relaciones: la UE parece estar interesada en invertir para producir e importar
esa energía renovable desde América Latina.
La transición
energética y el encarecimiento del gas, consecuencia de la Guerra de Ucrania,
lo explican.
Y aunque en países
como Brasil hay disposición (e incluso, ya, algunas plantas en funcionamiento)
también existe conciencia, a alto nivel, de que exportarlo quizás convenga
menos que utilizarlo localmente para producir combustible agrícola y
fertilizantes ecológicos.
Eso contribuiría a
hacer más competitiva la producción agraria del tercer mayor exportador mundial
de alimentos: intereses divergentes.
Europa y Estados
Unidos son, en relación a los países asiáticos e incluso, al comercio
intrarregional, socios menguantes
Después está la
variable estrictamente financiera: Europa y Estados Unidos son, en relación a
los países asiáticos e incluso, al comercio intrarregional, socios menguantes.
Ese simple detalle
explica muchas cosas: cuanta menor importancia tiene la relación, más caro e
innecesario se vuelve el dólar.
Con los países
asiáticos (y entre latinoamericanos) sale más barato comerciar de moneda a
moneda e incluso, triangular la relación, como parece que harán próximamente
Argentina y Brasil con China.
El caso de Bolivia
es también muy ilustrativo a este nivel: tiene las mayores reservas de litio
del mundo y una voluntad decidida de industrializarlo, es decir, de exportarlo
añadiendo valor.
Durante años trató
de aprender, asociada a una empresa alemana, pero esa relación nunca funcionó.
Recientemente, La Paz ha firmado acuerdos para industrializar el litio con dos
empresas chinas y una rusa.
Si esos proyectos
prosperan, el interés por comerciar al margen del dólar también se consolidará.
El problema no es,
por tanto, de voluntades sino de complementariedades y también de modelos de
negocio.
Los BRICS, para
muchos países sudamericanos, no son tanto una apuesta a largo como una salida a
corto y la desdolarización, la expresión monetaria de una realidad en
transformación.
…………………….
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