8 AGOSTO 2023
CAPITALISMO Y ESTADO DE
BIENESTAR
Por José Blanco –
La Jornada de México
En el pasado las
crisis del capitalismo reconfiguraban el sistema y establecían un nuevo periodo
de estabilidad. El sistema capitalista recobraba su posibilidad de continuar el
proceso de acumulación de capital.
Aunque una nueva
estabilidad capitalista nunca significó armonía económica. La magia del mercado
capitalista siempre fue la irracionalidad por antonomasia.
Hemos leído en La
Jornada las tres estupendas entregas de Braulio Carbajal tituladas Epicentro de
una crisis sobre la producción de alimentos.
Domina el mercado la
actividad feroz de los intermediarios y el crimen organizado que se quedan la
mayor parte del precio final de los productos.
Producción y
distribución de alimentos, indispensables para la población, sólo cuentan como
medios para enriquecer a unos que deben ser llamados estafadores.
La irracionalidad de
los mercados manda: con altas tasas de interés los banqueros se apropian las
mayores tajadas del ingreso nacional, a fin de que los precios no se desborden
en una inflación galopante.
Todo esto es parte
normal del capitalismo.
Los capitalistas se
comportan como lo que son: individuos dedicados a acumular capital.
Los productos, que
satisfacen necesidades humanas, no son el objetivo del capital: son sólo medios
para ganar dinero.
La acumulación de
capital no puede ocurrir sin que el proceso mismo origine crisis económicas que
interrumpen o alteran la propia acumulación; en una crisis, los capitalistas,
que la crean, no la sufren personalmente, pero todos deben esperar la
recuperación de la estabilidad irracional.
La sufren los
asalariados, los pequeños productores, o los marginados: unos que no cuentan
con el dudoso privilegio de ser explotados por el capital, ya como asalariados,
ya como productores pequeños que trabajan sometidos a las condiciones de
producción de los grandes, o doblegados por el dominio de los rapaces
intermediarios.
La novedad
capitalista de los últimos tiempos es que las crisis ya no restablecen la
estabilidad de los mercados.
Este nuevo momento
capitalista apareció junto con la implantación universal del neoliberalismo.
Cuando los dueños
del sistema se creyeron imbatibles para siempre a partir de los años 80 del
siglo pasado, comenzó también una etapa de caída del sistema con tendencia al
estancamiento –acompañado de presiones inflacionarias–, que remató en la gran
crisis de 2008 y los años siguientes.
La tasa promedio de
crecimiento del producto en el lapso 1973-2010 fue inferior a la del periodo
1938-1973, y la tasa promedio del intervalo que va de 2010 al presente ha sido
inferior a la de 1973-2010.
Martín Mosquera,
editor principal de la revista Jacobin en español, recoge en su artículo
Economía política de la crisis voces del sistema con alta conciencia de lo que
ocurre. Escribe: “Martin Wolf, escritor del Financial Times y probablemente la
voz más prestigiosa del periodismo económico mainstream anglosajón, afirma con
preocupación:
***‘Hoy, como a
principios del siglo XX, asistimos a enormes cambios en el poder mundial, a
crisis económicas y a la erosión de democracias frágiles…
***El capitalismo de
mercado… ha perdido su capacidad de generar aumentos de prosperidad ampliamente
compartidos’.
***Y, contradiciendo
su pasado de liberal acérrimo, concluye diciendo que ‘el estado del bienestar
es esencial’ y que ‘tiene sentido tanto desde el punto de vista económico como
social’.
Poco tiempo antes,
también en el Financial Times… Francis Fukuyama escribió:
***‘El liberalismo…
evolucionó hacia tendencias que al final resultaron autodestructivas…
***Se rindió culto
al mercado y se demonizó cada vez más al Estado como enemigo del crecimiento
económico y la libertad individual.
*** Las democracias
avanzadas, bajo el hechizo de las ideas neoliberales, empezaron a recortar los
estados de bienestar y la regulación, y aconsejaron a los países en desarrollo
que hicieran lo mismo bajo el Consenso de Washington.
***Los recortes del
gasto social y de los sectores estatales eliminaron los amortiguadores que
protegían a los individuos de los caprichos del mercado, lo que provocó un gran
aumento de la desigualdad en las dos últimas generaciones’”.
Son tesis producidas
por las izquierdas y apropiadas por esos autores.
Esas voces advierten
sobre los riesgos políticos derivados de la producción de la desigualdad
neoliberal como medio de aumentar las ganancias del capital.
Desde los años 70 y
80 del pasado siglo las potencias dominantes del capitalismo vieron en los
estados de bienestar un cáncer y un derroche que había que fulminar. Y lo
hicieron.
Ahora lo
recomiendan, más que preocupados por el masivo malestar social que vive el
planeta.
Trabajemos por el
restablecimiento del estado de bienestar. La lucha contra la desigualdad debe
ser combatida por todos los medios. Aunque su efecto sobre la acumulación
capitalista puede ser nulo. ………………………
*Columnista de La Jornada.
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