Daniel Salerno ·
Colaborador estelar ·sptrSodeontmu 86110l62iimicl3f1hhtm0tt55c710147hf151t2g84a20 ·
Administrador
Experto del grupo en Historia y filosofía

EROSION SIMBOLICA DE LA VIDA COMUN
Vivimos en una época donde el poder parece concentrado en unos pocos: gobiernos que legislan contra la gente, corporaciones que nos extraen datos y deseos, plataformas que manipulan la atención.
Frente a esa maquinaria, el ciudadano común podría sentirse pequeño, impotente, sin herramientas.
Pero el poder no es solo un trono ni un banco central: el poder está en las palabras, en los gestos, en lo que pensamos y compartimos cada día. Allí es donde comienza a transformarse la historia.
Un simple ciudadano tiene poder cuando se organiza con otros y rompe el aislamiento. Cuando nombra lo que duele —la precariedad, la erosión de las jubilaciones, la ansiedad colectiva— y no deja que esos males se naturalicen.
Quien nombra, crea realidad. Quien calla, entrega su vida al discurso de los otros.
El poder ciudadano nace de lo común: del aula donde un estudiante aprende a pensar distinto, del barrio que se organiza frente a la injusticia, del grupo que comparte lecturas y reflexiones y ya no acepta el cinismo como horizonte.
No se trata de soñar con ser príncipe, sino de asumir que todos ejercemos poder en lo micro: en la palabra, en la enseñanza, en la escritura. Y ese poder, cuando se suma y se multiplica, erosiona los discursos dominantes.
Hoy necesitamos menos obediencia y más pensamiento; menos pasividad y más coraje. El poder de lo común está en marcha cada vez que alguien dice: “No acepto que mi vida sea reducida a un número, a una deuda, a un algoritmo”.
Ese es el verdadero comienzo de una política distinta: cuando el ciudadano deja de sentirse pequeño y descubre que ya ejerce poder al pensar, hablar y organizarse.Daniel Salerno
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