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sábado, 27 de septiembre de 2025

CAPTURA DEL ESTADO - [ LIBRO - II°] ELITES Y CAPTURA DEL ESTADO CONTROL Y REGULACIÓN EN EL NEOLIBERALISMO TARDÍO - INTRODUCCIÓN: TRANSPARENCIA ENTRE LA CORRUPCIÓN CLÁSICA Y LA ESTRUTURAL

 



INTRODUCCIÓN TRANSPARENCIA: ENTRE LA CORRUPCIÓN CLÁSICA Y LA CORRUPCIÓN ESTRUCTURAL

Por: DANIEL GARCÍA DELGADO, CRISTINA RUIZ DEL FERRIER Y BEATRIZ DE ANCHORENA

 

La sociedad de la transparencia se constituye como un ideal que todos los gobiernos quieren asumir como forma de legitimación de la democracia.

 

Sin demasiados reparos, se la invoca como la clave de la resolución de los principales problemas que aquejan al país y como tarea primordial para el rescate de la república ante los excesos del populismo.

 

La pretensión de transparencia no está disociada de la promesa de un nuevo régimen y sus efectos positivos inmediatos: la confianza internacional traerá una “lluvia de inversiones”.

 

Sin embargo, la sociedad de la transparencia –como señala el filósofo surcoreano Byung-Chul Han (2012)– se transforma poco a poco en una sociedad de control al decir de Gilles Deleuze (1991).

 

Desde el momento de la asunción de Mauricio Macri al gobierno en la Argentina en 2015, quedó evidenciada la decisión de instrumentalizar al Estado poniéndolo al servicio de los sectores representativos de la economía concentrada, principalmente los de energía, finanzas, agroexportación y alimentos.

 

Tal situación fue operativizada por el presidente mediante la incorporación masiva de ejecutivos de empresas asociadas al establishment económico con fuertes vínculos de amistad, familiares y sociales preexistentes.

 

La acelerada adopción de nuevas medidas, leyes y decretos favorecieron a esos sectores como la disminución o eliminación de retenciones a la minería y a los productos agrícolas de la pampa húmeda (trigo, maíz, soja), la desarticulación de los mecanismos de administración del comercio exterior y la flexibilización de los dispositivos regulatorios de los flujos financieros, blanqueo impositivo, disminución del impuesto a las ganancias y bienes personales, entre otras políticas, que en conjunto, redundaron en una enorme y acelerada transferencia de ingresos de los sectores populares hacia los más ricos.

 

En ese sentido, el carácter elitista está fundado en la autopercepción del grupo que llega al gobierno, impregnado de una cosmovisión compartida, fuertemente marcada por el origen de clase, intereses económicos y lazos sociales (Wolin, 2008). En este contexto, el predominio de los intereses de clase sobre los vínculos de naturaleza política o partidaria resulta evidente.

 

No obstante, su referencia a la tradición conservadora y republicana es explícita. ¿Cómo controlar y/o regular en favor del interés público a una elite corporativa que asume el poder institucional y democrático del Estado con una campaña política basada en la denuncia contra la corrupción?

 

La pregunta sobre el control de las elites nos obliga a reflexionar sobre las dimensiones de la corrupción y distinguir la ‘corrupción clásica’ que involucra hechos puntuales de sobornos o malversación de fondos, de la “corrupción estructural”, vinculada a la financiarización de la economía y a la captura del Estado beneficiando a determinados intereses económicos.

 

Ambos casos involucran una violación de la ética en la función pública, pero también requieren de controles y sanciones para los actores económicos que se benefician de esa corrupción estructural.

 

Este tipo de corrupción –hoy cada vez más naturalizada– merece ser visibilizada, interpretada, deconstruida.

 

El ingreso de la elite del poder neoliberal al gobierno argentino en el año 2015 genera una profunda preocupación en la problemática del control del sector público, tanto desde un punto de vista teórico, como político-institucional, dada la posibilidad efectiva de garantizar a través de esta tarea el interés público.

 

La democracia como régimen político, pero también como forma de vida, está atravesando un nuevo desafío: sostener su legitimidad asentada históricamente en la obtención de mayorías frente al actual proceso de advenimiento de las elites económicas en el poder político.

 

Varias paradojas se suscitan por este fenómeno.

 

--- La primera radica en la contradicción entre elites económicas de corte neoliberal devenidas en elites políticas gubernamentales.

El neoliberalismo como tradición del pensamiento político –o bien como paradigma– se ha caracterizado por desdeñar la tarea pública y el propio rol del Estado.

Sin embargo, la novedad de nuestro tiempo probablemente consiste en el ascenso legítimo de estas elites económicas ahora convertidas en elites políticas.

 

--- La segunda paradoja para la democracia es el saldo social negativo que estas elites provenientes de las cúpulas gerenciales de empresas multinacionales (la denominada “CEOcracia”) están arrojando a la sociedad como resultado de sus decisiones gubernamentales: mayor pobreza, desempleo, exclusión, marginalidad, pérdida del salario, inflación, depreciación de la moneda, recesión, endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional (FMI) por años, entre otras con [1 Para un análisis exhaustivo de la temática del control en materia de las Políticas Públicas, véase: Ruiz del Ferrier, C. (Comp.). (2017). Control de Políticas Públicas. La cuestión de la transparencia. La transparencia en cuestión. Buenos Aires: FLACSO. En este libro del Área Estado y Políticas Públicas se brinda un análisis de las potencialidades, pero también de las limitaciones de los sistemas de control]. secuencias que serán muy difíciles de revertir en el corto y mediano plazo.

Y, sobre todo, la pérdida de expectativas de futuro para la gran mayoría en nuestra sociedad.

 

Este saldo social y cultural negativo no es compatible con las principales promesas de la democracia: igualdad, participación, inclusión y justicia social.

 

--- La tercera paradoja democrática que cabe señalar consiste en la insustentabilidad del modelo económico.

-      ¿Cuán viable es una democracia si la política está al servicio de los intereses económicos de sus dirigentes?

-      ¿Cuán legitima es la democracia si el saldo social que nos lega es de hambre, pobreza, despidos, desigualdad y marginalidad?

 

Sin cumplir “los cambios” prometidos, Cambiemos no sólo no resolvió problemas sustanciales de la política (el financiamiento espúreo y no republicano de las campañas electorales, los problemas de la judicialización de la política, la fuga del excedente, el negocio del endeudamiento, entre otros), ni los problemas sociales antes señalados.

 

Entre sus innovaciones principales, la “CEOcracia” ha cambiado la visión que teníamos del Estado quienes, en nombre de la necesidad liberal de reducirlo, lo acrecentó; y en lugar de maximizar las capacidades estatales, lo vació de contenido, de tareas, de sentido y hasta de políticas públicas sustantivas al dejar de orientarse a resolver los problemas de la gente.

 

Ello ha implicado desarrollar una batalla cultural sistemática para construir paulatinamente un sentido común en detrimento del Estado de Bienestar, de los derechos sociales adquiridos, de la política más vibrante y del denominado “populismo” concebido ante todo de manera peyorativa.

 

Para ello, las elites de poder se han valido de los medios de comunicación masiva, del uso de las redes sociales, del “timbreo”, de la supuesta cercanía con los vecinos, de un discurso nuevo y diferente relacionado al cambio, a la alegría, a lanzarnos a un nuevo mundo posible y factible, de reinserción en el mundo, entre otras estrategias simbólicas, pero con efectos reales en la conciencia de los ciudadanos.

 

Probablemente, frente a este “canto de las sirenas”, tan efectivo como eficaz, se perdió de vista la conquista de los derechos que se lograron en materia de educación, ciencia, tecnología, salud, cultura, innovación, que respondían a un modelo estratégico de desarrollo productivo e inclusivo.

 

Y esos avances en materia de derechos eran concebidos menos como una inversión (ni siquiera como un costo) y más como justamente lo que son, derechos. Sin embargo, en poco tiempo, su conquista fue desdibujada en nombre de la “pesada herencia” que, por otro lado, y de manera paradojal, no podía confesarse porque la promesa de que vendría una valiosa “lluvia de inversiones” al país sería desalentada al conocerse “la verdad de las cosas”.

 

Sin brújula, ni timón, las inversiones no terminan de llegar y para disimular esas promesas incumplidas, el modelo de desarrollo se desdibuja hasta ausentarse y las consecuencias sociales no terminan de multiplicarse a lo largo y a lo ancho de todo el país.

 

Los problemas sociales, el cambio de la visión y del rol del Estado y la debilidad de la democracia actual son tan sólo algunas de las principales consecuencias de la experiencia de las elites económicas en el poder político.

 

Recordemos que, en la Argentina, Mauricio Macri asumió el gobierno en el año 2015 prometiendo una gestión ética y transparente. Sin embargo, su decisión de constituir un gabinete de empresarios y dirigentes corporativos provocó una “lluvia de conflictos de interés” anticipando escenarios de captura de la decisión pública por parte de intereses privados.

 

La estrategia fue “lotear” la administración pública nacional y asignar un experto del mundo empresario a cada sector de la política, generando alianzas con poder de veto sobre las políticas públicas.

 

De esta manera, el Ministerio de Energía quedó a cargo de Juan José Aranguren –ex CEO de Shell–; la Secretaría de Finanzas bajo la responsabilidad de Luis Caputo, un trader con fuertes lazos con la banca privada –JP Morgan y Deutche Bank–; el Ministerio de Agroindustria, bajo el mando de Buryaile (ex vicepresidente de Confederaciones Rurales Argentinas –CRA–) y luego de Luis Etchevehere director de la Sociedad Rural Argentina –SRA–), la Secretaría de Industria a cargo de Martín Etchegoyen, ex director ejecutivo de la Unión Industrial Argentina (UIA), entre otros.

 

La tensión o colisión entre las obligaciones públicas y los intereses privados de los funcionarios, que, al tomar decisiones benefician a las empresas o a los sectores productivos a los cuales ellos mismos pertenecen o representan, evidencian lo que se denomina habitualmente como “conflicto de interés”.

 

Este fenómeno está estrechamente vinculado al de “puerta giratoria” (revolving door), un concepto acuñado en la legislación norteamericana que refiere a la circulación de personas que entran o salen de altos cargos públicos, desde o hacia el sector privado.

 

De acuerdo con un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) (2010), uno de los casos más conocidos implicó al gigante agrícola Monsanto Corporation: en 1992, la Administración de Drogas y Alimentos (FDA, por sus siglas en inglés) encomendó a un abogado proveniente de Monsanto que redactara la política sobre biotecnología agrícola, que luego se utilizaría como base para las reglamentaciones internacionales.

 

A los pocos años de hacerlo, dicho abogado se convirtió en vicepresidente de Monsanto, empresa a la que había favorecido.

 

Asociado a los fenómenos de conflictos de interés y puerta giratoria surge el concepto de captura del Estado.

 

El concepto de captura regulatoria que reconoce su antecedente en un artículo de Stigler (1971) da cuenta de las situaciones en las que una empresa utiliza el poder del Estado para conseguir rentas privadas.

 

En este caso, los sectores económicos sensibles a la regulación estatal toman el control –directa o indirectamente– de áreas del Estado o agencias regulatorias.

 

A partir de los estudios sobre las transiciones a la democracia del Este europeo, el Banco Mundial definió la captura del Estado como

“los intentos de las empresas de influir en la formulación de las leyes, las políticas y la reglamentación del Estado a cambio de pagos ilícitos –con carácter privado– a los funcionarios públicos” (World Bank, 2000: xv2).

En este sentido, la captura del Estado involucra corrupción o sobornos, como la compra de leyes o los pagos ilegales, pero también puede comportar mucho más.

 

La captura de la decisión estatal se vale de distintos mecanismos de influencia no excluyentes, así se habla de

--- captura material, cuando está basada en intereses materiales del regulador –abarca desde el soborno hasta el apoyo económico de campañas políticas–,

--- la colocación de dirigentes de empresas en cargos públicos, que suele denominarse colonización del Estado y

--- la captura cultural, prácticas de cooptación que operan a través de un conjunto de entendimientos que se comparten a través de la proximidad de la empresa con el regulador.

 

Es decir, las partes coinciden en un conjunto de valores, visiones del mundo e ideologías que permean naturalmente la orientación de las políticas públicas que se formulan.

 

La colonización del Estado como estrategia de captura de la decisión estatal vuelve vulnerables a los gobiernos ya que éstos se encuentran cooptados por intereses empresarios y sus políticas públicas son un reflejo de las demandas del mercado quitándole legitimidad democrática.

 

En este sentido, una de las consecuencias más notorias es la pérdida de la autonomía estatal a la hora de diseñar e implementar políticas públicas y ejercer controles.

 

Y la pérdida de autonomía estatal se corresponde lógicamente con la perdida de la soberanía nacional.

 

Si el capitalismo se caracteriza por una tensión entre democracia y mercado, ¿qué sucede cuando los empresarios asumen responsabilidades de gobierno?

 

Si el mercado se hace del poder político a través de la elite empresarial,

¿quién controla el capitalismo?

¿Cómo re-construir capacidades estatales en un contexto de convergencia de las elites económicas y políticas?

¿En qué medida la democracia puede alojar estos problemas que se pretenden presentar como estructurales a la propia dinámica de la democracia?

 

Este libro nace de dos preocupaciones centrales: la primera de ellas consiste en una inquietud teórico-académica, que busca mostrar la insuficiencia del enfoque institucional para abordar el control del Estado.

 

Consecuentemente, señalar las limitaciones de las instituciones de control surgidas durante la década del ´90, (AGN, SIGEN, Oficina Anticorrupción, Ley de Ética Pública) ante situaciones de “corrupción estructural”.

 

El enfoque institucionalista se asienta sobre algunos supuestos que, en los últimos años, fueron cuestionados:

--- por un lado, una visión de la corrupción como fenómeno de carácter meramente estatal y político –dirigentes o funcionarios públicos aprovechando la opacidad del Estado en detrimento de ciudadanos y empresarios–,

--- por otro lado, una imagen idealizada de la sociedad civil, concebida como el único sujeto capaz de ejercer un verdadero control.

 

De esta manera, la evasión de impuestos, el lavado de dinero de los gerentes de las corporaciones, el financiamiento espurio de las campañas y de los partidos políticos, la captura del Estado para negocios personales, el endeudamiento y la fuga sistemática fue naturalizada o invisibilizada durante estos dos años y medio.

 

Esta forma de corrupción se asocia, en todo caso, a una corrupción de carácter estructural, propia del capitalismo global y requiere de un enfoque teórico que tenga como eje la problemática del poder y no sólo el de las instituciones.

 

Y esto es una cuestión decisiva para la configuración de una alternativa al neoliberalismo tardío que tome como centro el desarrollo, la inclusión y la constitución de una sociedad con futuro, ya que la corrupción estructural tiene consecuencias deletéreas para la sociedad.

 

A modo de ejemplo, la Argentina en sólo dos años y medio se endeudó en más de 130.000 mil millones de dólares que por décadas pagarán las próximas generaciones (nuestros hijos y nietos) afectando nuestro futuro como país y como sociedad.

 

La segunda preocupación de este libro es de carácter político-práctico, pues pretende dar cuenta de las consecuencias de las decisiones del actual gobierno liderado por las elites corporativas con el apoyo Fondo Monetario Internacional (FMI) para la democracia y para la sociedad.

 

En ese sentido, hemos convocado a intelectuales, investigadores y políticos para contribuir a analizar el saldo que esta experiencia arroja en el corto y mediano plazo en la Argentina.

 

Este libro polifónico, reúne a autores de diversas formaciones académicas y políticas para aportar datos, visiones e interpretaciones de las consecuencias sociales, políticas, culturales y económicas sobre esta praxis de nuestro tiempo.

 

Estas son tan sólo algunas de las principales razones por las cuales este libro está en sus manos: hemos querido ofrecer distintos análisis de una realidad compleja, imbricada y socialmente injusta y desigual para los que menos tienen.

 

Para ello, las voces que aquí se han reunido son voces de personas comprometidas con la democracia, con los derechos, con un rol del Estado al servicio del pueblo y de sus principales necesidades.

 

A continuación, presentaremos entonces los capítulos que estructuran este libro en tres partes o secciones.

 

La primera parte se inicia con el capítulo de Daniel García Delgado, quien nos ofrece una reflexión ética sobre la democracia en tiempos de globalización financiera y gobierno de las elites.

 

A continuación, se presenta el capítulo de Mariana Heredia, quien nos extiende la invitación a reflexionar en torno a tres desplazamientos para pensar las elites en el capitalismo financiero.

 

Seguidamente, se presenta el capítulo de Martín Astarita, quien analiza el modelo de Estado que sostiene el gobierno de Cambiemos en la Argentina.

 

Finalmente, esta primera parte del libro concluye con el capítulo de Cristina Ruiz del Ferrier y Agustina Gradin, quienes desde la perspectiva del pensamiento político posfundacional, presentan el diagnóstico de nuestro tiempo en función del neoliberalismo tardío versus populismo para mostrar cómo la “CEOcracia” propia de lo que proponen denominar las elites de poder se contraponen al demos en la actual posdemocracia.

 

Luego, se presenta la segunda parte del libro que aborda las prácticas de las elites empresarias en el gobierno de Cambiemos.

 

Paula Canelo, Ana Castellani y Julia Gentile nos ofrecen un análisis sobre la articulación entre las elites económicas y las elites políticas en el gabinete nacional de Mauricio Macri entre el 2015 y el 2018.

 

Horacio Cao, Arturo Laguado Duca y Maximiliano Rey, por su parte, nos proponen comprender un nuevo tipo de subjetividad política y de funcionario público, propio de este tiempo: el homo corporativo. A partir de esta figura, se caracterizan a las elites estatales en el neoliberalismo tardío.

 

Seguidamente, Aníbal Jorge Sotelo Maciel analiza las consecuencias de la Participación Público Privada (PPP), sobre todo en lo que respecta al riesgo fiscal y la captura de la obra pública, como la estrategia elegida de Cambiemos para compensar el derrumbe de la inversión pública.

 

En línea de continuidad, Beatriz de Anchorena analiza el poder empresario y su influencia en las políticas públicas, particularmente el estudio de la captura de la política agropecuaria entre 2015 y 2018.

 

Finalmente, Guillermo Carmona destaca la importancia de actualizar la Ley de Ética Pública incorporando regulaciones para los conflictos de interés y sus consecuentes incompatibilidades para el ingreso como para el egreso de la función pública. De este modo, propone un nuevo régimen legal frente al fenómeno “CEOcrático”.

 

Y, finalmente, la tercera parte de este libro que se compone de tres capítulos.

 

El primero de ellos, a cargo de Francisco Cantamutto y Pablo Nemiña, quienes analizan la deuda e inserción financiera internacional durante la gestión Cambiemos como un modo de regresar al statu quo en la Argentina. A continuación, se presenta el análisis de Horacio Rovelli quien interpreta la actual crisis de la política neoliberal como una de las más importantes para la Argentina en el siglo XXI. Y, finalmente, este libro concluye con el análisis de Magdalena Rua sobre la fuga de capitales como modo de acumulación de riqueza de las elites latinoamericanas.

 

El lector, la lectora, encontrará en esta obra tanto una serie de análisis como de interpretaciones; datos y argumentos valiosos; diagnósticos, pero también propuestas en el intento común de deconstruir la racionalidad del modelo neoliberal actual, de desandar el accionar de las elites económico-políticas que se propusieron como modelo de transparencia y honestidad y, sobre todo, de recuperar el rol del Estado en nombre de los derechos perdidos.

 

En síntesis, este libro intenta ayudar a construir una alternativa superadora al neoliberalismo tardío, tanto teórica como prácticamente en los campos del control, la regulación y la ética pública.

 

--- Sólo la reconstrucción de una hegemonía política y cultural podrá revertir el avance neoliberal contemporáneo. --- Si bien las propuestas normativas de regulación y de control son sin duda necesarias, no son suficientes para abordar la cuestión del poder de las elites.

--- Resulta necesario recurrir a una variedad de dispositivos de acción política.

--- En primer lugar, identificar y analizar los mecanismos que utilizan las elites económicas para imponer su dominación política, sobre todo cuando ésta implica la captura del Estado.

--- En segundo lugar, promover procesos en los que la ciudadanía asuma la importancia del control social de las elites dada la estrecha vinculación entre este fenómeno y el interés general.

--- Aun así, esto no es suficiente si no se enmarca en un amplio proyecto inclusivo y ético que verdaderamente re-construya un Estado al servicio de las mayorías en una nueva senda de desarrollo, de derechos y de bienestar general.


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