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miércoles, 24 de septiembre de 2025

CAPTURA DEL ESTADO - DEMOCRACIAS CAPTURADAS EL GOBIERNO DE UNOS POCOS - DEMOCRACIA Y DESIGUALDAD, UNA PAREJA DISPAREJA - [C.L.A.C.S.O] Capítulo I - - Autora: ROSA CAÑETE ALONSO

 



LA GENTE NO SE EQUIVOCA… DEMOCRACIA Y DESIGUALDAD, UNA PAREJA DISPAREJA

 

DEMOCRACIAS CAPTURADAS: EL GOBIERNO DE UNOS POCOS – [C.L.A.C.S.O] Capítulo I - - Autora: ROSA CAÑETE ALONSO

 

La democracia en América Latina y el Caribe no parece conseguir que los gobiernos representen los intereses de la mayoría. El 75% de la población latinoamericana piensa que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos.

 

Esta idea de que la democracia funciona solo para unos pocos no ha hecho más que aumentar desde la crisis financiera de 2008 y en algunos países, como Brasil y México, más de un 90% de su población opina así.

 

Cuando se gobierna para los poderosos quiere decir que el Estado está capturado.

 

El apoyo a la democracia como la forma de gobierno preferida también ha ido bajando, de forma lenta pero constante desde 2010. Por otro lado, lo que sí ha aumentado en la región, son las personas que se sienten indiferentes ante la forma de gobierno que se adopte.

 

Un 25% de la población dice “a la gente como uno le da lo mismo un régimen democrático que no democrático”. Democracia y desigualdad, una pareja dispareja.

 

Porcentaje de personas que piensa que se gobierna para unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio.  Total América Latina 2004 - 2017 - Totales por país 2017 P.

 

En términos generales ¿Diría Ud. que (país) está gobernado por unos cuantos grupos poderosos en su propio beneficio, o que está gobernado para el bien de todo el pueblo? *Aquí solo “Grupos poderosos en su propio beneficio”

 

Este es un dato muy preocupante, puesto que muestra que cada vez hay más gente que entiende que la democracia no le trae beneficios, es decir, no concreta sus intereses. Un 65% de los y las latinoamericano/as dicen estar insatisfechos con la democracia.

 

Asimismo, el principal conflicto entre grupos que identifica la ciudadanía en la región es entre pobres y ricos. El 76% de los entrevistados por Latino-barómetro dice que este conflicto es fuerte o muy fuerte.

 

Esta percepción casi no ha variado en el tiempo, y está estancada independientemente de los cambios vividos en la región con respecto a la desigualdad de ingresos desde comienzos del Siglo XXI. “Este es uno de los puntos en los cuales América Latina y el Caribe no logra avanzar, que constituye uno de sus mayores clivajes y explica en parte el estancamiento de la consolidación de la democracia.

 

Encontramos sólo 20 puntos de diferencia entre Ecuador, donde un 86% dice que el conflicto es fuerte y muy fuerte, y 66% en Uruguay, el país que menos declara ese conflicto”.

 

La gente no se equivoca… la región de América Latina y el Caribe sigue siendo la más desigual del planeta en la distribución de su ingreso, pese a los avances de los últimos años.

 

La desigualdad es un importante indicador de la calidad de una democracia, ya que toda democracia parte del reconocimiento de que todas las personas tienen iguales derechos.

 

En ese sentido, es función de los Estados la garantía progresiva de los derechos económicos sociales y culturales (DESC) a todas las personas por igual.

 

Lamentablemente, ciertos modelos económicos parecen funcionar para unos y no para otros, parecen privilegiar a unos pocos a costa de la mayoría.

 

La desigualdad sigue siendo extrema tras la década dorada de América Latina y el Caribe, a principios de los 2000, cuando se consiguió disminuir la pobreza monetaria y la desigualdad económica.

 

Esto no es nuevo y existen numerosas estadísticas que así lo comprueban: Fuente: Credit Suisse 2017.

 

Porcentaje de riqueza por decil en 2017

 

• En América Latina y el Caribe el 10% más rico de la población concentra el 68% de la riqueza, mientras el 50% más pobre solo accede al 3.5% de la riqueza total de la región.

 

• El 1% más rico de América Latina y el Caribe concentra el 37% de la riqueza. Esta concentración ha pasado de ser el 33% en el año 2000 al 37% en el 2019.

 

• La riqueza de los 89 milmillonarios que aparecen en la lista de Forbes es de 440 mil millones de dólares. Este monto es mayor al Producto Interno Bruto (PIB) de casi todos los países de la región.

 

• El 20% más rico de la región concentra el 45% de los ingresos totales mientras el 20% más pobre solo accede al 6%.

 

• Las mujeres latinoamericanas ganan en promedio un 16% menos que los hombres, pese a estar mejor formadas.

 

• Las mujeres de América Latina y el Caribe dedican el doble de horas al día que los hombres en trabajos de cuidado no remunerados.

 

• El 4.2% de los trabajadores asalariados de la región se encuentran en indigencia, y 15.6% de ellos en pobreza monetaria.

 

• Los habitantes de zonas rurales viven con privaciones muy superiores a las urbanas. En Perú, en 2017, un 44% de la población rural vive en pobreza mientras en la zona urbana la pobreza afecta al 15%.

 

Estos niveles de desigualdad evidencian que la igualdad de derechos y deberes está aún muy lejos de ser satisfecha en la región.

 

Esta igualdad es el principio fundamental de la democracia y la incapacidad para conseguirla genera un círculo vicioso, que hace imperante abordar la captura del Estado y sus políticas públicas por parte de élites como un tema fundamental en la lucha por la desigualdad.

 

--- Solo fortaleciendo la democracia y limitando la captura del Estado por las élites se puede reducir la desigualdad.

--- Solo reduciendo la desigualdad, asegurando que las políticas públicas no privilegian a una élite, podremos tener más democracia.

 

No es ningún secreto, sabemos lo que hay que hacer para enfrentar la desigualdad. Durante la primera década del siglo XXI se aplicaron diferentes políticas que probaron su efectividad en la lucha contra la desigualdad en la región.

 

--- El aumento del salario mínimo,

--- las políticas de lucha contra la desigualdad de género,

--- el impulso del empleo y la inversión frente a la acumulación de capital en pocas manos,

--- los impuestos a la renta y la riqueza,

--- la inversión en políticas de educación, salud y protección social de calidad

……. han probado que, combinadas y bien diseñadas, pueden reducir la desigualdad y la pobreza.

 

La pregunta es, si sabemos qué tipos de políticas deben priorizarse para enfrentar la desigualdad, si vivimos gobernados por sistemas democráticos en los que los gobernantes son elegidos por esas grandes mayorías, ¿por qué son tan difíciles de formular y poner en marcha estas políticas?

 

La respuesta no es tan compleja:

a la hora de analizar la viabilidad de una propuesta de política pública es necesario saber quiénes se beneficiarán de ella y quiénes no.

La respuesta a esa pregunta, entre otras, nos ayudará a entender la economía política de cada reforma y quiénes la facilitarán u obstaculizarán.

 

La formulación e implementación de políticas no se da en el vacío. Usualmente, se da en espacios donde hay asimetrías de poder.

 

Cuando el ciclo de políticas públicas se desarrolla en contextos caracterizados por desigualdades profundas, suelen ser las élites, aquellos actores que concentran el poder de influencia sobre el proceso político, las que permean con sus intereses las políticas resultantes.

 

Se refuerza así la cultura de privilegios imperante en nuestra región. Es decir,

las asimetrías de poder de influencia están detrás de la desigualdad socioeconómica, y viceversa, ya que hay actores que utilizan ese poder para “capturar” ciertas políticas y, eventualmente, capturar el Estado.

 

Por lo tanto,

el valor técnico o la “justicia” de una política, no es garantía ninguna de que sea llevada a cabo con éxito.

 

Por el contrario, las características del contexto político son un factor clave. Los niveles de desigualdad y la insatisfacción ciudadana con el funcionamiento de la democracia nos hablan de

mecanismos en los que “unas élites cooptan, corrompen o desvirtúan la naturaleza de las instituciones democráticas para impulsar políticas que mantienen la posición privilegiada de dichas élites.[…]

 

Este proceso ha derivado en sistemas democráticos en los que, en ocasiones,

unos pocos diseñan las políticas públicas para su propio beneficio, lo que contribuye al círculo vicioso de la reproducción de las desigualdades y da lugar a desequilibrios en el ejercicio de los derechos y en la representación política.”

 

Este fenómeno ha sido estudiado ampliamente por la academia y diferentes organismos, los cuales han utilizado diferentes enfoques. 


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