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viernes, 26 de septiembre de 2025

CAPTURA DEL ESTADO - LA POLÍTICA FISCAL COMO REDUCTORA DE LA DESIGUALDAD Y LA POBREZA




LA POLÍTICA FISCAL COMO REDUCTORA DE LA DESIGUALDAD Y LA POBREZA

 

La forma en que se recauda puede hacer que paguen más los que más tienen, consiguiendo así reducir la desigualdad del ingreso o riqueza que se produce en el mercado de trabajo o por una desigual acumulación de activos.

 

Cuando los que más tienen más pagan con respecto a su renta, se habla de equidad vertical, de políticas tributarias progresivas y, cuando ocurre al revés, son regresivas.

 

Asimismo, la tributación también puede incentivar políticas positivas para la reducción de la desigualdad, como la contratación de mano de obra femenina, así como desincentivar prácticas negativas para la sociedad, como la producción irrespetuosa con el medio ambiente.

 

RECAUDAR LO NECESARIO PARA FINANCIAR POLÍTICAS PÚBLICAS

 

Alterar la distribución del ingreso.

 

Incentivar prácticas que luchen contra las desigualdades sociales estructurales (por razones de género, edad, raza, lugar y tipo de trabajo, etc.)

 

Financiar políticas públicas que aumenten las capacidades de las personas garantizando servicios básicos universales.

 

Financiar políticas públicas que ayuden a nivelar desigualdades estructurales entre o intra grupos o sectores específicos de población (mujeres, población negra, indígena, población en zonas rurales, jóvenes, etc.)

 

También es importante que la política fiscal asegure la equidad horizontal.

 

Es decir, que los que tienen condiciones similares aporten de forma parecida y obtengan servicios públicos similares.

 

Por ejemplo, personas con iguales condiciones e ingresos deberían aportar de forma parecida. Esto no ocurre así en América Latina y el Caribe. Por ejemplo, si los ingresos provienen del trabajo asalariado, éstos tributarán más que si vienen del capital.

 

Cuando el Estado invierte, puede priorizar políticas públicas que garanticen y amplíen de forma progresiva los derechos de las personas, a través de políticas sociales que aseguren servicios públicos universales y de calidad, así como también puede desarrollar políticas que reduzcan desigualdades que afectan a grupos específicos.

 

Por lo general, para lograr más impacto, es ideal que la política fiscal se articule con otras políticas como las de trabajo, la política industrial o productiva, así como con las políticas sociales.

 

Una política fiscal que aumenta la pobreza

 

Varios estudios realizados prueban que la política fiscal en América Latina y el Caribe, es una política desaprovechada para reducir la desigualdad y la pobreza. Incluso, a veces llega a aumentarlas.

 

Según CEPAL, mientras en los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), mecanismos como las transferencias directas en efectivo, el impuesto sobre la renta y las cotizaciones a la seguridad social reducen la desigualdad de ingresos de mercado un 36%; en la región solo se reducen un 6%.

 

Es decir, mientras las desigualdades de ingresos que produce el mercado son similares entre el grupo de países la OCDE y los de América Latina y el Caribe, después de aplicar instrumentos de política fiscal en la OCDE, la desigualdad de ingreso se sitúa entre las más bajas del mundo.

 

Por el contrario, en ALC estas medidas mantienen a la región como la más desigual del mundo y 11 de sus países se encuentran entre los 20 más inequitativos del planeta.

Los estudios de Nora Lustig nos muestran el efecto neto sobre la reducción de la desigualdad de los diversos instrumentos de política fiscal, tanto por el lado de los impuestos como por el gasto.

 

Estos estudios diferencian entre los impuestos directos e indirectos, las contribuciones a la seguridad social, los subsidios indirectos, las transferencias directas, el gasto en educación y salud y copagos o tarifas.

 

Según Lustig, alrededor del 2011, la desigualdad de ingresos se reduce en apenas un 8% en promedio después de que el Estado recauda sus impuestos y desarrolla sus políticas con los fondos recaudados en los países de América Latina y el Caribe.

 

Los países donde más se reduce la desigualdad, gracias al efecto de los impuestos y el gasto público combinados, son Argentina, Uruguay, Brasil y Costa Rica. Mientras que entre los países donde menos impacto tiene dicha política, sobresalen Honduras, Guatemala, Perú y el Salvador.

 

En todos los países, los rubros que mayor impacto tienen en la reducción de la desigualdad son el gasto en educación y salud (5% promedio), seguido de los impuestos y transferencias directas (2.7% promedio). En tanto que el efecto de los impuestos y subsidios indirectos es casi nulo (0.3% promedio). Incluso, en cuatro países (Argentina, Uruguay, Bolivia y Guatemala) éstos aumentan la desigualdad.

 

Asimismo, es esencial ver también el impacto de la política fiscal no solo en la desigualdad de ingreso, sino también en la pobreza monetaria.

 

Alrededor de 2011, en seis países de la región (Guatemala, Honduras, Nicaragua, Bolivia, República Dominicana y El Salvador), la política fiscal desarrollada por el gobierno incrementaba la pobreza.

 

Es decir, tras la recaudación de impuestos y la ejecución del gasto público, se aumentaba el número de personas que tenía un ingreso inferior a 4 dólares PPA diarios.

 

En promedio, la pobreza en la región se reducía tan solo un 10% tras el efecto neto de la política fiscal. La principal causa del impacto negativo o reducido de la política fiscal en la pobreza fueron los impuestos y subsidios indirectos que, en todos los países, salvo Ecuador, Panamá y Colombia, aumentaron la pobreza.

 

Es intolerable que desde el Estado se impulsen políticas que puedan tener el efecto de aumentar la pobreza de algunos sectores.

Los Estados tienen la obligación constitucional de desarrollar políticas que garanticen iguales derechos a toda la población y, por supuesto, deben evitar que sus acciones puedan tener efectos negativos, mucho más si éstos no son compensados por otras políticas.

 

Solo un Estado capturado por los intereses de ciertas élites puede impulsar políticas fiscales que aumentan la pobreza.

 

 

 

 


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