LA NEUROCIENCIA DE
LA RESPIRACIÓN
ETHIC 28/08/25
LA NEUROCIENCIA DE
LA RESPIRACIÓN
«Una respiración a
la deriva es una mente a la deriva», advierte la neurocientífica Nazareth
Castellanos en su último libro, ‘El puente donde habitan las mariposas’
(Siruela, 2025). En él, explica cómo se relacionan en el cerebro el estado de
ánimo y la respiración.
Hace unos años, en
el laboratorio de neurociencia cognitiva y computacional de la Universidad
Complutense de Madrid, medimos la actividad magnética del cerebro de un grupo
de personas. […] Por otra parte, registramos simultáneamente la actividad
respiratoria. […] Normalmente, en los experimentos, la respiración se estima a
través de una banda en el pecho que da cuenta de las extensiones del tórax en
la inhalación y la exhalación. Sin embargo, las características técnicas de
nuestro dispositivo proporcionaban una precisión temporal suficiente para poder
identificar cambios sutiles. Gracias a él, pudimos localizar la actividad de
las diferentes áreas del cerebro durante las tres fases del ciclo
respiratorio: inhalación, exhalación y apnea después de la exhalación. […] La
apnea que realizamos de forma natural, espontáneamente, después de exhalar,
esconde una valiosa información sobre nuestra psicología.
Nuestro primer
objetivo era registrar la actividad espontánea cerebral y respiratoria
simultáneamente, es decir, cuando no estamos empeñados en alguna tarea mental
específica ni estamos alterando voluntariamente la respiración. Una vez
realizados los experimentos, localizamos las tres fases y estudiamos cómo le
afectan.
Los resultados
mostraron que las de mayor impacto para la coordinación de la ínsula, la
amígdala y la corteza cingulada en ambos hemisferios son la inspiración y la
apnea después de la exhalación, zonas altamente sensibles a las alteraciones de
la salud mental.
El grado de
comunicación entre las neuronas de la amígdala se ve afectado en trastornos de
ansiedad, estados crónicos de miedo y desregulación emocional.
Los procesos de
adaptación a situaciones emocionalmente negativas se apoyan en el vínculo entre
la ínsula y la amígdala, es decir, entre el sentido o noción que se tiene de
uno mismo y el procesamiento de la información emocional; ese vínculo se rompe
en las alteraciones crónicas. Así, el cerebro no puede adaptarse o
acostumbrarse a la dificultad, creando un estado de alarma permanente.
También observamos
que la inspiración tiene un mayor impacto en la amígdala situada en el
hemisferio izquierdo, que es más sensible a las amenazas, el estrés y la
depresión.
Parte de estas
conclusiones ya se conocían; lo que nosotros aportamos es la relación que hay
entre la apnea natural y el estado de ánimo.
Las personas que se
prestaron al experimento fueron sometidas a una evaluación psicológica que daba
cuenta de su nivel de estrés, de síntomas depresivos y de ansiedad, por una
parte, y del bienestar y la satisfacción vital, por otra.
Según la teoría del
continuo dual del sociólogo y psicólogo estadounidense Corey Keyes, el
bienestar y la ausencia de enfermedades son dos dimensiones distintas pero
interconectadas de la salud mental.
Esto subraya la
necesidad de medir tanto el malestar como el bienestar psicológico para obtener
una evaluación integral de la salud mental. No estar mal no significa
estar bien, ¡tomemos nota de ello!
Los niveles de
ansiedad influyen en la frecuencia respiratoria
Nuestros cálculos
mostraron que las personas con peores índices de bienestar mostraban una mayor
duración de la apnea. El mecanismo que subyace es, una vez más, la actividad de
la amígdala: a peor estado de ánimo, presentan mayor actividad amigdalina y activación
de la «apnea impulsada por la amígdala».
Es decir, la
reducción del bienestar retrasa el inicio de la inhalación. Lo podemos observar
en nosotros, son los famosos suspiros de tristeza o angustia. Esas exhalaciones
que parecen no acabarse nunca, como si el cuerpo no quisiera volver a nacer, a
inhalar.
La apnea natural
después de la exhalación impacta con mayor fuerza en el hemisferio derecho,
particularmente en la ínsula, asociada a alteraciones de la salud mental, a la
introspección y a la conciencia corporal.
El grupo del
profesor Feinstein propuso en 2022 el modelo de ansiedad inducida por apnea:
las apneas recurrentes son provocadas por la activación de la amígdala ante
cambios en los niveles de CO2.
Este modelo sugiere
que la ansiedad crónica es
un trastorno visceral impulsado por el sistema bioquímico del cuerpo en su
lucha por mantener la homeostasis ante la dificultad para respirar. Un ejemplo
agudo es la apnea obstructiva del sueño, que conlleva una desconexión y cambios
metabólicos en la ínsula derecha.
La relación entre el
estado de ánimo y la respiración se evidencia fundamentalmente en la fase de la
apnea después de la exhalación. […]
Los estudios del
grupo de investigación del neuropsiquiatra Yuri Masaoka, del Hospital
Universitario de Showa, en Tokio, destacan el papel de la exhalación en las
respuestas emocionales, demostrando que
los niveles de
ansiedad influyen en la frecuencia respiratoria: una respuesta de ansiedad
elevada se asocia con un aumento de la frecuencia respiratoria y la
ventilación, lo que se correlaciona negativamente con el tiempo espiratorio.
Sin embargo, estos
estudios no diferencian entre exhalación y apnea, por lo que se camufla el
papel de esta y su potencial terapéutico.
Curiosamente, en
nuestra investigación observamos
que la irregularidad
en la duración de la apnea estaba asociada a la salud mental y a la actividad
cerebral: cuanto mayor sea la variabilidad natural de la duración de la
apnea, peor será el estado psicológico o la resiliencia. […] el cerebro es
un sistema altamente predictivo, donde gran parte de los recursos neuronales se
dedican a predecir la respuesta del mundo exterior e interior.
La incertidumbre es
una de las situaciones más estresantes para la función cerebral
El cerebro escucha a
los órganos e intenta anticipar la llegada de información.
Si la respiración es
muy rítmica, el cerebro podrá
predecir con facilidad y seguridad cuándo va a recibir el nuevo impulso de la
respiración. Le gusta saber lo que va a suceder, es un sistema de expectativas.
Sin embargo, una
respiración irregular
dificulta dicha
predicción, lo que genera alarma y estrés en el cerebro, puesto que no
podrá predecir con exactitud y seguridad cuándo recibirá el siguiente impulso
respiratorio.
Todos podemos
aprender fácilmente a emular el ritmo de un reloj, exquisitamente regular. Es
fácil porque es previsible, y es previsible porque es rítmico. […]
Según cuentan, Kant
dijo que la inteligencia se mide por la cantidad de incertidumbre que un hombre
es capaz de soportar. En este caso, la inteligencia del cerebro es más bien
poca.
La incertidumbre es
una de las situaciones más estresantes para la función cerebral porque viola
uno de sus principios fundamentales: predecir.
Una respiración
irregular puede afectar a los sistemas de predicción cerebral y por tanto
atenuar nuestras capacidades cognitivas y emocionales, siendo un indicador de
alteraciones o potenciales alarmas psiquiátricas.
Nuestros resultados
e hipótesis proponen la regularidad de las fases respiratorias, especialmente
de la apnea, como herramienta terapéutica y preventiva.
De ahí que gran
parte del éxito de las técnicas de respiración se base, como punto de partida,
en establecer un orden en el patrón respiratorio. La repetición de una
secuencia de respiraciones induce regularidad en el ciclo respiratorio. Una
respiración a la deriva es una mente a la deriva.
Este texto es un fragmento de ‘El puente donde habitan las
mariposas. Biosofía de la respiración’ (Siruela,
2025), de Nazareth Castellanos.
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