Panorama político
CHAU
SOBERANÍA
Con el trasfondo del
horrible femicidio de tres jóvenes mujeres pobres, el gobierno endeudó aún más
al país. Las deudas funcionan como fuerzas de ocupación.
Por Luis Bruschtein 27 de septiembre de 2025 – Publicó diario “Página
12”
El femicidio de tres
pibas pobres conmovió al país y no pudo evitar encuadrarse en la crisis
económica, social y política.
“El antifeminismo de
Estado y el ajuste son letales” dijo el comunicado de Ni Una Menos.
En esa conjunción,
el colectivo de mujeres sintonizó con otros colectivos dañados de manera cruel
por las políticas oficiales, como los jubilados, los niños enfermos, los
pacientes de salud mental, los discapacitados o los enfermos de cáncer. Y no
resulta casual, porque esa lista enumera a los sectores más vulnerables que
requieren respaldo, contención, reconocimiento y que este gobierno abandonó a
la intemperie.
No se trata de
caranchear sobre un hecho abominable. Pero el crimen tiene un contexto social y
de género que no se puede ignorar. En ese sentido es un hecho político.
Tampoco se trata de
partidizarlo, sino entender que las soluciones de fondo provienen de decisiones
políticas que este gobierno rechaza.
El reclamo por
justicia no hace distinción entre los gobiernos provinciales o nacional. La
responsabilidad de investigar y resolverlo es institucional. Lo que se puso en
discusión fue la forma como el ámbito socioeconómico, al igual que los procesos
culturales, condicionan el desarrollo de estas tragedias.
“No vengan a decir
ahora que esto es un crimen de género” dijo la ministra de Seguridad, Patricia
Bullrich, molesta por el comunicado de Ni una menos.
La ministra, que es
candidata del oficialismo en CABA, empezó a revolear argumentos para demostrar
que la provincia de Buenos Aires y La Matanza eran responsables de los
crímenes.
Lejos del dolor y la
lucidez de los familiares que reclamaban justicia por las chicas, la diputada
Silvana Giúdice hizo demagogia.
“No quiero que metan
la política en esto —dijo la madre de una de las víctimas— sólo queremos
justicia, que metan presos a los culpables—.
La legisladora del
PRO trató de responsabilizar al kirchnerismo: “mientras sucedían estos
crímenes, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, hacía
un viaje por el exterior ¿qué tenía que hacer el gobernador en Estados
Unidos?”.
Kicillof había
viajado antes que se conociera el crimen. Había sido invitado a una reunión de
mandatarios de América Latina y España para realizar un homenaje a Pepe Mujica.
Junto a los presidentes de España, Colombia, Chile, Uruguay y Brasil, fue el
único gobernador de provincia en una reunión que funcionó como la contracara de
los discursos de Donald Trump y Benjamin Netanyahu en la ONU.
Milei también estaba
fuera. Al mismo tiempo que se conocían los detalles escabrosos de estos
femicidios, Javier Milei exhibía en Estados Unidos un papel con la patética
ampliación de un mensaje de apoyo de Trump a la Argentina.
Arrinconado por una
crisis financiera y política, el presidente argentino necesitaba con
desesperación una reunión con Trump en la Casa Blanca, en la que nunca fue
recibido.
Viajó sin
confirmación porque Trump estaba enfocado en la Asamblea General de la ONU que
comenzaba en ese momento.
El mandatario
norteamericano lo recibió unos minutos en dependencias de las Naciones Unidas.
Tras darle la ampliación exclamó: “Estoy muy ocupado, ya está lo que querías,
¿ahora podemos irnos?”. Y largó una carcajada. Con sonrisa de cachorro
agradecido, Milei mostró el papel a la cámara.
Al día siguiente, en
un largo mensaje de cuatro páginas en las redes, el secretario del Tesoro de
los Estados Unidos, Scott Bessent, desplegó el programa de ayuda, condicionado
a los resultados de las elecciones de octubre.
En su desesperación,
dos días antes, Milei y su ministro Luis "Toto" Caputo habían sacado
hasta fines de octubre las retenciones al campo. Bessent exigió que se
volvieran a poner. Rápido como el rayo, las reinstaló pese a la furia de los
productores.
En esos dos días, la
estatal china COFCO duplicó sus compras en Argentina y bajó las que había
consignado en otros mercados, entre ellos, el de Estados Unidos.
Devaluación
poselectoral, retenciones, base militar norteamericana en Tierra del Fuego,
alejamiento de China, acuerdos para recomponer alianzas con el PRO y
gobernadores cercanos, son algunas de las exigencias de Washington conocidas.
El condicionamiento
sobre el resultado de las elecciones parece más una advertencia para impulsar
el voto a Milei. Todo el esfuerzo del gobierno de Estados Unidos está puesto en
convencer para que regresen a las empresas de su país que se trasnacionalizaron.
No hay estímulos a las empresas para invertir afuera.
Alimentos, minería y
energía están en sus prioridades. Milei entregó todo tipo de beneficios con la
ley RIGI, pero no tuvo eco, más bien lo contrario, porque muchas corporaciones
se retiraron de la Argentina, en parte por la crisis y en parte por los cambios
en el mundo. El interés fundamental de Trump es geopolítico.
Estados Unidos
considera a América Latina como su espacio de influencia y le resulta muy
difícil detener el avance comercial de China en la región.
Los chinos plantean
negociar y comerciar desde el “respeto mutuo” y el “beneficio mutuo”. Son
negociadores duros, pero aceptan la negociación sobre esa base. Sin negociar,
la economía china es tan exuberante que resultaría arrolladora. Con el
megapuerto de Chancay que construyó en Perú y con una ruta y un ferrocarril
bioceánico, transandino y transamazónico planificados hasta el puerto del
Ilheus en Brasil, China tiene asegurado su comercio con la región.
Cuatro de las
economías latinoamericanas más grandes, Brasil, México, Venezuela y Colombia
tienen gobiernos que no son afines a Washington.
Con estos acuerdos
que cancelan soberanía, Estados Unidos busca convertir a la Argentina en punta
de lanza de sus intereses geopolíticos.
Con México negocia
cada centímetro pese al tratado de libre comercio que los compromete, desplegó
una flota de guerra frente a Venezuela y Cuba, y amenazó a Colombia y Brasil
sin mucho resultado.
El intercambio
comercial de Brasil con India y China creció con “beneficios mutuos” en los
últimos años, en contraste con una Argentina estancada.
Con los préstamos
del FMI, no se benefició el país, no dejaron nada, sólo el peso de una deuda
récord. Se lo dieron para que Mauricio Macri ganara las elecciones de 2019.
El programa de ayuda
que ahora ofrece Estados Unidos es más deuda y solamente busca respaldar a
Milei en las elecciones de octubre y en las del 2027.
Son deudas usadas
como fuerza de ocupación en un mundo donde Estados Unidos trata de mantener su
hegemonía en una zona que considera estratégica.
Con estas deudas
impagables con condicionamientos colonialistas, toman el control de las
relaciones internacionales, de la economía y del gobierno del país.
Los norteamericanos
saben que el país ya no puede pagar las cifras monumentales que le han prestado
y sin embargo, le siguen prestando.
Esa deuda no se
puede pagar con dinero: se paga con la pérdida de soberanía, de independencia y
de justicia social.
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