ARGENPRESS.info - Prensa argentina para todo el mundo - LUNES, 7 DE ABRIL DE 2014
Alcira Argumedo: "Quien pasa de víctima a victimario lo hace por falta de respuestas del Estado"
Claudio Berón (LA CAPITAL)
Alcira Argumedo estuvo exiliada en México y trabajó en el Instituto Latinoamericano de Estudios Transnacionales. Es diputada nacional de Proyecto Sur por la Ciudad de Buenos Aires.
Para Alcira Argumedo, “los medios detonan la parte más oscura de los individuos, la expresión de sentirse desprotegidos”.
Alcira Argumedo es socióloga y una intelectual comprometida con las causas sociales. Luego de una vasta trayectoria de militancia política en el peronismo de izquierda, finalmente recaló en la agrupación Proyecto Sur. Su matriz sociológica, con trabajos e investigaciones realizadas en América latina, la posicionan en un lugar de análisis sobre la inédita actitud de persecución que se vio en los últimos tiempos de parte de vecinos furiosos sobre presuntos ladrones o arrebatadores a quienes golpean, linchan o detienen, suplantando así de alguna forma a las fuerzas policiales y haciendo "justicia" por mano propia.
En la semana que transcurrió los medios mostraron varios hechos de este tipo en distintos puntos del país. Fue como una catarata surgida después del crimen de David Moreira, un pibe de 18 años que murió el 25 de marzo pasado, tres días después de que un grupo de vecinos de Marcos Paz y Liniers, en el barrio Azcuénaga, lo golpeara salvajemente tras arrebatarle la cartera a una joven madre.
- ¿Por qué cree que se producen este tipo de acciones sociales como los linchamientos y golpes a presuntos delincuentes?
- Estoy analizando el tema bajo distintos ejes. Creo que la gente percibe corrupción en las cúpulas empresarias, políticas, judiciales y policiales. Y eso transmite un mensaje de impunidad de arriba hacia abajo. Además, cuando hay sobreseimientos judiciales de personajes que a todas luces están implicados en maniobras delictivas, la gente entiende que todo vale. Por eso, creo, la corrupción es uno de los ejes que avalan lo que está pasando.
- Los perjudicados por esos hechos son jóvenes. ¿Y los agresores serían quienes toman este discurso del todo vale porque no hay sanciones?
- Un factor a tener en cuenta: es la existencia de los llamados chicos "ni-ni", que ni tienen trabajo formal ni tienen estudios sistematizados. Hay muchos de ellos ligados al delito y saben que su vida no vale nada. A partir de ahí cambia el sentido de lo que se entiende por desarrollo y progreso personal. Existe una fuerte violencia en algunos sectores sociales y hay que preguntarse quién puso un revólver en la mano de esos chicos para delinquir
- ¿Qué porcentaje de chicos "ni-ni" están en el delito?
- Esto tiene que ver con procesos sociales complejos e históricos. Hay un porcentaje muy bajo de estos chicos que se vuelca al delito. Según estudios realizados por ONG's y el mismo Estado, en el país existen unos 6 millones de jóvenes "ni-ni". Con sólo tener el 1 por ciento en el delito ya tendrías 60 mil chicos entre 15 y 24 años en esa situación.
- ¿Actúa el miedo en quien golpea al presunto delincuente?
- Se da una situación muy particular. Un tipo que sale de un shopping o que pasea su perro por un barrio de clase media puede ser de pronto cómplice de asesinato. El miedo enceguece y es irracional. Es irracional porque condiciona los valores y el respeto a normas preestablecidas. Pero insisto, el pescado empieza a pudrirse por la cabeza y si se expulsa del sistema judicial y político a los que investigan causas que tienen que ver con la corrupción, ¿qué mensaje se transmite a la gente desde el Estado? Así se impone una sociedad impotente, que percibe que una facción del Estado es cómplice y que está penetrado de corrupción.
- ¿Cómo pasa la potencial víctima de un arrebato a ser el agresor?
- La población que es golpeada y en casos extremos llega a linchamientos es el último eslabón de una cadena de producción de la marginalidad y del delito. Hay procesos complejos que llevaron a que muchos jóvenes, a los que les fue agredida directamente su dignidad, hayan llegado a ser víctimas de estas situaciones. Los sectores que eran históricamente agredidos, al menos los que tienen visibilidad, son los sectores medios de barrios de clase media. Y si llegan a una situación en que pasan de víctimas a victimarios por miedo y ejercen la violencia ciega, es porque se sienten impotentes ante la falta de respuestas del Estado y accionan.
- En esta última semana fueron más de diez los casos de persecución, detención y golpizas por parte de ciudadanos. ¿La difusión de estos casos opera como un disparador?
- La exhibición de un video que muestra como se apalea a un presunto delincuente puede ser un detonante, pero opera sobre algo latente en quienes lo hacen. Agudiza la individualización del sujeto social, del ciudadano común. Es una típica forma y puesta en vidriera de la fragmentación. No hay un pensamiento colectivo ni un debate en grupos de referencia, de trabajadores, de estudiantes. El mensaje televisivo o de la prensa gráfica le llega a la gente individualmente.
- ¿La repetición del acto que se cuestiona sin un contexto de análisis sólo apela a la emocionalidad, no hay interpretación posible?
- Una persona tiene el 80 por ciento de bondad y un 20 por ciento de la más absoluta porquería. Los medios detonan la parte más oscura. Muestran la expresión social de sentirse desprotejidos. Los medios en este caso denotan que no hay políticas de reconocimiento a lo bueno y entonces exacerban lo malo. El poder de los medios es inmenso. Si hay un tejido social sano, el lenguaje de los medios relativiza los discursos sociales enfermos. Pero en un caso de grieta social profunda, este discurso interpela de manera individual. Uno de los problemas es que no hay espacios de debate.
- ¿Por qué no hay debate?
- Los medios siempre fueron sensacionalistas, esto no se puede negar. Pero en otros contextos sociales, en otros procesos de país, la gente tenía otras convenciones. Hoy ya nadie trabaja muchos años en el mismo lugar. El 50 por ciento del mundo laboral está precarizado. La gente ni siquiera quiere hablar en sus propios trabajos por miedo o por que no le interesa, está en la suya. El 50 por ciento de los argentinos de entre 13 y 30 años perdió sus lugares de referencia, han perdido un espacio de intercambio, de opinión social, y es a ese sujeto a quien el medio singulariza e interpela desde lo individual. No hay un pensamiento colectivo ni un debate. El mensaje mediático le llega a individualidades.
- ¿Qué alarmas sociales puso en funcionamiento este accionar de ciertos individuos?
- Si la gente comienza a sentirse apoyada en su reclamo por un Estado que no la deje indefensa, evidentemente va a cambiar la respuesta. Esto puede ser un llamado de atención a la clase dirigente argentina.
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