“NEOLIBERALISMO: TERROR Y ODIO”, por Jorge Alemán.
Tal como afirman los
estudiosos, el Neoliberalismo trata del
tiempo histórico donde, por un lado, la naturaleza se ha perdido mientras a la vez el “hombre económico” naturaliza la desigualdad, la exploración, la definitiva introducción de la
subjetividad en la lógica del Mercado .
Esta paradoja confirma
al neoliberalismo como un extraordinario
productor de vida precaria.
Entendemos aquí vida precaria tal como lo
propone José Luis Villacañas, vida precaria no es sólo la flagrante vulnerabilidad de los sectores populares y
excluidos.
Tampoco los explotadores pueden tener una
vida humana ya que están obligados
a sostener la reproducción ilimitada del Capital, en una permanente
actualización de la Acumulación originaria ahora adosada al capital financiero
y a las distintas operaciones de desposesión de las materias primas de países
emergentes.
Como también
apropiarse de todo aquello que en el mundo hace parte de lo Común.
Obviamente, está
precariedad no borra los antagonismos entre las oligarquías y los pueblos, pero
si se tiene en cuenta que el Neoliberalismo, por su poder unificante, en
principio no permite pensar su exterior ni su salida histórica; en este sentido
la vida precaria es la esencia de la gran creación neoliberal: la vida enteramente reducida a valor y
competición de unos con otros y también con respecto a uno mismo.
La tonalidad afectiva que impregna
el mundo de vida neoliberal es
el Terror. No es el Terror
de las dictaduras clásicas ni el de los absolutismos despóticos o totalitarios.
El Terror procede de un modo más invisible y llega a su clímax en momentos de concentración catastrófica como ahora en la pandemia.
No es el Terror al
Leviatán que en cualquier momento nos hace sentir su violencia, es más bien la
violencia sistémica y siniestra que implica el estar atrapado en un movimiento
circular que vuelve siempre al mismo sitio. Puede haber pandemias,
insurrecciones, catástrofes ecológicas, crisis de representación, crisis
orgánicas, estallidos de burbujas, financieras, etc.
Al despertar, el
Neoliberalismo seguía allí. El Terror siniestro de que la humanidad ya no pueda
salir de esta circularidad, de este punto de no retorno a las grandes
experiencias humanas transformadoras tanto en un sentido existencial como
político es el logro, por encima de los gobiernos de derechas, de la gestación
de subjetividad neoliberal en tanto nuevo diseño de lo humano.
Se suele poner el
acento en el gozoso consumo
incesante de objetos, pero en su carácter compulsivo y repetitivo
permanece secreta la oscura
pulsión de muerte y su traducción siempre posible al canal
privilegiado del odio.
Este contexto del
Terror específico del neoliberalismo, que cada vez vuelve más difícil decidir
cuál sería una vida por fuera del éxito o el fracaso, lo viejo o lo nuevo, lo
que nos cura o nos mata y donde el amor se ofrece sólo a unos pocos como vida
humana, es lo que el carácter unívoco y totalmente dirigido de las ultraderechas ofrecen como salvación:
***“Ya que nunca saldrás del círculo siniestro del terror te
ofrecemos estar del lado sádico de los castigadores”.
Por ello, a estas
ultraderechas actuales no se las entiende en su verdadero alcance si no se
las concibe como emanaciones del nuevo terror neoliberal. Por ello, el nuevo proyecto mundial es que gobiernen las
derechas con un reaseguro de ultraderechas.
Ya no se trata de
derrocar gobiernos de izquierdas o nacionales y populares. Ahora, para que el Terror impregne hasta el rincón
más recóndito de la comunidad, les resulta imprescindible destruir la Democracia.
Pero las latencias de la Historia pre-neoliberales siempre pueden retornar. Por ello nunca el crimen es perfecto.
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