NAOMI KLEIN: "LA IDEOLOGÍA DE LIBRE MERCADO SE ESTÁ DESVANECIENDO"
- "EN LLAMAS" [nuevo libro]
Los libros de la periodista y activista canadiense -desde No
logo, donde expuso las condiciones en que se trabaja en el sudeste asiático
para las grandes marcas de Occidente- desmontan los engranajes de un
capitalismo rapaz.
Su flamante trabajo reúne artículos, crónicas y discursos en los
que demuestra cómo la urgencia de la catástrofe ambiental requiere
transformaciones económicas de gran alcance.
19 de mayo de 2021
Klein
recoge el eco del llamamiento a un “Plan Marshall para la Tierra”..
El futuro de la humanidad puede cambiar. Un viernes de mediados de
marzo de 2019 más de 100.000 jóvenes salieron a las calles de Milán, 40.000
hicieron lo mismo en París y 150.000 en Montreal.
“¡No tenemos un planeta B!”, alertaban en una de las pancartas.
“Hemos perdido el 45 % de los insectos como consecuencia del
cambio climático. El 60 % de los animales han desaparecido en los últimos
cincuenta años”, resumían las pérdidas en otro cartel.
“¡Nuestra casa está en llamas!”, acaso la más repetida, es la
frase insignia para los jóvenes que participaron en la primera huelga de estudiantes
por el clima a escala global.
Los libros de Naomi Klein desmontan los engranajes de un
capitalismo rapaz, como lo hizo en el
recordado No logo, donde expuso las míseras condiciones en
que millones de operarios trabajan en el sudeste asiático para las grandes
marcas de Occidente.
Ahora En llamas. Un (enardecido) argumento a favor del
Green New Deal (Paidós) reúne artículos, crónicas y
discursos de la periodista y activista canadiense en los que demuestra cómo la
urgencia de la catástrofe ambiental requiere transformaciones económicas de
gran alcance.
"Nosotros somos el fuego”
No hay más excusas para evadir la responsabilidad colectiva ante
el colapso climático.
Claro que existen poderosos intereses, especialmente las
corporaciones de combustibles fósiles, que hace décadas se dedican a financiar
campañas de desinformación y confusión.
Negacionistas hubo, hay y habrá, lamentablemente, como se puede
comprobar ahora mismo con la pandemia de Covid-19.
Klein aporta datos, información y argumentos que enlazan la
lucha climática con otras luchas.
“El 10% más rico de la población mundial genera casi el 50% de
las emisiones globales, mientras que el 20% más rico es responsable del 70%.
Pero los más pobres son los primeros y principales afectados por las
consecuencias de estas emisiones, las cuales están obligando a desplazarse a
cantidades cada vez más elevadas de personas (y a muchas más que están por
venir)”, advierte la autora en la introducción del libro, nunca mejor titulada
“Nosotros somos el fuego”.
“Un estudio del Banco Mundial publicado en 2018 estima que, para
2050, más de ciento cuarenta millones de personas del África subsahariana, el
sur de Asia y Latinoamérica se desplazarán a causa de las presiones del clima,
una estimación que muchos consideran conservadora”, agrega la autora de La
doctrina del shock, Esto lo cambia todo y Decir no no
basta.
Klein recoge el eco del llamamiento a un “Plan Marshall para la
Tierra”, que exigió la negociadora por el clima de Bolivia, Angélica Navarro
Llanos, en su intervención el foro climático de las Naciones Unidas en 2009:
*** “Este plan debe movilizar una transferencia financiera y
tecnológica a una escala nunca vista.
*** “Debe llevar tecnología a todos los países para asegurarnos
de que reducimos las emisiones a la vez que mejoramos la calidad de vida de las
personas”.
La periodista y activista canadiense da en el blanco cuando
precisa que el cambio climático plantea un ajuste de cuentas en el terreno que
más disgusta a las mentes conservadoras: el de la distribución de la
riqueza.
La derecha dura grita “conspiración socialista” y niega
rotundamente la realidad.
Anders Breivik,
sociópata que abrió fuego en un campamento de verano noruego en 2011, en un
apartado de su manifiesto titulado “El verde es el nuevo rojo” llama a acabar
con el eco-comunismo y califica “las exigencias sobre la financiación climática
de un intento de ‘castigar’ a los países europeos (Estados Unidos incluido) por
el capitalismo y el éxito”.
“El hecho de que la atmósfera terrestre no es capaz de absorber
de forma segura la cantidad de carbono que le estamos inyectando es un síntoma
de una crisis mucho mayor, una crisis que tiene su origen en la ficción
elemental en la que se apoya nuestro modelo económico: que la naturaleza es
ilimitada, que siempre podremos encontrar más de lo que necesitamos y que, si
algo se acaba, se puede sustituir sin problemas por otro recurso que podremos
extraer eternamente”, explica Klein como si estuviera hablando con los lectores
del mundo cara a cara.
“La atmósfera no es lo único que hemos explotado hasta
sobrepasar su capacidad de recuperación.
Estamos haciendo lo mismo con los océanos, el agua dulce, la
capa superior del suelo y la biodiversidad.
Lo que la crisis climática cuestiona es la mentalidad extractora
y expansionista que durante tanto tiempo ha gobernado nuestra relación con la
naturaleza”, precisa la periodista y activista que forma parte de la junta
directiva de 350.org, un movimiento internacional de acción climática, además
de ser una de las promotoras del manifiesto “Dar el salto”, una declaración en
favor de una reestructuración rápida y justa que ponga fin al uso de
combustibles fósiles.
En uno de los artículos del libro, Klein esboza un programa de
seis puntos.
Lo primero que destaca es la necesidad de reinventar la esfera
pública. El cambio climático es un problema colectivo que requiere de una
acción colectiva.
“Uno de los ámbitos en los que dicha acción colectiva debe
llevarse a cabo es el de las grandes inversiones diseñadas para reducir las
emisiones a escala masiva.
“Y esto significa
+ redes de metros, tranvías y trenes ligeros que no solo lleguen
a todas partes, sino que sean asequibles para todo el mundo, incluso tal vez
gratuitos;
+ viviendas económicas de eficiencia energética alrededor de las
líneas de transporte;
+ redes eléctricas que transporten energía renovable, y
+ un trabajo de investigación masivo para asegurarnos de que
estamos usando los mejores métodos posibles”.
El segundo aspecto es recuperar un arte que ha sido vilipendiado
sin tregua a lo largo de décadas de fundamentalismo de mercado: la
planificación; estructurar la economía pensando en las prioridades colectivas y
no en la rentabilidad corporativa.
La tercera cuestión es el control a las corporaciones, que iría
en la línea de prohibir los comportamientos que sean peligrosos y destructivos.
El cuarto aspecto es relocalizar la producción.
El quinto punto consiste en terminar con el culto a las compras.
“Una crisis ecológica cuyas raíces se encuentra en el consumo
excesivo de los recursos naturales no se puede abordar solo desde la
optimización de la eficiencia de las economías, sino que también depende de la
reducción del volumen de objetos materiales que consumen el 20% de las personas
más ricas del planeta –subraya Klein-.
Pero esta idea es un anatema para las grandes corporaciones que
dominan la economía global, que a su vez están controladas por inversores poco
comprometidos que exigen unos beneficios más elevados años tras año.
Así las cosas, nos encontramos atascados en un insostenible
aprieto en el que, en palabras de (Tim) Jackson, o bien ‘destruimos el sistema
o destrozamos el planeta’”.
La periodista y activista propone que “la única salida” es una
transición gestionada hacia otro paradigma económico.
El sexto punto reside en cobrar impuestos a los ricos.
+ “Hay que imponer impuestos al carbón y a la especulación
financiera;
+ hay que subir los impuestos a las corporaciones y a los ricos;
+ recortar los inflados presupuestos de los ejércitos y eliminar
los absurdos subsidios para la industria de los combustibles fósiles (veinte
mil millones de dólares al año solo en Estados Unidos)”, propone Klein y añade
que de igual forma que se ha obligado a las tabacaleras a sumir los costos
derivados de ayudar a la gente a dejar de fumar “ya es hora de que el principio
‘contaminador-pagador’ se aplique al cambio climático.
OJOS QUE NO VEN
Nunca falta material para debatir con Klein. Ella se encarga,
con una claridad meridiana, de iluminar los pliegues de nuestras
contradicciones.
Los contaminantes del clima son invisibles a los ojos.
“Cuando publiqué No logo a principios de este
siglo, los lectores se quedaron estupefactos al descubrir las condiciones
abusivas bajo las que se fabricaban sus prendas y aparatos electrónicos.
Pero, desde entonces, la mayoría hemos aprendido a vivir con
ello; no es que lo aprobemos exactamente, pero sí vivimos en un estado
de olvido permanente en cuanto a los costos que supone nuestro consumo
en el mundo real.
Los ‘afuera’ de esas fábricas casi han caído en el olvido por
completo”, recuerda la periodista y activista canadiense.
“El aire es lo más invisible de todo, y los gases de efecto
invernadero que lo calientan son los fantasmas más esquivos.
“Al habernos olvidado del aire (…) lo hemos convertido en
nuestra alcantarilla, ‘el vertedero perfecto para los productos secundarios de
nuestras industrias’.
“Incluso el humo más opaco y acre que escupen las chimeneas se
disipará y se dispersará, siempre para terminar disolviéndose en lo invisible”.
Cuando se habla de “empleos verdes”, Klein aclara que el
imaginario establece que es un trabajador con un casco montando una placa
solar.
Este es un tipo de empleo verde, pero existen otros trabajos que
ya de por sí tienen bajas emisiones de carbono.
“Cuidar a las personas mayores y a los enfermos no quema mucho
carbono. Hacer arte no quema mucho carbono. Enseñar a los niños es bajo en
emisiones. Las guarderías son bajas en emisiones. Y, sin embargo, estos
trabajos, realizados en su abrumadora mayoría por mujeres, tienden a estar
infravalorados y mal pagados, y con frecuencia son objeto de recortes por parte
de la Administración pública”, amplifica la autora el concepto de “empleo
verde”.
Hacia el final de En llamas, Klein incluye más
argumentos por los cuales el Green New Deal tiene la
posibilidad de salir airoso.
Este Nuevo Pacto Verde se inspira en el New Deal de Franklin
Delano Roosevelt, el cual ofrecía una respuesta a la pobreza y al colapso
provocados por la Gran Depresión a través de una serie de políticas e
inversiones públicas.
El Green New Deal “creará muchos puestos de
trabajo” y la periodista y activista
canadiense ejemplifica que según el Informe sobre Energía y Empleo de Estados
Unidos, los puestos de trabajo en energía eólica y solar, eficiencia energética
y otros sectores de energía limpia superaban en número a los empleos en la
industria de los combustibles fósiles en una proporción de tres a uno en 2018.
La pregunta acerca de cómo financiar este Nuevo Pacto puede
tener varias respuestas.
Según Naciones Unidas, gravar a los mil-millonarios con un
impuesto de tan solo un 1% permitiría recaudar 45.000 millones de dólares
anuales en todo el mundo, por no hablar del dinero que podría recaudarse si se
hiciera un esfuerzo a escala internacional para acabar con los paraísos
fiscales –sugiere Klein-.
Según James S. Henry, asesor principal de la Red para Justicia
Fiscal –una coalición independiente con sede en el Reino Unido-, en 2015 se
estimaba que la riqueza financiera privada oculta en los paraísos fiscales de
todo el mundo se situaba entre los 24 y los 36 billones de dólares.
Acabar con algunos de dichos paraísos contribuiría en gran
medida a cubrir el precio de la transición industrial que tanto necesitamos”.
Los científicos han dicho que el mundo tiene que lograr el
objetivo de reducir las emisiones netas a cero para 2050.
Por una cuestión de justicia Klein afirma que en los países
ricos que han llegado a serlo contaminando de forma ilimitada la des-carbonización
debe producirse con mayor rapidez a fin de que en los países más pobres, donde
la mayoría de la población todavía carece de elementos tan básicos como el agua
potable y la electricidad, la transición pueda ser más gradual.
“Uno de los problemas del Green New Deal es
que, al vincular la acción climática a tantos otros objetivos políticos
progresistas, los conservadores se mostrarán más convencidos de que en realidad
el calentamiento global no es más que un complot para colar subrepticiamente el
socialismo en la política, de modo que la polarización política se
intensificará” anticipa la periodista y activista canadiense.
“No hay duda de que en Washington los republicanos
seguirán pintando el Green New Deal como una receta para
convertir Estados Unidos en Venezuela; de eso podemos estar seguros.
Pero esa inquietud pasa por alto uno de los mayores beneficios
de abordar la emergencia climática como un vasto proyecto de infraestructura y
regeneración de la tierra: nada cura más deprisa las divisiones ideológicas que
un proyecto concreto que aporte empleos y recursos a las comunidades
perjudicadas”.
EL RETO CLIMÁTICO NOS INTERPELA.
Klein postula que con la misma certeza con la que se sabe que
los glaciares se derriten y las capas de hielo se desintegran “la
ideología de libre mercado se está desvaneciendo” y que en su lugar
está surgiendo “una nueva visión de lo que la humanidad puede llegar a ser”.
La periodista y activista invita, en un mismo movimiento, a la
reflexión y a la acción:
*** “Cuando el futuro de la vida está en juego, no hay nada que
no podamos lograr”.
GRETA THUNBERG Y LA SUPERVIVENCIA
Desde el título de su último libro, Naomi Klein (Montreal, 1970)
le hace un guiño a la joven sueca Greta Thunberg.
A los ocho años, Greta leyó libros y vio documentales sobre el
colapso de las especies y el derretimiento de los glaciares.
Pronto se dio cuenta de que el uso de combustibles fósiles y la
alimentación basada en la carne desempeñan un papel crucial en la
desestabilización planetaria.
En agosto de 2018 fue al Parlamento de Suecia y acampó en la
puerta con un cartel pintado a mano que rezaba:
*** “En huelga escolar por el clima”.
Volvió un viernes tras otro. Al principio, como recuerda Klein,
fue ignorada por completo, “como si se tratara de una incómoda mendiga”. Pero
su quijotesca protesta se granjeó la atención mediática y otros estudiantes y
adultos empezaron a acudir con sus propias pancartas.
A los poderosos de Davos les dijo: “Quiero que actúen como si la
casa estuviera en llamas, porque lo está”.
Greta explica su accionar: “Si las emisiones deben cesar,
entonces debemos conseguir que las emisiones cesen. Para mí, es o blanco o
negro. No hay zonas grises cuando se trata de la supervivencia”.
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