Se publicó su libro más reciente,
"COOPERACIÓN O EXTINCIÓN"
Noam Chomsky: "Nos encontramos en un período de extinciones
masivas"
Para el lingüista, filósofo y politólogo estadounidense, la
clave reside en la movilización popular y constante.
“El activismo puede llegar a ser muy influyente",
sostiene.
Chomsky pone el foco en algunos aspectos alarmantes vinculados
con el medio ambiente.-
La inminencia de la extinción es uno de los ejes centrales que
aglutina al activismo del siglo XXI.
Los niveles de carbono en la atmósfera, más elevados que en
cualquier punto anterior de la historia humana, aumentaron con celeridad hasta
más de cuatrocientas partes por millón, muy por encima de las trescientas
cincuenta partes por millón hasta las que se considera que el nivel es seguro.
La destrucción de la vida en la Tierra no es un relato
apocalíptico, producto de la desmesurada imaginación medioambientalista o de un
grupúsculo perturbado de la comunidad científica.
“Cada año, cerca de treinta millones y medio de personas se ven
obligadas a desplazarse por causas de desastres naturales como inundaciones y
tormentas; se trata de una de las consecuencias vaticinadas del calentamiento
global y significa casi una persona por segundo, es decir muchísimas más de las
que huyen por causa de la guerra y el terrorismo.
“A medida que los glaciares se derritan y el nivel del mar
aumente, algo que hará peligrar los suministros de agua de un vasto número de
personas, estas cifras seguirán aumentando”, advierte Noam Chomsky,
lingüista, filósofo y politólogo estadounidense, uno de los activistas más
influyentes del mundo, en Cooperación o extinción (Ediciones
B).
El libro --que se puede leer junto a En llamas de Naomi Klein—despliega
una recopilación de textos que surgieron a partir del “Encuentro con
Chomsky”, celebrado en Boston a mediados de octubre de 2016, en el exterior de
la histórica iglesia de Old South, donde se congregó una multitud
de jóvenes que se extendió a lo largo de dos manzanas. La charla de
aquella tarde tenía el título de “Internacionalismo o extinción”.
El cuerpo principal del libro lo constituye el discurso original
del autor de Hegemonía o supervivencia, Estados
fallidos y ¿Quién domina al mundo?
Entre los materiales se incluye la transcripción de una
conversación en el mismo encuentro con Wallace Shawn, un activista
comprometido, más conocido como dramaturgo y actor; y las preguntas que
formularon los que asistieron al encuentro con las respuestas de Chomsky.
Además de la emergencia climática, los otros dos temas
fundamentales fueron la amenaza nuclear y el peligro que entraña el
debilitamiento del sistema democrático en todo el mundo.
Chomsky, que nació en Filadelfia el 7 de diciembre de 1928,
adquirió su primera conciencia política estimulado por las lecturas en las
librerías de los anarquistas españoles exiliados en Nueva York.
Tenía once años cuando publicó su primer artículo sobre la caída
de Barcelona y la expansión del fascismo en Europa.
Su activismo político arrancó con la movilización contra la
guerra de Vietnam. Si entonces llamó la atención, fue porque como profesor de
lingüística en el Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), él pertenecía a
una universidad que investigó bombas inteligentes y técnicas de
contrainsurgencia para la guerra de Vietnam.
Para Chomsky extinción e internacionalismo están asociados en
“un funesto abrazo” desde una fecha precisa: 6 de agosto de 1945, cuando el
presidente de Estados Unidos ordenó los bombardeos atómicos de Hiroshima y
Nagasaki.
A partir de aquel fatídico día la humanidad entró en una nueva
era: la era atómica.
“Lo que no se percibió entonces es que surgía una nueva época
geológica que hoy conocemos con el nombre de Antropoceno, la cual viene
definida por un nivel extremo de impacto humano sobre el entorno”, explica el
lingüista estadounidense y agrega que la era atómica y el Antropoceno
constituyen una amenaza dual para la perpetuación de la vida humana
organizada.
“Está ampliamente reconocido que nos encontramos en un sexto
período de extinciones masivas; el quinto, hace sesenta y seis millones de
años, se atribuye por lo general al impacto de un gigantesco asteroide contra
la superficie de la Tierra, lo que supuso el final del 75 por ciento de las
especies del planeta.
Este acontecimiento puso fin a la era de los dinosaurios y
allanó el camino al apogeo de los pequeños mamíferos y, en última instancia, de
los humanos, hace unos doscientos mil años”.
Hace tiempo que la capacidad de los seres humanos para
destruirse unos a otros a escala masiva está fuera de duda.
El Anthropocene Working Group confirma que las
emisiones a la atmósfera de CO2 (dióxido de carbono, el principal gas de efecto
invernadero de origen humano) están aumentando a la tasa más elevada existente
en sesenta y seis millones de años.
Aunque Chomsky no se detiene a analizar cada uno de los datos
disponibles, pone el foco en algunos aspectos alarmantes.
“El deshielo de los glaciares del Himalaya podría acabar con las
reservas de agua de toda Asia Meridional, es decir, de varios millones de
personas.
Solo en Bangladesh se espera que en las próximas décadas emigren
decenas de millones por la única razón del aumento del nivel del mar, debido a
que se trata de una planicie litoral costera.
Será una crisis de refugiados que hará insignificantes las cotas
actuales, y se trata nada más que del comienzo”, aclara el lingüista
estadounidense y recuerda que los Acuerdos de París, alcanzados en la COP 21,
en 2015, supusieron un desarrollo a los esfuerzos internacionales por evitar la
catástrofe.
Debería haber entrado en vigencia en octubre de 2016, pero la
mayoría republicana en el congreso, conocida por su sistemático negacionismo,
no estuvo dispuesta a aceptar ningún compromiso vinculante.
Entonces acabó saliendo un acuerdo voluntario que Chomsky
califica como “mucho más flojo” por el cual se llegó a una resolución para
reducir de forma gradual el uso de hidrofluorocarburos (HFC), gases de efecto
invernadero supercontaminantes.
El Partido Republicano es la organización “más peligrosa en toda
la historia de la humanidad” para el lingüista estadounidense.
La envergadura de la ceguera es tan preocupante que Chomsky
elige un fragmento para estimular el debate y a la vez sorprender:
“No puedo imaginar límites a la osada depravación de los tiempos
que corren, en tanto los agentes del mercado se erigen en guardia pretoriana
del Gobierno, en su herramienta y en su tirano a la misma vez, sobornándolo con
liberalidad e intimándolo con sus estrategias de opciones y exigencias”.
Esta cita la pronunció James Madison en 1791, varios años antes
de convertirse en el cuarto presidente de Estados Unidos (1809-1817).
No se puede esperar que las soluciones lleguen de los sistemas
de poder organizados, estatales o privados.
Para Chomsky la clave reside en la movilización popular y un
activismo constante.
“El activismo popular puede llegar a ser muy influyente, lo
hemos visto una y otra vez; el compromiso de los activistas desde hace cuarenta
años ha puesto los problemas medioambientales en la agenda política, quizá no
lo suficiente pero, con todo, de forma crucial y significativa”, reconoce
Chomsky en una parte de Cooperación o extinción.
Claro que del dicho al hecho hay un largo trecho. El propio
autor revela cómo a pesar del cambio drástico en el mundo posterior a la
Segunda Guerra Mundial una gran parte de la población se mantuvo como antes:
tradicional en lo cultural y premoderna en muchos sentidos.
“Para el 40 por ciento de los ciudadanos estadounidenses, el
trascendental problema de la supervivencia de la especie no es demasiado
relevante, ya que Cristo va a regresar entre nosotros en un par de décadas, de
manera que todo quedará resuelto.
Insisto; hablamos de un 40 por ciento”, resalta Chomsky para no
perder de vista la importancia que tiene la religión en una porción
significativa de la ciudadanía estadounidense.
Chomsky comenta un libro de Arlie Hobschild (Strangers in
Their Own Land), una socióloga que se fue a vivir a un área pauperizada de
Luisiana durante seis años para estudiar a los habitantes desde dentro.
Se trata de la zona profunda pro-Trump del país. “Los productos
químicos y otros elementos contaminantes derivados de la industria petroquímica
están causándoles graves daños, pero se oponen por completo a la Agencia de
Protección Medioambiental (…) Ven a la Agencia como un grupo de gente de ciudad
con un doctorado, que va hasta allí y les dice cosas como que no pueden pescar,
pero que a la industria petroquímica ni le chistan. Así que, ¿qué utilidad
tiene? No les gusta que les quiten el trabajo y les digan con su acento culto
lo que pueden y no pueden hacer, mientras que ellos se ven asediados por toda
la situación”, plantea Chomsky como ejemplo para que los activistas conozcan
las profundas razones y reticencias que tendrán que vencer.
En el reto sin precedentes por la supervivencia de la
civilización no hay tiempo que perder.
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