"DESQUICIADOS: LOS VERTIGINOSOS CAMBIOS QUE IMPULSA LA EXTREMA DERECHA"[ libro – edit. “SIGLO XXI]
La crisis de representación que venía incubándose por el fracaso de los
dos gobiernos previos abrió la puerta a un líder disruptivo, que inmediatamente
dio vuelta el tablero político.
El investigador Alejandro Grimson y un equipo de
autores especializados lanzaron un nuevo libro titulado
"Desquiciados: los vertiginosos cambios que impulsa la extrema
derecha" (Siglo XXI), en el que se analiza el impacto de la
presidencia de Javier Milei en Argentina desde que asumió el 10 de diciembre de 2023.
Escriben, entre otros, Marina Franco, Pablo Semán, Gabriel
Vommaro, Tomás Borovinsky, Sergio Caggiano, Ulises Ferro, Ezequiel Ipar,
Daniel Lvovich, Martín Plot, Julián Rebón, Andrea Torricella, Daniela
Slipak, Leandro Sowter y Agustina Súnico.
La sinopsis
dice:
"Cuando Javier Milei asumió como presidente en 2023, Argentina se convirtió en un experimento a
cielo abierto.
La crisis de representación que venía incubándose por el fracaso de los
dos gobiernos previos abrió la puerta a un líder disruptivo, que inmediatamente
dio vuelta el tablero político.
Sometidos al bombardeo cotidiano de medidas que reformatean la economía
y a un gobierno que insulta a feministas, zurdos, piqueteros, artistas
populares, referentes políticos y periodistas, todos estamos en estado de
shock, fuera de quicio, tratando de esquivar los golpes y salvar lo que se
pueda"
"¿Cómo
salir de la impotencia? ¿Qué es esta derecha extrema y cuál es su proyecto?
Eludiendo el psicologismo y la mirada escandalizada o irónica sobre los
exabruptos del presidente, Alejandro Grimson y un equipo formidable de
autoras y autores iluminan el fenómeno desde todos los ángulos para captar en
qué se diferencia y en qué se parece a otras fuerzas de derecha en la Argentina
y a líderes globales como Trump o Bolsonaro"
"Poniendo
el foco en los militantes y adherentes libertarios, que se piensan como
individuos autosuficientes capaces de sobrevivir en la selva del mercado,
los autores y autoras exploran si estamos o no ante una derecha
movimientista dispuesta a defender sus ideas en la calle.
En medio de una impactante desarticulación intelectual y política, este
libro es un aporte imprescindible para empezar a entender cómo es que la
Argentina, a cuarenta años de haberle dicho Nunca Más al terrorismo de Estado,
parece haberle dicho Nunca Más a la inflación. Y es también una herramienta
para trazar un camino realista que se haga cargo de la desilusión social"
A CONTINUACIÓN,
UN ADELANTO DEL TEXTO DE GRIMSON:
¿El
desquiciado es el otro?
Todos estamos atravesados por el desquicio de una crisis muy prolongada
y extensa, en la que se suceden y se acumulan los efectos de la alta inflación,
la postpandemia, el cambio climático, la desaparición del Estado ante la
epidemia de dengue, el dólar alto o el dólar bajo, la recesión, los
insultos.
"¡El mundo está fuera de quicio!", sentenciaba Hamlet hace más de cuatro siglos.
¿Se sale de quicio cada tanto? El mundo, desde ya; y la
Argentina, por cierto, no es la excepción. Lo sentimos porque es imposible
terminar de acostumbrarse a que "algo está podrido en
Dinamarca".
La mitad del país no está de acuerdo con la otra mitad en la definición
misma de qué está podrido y desde cuándo. Este libro es un aporte colectivo
para una reflexión necesaria.
El 10 de diciembre de 2023, ocurrió un hecho insólito en la
Argentina. El mismo día en que se celebraban cuarenta años de democracia,
un récord para el país, asumía un gobierno de extrema derecha.
La Argentina, capital americana de los derechos humanos, se convertía en
capital americana de la derecha radical. Javier Milei derrotó en las urnas al
peronismo con más del 55% de los votos.
Este acontecimiento plantea numerosos interrogantes. Responderlos será
clave para entender el futuro de la democracia en nuestro país.
- ¿Cuáles
son las causas de este triunfo?
- ¿Se
trata de un fenómeno global?
- ¿Se
debe a los déficits económicos y políticos del gobierno anterior?
- ¿Cuáles
son las condiciones eco- nómicas, políticas, sociales y culturales que
pueden generar una crisis de la democracia?
- ¿Por
qué hablamos de derecha extrema o derecha radical?
- ¿Son
autoritarios?
- ¿Son
neoliberales?
- ¿Está
realmente en riesgo la democracia?
En el mundo, estamos viviendo un período similar al de entreguerras, ese
lapso de altísima inestabilidad marcado por el fin de la Primera Guerra Mundial
y el inicio de la Segunda.
¿Puede en este caso terminar diferente?
Si observamos Europa, los Estados Unidos y América Latina, se destacan
dos fenómenos de crecimiento vertiginoso de la derecha extrema.
En ciertos casos, surgen nuevas fuerzas y, en otros, se radicalizan
partidos de derecha preexistentes. En la Argentina, sucedieron ambas
cosas a la vez, personificadas en la elección de 2023 por Javier Milei, Patricia Bullrich y Mauricio Macri. Finalmente, todos confluyeron
en el gobierno.
Sin dudas, para que triunfara Milei, algo del cristal del pacto
democrático del "Nunca Más", forjado desde los años
ochenta con esa escena inaugural que fue el Juicio a las Juntas
Militares y el repudio a la violencia política, se quebró.
Sin embargo, esto tiene matices y el "Nunca Más" -aun
debilitado- sigue interviniendo, porque el respeto a la convivencia plural no
es un fenómeno de "todo o nada", sino algo más complejo,
tanto en el plano del sentido común, como en el de la dinámica política.
¿Cuáles son
los desafíos del campo democrático ante el crecimiento de las derechas
extremas?
Empecemos por una cuestión básica: es necesario comprender el fenómeno
para poder enfrentarlo. Por eso publicamos este libro.
Hay una máxima de la antropología que este volumen interdisciplinario
intenta poner en práctica: "Necesitamos comprender aquello que
no podemos compartir".
Todos los autores involucrados son personas fuertemente comprometidas
con la democracia. Por eso han destinado tiempo y esfuerzo a entender algunas
de las facetas de este fenómeno que llegó para quedarse entre nosotros.
Más allá de liderazgos individuales, de éxitos o fracasos coyunturales,
esa corriente social, cultural y política será parte del panorama argentino y
global durante varios años. Es mejor entenderla.
El presente volumen no es una compilación de textos que cada persona
escribió en soledad. Es el resultado de haber intercambiado ideas e hipótesis
de trabajo como colectivo de investigación durante un año, con reuniones
periódicas y algunas muy intensivas. Así, en ese diálogo, fueron
tomando forma los temas y los abordajes de cada texto, que le deben tanto a
cada autor como al diálogo compartido.
¿LIBERTARIO O NEOLIBERAL?
Hay una serie de sutilezas en las formas de designación y autopercepción
que es importante considerar para entender el caso Milei.
¿Por qué Javier Milei no se llama a sí mismo liberal a secas?
Históricamente, la filosofía política liberal ha estado atravesada, en
la Argentina, por una contradicción entre el pluralismo que dice defender y la
estigmatización desenfrenada de la alteridad social o política.
"Civilización o barbarie" no es una dicotomía entre
iguales. Unos deben prevalecer y exterminar a los otros. No se acepta la
libertad para aquello considerado "barbarie" (que,
obviamente, siempre está encarnada en el "otro").
Así y todo, figuras como Alberdi, Sarmiento o Roca, de
maneras muy distintas, crearon y construyeron Estado: leyes, impuestos, moneda,
escuelas gratuitas y laicas. Los desvelaba forjar "una nación en
el desierto" en un país con escasa población originaria.
Así organizaron la Argentina liberal sin pluralismo político, pero con
un Estado laico que encabezó la alfabetización y la educación gratuita. "Demasiado
Estado", para Milei, el de fines del siglo XIX.
Sumemos a esto que en el siglo XX hubo una corriente de liberalismo
social, entendida como alternativa y oposición a los conservadores.
Los liberales son aquellos que están a favor de que nadie dicte cómo hay
que hablar, vestir o en qué dios creer, y rechazan que el Estado vigile a los
ciudadanos. Por eso mismo, hasta hoy, en los Estados Unidos liberal (pronunciado
con acento en la "i") equivale a progresista, de
centroizquierda.
Pero, ¿libertarios? Los
verdaderos libertarios eran los anarquistas. Los anarquistas de la República
Española o del movimiento obrero argentino buscaban la emancipación frente al
capitalismo o cualquier otra forma de explotación. Libertad, para ellos,
era romper las cadenas del yugo, encarnado tanto en los "patrones"
como en el Estado.
¿De dónde viene la palabra "neoliberal"?
En 1938 el término "neoliberalismo" se utilizó en un coloquio
en París al que asistieron las dos grandes referencias de la escuela austríaca, Friedrich
Hayek y Ludwig von Mises, y otras diez personalidades. Buscaban así
distinguirse del liberalismo político, al que consideraban desacreditado y
responsable de la situación crítica que padecía Europa.
Puestos a
elegir, preferían una dictadura que garantizara el libre mercado a una
democracia que estableciera firmes regulaciones al capital. Por eso el
apoyo de Hayek a Pinochet.
Después de décadas de un Estado que generaba leyes y regulaciones, la
ofensiva neoliberal iniciada en los años setenta buscó debilitar el poder
estatal. Y lo logró con contundencia. Además, coincidió con una etapa de la
globalización que facilitaba la erosión de las soberanías estatales. Por
ejemplo, se incrementó la cantidad de millonarios que se mudan de un país
a otro para pagar menos impuestos, algo impensable cincuenta años atrás.
Relocalizan sus residencias legales, sus empresas y chantajean con hacer
lo mismos con sus inversiones: domestican a los Estados, luchan
por su libertad.
La libertad
que grita Milei es la del capital frente a los ciudadanos organizados y al
Estado.
MILEI NO ENCABEZA UNA FUERZA LIBERAL.
De hecho, en el mundo se los conoce como "iliberales". Se
trata de una corriente global que, cuando puede, encarcela a sus opositores
(como en Brasil), incentiva la ocupación del Capitolio (como en los Estados
Unidos), restringe las libertades civiles y guarda silencio cómplice si
intentan asesinar a sus contrincantes políticos (como en la Argentina).
Si la entrevista que el comentarista político conservador Tucker Carlson le
realizó a Javier Milei alcanzó millones de visualizaciones, es porque hay un
relevante apoyo internacional para que la Argentina sea el experimento
"libertario" de nuevo tipo. El objeto del experimento somos nosotros.
Las palabras y especialmente las formas de identificarse o de
identificar a los otros son un capítulo crucial de la lucha política.
Hay términos, como "populista", que han sido aplicados a
fenómenos tan contrapuestos que pierden cualquier utilidad (véase Arditi,
2023).
En el caso de Milei, su discurso contra la "casta" durante la
campaña electoral remite con claridad a lo que se considera una retórica
"populista" clásica. Pero una vez llegado al gobierno, es
evidente que contra la "casta" solamente habla, porque las medidas
afectan gravemente a todos los habitantes de un país que puede batir un nuevo
récord de población bajo la línea de pobreza.
Creo que es importante clarificar el término "anarcocapitalismo".
No existe el capitalismo sin ley de propiedad privada y sin fuerzas de
seguridad que garanticen el cumplimiento de la ley. Por lo tanto, nunca hubo ni
habrá capitalismo sin Estado. De modo literal, no habrá
"anarcocapitalismo".
Lo que hacen los neoliberales cuando gobiernan un Estado es impulsar la
total libertad para el gran capital. En el Tercer Mundo, libertad para endeudar
a los países y llevarse decenas de miles de millones de dólares.
--- ¿O acaso el gobierno actual respetó la libertad de las paritarias
entre empresarios y sindicatos?
--- ¿Vieron a algún funcionario defender la libertad de quienes piensan
distinto de ellos?
Los libertarios están en contra de la libertad de cátedra en la
universidad y la llaman "adoctrinamiento".
--- ¿Dónde empieza el adoctrinamiento al enseñar historia argentina?
--- ¿Cuándo se dice que las Malvinas son argentinas?
--- ¿Que San Martín soñó con la Patria Grande?
--- ¿Que hubo un genocidio?
--- ¿Que hubo mujeres que protagonizaron la historia y que por eso sus
retratos adornaban un salón de la Casa Rosada, que el gobierno decidió
desmantelar y rebautizar Salón de los Próceres?
A los periodistas que los critican los llaman "imbéciles
ensobrados", celebran la crisis de un diario en vez de celebrar la
pluralidad de voces.
Creo que habría que hacer una lista de qué libertades se celebran con
esa frase que termina en "carajo". Muchas de las fundamentales
quedarían fuera.
EL FENÓMENO GLOBAL
Hoy las democracias tambalean -sin morir- en varios países de América y
Europa. El consenso de los años noventa, que consistía en aplicar el ajuste
neoliberal bajo el paraguas de democracias liberales, se quebró a partir de
2016 con los triunfos de Trump y Bolsonaro.
El neoliberalismo se impone de otra manera.
Este crecimiento global de las derechas extremas comenzó tras la crisis
económica de Lehman Brothers en 2008, la
dificultad de muchos países para mantener las pocas certidumbres del Estado de
bienestar, la crisis de la pandemia y la inflación de los años posteriores, lo
que generó un crecimiento exponencial de la desigualdad.
A estos síntomas globales de un cambio de época, agreguemos el triunfo
del Brexit en 2019 y la ratificación de la salida del Reino Unido de
la Unión Europea en 2020.
En la Argentina, el fenómeno llegó más tarde, posiblemente por la
relevancia histórica del pacto del "Nunca Más" y el rechazo a la
violencia política. Al mismo tiempo, la crisis estructural, producto de la
deuda, la sequía de 2023 y los errores de política económica, agravó el
escenario más que en otros países.
La narrativa global que se impuso tras la caída del Muro de
Berlín, con sus promesas de globalización y unión entre capitalismo y
democracia, había llegado a un punto de quiebre. Por supuesto que en los
veinticinco años que van desde 1990 hasta 2015 ocurrieron hechos decisivos,
como el atentado a las Torres Gemelas en
septiembre de 2001.
Por otra parte, la crisis del neoliberalismo había estallado en algunos
países sudamericanos y se expresó en el llamado "giro a la
izquierda" en esa región. Sin embargo, el punto de
inflexión de 2016 tenía otro alcance.
La narrativa nacida en 1990 había muerto. Los avances civiles -como el
matrimonio igualitario, el derecho al aborto legal y gratuito o las políticas
de reconocimiento a sectores étnico-raciales oprimidos- recrudecerían la
reacción conservadora.
En muchos países, la propia democracia entró en una creciente zona
de riesgo, con un futuro hoy imposible de prever.
En aquellos veinticinco años, la hegemonía económica de las políticas
neoliberales se combinó a veces con fuerzas más conservadoras, y otras, con
corrientes más progresistas en términos de derechos civiles. Esto último es lo
que Nancy Fraser (2017) llamó críticamente "neoliberalismo
progresista", o lo que también se designó como "multiculturalismo
neoliberal" (Hall, 2014: 633); es decir, avances efectivos en derechos civiles que coexistían con
políticas económicas altamente regresivas.
La hegemonía cedía u otorgaba en el plano del reconocimiento mientras
quitaba en el de la redistribución económica.
Si nos guiamos por los dos gobiernos de Trump y Bolsonaro,
la ofensiva conservadora buscó restringir derechos civiles y derechos de los
grupos minoritarios.
En ambos casos, hubo misoginia, racismo, clasismo y homofobia, así como
negacionismo de la pandemia y del cambio climático.
En ambos casos, se apeló a fake news y a discursos del
odio.
En ambos casos, con gestos y acciones anti-pluralistas. Y como
corolario, ambos casos culminaron en ataques (al Capitolio y a la Plaza de los
Tres Poderes).
Estamos ante tres fenómenos complementarios.
1. Allí donde hubo mejoras económicas para grandes sectores,
también se produjo una corriente de resentimiento como reacción a la reducción
de jerarquías o distancias naturalizadas (Grimson, Guizardi y
Merenson, 2023).
2. En segundo lugar, en todo el mundo crece la reacción
conservadora contra los avances de género o de reconocimiento
cultural.
3. En tercer lugar, hay una tesis potente de que amplios sectores
de la economía informal incorporan el modelo subjetivo de la economía de
plataforma, en el sentido del self made man (Pinheiro-Machado
y Vargas-Maia, 2023).
Al combinar estos elementos, resulta claro que hay una nueva
subjetividad que indica un cambio de época.
A lo largo de estas páginas aludimos a estos fenómenos como "extrema
derecha" o "derecha radical" para
utilizar las categorías más abarcativas.
Es importante detectar similitudes y diferencias entre países: sus
liderazgos, su carácter "antipolítico" o "anti-statu
quo", su identificación con "el pueblo", sus
discursos y prácticas de fobia a la diferencia.
En este aspecto, inciden de modo estructurante las historias y
configuraciones nacionales. Los viejos problemas del análisis que universaliza
procesos estadounidenses o europeos vuelven a plantearse aquí.
¿Acaso vamos a explicar las condiciones del surgimiento de la
derecha extrema como una réplica de lo sucedido en 2016 en los Estados Unidos o
en cualquier otro país?
Otras preguntas de investigación giran en torno a cuáles son los marcos
interpretativos de los votantes y cómo significan los discursos de los líderes.
No va de suyo que la calificación de extrema derecha que aplicamos a un
líder político deba ser aplicable a sus adherentes.
Nuestra hipótesis es que, si nos interrogamos por la carga ideológica
del votante, hay como mínimo dos grandes respuestas.
--- Por un lado, es factible que los adherentes compartan partes
del discurso o de la visión ideológica del líder.
--- Por otro, en diferentes países hay movimientos anti-statu quo, o
"antipolíticos" en general, que se canalizan a través de un líder
ultraderechista.
Está claro que al menos así son los inicios del caso argentino. Javier
Milei era un outsider radicalizado. No formaba parte de
ninguna coalición o fuerza.
Cuando se abre la crisis de representación y se erosionan sostenidamente
los apoyos a las dos principales coaliciones, Milei surge como liderazgo
carismático, como hombre providencial.
En la campaña electoral utilizaba dos palabras para ordenar su mensaje.
Todo el hartazgo y la bronca fueron dirigidos contra la casta, y
toda la ilusión y la esperanza se encauzaron en la dolarización.
Después, durante su gobierno, cada uno de estos términos adquirió vida propia.
Entre las corrientes más ideológicas y los líderes que canalizan un
malestar social y superan el 50% de los votos, pueden existir diversas
combinaciones.
El contraste entre las campañas de Macri en 2015 y Milei en 2023 no
podría ser mayor. Aunque su distancia ideológica sea más estrecha, en 2015
Macri se instalaba sobre la base de un sentido común asociado a la justicia
social, la inclusión y los derechos humanos.
Jamás hubiese ganado prometiendo destruir la justicia social. Pero ocho
años después muchas cosas cambiaron, entre otras razones porque los argentinos
tienen cada vez menos ingresos.
El punto clave del voto fue contra la inflación, como drama y también
como metáfora de lo indeseable. Las certezas de otras épocas se habían vuelto
sospechosas.
Otro tema relevante que considerar es hasta qué punto hay sectores de
los adherentes que son militantes o activistas. Y, eventualmente, con
disposición a qué tipo de acciones directas.
Liminaridad democrática
Las extremas derechas están presentes en todos los parlamentos europeos
y gobiernan países poderosos. ¿Pueden terminar con la democracia?
Dada la complejidad de la época que atravesamos, necesitamos un concepto
que aluda a regímenes híbridos, a situaciones de frontera. Por eso, hablamos de "liminaridad
democrática".
Las situaciones bordes se multiplican, se replican. Las tendencias en
favor y en contra de la vigencia del Estado de derecho se cruzan en ambas
direcciones. Es mejor proponer una categoría para entender lo que sucede, que
ceñirse exclusivamente a describir esos desplazamientos.
¿Qué es la
democracia?
Aquí estamos hablando de las democracias realmente existentes en Europa
y en América. Es decir, democracias liberales, con sus virtudes y defectos. Lo "otro" de
esas democracias fueron básicamente el fascismo y el nazismo en Europa, los
golpes de Estado en América Latina y los regímenes comunistas.
Por un lado, existe una extensa tradición social para pensar la
democracia. El pensamiento crítico puede afirmar que allí donde no
hay igualdades sociales básicas es cuestionable hablar stricto
sensu de democracia.
También hay una producción teórica y política sobre una democracia
participativa, radical, igualitaria. Todo esto será parte del debate futuro.
La democracia que hoy está en crisis puede encajar en la definición
minimalista que propone Adam Przeworski:
"La
democracia es un acuerdo político en el cual las personas deciden su gobierno
mediante elecciones y cuentan con una razonable posibilidad de destituir a los
gobiernos en funciones que no sean de su agrado" (2022: 28).
En nuestra
visión, hay una conexión inexorable entre democracia y buen gobierno. Pero los
casos que analizamos implican que esa definición minimalista está en crisis o
en riesgo.
Larry
Diamond ya había señalado en 2015 que nos hemos internado en un período de
recesión democrática.
En una democracia estable, la población apoya claramente al régimen de
gobierno, la representación política funciona, las tensiones entre poderes no
ponen en riesgo dimensiones constitucionales y el antagonismo político se
mantiene dentro de ciertos límites (por ejemplo, que no impulsan a la violencia
política).
En cambio, en una situación de liminaridad democrática puede
haber crisis de representación parcial o coyunturalmente paliada con un
liderazgo carismático, las tensiones entre poderes pueden escalar hasta
llevar al límite el régimen vigente y el antagonismo político es creciente, lo
cual impide prever si se mantendrá una convivencia pacífica y plural.
Además de haber contextos democráticos y de liminaridad, existen los
colapsos democráticos. Entendemos el colapso como la muerte de un régimen
democrático, como fue la Alemania de 1933, la Argentina de 1976, el Chile de
1973 o tantos otros. En estos casos, es bastante sencillo decir que un día
había democracia (con sus crisis) y que un mes después, ya no. No hubo
liminaridad.
Ahora bien, en la actualidad es frecuente que no haya un día final de la
democracia, sino procesos que a veces llevan varios años.
En Cómo mueren las democracias, Levitsky y
Ziblatt argumentan en ese sentido acerca de regímenes como los
de Trump, Bolsonaro, Orbán y otros.
En algunos casos, hubo elecciones competitivas y ellos mismos fueron
derrotados, lo cual no significa que no fueran un fenómeno de masas, sino que
la regla de Przeworski (el oficialismo puede perder elecciones) sigue vigente.
Estos períodos de indefinición, donde existen restricciones democráticas
y gobiernan fuerzas antidemocráticas, pero todavía no puede saberse si habrá o
no un colapso, son los que definimos como "liminaridad democrática".
Mientras que durante la Guerra Fría tres de cada cuatro democracias
cayeron por golpes de Estado, las democracias hoy mueren no por esa razón -cada
vez más infrecuente-, sino porque los propios gobernantes producen daños graves
(Levitsky y Ziblatt, 2018).
En estos nuevos procesos prolongados, la muerte de la democracia puede
resultar imperceptible y, agregamos nosotros, la historia no camina en una
sola dirección: pueden debilitarse y también fortalecerse.
Cuando surge una fuerza de derecha extrema, las democracias, sus
ciudadanos, sus jueces, sus líderes políticos se plantean una serie de
preguntas:
--- ¿puede
haber convivencia pacífica con grupos que la rechazan?
--- ¿Cómo
mantener el indiscutible respeto por las ideas del otro sin aceptar que crucen
límites que dañan la vida plural?
---¿Hasta
qué punto una campaña de denuncia del carácter antidemocrático de un grupo
puede favorecer los intereses de ese mismo grupo?
--- ¿Se
puede permanecer en silencio cuando líderes autoritarios y antidemocráticos
acceden al poder?
Hay mucho para evaluar en cada contexto específico. La experiencia
histórica muestra que un outsider ocupa el centro del poder sin que
medie un golpe de Estado, si hubo sectores del establishment que
tuvieron gestos o complicidades con ese espacio extremista.
Por eso, de la lectura de Levitsky y Ziblatt se deriva que las fuerzas
democráticas deben hacer un cordón sanitario. Lo contrario de
lo que hicieron el rey de Italia con Mussolini o el presidente alemán Von
Hindenburg con Hitler.
Jamás aliarse en ningún punto, jamás hablar bien de los extremistas,
jamás participar en ningún nivel de sus gobiernos. Marcar una frontera clara y
contundente, justamente la que ellos intentan borrar. No alabarlos ni como
rebeldes, simpáticos o patriotas; no hacer chistes en actos públicos con ellos;
expulsar de las fuerzas democráticas a todos los dirigentes o militantes que
acepten ser ministros o funcionarios de gobiernos de extrema derecha.
Pero si
ganaron elecciones, ¿son gobiernos antidemocráticos? Si
ganaron elecciones, tienen un origen democrático.
Hitler
accedió al poder por la vía electoral y una vez allí prohibió al resto de los
partidos, cerró el Parlamento e inició la represión.
Para que
los gobiernos sigan siendo democráticos deben actuar en el marco de la
Constitución y de la ley.
Esto ha llevado a innumerables debates, dado que esos gobiernos han
cruzado una y otra vez la frontera que separa lo democrático de lo autoritario.
Al mismo tiempo, dos casos icónicos, como son Trump y Bolsonaro, decidieron ir
por la reelección y perdieron. Que el oficialismo sea derrotado constituye
un dato crucial para saber en qué lugar preciso de la liminaridad se
encuentra. Por supuesto que después de perder actuaron de forma
antidemocrática, violenta e insólita con la invasión al Capitolio y a la Plaza
de los Tres Poderes.
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