EL AUGE DEL TECNOFEUDALISMO
Yanis Varoufakis, exministro de Finanzas de Grecia, publicó
recientemente Tecno-feudalismo. El sigiloso sucesor del capitalismo,
un libro en el que ofrece agudas reflexiones sobre el auge del «capital en la
nube» y las transformaciones más recientes del capitalismo.
El capitalismo tal como lo conocíamos, afirma Yanis Varoufakis,
ha mutado tanto que ha dado lugar a un nuevo sistema. En el tecno-feudalismo,
los usuarios contribuyen a la formación de capital con solo interactuar con las
plataformas, y la burguesía de antaño está al servicio de una nueva clase
dominante, aquella que es dueña de la nube.
El controvertido concepto de tecno-feudalismo sugiere que hemos
pasado del capitalismo a algo aún peor: una nueva era con inquietantes
características feudales. Desde esta perspectiva, los capitalistas dependen
ahora principalmente del poder político establecido y de las rentas para extraer
capital.
De confirmarse, esta forma de extracción feudal representaría un
drástico alejamiento de los mecanismos convencionales del capitalismo. Y, lo
que es más importante, marcaría un alejamiento de los atributos fundacionales
del capitalismo, como la competencia y la innovación.
En ausencia de un contendiente como el sindicato —la clase
obrera organizada—, el capitalismo entró en una evolución dinámica omnipresente
que provocó esta transformación en lo que yo llamo «capital-nube». Esta
transformación representa efectivamente el fin del capitalismo tradicional.
El capital-nube ha matado a los mercados y los ha sustituido por
una especie de feudo digital en el que no solo los trabajadores sino también
los burgueses producen ganancias para los capitalistas vasallos. Están
produciendo rentas.
Están elaborando rentas en la nube, porque el feudo es ahora un
feudo en la nube, para los propietarios del capital en la nube.
El capital-nube ha creado un tipo de poder estructural y
cualitativamente diferente del poder monopolista de gente como Henry Ford,
Thomas Edison o los grandes barones merodeadores.
Porque esas personas concentraban el capital, el poder,
compraban gobiernos y mataban a sus competidores para vender sus cosas. Los
capitalistas de la nube actuales ni siquiera se molestan en producir nada y
vender sus cosas. Esto se debe a que han sustituido a los mercados, no solo los
han monopolizado.
El capitalismo, por definición, se basa en el mercado y en los
beneficios, por ello, esto ya no es capitalismo, ya que no se sostiene en el
mercado. Se apoya en plataformas digitales más próximas a los feudos
tecnológicos o feudos en la nube, impulsados por dos formas de liquidez. Una es
la renta de la nube, que es lo contrario del beneficio, y la otra es el dinero
del banco central, que financió la construcción del capital de la nube. Y eso
no es capitalismo.
Puedes decidir llamarlo capitalismo si quieres, si redefines el
concepto de capitalismo y si dices que todo lo que procede del poder del
capital es capitalismo, pero no es el capitalismo tal como lo hemos conocido.
Parafraseando a Spock en Star Trek: «Es la vida, pero no la vida
tal como la hemos conocido».
Señala el autor que es importante pasar de la palabra capitalismo
a otra porque esto ya no es capitalismo.
Los siervos de la nube producen directamente capital con su
trabajo gratuito. Esto no ha ocurrido nunca. Los siervos del feudalismo
producían mercancías agrícolas. No producían capital: este dependía de los
artesanos que producían herramientas, aperos, arados y similares. En cambio,
los usuarios modernos contribuyen a la formación de capital simplemente interactuando
con las plataformas, ofreciendo mano de obra gratuita para aumentar el capital
en nube del capitalista. Esto nunca ha ocurrido bajo el capitalismo.
El tecno-feudalismo sigue dependiendo profundamente del sector
capitalista, reflejando la dependencia del capitalismo de los sectores agrícola
y feudal para su sustento. Y al igual que el capitalismo necesitaba al
feudalismo para asegurarse el suministro de alimentos, el tecno-feudalismo es
parasitario y obtiene un apoyo esencial del sector capitalista para mantenerse.
Así pues, el sector capitalista sigue siendo esencial, porque produce
la rentabilidad, toda la revalorización que luego se la apropia este capital
mutante —el capital nube—, que es reproducido por personas que trabajan sin
remuneración en su tiempo libre.
Esto nunca ha ocurrido. Por eso digo que esto no es capitalismo.
Y no ayuda pensar en ello como capitalismo, porque si te aferras a la palabra
capitalismo, la mente no puede comprender la gran transformación.
Una vez más, debo aclarar este punto. El capitalismo de los
siglos XVIII y XIX, cuando surgió, derrocó al feudalismo, pero necesitaba al
sector feudal para seguir produciendo alimentos porque, de lo contrario, todos
moriríamos. Por eso digo que el capital era parasitario del sector agrícola
feudal.
Por tanto, no es que uno muera y el otro viva. Lo que ocurre es
que el capital asume la hegemonía del sistema, pero es parasitario del sistema
anterior. Ahora bien, lo que ocurre es que en el centro del tecno-feudalismo
hay un sector del capital que es absolutamente necesario. El sector del capital
es el único que produce valor, pero los propietarios de ese capital, del
capital a la antigua usanza, son vasallos de los capitalistas de la nube. Sus
beneficios son esquilmados. Así que la utilidad económica es sustraída del
flujo circular de ingresos por los dueños del capital de la nube.
Esto hace que el sistema sea aún más inestable, aún más propenso
a las crisis, y aún más contradictorio e incluso menos viable de lo que era el
capitalismo. Esto es lo que digo en el libro: que la toma del poder del
capital-nube —la sustitución del capitalismo por el tecno-feudalismo— está
haciendo que nuestras sociedades sean más conflictivas.
Se están volviendo más estúpidas, más conflictivas, más
envenenadas y menos capaces de dejar espacio en ellas a la socialdemocracia, al
individuo liberal, a los valores que incluso la derecha amaba bajo el
capitalismo.
--- La época en que los capitalistas querían ser capitalistas
terminó hace mucho tiempo. Confío en que a Henry Ford le gustara ser
capitalista de la misma manera que, de un modo extraño y completamente
distorsionado, a Rupert Murdoch le gusta ser periodista, aunque haya hecho
tanto por destruir los periódicos. Así que sí, los capitalistas no quieren ser
capitalistas, especialmente aquí en Europa, especialmente en mi país. Todos los
capitalistas, y he conocido a bastantes, han dejado de ser capitalistas; se han
convertido en rentistas.
La diferencia es que los capitalistas que se estaban
convirtiendo en rentistas, hasta la aparición del capital en nube, estaban
esencialmente transfiriendo su capital social a otros o posiblemente a capital
privado. Estos antiguos capitalistas obtenían rentas de los beneficios
monopolísticos de estas empresas capitalistas altamente concentradas.
Pero gente como Jeff Bezos y Elon Musk, realmente quieren hacer
lo que están haciendo. Quieren ser capitalistas de la nube o cloudalists,
como yo los llamo. Eso les gusta mucho.
Estas personas, un poco como Thomas Edison, aman lo que hacen.
No son como los rentistas ordinarios. No son como los feudalistas del pasado.
No son como los capitalistas que ya no quieren ser capitalistas. Estas personas
son entusiastas, tienen mucho talento y, por desgracia, son muy inteligentes.
La combinación de su empuje y el poder exorbitante del capital en la nube que
poseen crea una forma muy poderosa y concentrada de poder en la nube, que
debemos tomarnos muy en serio.
--- El objetivo central del Bank of America o del Citigroup es
extorsionar mediante el monopolio de los sistemas de pago y la retención de
depósitos. Mantén tu dinero alejado de ellos porque, por el momento, no hay
otra solución.
A comienzos de los años 2000, el consenso de Silicon Valley se desmorona. Desigualdades enormes, estancamiento de la productividad, inestabilidad endémica… la nueva economía no ha hecho su aparición. Los algoritmos son omnipresentes, pero eso no significa que el capitalismo se haya civilizado. Por el contrario.
ResponderEliminarLa tesis de este libro es que con la digitalización del mundo se produce una gran regresión. Retorno de los monopolios, dependencia de los sujetos a las plataformas, confusión de la distinción entre lo económico y lo político: las mutaciones en marcha transforman la calidad de los procesos sociales y dan una nueva actualidad al feudalismo. La obra comienza por proponer una genealogía del consenso de Silicon Valley, poniendo de manifiesto las cinco paradojas que lo socavan.
Luego se despliega la tesis central, acompasada por desarrollos sobre los GAFA, las cadenas globales de valor o incluso el sistema de crédito social chino. Las grandes firmas se disputan el ciberespacio para tomar el control sobre las fuentes de datos. Los sujetos están atados a la gleba digital. En el orden económico que emerge, los capitales abandonan la producción para concentrarse en la depredación.
El capitalismo ha muerto y el sistema que lo reemplaza no es mejor. Las dinámicas tradicionales del capitalismo ya no gobiernan la economía. Lo que ha matado a este sistema es el propio capital y los cambios tecnológicos acelerados de las últimas dos décadas, que, como un virus, han acabado con su huésped.Ésta es la principal conclusión a la que ha llegado el prestigioso economista Yanis Varoufakis tras años de estudio dedicados a desentrañar el origen y la transformación del sistema económico mundial. Los dos pilares en los que se asentaba el capitalismo han sido reemplazados: los mercados, por plataformas digitales que son auténticos feudos de lasbig tech el beneficio, por la pura extracción de rentas.A partir de esta observación, confirmada por la crisis de 2008 y la provocada por la pandemia, Varoufakis ha desarrollado su teoría del ecnofeudalismo según la cual los nuevos señores feudales son los propietarios de lo que llama apital de la nube y los demás hemos vuelto a ser siervos, como en el medievo. Es este nuevo sistema de explotación lo que está detrás del aumento de la desigualdad.Sirviéndose de ejemplos que van desde la mitología griega y Mad Men hasta las criptomonedas y los videojuegos, este libro ofrece un arsenal analítico de valor inestimable para poder esclarecer la confusa realidad socioeconómica actual. Comprender el mundo que nos rodea es el primer paso para poder tomar el control, quizá por primera vez, de nuestro destino colectivo.
ResponderEliminarYanis Varoufakis se hizo conocido mundialmente en 2015 cuando asumió como ministro de Finanzas de Grecia en el gobierno (por entonces) izquierdista de Alexis Tsipras. El experimento no salió bien, pero no fue por su culpa. Con el correr de los años expurgó esa frustración convirtiéndose en uno de los más lúcidos y exitosos activistas y ensayistas del mundo, con un discurso progresista y crítico del neoliberalismo.
ResponderEliminarCon varios best-sellers en su haber, Varoufakis acaba de publicar Tecnofeudalismo: El sigiloso sucesor del capitalismo (editado por el sello Ariel, perteneciente a Planeta). Se trata de un trabajo que reúne rigor y capacidad didáctica para reflejar el nuevo paradigma socio-económico. El autor griego plantea que su flamante ensayo "no trata de chatbots de Inteligencia artificial que van a quitarnos el trabajo (...). No, este libro trata de lo que ya le han hecho al capitalismo, y por lo tanto a nosotros, los dispositivos con pantallas, conectados a la nube y que todos usamos, nuestro aburrido portátil y el smartphone, sumados a la manera en que los bancos centrales y los gobiernos han actuado desde 2008".
Varoufakis sostiene que el "capital en la nube" ha demolido los dos pilares del capitalismo: los mercados y los beneficios. Y que mientras los viejos dueños del poder real se han convertido en "vasallos de una nueva clase de señor feudal", el resto de los habitantes del mundo "hemos vuelto a nuestra antigua condición de siervos y contribuimos a la riqueza y el poder de la nueva clase dominante con nuestro trabajo no remunerado".
El autor utiliza ejemplos de la mitología griega y de la cultura popular moderna, presenta analogías con las enseñanzas de su padre y observa con inteligencia el mundo de las criptomonedas y los videojuegos, para trazar un esclarecedor análisis de la realidad actual. "El capitalismo está muerto, en el sentido de que sus dinámicas ya no rigen nuestras economías", es la hipótesis del autor de Economía sin corbata y cofundador de la Internacional Progresista junto con Bernie Sanders. Conclusión que refuerza con una ironía: "lo que ha matado al capitalismo es...el propio capital".